MUNDO
México, Venezuela y Cuba en la mira: Enfoques de Trump y Biden hacia latinoamérica

Por Sputnik Mundo //
Mientras Donald Trump y Joe Biden están compitiendo por los votos de los estadounidenses en las próximas elecciones presidenciales en EEUU, Sputnik intentó averiguar cuál de los dos potenciales dirigentes sería más favorable para Latinoamérica. Ambos políticos incluyen en sus agendas a México, Venezuela y Cuba.
Los tres países son prioritarios por distintos aspectos en cuanto a política exterior, pero también son funcionales en las campañas electorales por el voto latino, que ya es primera minoría en Estados Unidos, opinan los expertos de la Unidad de Análisis Geopolítico de CELAG, consultados por Sputnik.
Los analistas opinan que una de las principales diferencias entre los dos candidatos se encuentra en la estética política y la predisposición a negociar y utilizar la vía diplomática.
EL MÚSCULO IMPERIAL DE TRUMP
Trump se caracterizó por declaraciones polémicas y provocadoras con respecto a temas de América Latina, recuerdan los expertos. En particular, amenazó con que México pagara el muro para evitar el flujo de migrantes, calificó a los países de Centroamérica como «países de mierda» y declaró abiertamente que existe la posibilidad de una intervención militar en Venezuela.
No obstante, tanto la Casa Blanca como otras reparticiones del Gobierno de EEUU se mostraron muy interesadas en estrechar lazos comerciales, financieros y de seguridad con la región, señalan los autores de un análisis hecho a solicitud de Sputnik.
Es evidente el interés de EEUU por llegar a acuerdos con México y por las inversiones en infraestructura, observa el texto, firmado por los analistas de CELAG Silvina Romano, Aníbal García Fernández, Arantxa Tirado y Tamara Lajtman.
«El Gobierno de Trump no solo presta atención a América Latina, sino que se ha dedicado a exacerbar las medidas intervencionistas implementadas por anteriores gobiernos, pero esta vez, desde una sinceridad que evita ocultar este intervencionismo».
Según los autores, los miembros de la administración Trump mostraron «su músculo imperial» y retomaron sin vacilar la doctrina Monroe.
«El mismo Trump habla de la amenaza comunista en la región (marcando un vínculo inmediato con el discurso de derecha durante la Guerra Fría), confluyendo en lo que denominamos un imperialismo recargado. Eso es el trumperialismo», dicen los analistas.
EL ESTILO MÁS SUTIL DE BIDEN
A diferencia de Trump, el candidato demócrata Biden, según los expertos, probablemente apueste por aumentar el rol de la USAID y la asistencia para el desarrollo, sobre todo en el marco de un abordaje positivo a la migración, que asume la necesidad de resolver el problema en su origen, es decir, en la crisis de los países centroamericanos.
Los analistas consideran probable que anule la Ley de Emergencia Nacional que dedica fondos a construir el muro y mejore la política de asilo.
En cuanto a la política con gobiernos progresistas, se esperaría mayor capacidad de diálogo y negociación, pero esto no quita la posibilidad de que persistan en estrategias de desestabilización y presión por diversas vías (económicas, diplomáticas, jurídicas), aunque de modo más sutil que durante la gestión de Trump.
MÉXICO
En el caso de México está claro que además de ser el país vecino con el que se comparten más de 3.000 kilómetros de frontera, forma parte de la política exterior e interior, además hay más de 11 millones de mexicanos en territorio estadounidense, esto hace que sea importante en el contexto electoral y más allá, señalan los analistas.
México, de ganar Trump, vería una continuidad en la política antimigrante, la ampliación del muro y la profundización de la presencia de empresas privadas en el país, en el marco del renovado tratado de libre comercio, T-MEC.
Si bien la relación con AMLO es de respeto, no está exenta de momentos ríspidos o de crisis, como los que se vivieron en 2019 con la caravana migrante, agregan.
VENEZUELA
Si en algo hay consenso en el gobierno estadounidense es el cambio de régimen en Venezuela, así que una Administración Biden podría continuar esa política, pero sin ser tan confrontativa. Por ejemplo, hay varios senadores que se oponen a una intervención armada y han propuesto terminar con el bloqueo por 90 días debido al contexto de la pandemia.
Biden optaría, según los expertos, por una intervención a partir de «asistencia humanitaria», todo en una línea de recuperar el rol de la asistencia para el desarrollo.
Sin embargo, los analistas recuerdan que es el Congreso el que vota y define los presupuestos de los programas de asistencia económica y militar, y por eso es importante considerar la composición de las cámaras (Cámara Baja y Senado), así como los proyectos bipartidistas y consensos en torno a determinados proyectos.
En términos generales, por ejemplo, tanto demócratas como republicanos apoyan las sanciones a Cuba y Venezuela, con algunas excepciones de congresistas demócratas que se oponen, pero que son minoritarias.
CUBA
En el caso de Cuba, Biden podría retomar la política de Obama, en la que se manifestó un acercamiento, posibilidad de negociación y avances en el ámbito económico, sobre todo con el turismo. «Esto podría dar un poco de oxígeno a la isla», pronostican los analistas.
SIN CAMBIOS GRANDES
«En general, para la región, una administración republicana o demócrata no implica grandes cambios de fondo, quizá sí en la forma, pero está claro que el establishment sigue considerando a América Latina su zona de influencia».
No obstante, no deben despreciarse tampoco esos cambios de forma, considerando que un triunfo de Biden contribuiría a una política exterior menos incierta, basada en la diplomacia y en ciertos acuerdos básicos para promover la negociación, que fueron desconocidos por Trump.
Sobre todo interesa que habría una desescalada en el discurso de Guerra Fría que fue revivido por Trump y que incide en la región de modo pernicioso, clasificando en «buenos y malos», reviviendo los prejuicios anticomunistas y contrainsurgentes que han calado profundo en América Latina (y el mundo) desde la Guerra Fría, concluyen los analistas.
MUNDO
Rechaza ser deportado Hernán Bermúdez Requena de Paraguay

– Por Francisco Junco
Hernán Bermúdez Requena, el ex secretario de Seguridad Pública, nombrado por el entonces Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, ahora senador de la República, rechazó ser extraditado a México.
Durante la audiencia inicial, donde un juez dictó prisión preventiva, se le ofreció la extradición voluntaria, pero Bermúdez Requena, presunto líder del cartel de “La Barredora”, no aceptó.
Ahora se iniciará un proceso ordinario, que podría tardar hasta 60 días, en tanto, Bermúdez Requena, continuará bajo la custodia de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay.
En tanto, en México se informó que la Fiscalía General de la República ya presentó la solicitud de extradición contra Hernán Bermúdez Requena al gobierno guaraní.
“El Abuelo” o “El Comandante H”, como se le conoce al exfuncionario del gobierno del morenista Adán Augusto López en Tabasco, e identificado como el presunto líder del Cártel de “La Barredora”, fue detenido la madrugada del sábado, en Paraguay, en una residencia ubicada en la zona exclusiva de Marino Roque Alonso, donde permanecía escondido.
Este fin de semana, el presidente Santiago Peña, dio a conocer, en un pequeño video de 45 segundos, cómo fue el arresto de Bermúdez Requena.
En las imágenes, primero se ven aspectos de la residencia, se ve cómo las fuerzas especiales, revisaron la finca y derribaron la puerta, suben una escalera y someten a ex secretario de seguridad, lo encañonaron y lo tiraron al suelo, donde lo tenían sometido, bocabajo y un elemento le pone un pie en la espalda.
Después, el presunto líder de La Barredora, quien cuenta con una ficha roja activa de la Interpol, aparece sentado en un sillón con ropa deportiva, pelo más largo y canoso, barba larga.
Cuenta con una orden de captura en México por asociación delictuosa, extorsión y secuestro exprés.
En el video, se muestra que en la residencia, donde permanecía escondido, había fajos de dólares y guaraníes, moneda uruguaya, así como joyas, tarjetas bancarias, identificaciones y una camioneta de alta gama.
Manuel Doltane, titular de Asuntos Internacionales de la Fiscalía de Paraguay, reveló que Bermúdez, entró de manera ilegal al país.
Y es que en febrero de este año, después de hacer pública la orden de aprehensión en su contra, el ex funcionario estatal huyó del país.
De acuerdo con las autoridades, viajó primero a Panamá, después a España, más tarde a Brasil, para terminar en Paraguay.
En medios locales del país sudamericano, como el diario ABC, informaron que la detención del ex funcionario de Adán Augusto López, se logró, gracias a que en el mes de julio se detuvo a Gerardo Bermúdez Arreola, sobrino del presunto líder de “La Barredora”.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos
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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:
Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU
MUNDO
Tolerancia en tiempos de algoritmos

– Opinión, por Miguel Anaya
¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.
En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.
¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.
El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.
He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).
La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.
Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.
La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.
El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.
Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.
Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.
En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.
El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.
Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.
Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.