JALISCO
Laura Imelda lleva el Grito de Independencia a comunidades de Tlaquepaque

– Por Francisco Junco
Con gran entusiasmo, la presidenta municipal de San Pedro Tlaquepaque, Laura Imelda Pérez Segura, encabezó las ceremonias del Grito de Independencia en Las Juntas, Santa María Tequepexpan y La Ladrillera. Con ello, busca llevar las celebraciones a las comunidades y reafirmar su compromiso de acercar las fiestas patrias a todas las familias del municipio.
“Todo Tlaquepaque cuenta, por eso visitaré las delegaciones y agencias municipales que se llenarán de fiesta, para que las familias disfruten de pirotecnia y juegos mecánicos”, señaló la alcaldesa al destacar la importancia de mantener vivas las tradiciones.
El programa contempla actos cívicos en las nueve delegaciones y tres agencias municipales. Este domingo 14 de septiembre las celebraciones se realizarán en Santa Anita y San Sebastianito; el 15 en Tateposco y San Pedrito. Más adelante, el 19 de septiembre, será el turno de Loma Bonita, La Calerilla y López Cotilla.
El 20 de septiembre, Laura Imelda Pérez Segura dará por primera vez el Grito de Independencia desde el balcón del Palacio Municipal. La velada incluirá una verbena popular con espectáculo de pirotecnia y la presentación artística de Lupillo Rivera.
Los festejos cerrarán el 27 de septiembre en Toluquilla y San Martín de las Flores, con lo que se busca fortalecer la unidad y el orgullo patrio en San Pedro Tlaquepaque.
JALISCO
UdeG, los golpes que sustituyen el diálogo: ¡Qué falta hace Raúl!

– Crónica de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco
La Universidad de Guadalajara, esa institución que presume de ser la “casa de la cultura” y el “espacio del pensamiento crítico”, se ha convertido principalmente los últimos días en escenario de lo que mejor ilustra su contradicción: los golpes sustituyendo a la palabra, la represión disfrazada de orden académico y la violencia encubierta tras comunicados oficiales firmados por nadie que se haga responsable… llenos de buenas intenciones sin nada de autocrítica.
Lo ocurrido en el CUCSH y en el CUCEI en estos días no es un accidente ni un exabrupto aislado: es la expresión de una estructura política enquistada que se resiste a morir.
Los funcionarios que deberían administrar aulas y presupuestos han terminado con las manos metidas en la gresca. No es metáfora: ahí están los videos donde José Antonio González Orozco, alias “Pepino”, antiguo operador de la FEU que ahora cobra como jefe del complejo deportivo, aparece repartiendo manotazos contra los estudiantes que exigían elecciones limpias. No fue diálogo, fue puño.
Y mientras tanto, la Rectoría General guarda silencio. Una omisión que grita más fuerte que cualquier consigna. Porque si los estudiantes pintan un muro, la indignación institucional es inmediata; pero si un funcionario golpea a los alumnos, la sanción se pierde en el laberinto del archivo muerto, asegurando las protecciones para quienes, en nombre de la “institución”, repartan golpes a los alumnos inconformes.
Encapuchados que lanzan mobiliario, vacían extintores y rodean a estudiantes en paro. Los testimonios y las imágenes difundidas no dejan lugar a dudas: la violencia tiene rostro, y varios de esos rostros se identifican con la vieja militancia de la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU), ese brazo corporativo que durante décadas ha operado como correa de control a favor del grupo universitario en el poder.
Pero también aparecen los rostros de grupos políticos externos que han participado en movimientos políticos universitarios sin llegar a ser de los “ungidos”, pero que, ahora apoyados por un personaje de la estructura universitaria, vuelven a buscar un lugar en el feudo.
Se habla de “diálogo” en los comunicados, pero en los pasillos los que dialogan son los puños. La contradicción es evidente: las autoridades centrales rechazan la violencia en boletines, pero sus hombres de confianza y familiares aparecen entre los agresores.
Lo que demandan los estudiantes no es menor: baños dignos, comedor subsidiado, protocolos contra acoso, contratación estable de docentes, transporte seguro, participación real en las decisiones universitarias. No son exigencias revolucionarias, son derechos elementales que cualquier institución pública debería garantizar sin necesidad de paros ni barricadas.
¡Ojo! La petición de tener un área para fumar mariguana es simplemente una charlotada que en ninguna circunstancia puede proceder; sean serios si quieren ser tomados en serio como disidencia.
Pero el punto neurálgico, el que prende las alarmas en los pasillos del poder, es la exigencia de cancelar las elecciones del Consejo General Universitario y limitar la intervención de la FEU. En otras palabras: quitarles el monopolio de la representación. Y eso, para los jefes y jefas universitarios, es inadmisible.
Mientras las pedradas y los empujones manchan el nombre de la UdeG, la rectora general Karla Planter ha optado por la estrategia del silencio. No se presenta a dialogar, no encabeza el proceso, no frena la violencia. Desde su llegada, “La Planter” solo ha servido como la imagen que asiste a reuniones y eventos sociales, pero, en todo este tiempo, usted no va a encontrar UNA situación en la que la primera mujer rectora de la UdeG hubiera destacado por su capacidad de decisión y liderazgo; lo peor, NINGUNO de su equipo ha ocupado el lugar de liderazgo y decisión que la UdeG requiere.
En esta ocasión, parece que la rectora espera que el tiempo, las fiestas patrias o el desgaste natural diluyan la protesta, si es por recomendación estratégica, queda claro que, ¡Su asesor le odia!
Lo extraño es que los choques más fuertes ocurrieron justo en los días en que Planter se ausentó, ¿casualidad o decisión de quien sabia no estaría disponible la rectora? Coincidencia que huele a cálculo: dejar que otros enciendan el fuego para luego presentarse como bombera institucional o la aparición de un “líder” que rescate la situación.
Mientras, el equipo de comunicación externo que apoya a los disidentes a manejado bien las notas en los principales medios de comunicación alertando a la ciudadanía de lo que pasa al interior de la Universidad a la que asisten sus hijos, generando buenas piezas de comunicación visual en redes con mensajes claros y específicos que pueden digerir e indignar los consumidores de TikTok, X, Facebook e Instagram. Logrando en días lo que el viejo sistema de comunicación universitario no ha podido lograr, UN mensaje que permee a nivel social, porque desde sus oficinas, los dirigentes universitarios repantigados creen que la gente común está esperando leer el más reciente comunicado pagado por los “abajo firmantes”, que servirá de indicación de lo que se debe creer y entender.
El saldo es claro: estudiantes golpeados, aulas cerradas, comunidades académicas divididas, puertas de ingreso soldadas y una autoridad que administra comunicados -Muy malitos, por cierto- mientras sus operadores administran golpes y porras —siempre los mismos rostros en escena desde hace años, por cierto—.
La Universidad de Guadalajara enfrenta un espejo incómodo: aquel en el que se refleja como un aparato político que prefiere la represión a la reforma, la simulación a la democracia y la obediencia ciega a la crítica estudiantil… Oiga, ¿ya se dio cuenta de que en toda esta rebatinga la FEU tampoco ha aparecido? Y no me refiero a otro comunicado anodino firmado por la “primera mujer presidenta de la FEU”, yo hablo de esa estructura política de estudiantes que defiendan sus procesos por democráticos y transparentes, y den la cara por sus líderes que saben que los representan.
¡Bueno! Hasta los centros universitarios tienen que ser defendidos por grupos externos porque los flamantes “rectores” carecen de equipo que les respalde. Lo bueno es que la disidencia avisa con tiempo sus manifestaciones; si atacaran al mismo tiempo, se quedarían con varios centros universitarios, pues los rectores no alcanzan a defender ni su oficina. ¿O será que las manifestaciones están muy bien ordenadas en tiempo y lugar desde dentro de la misma UdeG para propiciar la aparición de un “líder” solucionador?
Las siguientes semanas serán importantes en esta historia, porque lo que está en juego no es solo un proceso electoral universitario, sino la credibilidad de una institución que presume autonomía, pero se comporta como un feudo… Donde cada vez es más recurrente escuchar: ¡Qué falta nos hace Raúl!
En X @DEPACHECOS
JALISCO
San Andrés, un barrio en “La ciudad más mexicana”

– Por Francisco Junco
El barrio de San Andrés se vistió de fiesta, tradición y orgullo patrio con motivo de las celebraciones de “La ciudad más mexicana”, organizadas por el Gobierno de Guadalajara.
Con mariachi, bailes folclóricos, juegos mecánicos y antojitos típicos, las familias se dieron cita para dar el Grito de Independencia junto a su comunidad. La presidenta de Guadalajara, Verónica Delgadillo, encabezó la ceremonia en la Unidad Administrativa de San Andrés, donde vitoreó a los héroes y heroínas de 1810 con la bandera en alto.
“Es un día de fiesta porque estamos recordando que hace más de 200 años hubo un grupo de hombres y mujeres que creyeron que merecíamos tener libertad, que merecíamos conformarnos como una nación, tener nuestra tierra y también nuestros derechos”, expresó.
El festejo, que forma parte de los eventos realizados en distintas colonias, busca reforzar la identidad y la apropiación del espacio público. “Esto es hacer comunidad».
«Encontrarnos en un espacio de nuestra casa, porque Guadalajara es nuestra casa; encontrarnos, reconocernos, compartir, reír, disfrutar, abrazarnos, celebrar. Eso es lo más valioso que podemos hacer», subrayó la presidenta ante los vecinos que llenaron la explanada.
Delgadillo destacó que su administración trabaja diariamente en la recuperación de parques, plazas y unidades administrativas, con la visión de devolver la seguridad y el sentido de pertenencia a la ciudadanía.
También llamó a las y los vecinos a sumarse al cuidado de los espacios, mantenerlos limpios y vivos, porque, dijo, “esa es la manera de construir una Guadalajara segura, justa y próspera”.
Las fiestas patrias continuarán el próximo 18 de septiembre en la Unidad Administrativa Prisciliano Sánchez, donde la presidenta volverá a dar el Grito en compañía de las familias tapatías, cerrando así el ciclo de celebraciones en colonias emblemáticas de la ciudad.
JALISCO
El león dividido

– Luchas Sociales, por Mónica Ortiz
En Jalisco, la máxima casa de estudios, la Universidad de Guadalajara (UdeG), además de ser una institución que forma a miles de profesionistas, posee una red universitaria transversal de gran relevancia a nivel internacional. Esta red cuenta con numerosas empresas universitarias, una de las plantillas laborales y docentes más amplias y un alumnado de millones de estudiantes.
La UdeG, con su gran poder y liderazgo, podría “voltear de cabeza a Jalisco con su rugido” y ser escuchada en todo el país. Sin embargo, a pesar de ser un león titánico, sus divisiones internas son su peor enemigo.
En este sentido, durante la semana han existido brotes de violencia y alzamientos de voz por parte de grupos que se autodenominan estudiantes. Sin embargo, estos grupos generan actos de violencia, no definen claramente su lucha y titubean al expresar sus verdaderas inconformidades. Sus discursos carecen de demandas específicas que indiquen la real problemática por la que toman los centros universitarios e intimidan a quienes se encuentran dentro del entorno universitario.
La violencia ha surgido dentro de los mismos “leones”, ya que las camisetas que usan son las mismas. Sin embargo, estos grupos «desequilibradores» actúan como en los viejos tiempos de las luchas estudiantiles. Aunque la libre expresión es democrática, pareciera que con su mensaje buscan que las líneas y grupos de poder internos de la universidad, o incluso los estudiantes que no participan, adivinen quién o quiénes iniciarían una revuelta al estilo de los ochenta.
Al final, la UdeG, como una «ciudad-Estado» dentro de Jalisco, vive hoy sus propias dinámicas de poder, conflictos y alianzas. Su “león” podría ser invencible, pero las luchas divisorias impiden que su potencial se desate por completo en el ámbito público y político.
Se dice mucho que estas acciones buscan generar espacios en el Consejo General Universitario, el máximo órgano rector de la casa de estudios. Otros argumentan que el objetivo es evidenciar la tibieza política con la que la Federación de Estudiantes Universitarios (FEU) mantiene su presencia interna.
Una tercera versión sostiene que son luchas provenientes del exterior, atribuidas a los dos partidos políticos que, en sexenios anteriores, le daban voz y poder político a la UdeG en el Congreso del Estado, logrando posicionarla en puntos estratégicos. Hoy, estos partidos ya no tienen registro y buscan nuevos liderazgos, que evidentemente no serán para quienes encabezan estas pseudo-luchas estudiantiles.
La verdad de antes y la de ahora es la misma: perfiles de poder lanzan a grupos de vanguardia, su punta de lanza, para avanzar en sus posiciones ofensivas. El objetivo principal es la política, minar las estructuras existentes, abrir espacios en lugares estratégicos y obtener poder.
La pregunta es: ¿será para el beneficio de toda la comunidad universitaria o para crear otro “cenáculo” de poder? Los tiempos han cambiado. La ética social y colectiva debe ser producto de los aprendizajes de la comunidad estudiantil, no regresiones al pasado.
Esta no es la misma era en la que los derechos eran exigidos de manera menos consciente. Hoy en día, las demandas genuinas se notan. Por ello, si las protestas actuales, acompañadas de actos de violencia, carecen de legitimidad, es porque lo que se busca es el posicionamiento interno dentro de la institución para beneficio propio, en lugar de servir al interés común de la comunidad de los «Leones Negros».
En conclusión, si bien es cierto que la historia de la Universidad de Guadalajara y sus federaciones estudiantiles, su posición de poder político y su presencia en los poderes del Estado la han posicionado como una comunidad universitaria poderosa, también lo es que su rugido debe ser unísono.
La UdeG debe rugir por las luchas sociales existentes, pronunciándose con un “no” al acoso sexual y al bullying, así como a los docentes que carecen de la capacidad, la ética moral y profesional. Debería impulsar la revisión de perfiles de quienes ocupan puestos de liderazgo, administrativos o docentes, para identificar trastornos de personalidad que generan violencia. Un “no” rotundo a la discriminación, a la corrupción generalizada y a la violación de derechos humanos en la entidad.
El “no” más crucial que el “León Negro” debe rugir en Jalisco es a la cultura del narcotráfico y, con aún más fuerza, a la desaparición de personas. Si bien su poder político es innegable, la Universidad de Guadalajara, consumida por luchas internas, no cumple las expectativas de una sociedad que espera ver a su gran institución educativa usar su influencia para el bien común en lugar de para el beneficio de cúpulas. La UdeG tiene el poder de enfrentar los problemas sociales más graves, pero su fuerza se diluye en conflictos que no sirven al pueblo de Jalisco.