MUNDO
Estados Unidos y China: Tregua comercial a la guerra tecnológica

Por Alfredo Jalife-Rahme (Cortesía de Sputnik Mundo)
La guerra comercial de Trump contra China obtuvo una tregua con un arreglo ‘deslactosado’ que mínimamente detuvo la batalla de las tarifas que beneficia a EEUU. China esperará el desenlace del ‘impeachment’ de Trump en el Senado y/o su reelección cuando se intensifica la guerra tecnológica por Mike Pompeo y se abre un nuevo frente en el Ártico.
Existe un patente fatalismo en los círculos estratégicos de Washington sobre la inevitable guerra de EEUU contra China plasmado en el teorema de la trampa de Tucídides y el memorándum Crowe del libro Sobre China de Kissinger.
En su libro Destinados para la Guerra, el politólogo y relevante consultor del Pentágono Graham Allison expone su teorema de la trampa de Tucídides: «Cuando una gran potencia amenaza para desplazar a otra, la guerra es casi siempre el resultado».
En su polémico libro Sobre China, Kissinger, todavía muy cercano a Trump y a su yerno talmúdico Jared Kushner, desarchiva el célebre memorándum Crowe que versó antes del estallido de la Primera Guerra Mundial sobre la inevitabilidad de la guerra entre Gran Bretaña y Alemania y que ejemplifica «la rivalidad angloalemana como un augurio (sic) de lo que le puede esperar a EEUU y a China en el siglo XXI».
Aquí no importan si tienen razón o no Allison y Kissinger, sino que representan más bien la moda pensante de los dos partidos reinantes de EEUU con sus respectivos estrategas que son auscultados por el presidente en turno.
En medio de su naufragio doméstico, debido a los avatares de su impeachment en el Senado, Trump consiguió dos resonantes triunfos comerciales de corte electorero: su acuerdo deslactosado de la fase uno con China, y su avallasador acuerdo T-MEC con Canadá y México que contempla utilizar para su reelección.
Trump exulta su logro comercial con China con propósitos propagandísticos, mientras ha levantado muchas cejas escépticas y asépticas sobre la implementación de la controvertida fase uno, no se diga si habrá una segunda fase.
Pareciera que a cambio del respiro que le concedió a Trump —debido a su flagrante intervencionismo desde Hong Kong hasta la provincia islámica de Xinjiang—, China prefirió absorber algunas pérdidas relativas a su inmenso PIB, que en términos de paridad de compra/poder adquisitivo ya rebasó a EEUU, mediante sus electoreras compras teledirigidas por 200.000 millones de dólares en dos años, mientras Trump mantenía el castigo de sus 360.000 millones de dólares en tarifas.
Así las cosas, después de dos años de estéril guerra comercial, las tarifas de EEUU a los bienes chinos serán del 19%, comparado al 3% de su inicio. Aquí pierde China.
Las fotos de la ceremonia en la Casa Blanca simbolizan el estado de las cosas. Cabe resaltar que no acudió el chino Xi Jinping y envió en su representación al viceprimer Liu He quien siempre estuvo a cargo de las negociaciones.
El rostro de Trump exultaba el triunfo, mientras la cara del viceprimer chino exhibía su distante perplejidad nada sonriente.
El triunfo de Trump es electoral coreográfico con poca sustancia, ya que no pudo someter a China, cuyos multimedia previnieron que no se trataba de «una victoria de un solo lado», sino de un «win-win» (ganar-ganar).
China trató en la medida de lo posible de no apartarse de los axiomas de la OMC, del FMI y del G20.
Un día antes de la firma electoral coreográfica de Trump sobre el deslactosado acuerdo comercial con China, el pugnaz secretario de Estado y anterior director de la CIA, Mike Pompeo, intensificó la campaña contra Huawei ante los miembros del Grupo de Liderazgo de Silicon Valley —en el Commonwealth Club, de San Francisco— a quienes instó romper sus asociaciones con el Gobierno chino y sus empresas vinculadas.
En un ataque nada diplomático, dada la firma comercial del día después, Pompeo calificó a China de «verdadero Estado orwelliano» y refirió como ejemplo a seguir que «ninguno de nosotros hubiera instalado la tecnología soviética (sic)».
Llama la atención que Pompeo aporte como ejemplo a la URSS cuando, en relación con el asesinato del icónico general iraní Soleimani ordenado por Trump, su primera reacción fue llamar a su homólogo ruso Lavrov para propiciar una «desescalada» en Oriente Medio.
Exageradamente emotivo, Pompeo exclamó ante el liderazgo tecnológico de Silicon Valley que «EEUU enfrenta un desafío de China que pide cada fibra (sic) de sus habilidades innovativas» y a quienes instó que «cooperar más con las agencias gubernamentales de EEUU» con el fin de «frenar a los militares chinos de usar nuestra propia innovación en contra nuestra», por lo que «estaba alertando a sus aliados de los riesgos privados y la seguridad masiva en caso de estar conectados a la construcción de sus redes 5G por Huawei».
Quizá Pompeo ignore que no hace mucho varios gigantes de las joyas geoestratégicas de Silicon Valley —Google, Facebook y Microsoft—propusieron que el Pentágono controle la inteligencia artificial.
Como si lo anterior fuera poco, una delegación del Consejo de Seguridad Nacional de EEUU encabezada por Matt Pottinger, presiona a Gran Bretaña a deslindarse de la red 5G de Huawei, ya que de otra forma EEUU interrumpiría su compartición de datos de espionaje con Londres.
Simone McCarthy, del portal South China Morning Post, aduce que «la próxima frontera de la batalla de EEUU/China es por el control global» —desde el mar del Sur de China hasta África—, donde el Ártico viene en primera línea.
Según McCarthy, el Documento Blanco sobre el Ártico de 2018 que publicó China, donde se define como «un Estado casi (sic) del Ártico», provocó escepticismo en Washington, ya que Pekín carece de «ambición militar».
Nadie dice que es muy probable que la asociación estratégica de Rusia con China sea susceptible de conferirle su anhelado paraguas militar/nuclear/hipersónico a Pekín en el Ártico.
Nada menos que el fundamentalista evangelista sionista Mike Pompeo —quien se ha posicionado como el espantapájaros de Trump— arremetió contra China en el Consejo del Ártico por sus veleidades en el Ártico.
Pompeo fustigó la Ruta Polar de la Seda que pretende construir China en el Ártico, además de sus dos otros proyectos de Ruta de la Seda continental y marítima.
Para el Pentágono, la presencia científica china en el Ártico —donde tratan de desarrollar un sistema GPS que cubra su polo— abre la vía militar a China, lo cual «incluye a sus submarinos».
Trump hará lo imposible para bloquear el irredentismo chino en el Ártico, por lo que se puede interpretar su ofrecimiento de comprar Groenlandia con ese último fin.
El corredor chino en el Ártico y/o su proyectada Ruta de la Seda Polar dependen de la contribución de Rusia y la anuencia de los países nórdicos aledaños.
McCarthy cita al ruso Artyom Lukin, investigador de la Universidad Federal del Lejano Oriente, quien reconoce que «sin la participación china, será difícil conseguir mayores proyectos en el Ártico ruso (…) debido a sus inmensos costos y a su complejidad tecnológica».
Para Lukin, «Rusia tiene todos (sic) los activos militares en el Ártico, todas las capacidades» cuando «China es solamente un huésped» cuyo valor reside en su voluntad de invertir.
Sea lo que fuere, el sutil avance de China en el Ártico ha puesto nerviosos a Trump y a su espantapájaros Pompeo.
A mi juicio, el caos, la confusión y las volteretas de Trump y Pompeo subrayan la desesperación estratégica de EEUU frente al doble ascenso y a la asociación de Rusia y China.
LA OPINIÓN DEL AUTOR NO COINCIDE NECESARIAMENTE CON LA DE SPUTNIK
MUNDO
La Reserva Federal de Estados Unidos baja la tasa de interés: impacto directo en México

– Por Redacción Conciencia Pública
La Reserva Federal de Estados Unidos (la Fed) decidió este martes bajar su tasa de interés en un cuarto de punto, dejándola en 4.00 a 4.25%. En palabras simples: el dinero en Estados Unidos será más barato para bancos, empresas y consumidores. Y cuando eso pasa en la mayor economía del mundo, el efecto se siente en todo el planeta.
¿Por qué lo hicieron? Porque la economía estadounidense se está enfriando: se generan menos empleos y el consumo pierde fuerza. Con tasas más bajas, la Fed quiere darle un empujón al crecimiento, hacer que pedir prestado sea más barato y que la gente gaste e invierta más.
¿Y a México cómo le pega? Directo. Estados Unidos es nuestro principal socio comercial, así que si su economía respira, la mexicana también. Una recuperación allá significa más compras de autos, electrónicos y alimentos de México, lo que da oxígeno a nuestras exportaciones.
En el terreno financiero también hay movimiento. Cuando las tasas bajan en Estados Unidos, muchos inversionistas voltean a ver a países como México para buscar mejores rendimientos. Eso puede traer más dólares al país y fortalecer al peso, aunque un peso demasiado fuerte también complica a los exportadores.
Otro punto clave: la deuda en dólares. Tanto el gobierno como varias empresas mexicanas tienen compromisos en esa moneda. Si las tasas en Estados Unidos bajan, el costo de pagar esa deuda también se reduce, lo que significa un respiro en sus finanzas.
Claro que no todo es miel sobre hojuelas. Si llegan capitales especulativos en exceso, el tipo de cambio puede volverse inestable. Y si el dólar se debilita demasiado, algunos insumos importados podrían encarecerse, lo que se traduciría en presión inflacionaria aquí en México.
En resumen: la decisión de la Fed es una buena noticia para México solo en el corto plazo. Habrá más aire para exportaciones, para las finanzas y para el peso. Pero el Banco de México (Banxico) tendrá que jugar con cuidado sus cartas para que este respiro no se convierta después en un dolor de cabeza.
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Rechaza ser deportado Hernán Bermúdez Requena de Paraguay

– Por Francisco Junco
Hernán Bermúdez Requena, el ex secretario de Seguridad Pública, nombrado por el entonces Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, ahora senador de la República, rechazó ser extraditado a México.
Durante la audiencia inicial, donde un juez dictó prisión preventiva, se le ofreció la extradición voluntaria, pero Bermúdez Requena, presunto líder del cartel de “La Barredora”, no aceptó.
Ahora se iniciará un proceso ordinario, que podría tardar hasta 60 días, en tanto, Bermúdez Requena, continuará bajo la custodia de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay.
En tanto, en México se informó que la Fiscalía General de la República ya presentó la solicitud de extradición contra Hernán Bermúdez Requena al gobierno guaraní.
“El Abuelo” o “El Comandante H”, como se le conoce al exfuncionario del gobierno del morenista Adán Augusto López en Tabasco, e identificado como el presunto líder del Cártel de “La Barredora”, fue detenido la madrugada del sábado, en Paraguay, en una residencia ubicada en la zona exclusiva de Marino Roque Alonso, donde permanecía escondido.
Este fin de semana, el presidente Santiago Peña, dio a conocer, en un pequeño video de 45 segundos, cómo fue el arresto de Bermúdez Requena.
En las imágenes, primero se ven aspectos de la residencia, se ve cómo las fuerzas especiales, revisaron la finca y derribaron la puerta, suben una escalera y someten a ex secretario de seguridad, lo encañonaron y lo tiraron al suelo, donde lo tenían sometido, bocabajo y un elemento le pone un pie en la espalda.
Después, el presunto líder de La Barredora, quien cuenta con una ficha roja activa de la Interpol, aparece sentado en un sillón con ropa deportiva, pelo más largo y canoso, barba larga.
Cuenta con una orden de captura en México por asociación delictuosa, extorsión y secuestro exprés.
En el video, se muestra que en la residencia, donde permanecía escondido, había fajos de dólares y guaraníes, moneda uruguaya, así como joyas, tarjetas bancarias, identificaciones y una camioneta de alta gama.
Manuel Doltane, titular de Asuntos Internacionales de la Fiscalía de Paraguay, reveló que Bermúdez, entró de manera ilegal al país.
Y es que en febrero de este año, después de hacer pública la orden de aprehensión en su contra, el ex funcionario estatal huyó del país.
De acuerdo con las autoridades, viajó primero a Panamá, después a España, más tarde a Brasil, para terminar en Paraguay.
En medios locales del país sudamericano, como el diario ABC, informaron que la detención del ex funcionario de Adán Augusto López, se logró, gracias a que en el mes de julio se detuvo a Gerardo Bermúdez Arreola, sobrino del presunto líder de “La Barredora”.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos
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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:
Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU
MUNDO
Tolerancia en tiempos de algoritmos

– Opinión, por Miguel Anaya
¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.
En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.
¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.
El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.
He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).
La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.
Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.
La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.
El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.
Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.
Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.
En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.
El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.
Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.
Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.