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MUNDO

Controversia mundial por anuncio de Putin: Vacuna rusa arruinaría negocio de las grandes farmacéuticas

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Por Vicky Peláez (Sputnik Mundo) //

Lo esencial es invisible a los ojos.
(Antoine de Saint-Exupéry, El Principito)

Ya van más de ocho meses desde que la pandemia de coronavirus viene devorando sin tregua a los humanos en todos los rincones del mundo donde los muertos ya llegaron a 700.000 y la economía sufre un serio derrumbe. En medio de tan negro panorama, el anuncio de la vacuna rusa Sputnik V ha llenado de esperanza a toda la humanidad.

El lograr una vacuna contra el COVID-19 se convirtió desde el primer anuncio de la pandemia en la prioridad de cada gobierno y más de 200 laboratorios del planeta trabajan desde entonces contra reloj para encontrar una solución que termine con esta terrible pandemia. Las corporaciones farmacéuticas de las grandes potencias, al percibir la posibilidad de una ganancia segura y suculenta, se lanzaron en una carrera internacional desenfrenada para ser los primeros en encontrar la vacuna salvadora guiándose por el egoísmo racional de Margaret Thatcher y olvidándose de la cooperación internacional, la solidaridad colectiva y de los intereses del público global. 

En estas condiciones, el anuncio del presidente ruso, Vladímir Putin, indicando que el Centro Nacional de Investigación de Epidemiología y Microbiología Gamaleya ha registrado la vacuna rusa contra el coronavirus Sputnik V en el registro estatal de medicamentos del Ministerio de Salud, provocó no solo alegría, sino también desató estupor y dudas sobre la calidad, eficiencia y seguridad de esta vacuna. Y no podía ser otra la reacción de Occidente para quien un país como Rusia, que recién pasó del socialismo al capitalismo, no podría tener la capacidad de convertirse en el primero en el mundo en producir la vacuna contra el temible COVID-19.

Se olvidaron los gobernantes occidentales que a pesar de los dramáticos cambios que experimentó Rusia en los siglos XX y XXI, el país logró proteger y conservar el conocimiento y experiencia de una vieja escuela de virología en términos históricos y su capacidad creativa frente a las pandemias. 

Lo que está temiendo Occidente es que al convertirse Rusia en el primer país del mundo que ofrece la solución para acabar con el virus que azota el planeta, la autoridad rusa se proyectaría más encima de la occidental en la opinión pública global. Por supuesto, los más poderosos y ricos del mundo no pueden aceptar esta realidad.

Además las Big Pharma, es decir el complejo de farmacéuticas globalizadas, ya se frotaba las manos pensando en las suculentas ganancias que le traería la vacuna contra el coronavirus tan anhelada por la humanidad. Y de repente aparecen estos rusos y el mismo día del anuncio del registro de su vacuna Sputnik V han recibido pedidos por 1.000 millones de vacunas de 20 países. Estas solicitudes hicieron bajar en seguida las acciones de Pfizer en un 0,8%, las de Novavax en 7,7% y las de Moderna en un 2,5%.

Todas estas tres corporaciones están incluidas en la lista de la Organización Mundial de Salud (OMS) como creadores de la vacuna contra el COVID-19 que están en el tramo final o fase tres en el que se evalúa la seguridad y la eficacia de la misma. Sin embargo, entre esas no se incluye la vacuna anunciada por Rusia por no «generar la confianza», según el principal inmunólogo norteamericano, Anthony Fauci quien declaró: «Espero que los chinos y los rusos realmente estén probando la vacuna antes de administrarla a alguien. Las afirmaciones de que tienen una vacuna lista para distribuir antes de hacer las pruebas son, cuanto menos, problemáticas».

Al final de su intervención ante el Congreso en Washington, el doctor Fauci aseguró: «En Estados Unidos estamos avanzando rápidamente y no pienso que aparecerán vacunas antes que las nuestras ni que vayamos a depender de otros países para obtener la vacuna».

No calculó bien la autoridad máxima de EEUU en inmunología, que los rusos empezarán la vacunación voluntaria masiva a partir del primero de octubre. Mientras que la vacuna mRNA-1273 creada por la corporación Moderna no va a estar lista hasta el 3 de noviembre, como lo estaba esperando Donald Trump, sino para el comienzo de 2021.

La mayoría de los expertos consideran que la vacuna norteamericana y la británica estarán disponibles para mediados de 2021. Y esto es a pesar de los 8.000 millones de dólares que el Gobierno norteamericano entregó a las biotecnológicas nacionales. Los representantes de la corporación china, Sinopharm anunciaron que su vacuna estará lista para el uso antes del fin de este año. 

Frente a este adelanto ruso, no le quedó ninguna otra alternativa a la OMS, al Gobierno norteamericano, alemán, a los representantes de la Big Pharma y a los medios de comunicación globalizados que poner en duda la efectividad de la vacuna rusa Sputnik V, aunque será muy difícil ante la opinión mundial.

El sistema internacional de aceptación de vacunas y de nuevos medicamentos está funcionando a base de lo que se conoce como secret de Polichinelle que consiste en la idea que todos saben lo que está ocurriendo, pero nadie quiere hablar de esto. 

Según el autor del libro Pharmas, Greed, Lies and the Poisoning of America, Gerald Posner, «las corporaciones farmacéuticas perciben el COVID-19 como una oportunidad de negocios que se presenta solamente una vez en la vida. Esta pandemia global tiene el potencial de un bombazo para la industria en términos de venta y ganancias. Mientras peor se pone la pandemia, más altas serán las ganancias».

Las corporaciones de EEUU ya han recibido más de 8.300 millones de dólares para el desarrollo de la vacuna contra el coronavirus. También poseen la autoridad de establecer el precio, determinar la distribución de la vacuna poniendo sus intereses comerciales encima de las prioridades de la salud.

No hay que olvidar que el mercado mundial farmacéutico es de 1,3 millones de millones de dólares y la misma Johnson & Johnson que está preparando su vacuna contra el COVID-19 ya proyectó obtener en 2020 más de 86.000 millones de dólares. La inesperada entrada de Rusia en este mercado farmacéutico está haciendo peligrar sus cálculos financieros. 

La OMS tampoco se caracteriza por su desinterés o su santidad. Hace 12 años, en 1988, el director de la OMS (1973-1988) Halfdan T. Mahler advirtió al mundo en el periódico danés Politiken del creciente poder de la industria farmacéutica: «La industria se está apoderando de la OMS».

Pasados 21 años de su advertencia, estalló el escándalo de la gripe porcina. El ministro de Salud y Asistencia Social de Polonia, Adam Fronczak, reveló detalles sobre horribles contratos cuando las compañías farmacéuticas ayudadas por la OMS vendieron vacunas que no eran apropiadas y describió cómo la OMS negociaba el precio de la vacuna con los gobiernos en nombre de las compañías. (ResearchGate, 15 de febrero, 2015; Avens Publishing Group, Why the Corruption of the World Health Organization (WHO) is the Biggest Threat to the World Public Health of our Time, enero 2015, vol.2, issue 1). 

Entonces, todo esto explica la risible y escéptica recepción que obtuvo la vacuna rusa Sputnik V en los círculos de los países y corporaciones farmacéuticas que se consideran ser amos y guardianes de la salud planetaria. No obstante, tanto los habitantes de América Latina, Asia y África recibieron la noticia sobre una posibilidad de poner fin a la pandemia con la vacuna rusa con optimismo y esperanza de acabar con la pesadilla que los está teniendo en zozobra. El presidente de Filipinas, Rodrigo Duterte, fue el primero en anunciar que aceptó la propuesta de Putin de abastecer su país con la vacuna rusa, anunciando que será el primero en vacunarse.

El presidente de Argentina, Alberto Fernández envió una carta al presidente Putin con sus felicitaciones «por un logro que quedará en la páginas indelebles de la historia de la medicina mundial». Las autoridades de Brasil ya están negociando la producción de esta vacuna en su país. Bolivia también expresó su deseo de obtener la Sputnik V. 

En realidad, a ninguno de los países en condiciones de severa pandemia les interesa el escepticismo occidental sobre la vacuna rusa y los comentarios sobre la presura con que ha sido registrada la vacuna. Pero la muerte de más de 700.000 personas en el mundo y la posibilidad de la segunda ola de coronavirus en septiembre no ofrecen más tiempo para extender las pruebas varios meses más.

Los científicos del Centro Nacional de Investigación Epidemiología y Microbiología Gamaleya y los del Ministerio de Defensa ruso están convencidos que su único y exclusivo método de uso de dos vectores adenovirales es el más eficiente y seguro de todos los procedimientos utilizados por otras instituciones y corporaciones farmacéuticas.

Así, como opinó el filósofo argentino José Pablo Feinmann, «lo biológico se transforma en política de Estado: el que resuelva la situación biológica va a adelantarse a otros».

Rusia ha hecho el primer paso hacia adelante y este paso incomodó a los más ricos y poderosos de nuestro planeta, alegrando al mismo tiempo al resto de la humanidad que es la mayoría. 

LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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