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CULTURA

A cualquier asilo…cuando el destino nos alcance

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Crónicas de un Trotamundo, por Fernando Zúñiga //

Homero (50) visitaba el asilo ese día. Yo había acompañado a mi amiga la dra. Yamileth que cumplía su visita semanal de asistencia médica altruista para los residentes. Homero visitaba a su amiga Carlota por lo menos 2 veces a la semana desde hacía varios años. Salvo causas de fuerza mayor faltaba alguna vez en la fecha indicada y si se lo permitía el reglamento de la institución y el estado de salud de Carlota reponía su inasistencia.

Homero y Carlota habían sido pareja hacía 25 años. En ese entonces él tenía 25 y ella 55 años de edad.

Carlota lo había apoyado cuando él renunció a su carrera del sacerdocio. Carlota le había financiado sus estudios de arquitectura en una universidad de cierto renombre con algunas estancias en el extranjero para su especialización y otros estudios de investigación.

Habían hecho vida de pareja durante 5 años. Carlota recién había perdido a su marido y a sus 2 hijos, nueras y nietos en un accidente aéreo cuando se conocieron ella y Homero.

Homero encontró en ella el aprendizaje del amor maduro: alimentado por la sabiduría, para amarse con la libertad que da el no guardar secretos de ninguna clase por parte de ambos; disfrutar de espacios comunes pero respetando a la vez la individualidad de cada uno. La sexualidad plena.

alguna ocasión pregunté a Carlota a que debía ella la satisfacción tan plena, que nos invitaba a hacer el amor varias veces en un mismo día, en cualquier momento, que a veces iniciaba con el simple roce de la mano o la mirada…me contestó con su voz suave y, recuerdo, que su mirada tímida asomaba a sus ojos color gris (como siempre que me expresaba sus sentimientos de amor hacia mi)…porque te quiero y me siento segura de mi y de lo que te doy…

y porque aprendo que el corazón no tiene arrugas y que la belleza que contemplo en ti coincide con la belleza que contemplo en mi…y que la noche me lleva a tu más profunda piel…y me desnudas del pasado y me llenas la piel…al principio me daba pena, sabes, y quería permanecer de espaldas, y me miras los senos y los labios y me haces sentir como renazco lentamente como mujer… 

aprendo el poder humano de la comunicación sensual y erótica….cuando siento la seda de tu espalda como perfume en mi mano y la sal de tu piel en mis labios y en mi boca el calor tu primavera que entra a mi cuerpo y recorre mi cuerpo en cada rincón….saber que estás en mi…

Carlota celebró en Homero la alegría de un nuevo comienzo: la tarea del amor paciente, la vitalidad que había menguado en plena vida con su duelo inacabado, el redescubrimiento de su sexualidad, el rol del amor perfecto: mamá, esposa, amante, hija, amiga, niña, espíritu, mente, cuerpo…la piel nueva.

Amaron, sintieron, hablaron, escucharon, nacieron, renacieron, viajaron, regresaron, empezaron, retornaron, enmudecieron, tocaron, bebieron, gimieron, penetraron, tocaron, descubrieron, lamieron, experimentaron, redescubrieron, enseñaron, aprendieron, aceptaron, rechazaron, reintentaron, perdonaron, violentaron, suavizaron, llenaron, vaciaron, rellenaron…

Recorrieron su geografía mm a mm, rincón a rincón, se bebieron líquido a líquido, se reconocieron desde adentro, desde afuera, desde lejos, con el silencio, con la mirada, con la yemas de los dedos, con el aroma de sus deseos, sus sudores, el despertar de sus senos, el despertar de sus labios externos….de su conciencia exaltada, libre, sin límites….del ritmo vital de sus terminaciones nerviosas, lento suave acelerado, lento….de su boca el gemido irreconocible, la acumulación de todo su ser….las sábanas, el sudor, los fluidos, la hoguera, el ombligo vital, los músculos, el peso del otro, la voluntad erótica, los rincones en húmedo reposo, aspirar olores y humedades…sonidos ancestrales, aruños en la espalda, combustión tibia ralentizada, bendecir el cuello, el cabello, los pezones, el pubis, las piernas, la pasión, la semilla, los dientes en el hombro, dimensionar el delante y el detrás el arriba y el abajo, la esencia femenina, la esencia masculina, los 9 orificios…

Homero recordaba sus veranos en Alemania. Entre los ascendientes de Carlota había antiguos personajes de las regiones bávaras. La estancia en una gran villa antigua, estaba entre sus más bellos recuerdos del tiempo de pareja con ella. Bosques de pinos, un sol caliente, ciervos, ardillas, campos de frambuesas y fresas silvestres; recoger setas, campos cubiertos de flores desconocidas. Flora de montaña. Bañarse bajo una cascada. La granja con cientos de animales de todas las especies. Paseo por el campo en el viejo carro tirado por caballos. Los viajes al lago Tegernsee. El viaje en tren al castillo de la bisabuela, construido en el S. IX, en el corazón de Los Alpes bávaros. Saltar desde los balcones del granero sobre las pilas de heno, embriagarse con la cerveza de las bodegas y recorrer los pasajes secretos que comunicaban con el monasterio a cientos de metros a través de sótanos medievales.

Carlota lo inició en el alpinismo. Un antepasado era considerado entre los grandes escaladores en la historia del alpinismo mundial. Carlota mostraba una audacia casi temeraria, sin embargo sabía todo lo que hay que saber sobre técnicas de montañismo. Siempre se sintió completamente seguro con ella en la cuerda. Carlota había pasado varias temporadas con expertos alpinistas durante la primavera en Snowdon. Le enseñó a esquiar en Champéry.

solo una vez me vi en peligro. Carlota desde un lugar firme a unos 20 metros por arriba de mi sostuvo la cuerda y me recuperé. En Pen-y Pass desayunábamos al aire libre con algunas jarras de cerveza y por las noches al volver al hotel nos pasábamos un largo tiempo observando con algo de estupor nuestros cuerpos al vapor de las tinas de agua casi hirviente…

En esta parte de la narración los ojos de Homero brillaron de manera tan particular cómo el temblor de su mano cuando me enseñó la foto de su familia actual.

Su esposa y sus 2 hijos habían aceptado su relación amistosa con Carlota. Su hijo con un poco mas de reticencia que su hija. Después de contraer matrimonio habían pasado 3 años antes de que Homero volviera a contactarla. Había un acuerdo tácito de no convivir y no hacerle preguntas o comentarios respecto de la otra parte.

Cuando Carlota empezó a manifestar su Alzheimer la familia de Homero aceptó, e incluso promovió, que Homero contratara una enfermera especializada para que la atendiera y que éste aumentara la frecuencia de visitas a casa de ella.

Cuando la enfermedad avanzó Carlota vino a vivir con la familia de Homero. Un par de años después decidieron internarla. La familia intervenía en las actividades recomendadas para protegerla frente al deterioro cognitivo; ejercitar la memoria y la función intelectual, mantenerle una dieta equilibrada, apoyarla en sus ejercicios físicos.

El hijo varón de Homero le dedicaba tiempo de mucho amor y ternura; le hacía nombrar los animales de la granja de los familiares en Alemania para mantener viva su fluidez verbal; el juego de las manecillas del reloj; figuras de objetos en láminas diferentes; fechas en el calendario. Paseos por el parque.

Toda la familia entró a la dieta mediterránea recomendada en estos casos. ¡Y vaya que eran carnívoros, de 3 veces al día!

En la fase temprana del Estado Grave fue cuando la internaron.

El hijo de Homero decidió estudiar Neurología motivado por el amor que albergó hacia Catalina.

Su esposa y su hija decidieron no visitarla, no verla en su estado declinante de demencia por el dolor que les causaba. Querían recordarla lo mejor posible.

Homero me invitó a visitarla en su cuarto. Le había programado con María Callas..Otello: Ave María. Carlota frente a la ventana…las copas de los árboles y las flores y las espigas doradas y la Golondrina Risquera haciendo su nido en el alfeizar de la ventana…

Su mirada tan lejana, tan antigua que parecía no tener historias que contar…

Carlota me llamó Raymundo (nombre del hijo de Homero) y me recitó con su voz balbuceante, tímida y con la mirada (me imaginé) como cuando le decía a Homero que lo amaba: Cuando escucho el bello sonido de la puerta al abrirse, vienes por mí, quédate, no te vayas, acaricia mis mejilas…

Me despedí de Homero para encontrarme con mi amiga Yamileth en el lobby de aquel albergue tan lejano para mi… ¿acaso puedo comparar el tiempo de Carlota con el mío? ¿Tengo algo en común con la vida de Homero?

Aunque Carlota está separada de mi solo por unas paredes, ¿algo corta el hilo que me une a ella?

¿Puedo continuar mi vida con los que se quedan entre esas paredes, los que se quedan dentro y seguirla sin interrupción? ¿Algo me une a ellos como la cuerda que sostiene a los alpinistas, como la cuerda que sostuvo la caída de Homero un día lejano en la montaña?

Cuando pasamos bajo la ventana del cuarto de Carlota…Anna Netrebko..

 

O mio babbino caro
Mi piace è bello, bello
Vo’ andare in Porta Rossa
a comperar l’anello!
Sì, sì, ci voglio andare!
e se l’amassi indarno,
andrei sul 
Ponte Vecchio,
ma per buttarmi in 
Arno!
Mi struggo e mi tormento!
O Dio, vorrei morir!
Babbo, pietà, pietà!
Babbo, pietà, pietà!

 

FZG…GUADALAJARA X/2016

 

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