ENTREVISTAS
Rubén Hernández, de odontólogo a escultor: «El arte y la escultura me han dado muchas satisfacciones»
Por Gabriel Ibarra Bourjac //
Su gusto, su vocación desde niño fue el arte, la escultura, pero estudió odontología para satisfacer a su padre. “En mi casa siempre hubo un rechazo, que no se puede vivir del arte, cosa que es un error”.
“Trabajé muchos años como cirujano, tenía mi consultorio. Le dije a mi padre vas a ver cómo sí se puede vivir de esto, mucha gente lo ha podido lograr”.
Su maestro es Jorge de la Peña. Eran vecinos. Hizo con él varios trabajos, entre ellos el de La Estampida. “La casa de Jorge y la de mis padres, estaba separada por tres casas, allí en López Cotilla. Jorge es un excelente pintor y se ponía a hacer sus obras en la barda. Teníamos nosotros unos palomos mensajeros y él también. Hicimos una bonita amistad”.
“Nosotros hacíamos monitos de jabón. Nos metimos al taller de Jorge, quizá eso fue lo que más me sirvió”.
Es Rubén Hernández Guerrero, escultor tapatío, que ha logrado salir adelante como artista y ser profeta en su tierra. Cada año le toca darle forma al premio Feria Internacional del Libro en Guadalajara (estatuilla esculpida en bronce), lo ha hecho durante las últimas tres décadas.
En sus primeros años decidió introducirse a las galerías que es donde el artista hace dinero. Le fue muy bien, pero su gran sueño era tener una escultura urbana, una escultura pública. “No sé si fue un error, porque la gente que se mete en las galerías es quien más fama hace, porque hay muchas esculturas urbanas que no se sabe el autor, pero todo mundo se entera cuando haces una galería. Fue tanto lo que empecé a trabajar, que logré llenarme, no fue una, perdí la cuenta de cuántas obras urbanas regadas tengo en México”.
La escultura urbana más significativa para Rubén es “Flor de Piña” que está colocada en Tuxtepec, Oaxaca, una efigie de una mujer con traje regional de la zona, que representa la danza regional “Flor de Piña que es símbolo e identidad de la región del Papalopan y que hace 30 años fue colocada en la glorieta Boulevard Benito Juárez de esta localidad.
Resulta que un político oaxaqueño que fue Secretario de Desarrollo Social con Peña Nieto y que había sido alcalde de Tuxtepec, quería quitar Flor de Piña y cambiarla por un busto suyo, lo que provocó el rechazo de la gente y que se manifestaran para defender esta obra que consideran parte del patrimonio de esta región del Istmo de Tehuantepec.
DESDE NIÑO LE NACIÓ EL GUSTO
Pregunta. ¿Cómo fue que te descubres en tu amor al arte?
Respuesta. Yo creo que lo traía desde un principio. Tenía un sobrino político en Ciudad Guzmán, una cuna de artistas, desde niño pasé mis vacaciones ahí, él era un muralista muy bohemio, veía que pintaba y me llamaba mucho la atención su forma de vida. Me acuerdo que una vez estaba en un corral, tendría unos 3 o 4 años, me hizo un dibujito, le dijo a mi mamá que por qué no me movía, con el tiempo vi ese cuadro, me llamó mucho la atención y me moví porque vi que me estaba atrasando. Esto me metió en el arte, pero en la casa que tenemos en López Cotilla, a cuatro puertas vivía Jorge de la Peña, un escultor que ya tenía un tiempo trabajando, duré unos años probando con él hasta que me independicé e hice mi obra propia.
P. Ese gusto por el arte, ¿se dio en la escultura o primero en el dibujo?
R. Definitivamente siento que soy un mal pintor, yo casi todo lo creo a base de fotografías o hago algunos diseños en lápiz, pero muy malos. A mí se me dio por la figura tridimensional que es lo que da la escultura.
P. ¿Tú estudiaste?
R. No, yo soy cirujano dentista, egresado de la Universidad de Guadalajara. Desde la secundaria mi vida económica se ha trazado en la escultura, trabajé con Jorge y me dio un sueldo, poco a poco fui haciendo un camino para poder vivir de la escultura.
EL RECHAZO AL ARTE EN SU CASA
P. ¿Por qué no estudiar algo en el mundo del arte?
R. En la casa siempre hubo un rechazo a que no se puede vivir bien del arte, cosa que es un error. Yo trabajé muchos años como cirujano, tenía mi consultorio, le dije a mi padre vas a ver cómo sí se puede vivir de esto, mucha gente lo ha podido lograr, casi fue algo forzado ser dentista para darle gusto a mis padres.
P. Luego te encuentras en el camino a Jorge de la Peña, un gran escultor. ¿Cómo fue ese encuentro?
R. De hecho la casa de Jorge y nuestra casa nos dividían dos o tres casas, Jorge es un excelente pintor y se ponía a hacer sus obras en la barda, tenía unos palomos mensajeros y él también, hicimos buena amistad, nosotros hacíamos monitos con un jabón. Nos metimos al taller, quizá eso fue lo que más sirvió. Yo colaboré con la obra de la estampida con él cuando se hizo, no tiene un estilo que alguien lo haya copiado. Jorge tiene un estilo muy padre, le tengo un gran respeto.
P. ¿Es tu gran maestro?
R. Definitivamente sí, le tengo que agradecer mucho a Jorge. Tiene un estilo que, cuando se hizo la estampida, lo criticaron mucho porque decían que esa escultura no tenía terminación, que estaba mal obrada. Ahora es uno de los grandes íconos de Guadalajara, por el estilo que Jorge le imprimió, un estilo muy padre. Yo también tengo mi estilo, me he encontrado con la sorpresa que tengo esculturas en la zona rosa de la Ciudad de México, me dicen que vieron mi obra y saben que es mía, es padre porque tienes un estilo, sin la necesidad de que vean tu firma.
SU SUEÑO DE ESTAR EN LAS GALERÍAS
P. Después de participar en la estampida, ¿decides ser escultor o qué siguió después?
R. Para mí básicamente mi sueño era meterme a las galerías, empecé a meter la obra en la Ciudad de México, en Cancún, Guadalajara, varios lugares, mi obra tuvo mucho éxito, sobre todo en Puerto Vallarta, me empezó a ir bien económicamente. Cuando empecé con eso tenía unos 23 años, yo dije a los 25 hasta aquí llegué, yo lo que quiero es tener algún día una escultura urbana, pública. No sé si fue un error, porque la gente que se mete en las galerías es quien más fama hace, porque hay muchas esculturas urbanas que no se sabe el autor, pero todo se mundo se entera cuando haces una galería. Fue tanto lo que empecé a trabajar, que logré llenarme, no fue una, perdí la cuenta de cuántas obras urbanas regadas tengo en México.
P. ¿Cuál fue la primera escultura urbana?
R. Yo considero, hice dos o tres bustos, placas y relieves, pero la escultura que fue la primera urbana fue de Juan I. Menchaca, llevaba cierta amistad con la familia, pero fue la primera escultura urbana que hice.
SU GRAN ORGULLO, FLOR DE PIÑA
P. ¿Cuáles son las que más te han agradado? Algunas han sido polémicas…
R. Inclusive la escultura polémica de Oaxaca es para mí de las más importantes, porque fue un fenómeno que en mi vida había visto no con mi persona, sino que fue un boom tremendo, era el presidente municipal y la quiere quitar, una escultura que le dio la vuelta al mundo porque la fiesta de la Guelaguetza es algo importante para Oaxaca.
Habían llenado todas las críticas que estaba bien lograda, pasa una cosa rara, de que llega un político importante, ligado a Peña Nieto, entonces regala una escultura con el mismo tema, el pueblo brincó, la ciudad ya la había adoptado como patrimonio cultural, fue un fenómeno, fueron miles de gentes, la ciudadanía en general protegiendo la escultura, porque no pertenece a Rubén Hernández, sino a la cultura de la ciudad.
Pasó una cosa padrísima, me sentí como un pavo real, para mí es la trascendencia del artista, eso me llevó a las lágrimas, ver a la gente, pasó una semana y la fracturan, la gente empezó a detener la acción, no fue suficiente, se la llevaron, hicieron guardia en la casa del presidente municipal y se logró, la otra obra no se puso, por el poder del pueblo. Esa escultura fue muy polémica, porque se llama Boulevard de Benito Juárez, la adoptaron. A veces los tamaños de las esculturas, no porque sean monumentales, para mí los galardones más importantes me han tomado en cuenta para hacerlos, como en la FIL, para mí eso es muy importante.
P. ¿Te soñaste alguna vez con esta trascendencia?
R. No, nunca me soñé, no pensé que la escultura y ser artista me diera tantas satisfacciones, a veces creo que me falta mucho camino, no he logrado todas mis metas que he trazado, pero económicamente nunca lo soñé, tengo cosas que no pensé, me siento muy satisfecho hasta donde lo he logrado. Siempre le digo a la gente que está conmigo, gracias a Dios ya tengo proyectos de trabajo para 2020, ya es una gran ventaja.
P. ¿En algún momento pensaste desistir?
R. No, hubo muchos meses que no sabía ni qué hacer, de ver alguna escultura y no tuviera resultado económico no podría vivir, pero fui terco, en el tiempo que tengo de escultor jamás pensé en retirarme. Creo que hasta la muerte seguiré haciéndolo, día con día voy puliendo mi técnica.
P. ¿Qué quisieras hacer y qué te falta por hacer?
R. Ser artista te da un sinnúmero de cosas a futuro, entonces no sé todavía. Quisiera meterme a lo figurativo, a figuras clásicas, que el rostro se parezca. Cuando trabajé los primeros años en las galerías, hacía cosas abstractas y surrealistas, pegó mucho, tuve buenos clientes norteamericanos y canadienses, cuando me metí a la obra urbana tenía que hacer lo clásico. Sí me gustaría volver a hacer el surrealismo que me encanta.
P. ¿Qué es lo más difícil que enfrentas como escultor cuando estás dándole forma a algo?
R. Me gusta mucho cuando me mandaron hacer a Emiliano Zapata, me gusta leer, lo leo, sueño con él, pienso en él, sus características, sus muecas, un hombre duro, un hombre de campo, fuerte, tú lees algo de él y te sensibilizas con su verdadero personaje, se te mete tanto en la cabeza que lo empiezas a hacer casi sin ver una fotografía, eso para mí es esencial. Cuando harás algún personaje no conocido, es una bronca, tienes una foto, pero es más complicado porque a veces te metes en problemas de opiniones, todo cambia, algunas veces están serios y son sonrientes, estos detalles cuando son varias las personas que opinan te metes en broncas, para mí lo más complicado es la fotografía.
HAY QUE VALORAR EL ARTE
P. Hace falta la promoción de artistas locales que no tienen oportunidades…
R. Definitivamente, mucha gente dice pues cuántas esculturas hay en Guadalajara, en la universidad hay muchísimos egresados por semestre, los muchachos andan vendiendo cualquier cosa porque no los pelan, porque no se fijan en ellos, hay talento increíble, México es una potencia en el arte, Jalisco es de lo mejor que puede haber.
En Oaxaca se valora al artista, muchísimo más, son celebridades, gente que te invita un café, te invita a comer, te ven con gusto. Aquí te ven la cara de borracho, drogadicto, no somos así las personas, a veces se van por esos medios porque es frustrante para el artista que no lo tomen en cuenta”, puntualizó.
P. Nadie es profeta en su tierra, tú sí has triunfado en ella…
R. Sí, gracias a Dios sí se me ha tomado en cuenta, he sido terco, Guadalajara es una de las plazas más importantes, más difíciles, todo mundo pega el salto a Europa, a Puerto Vallarta, a Ciudad de México, en Monterrey que apoyan a los artistas, plazas muy importantes, yo me quedé aquí y creo que aquí me quedaré todo el tiempo, no me ha ido mal, soy un escultor local y eso es importante.
P. Hay buenos escultores en Jalisco, a veces se traen gente de otros lados…
R. Sí señor. A veces se impone algún artista pero no nos toman en cuenta para el concurso, aunque no lo gane, pero le calé, como lo han hecho en otros estados, como se hacía aquí mismo, toda obra urbana debe someterse a un concurso, eso le ha fallado al gobierno actual, han impuesto artistas, También que se ponga el respeto a una obra urbana, que es del pueblo, pero si el artista vive es restaurarlo, no como una que hice en el Agua Azul con un muchacho que la dejó toda mal, que respeten a los artistas.
P. Algo que quieras añadir…
R. Pedirle a la sociedad tapatía que se nos tome en cuenta, ha habido personajes políticos que han apoyado lo que nunca en la vida yo había visto, el arte de la escultura, Alfaro es uno de ellos. El arte puede ser el criterio del artista, es difícil. En el caso del señor gobernador colaboré cuando fue presidente en Tlajomulco, le hice algunas obras. Quiero que tomen en cuenta que toda obra urbana debe tener un registro de un concurso, que no nada más se imponga, porque son difíciles.
