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MUNDO

Teletrabajo, cuestión de vida o muerte en tiempos de pandemia

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MOSCÚ (Sputnik Mundo) — El teletrabajo, tema de debates que duran ya medio siglo, se hizo actualmente una cuestión de supervivencia, en medio de la pandemia del coronavirus.

Ante creciente número de casos de contagio por el SARS-CoV-2 —hasta la fecha se detectaron más de 139.000 infecciones en más de 130 países— una serie de empresas, incluidos gigantes como Apple, Google, Facebook, Twitter y Yandex recomendaron a sus empleados trabajar desde casa para impedir una mayor expansión del virus.

Lo mismo hicieron algunos actores de Wall Street como Pershing Square Capital, Bridgewater Associates y Goldman Sachs.

Al mismo tiempo las autoridades municipales de países como BrasilEcuadorEspañaItaliaRusia y otros recomiendan a empresas adoptar medidas de teletrabajo y de flexibilización del horario laboral, pero, mientras el coronavirus continúe avanzando, no está claro si solo recomendar va a ser suficiente.

GRAN SALTO O EXTINCIÓN

Para el empresario y miembro del ruso Partido de Crecimiento (no parlamentario) Serguéi Polonski, «el coronavirus lanzó un proceso que llevará a que dentro de un año viviremos en un mundo electrónico o no sobreviviremos».

«Aquellos que no están dispuestos a pasar al teletrabajo, que están offline en sus oficinas, terminarán en quiebra y desaparecerán», afirmó.

El también fundador de importantes empresas de inversiones Mirax y Potok recordó que en Rusia los debates sobre la necesidad de organizar el trabajo desde casa empezaron hace 12 años, y «el coronavirus se presenta como elemento catalizador de ese proceso».

«Antes de esta situación, nosotros salimos del offline pero no conseguimos pasar al online, y ahora el coronavirus impulsa esta transformación», señaló.

Polonski está seguro de que la pandemia del SARS-CoV-2 «cambiará de manera fundamental todas las estructuras relacionadas con los negocios, el consumo y las relaciones», y además afectará otros sectores.

«Es evidente que dentro de un par de semanas como máximo cerrarán los colegios, las universidades, (…) así que pronto observaremos cambios del sistema de educación que tal vez jamás volverá al offline», subrayó.

El político también abogó por mantener en funcionamiento remoto las instituciones públicas.

«Ahora ya no se puede asistir a una sesión judicial, porque si llegas a un tribunal te vas a contagiar y te morirás, así que los tribunales deben funcionar online», insistió.

Polonski recordó que el 12 de marzo parte de la Duma de Estado (Cámara Baja) fue puesta en una cuarentena después de sospechar un caso de contagio, «por ello también deben trabajar desde casa».

«Un Estado no puede funcionar sin cosas fundamentales como empresas, educación y tribunales, así que las funciones principales de un país deben funcionar en directo», reiteró.

Concluyó que dentro de un tiempo «terminaremos aislados en un cuarto, como si fuera una celda, pero los servicios online nos ayudarán a sentirnos libres».

TELESEGURIDAD

Preguntado sobre los temores de que trabajar desde casa pueda afectar la seguridad de las empresas porque sus datos serán expuestas a la red, Polonski se mostró indignado.

«Desde esta misma perspectiva, podemos llegar hasta desconectar el internet totalmente, o vamos a prohibir el alcohol porque hay menores que lo toman», ironizó.

Algunos expertos en la seguridad informática coinciden en que el riesgo no aumenta.

«Desde el punto de vista de la seguridad, este modo de funcionamiento no se debe considerar menos seguro, todo depende de las tecnologías y las soluciones que se toman para organizar el teletrabajo», dijo a Sputnik Serguéi Nikitin, jefe adjunto del laboratorio de la criminalística informática de Group-IB.

Nikitin subrayó que si una empresa cuenta con «un servidor de terminales con la autentificación de dos factores y un agente DLP [prevención de pérdida de datos], el teletrabajo no genera ningún riesgo adicional siempre y cuando los dispositivos de los empleados están protegidos».

«La mayoría de las empresas tienen los métodos para garantizar el teletrabajo para sus empleados, que fueron elaborados desde hace mucho tiempo considerando las cuestiones de seguridad, así que la tarea es solo expandir esta experiencia a mayor escala», señaló.

Por su parte, el experto de la seguridad antivirus de la empresa Kaspersky Denís Legezo advirtió que, «organizar el trabajo fuera de la oficina para los empleados puede generar algunos riesgos».

Legezo apuntó en un comentario a Sputnik que «una vez establecido este formato, aumentará el número de conexiones remotas con la oficina», lo que «requerirá medidas de seguridad adicionales por lo menos para las organizaciones que antes no ajustaban el teletrabajo o casi no lo usaban».

«Primero, a la infraestructura de la compañía se conectarán mucho más dispositivos potencialmente infectados, y segundo, aumentará el volumen de tráfico con estas organizaciones, que deberá mantenerse cifrado, por ejemplo mediante túneles VPN», afirmó.

VIRUS PSICOLÓGICO

Polonski advirtió que la pandemia del coronavirus no solo amenaza con afectar la salud física, sino también la salud mental de la sociedad.

«Debemos tener en cuenta que el coronavirus se convertirá en un virus psicológico, todos dejarán de confiar el uno en el otro», indicó.

Subrayó que la gente debe aprender mejor cómo mantener la comunicación a través del internet.

«Si no podemos comunicarnos online, la comunicación desaparecerá en sí, dejaremos de tener relaciones», indicó.

Al mismo tiempo, vivir en un aislamiento no es una práctica común, a algunos incluso puede parecer una tortura. El empresario afirmó que por el coronavirus cada uno tendrá «un montón del tiempo libre» debido al cambio del sistema de consumo y su reducción, y por el momento «la gente no ha aprendido usar su tiempo libre, incluso lo temen».

El político asevera que para que la sociedad aprenda a utilizar su tiempo libre, es necesario introducir la semana laboral de cuatro días.

«Cuando uno tiene un día libre [sin contar sábados y domingos ocupados por visitas a padres, compras, etc.], aprenderá organizar su espacio libre, ahora la gente no sabe hacerlo», apuntó.

Justo por ello, insistió el político, «introducir la semana laboral de cuarto días es vital desde el punto de vista de la psicología».

RECETAS DE OFICINA CASERA

En todo caso, numerosas empresas ya decidieron mantener sus operaciones remotas, y no solo por el coronavirus. Así, según un informe del español Adecco Group Institute, publicado esta semana, durante el cuarto trimestre de 2019 en España «se han registrado un 7,9% de personas ocupadas con teletrabajo».

«Esta cifra, que equivale a poco más de 1,5 millones de personas, supone un nuevo máximo histórico y un aumento interanual de cuatro décimas», dice el estudio.

Para muchos podría sonar como un sueño, pero en realidad trabajar desde casa no es tan fácil para aquellos acostumbrados a oficinas.

Según recomienda el medio digital vc.ru, lo importante es tener en cuenta que un trabajo remoto sigue siendo trabajo y no tiempo libre.

«No es que tienes ocho horas libres para tus asuntos personales o para cuidar a tu hijo. A lo mejor no vas a gastar tiempo para llegar a la oficina, pero (…) sigue siendo un trabajo, no debe mezclarse con los asuntos domésticos o personales», dice el medio.

Se indica que para organizar la rutina laboral en casa, hay que hacer un horario propio, que incluirá intervalos de tiempo que requerirán una concentración máxima. Las pausas en el trabajo deben ser regulares y reglamentadas de manera muy estricta.

Asimismo, va a ser necesario arreglar un puesto de trabajo, que será aparte del resto de la habitación. Hay que tener una mesa, silla, ordenador, preparar la papelería, asegurar que «el rincón de trabajo» tenga iluminación suficiente.

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MUNDO

Rechaza ser deportado Hernán Bermúdez Requena de Paraguay

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Por Francisco Junco

Hernán Bermúdez Requena, el ex secretario de Seguridad Pública, nombrado por el entonces Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, ahora senador de la República, rechazó ser extraditado a México.

Durante la audiencia inicial, donde un juez dictó prisión preventiva, se le ofreció la extradición voluntaria, pero Bermúdez Requena, presunto líder del cartel de “La Barredora”, no aceptó.

Ahora se iniciará un proceso ordinario, que podría tardar hasta 60 días, en tanto, Bermúdez Requena, continuará bajo la custodia de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay.

En tanto, en México se informó que la Fiscalía General de la República ya presentó la solicitud de extradición contra Hernán Bermúdez Requena al gobierno guaraní.

“El Abuelo” o “El Comandante H”, como se le conoce al exfuncionario del gobierno del morenista Adán Augusto López en Tabasco, e identificado como el presunto líder del Cártel de “La Barredora”, fue detenido la madrugada del sábado, en Paraguay, en una residencia ubicada en la zona exclusiva de Marino Roque Alonso, donde permanecía escondido.

Este fin de semana, el presidente Santiago Peña, dio a conocer, en un pequeño video de 45 segundos, cómo fue el arresto de Bermúdez Requena.

En las imágenes, primero se ven aspectos de la residencia, se ve cómo las fuerzas especiales, revisaron la finca y derribaron la puerta, suben una escalera y someten a ex secretario de seguridad, lo encañonaron y lo tiraron al suelo, donde lo tenían sometido, bocabajo y un elemento le pone un pie en la espalda.

Después, el presunto líder de La Barredora, quien cuenta con una ficha roja activa de la Interpol, aparece sentado en un sillón con ropa deportiva, pelo más largo y canoso, barba larga.

Cuenta con una orden de captura en México por asociación delictuosa, extorsión y secuestro exprés.

En el video, se muestra que en la residencia, donde permanecía escondido, había fajos de dólares y guaraníes, moneda uruguaya, así como joyas, tarjetas bancarias, identificaciones y una camioneta de alta gama.

Manuel Doltane, titular de Asuntos Internacionales de la Fiscalía de Paraguay, reveló que Bermúdez, entró de manera ilegal al país.

Y es que en febrero de este año, después de hacer pública la orden de aprehensión en su contra, el ex funcionario estatal huyó del país.

De acuerdo con las autoridades, viajó primero a Panamá, después a España, más tarde a Brasil, para terminar en Paraguay.

En medios locales del país sudamericano, como el diario ABC, informaron que la detención del ex funcionario de Adán Augusto López, se logró, gracias a que en el mes de julio se detuvo a Gerardo Bermúdez Arreola, sobrino del presunto líder de “La Barredora”.

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos

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Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos

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MUNDO

Tolerancia en tiempos de algoritmos

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– Opinión, por Miguel Anaya

¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.

En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.

¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.

El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.

He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).

La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.

Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.

La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.

El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.

Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.

Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.

En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.

El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.

Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.

Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.

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MUNDO

De espectador a jugador: El Plan México y los nuevos aranceles

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– A título personal, por Armando Morquecho Camacho

En la historia de la política internacional, las decisiones económicas suelen asemejarse a partidas de ajedrez: cada movimiento no solo busca ganar terreno en el presente, sino también anticipar jugadas futuras que podrían definir la victoria o la derrota.

México, con el anuncio de aranceles de hasta un 50% a productos provenientes de países sin acuerdos comerciales —particularmente China—, ha hecho una jugada que puede parecer arriesgada, pero que revela un cálculo estratégico más amplio: equilibrar una balanza comercial desigual y, al mismo tiempo, alinearse con el tablero donde Estados Unidos y China libran una guerra cada vez más abierta.

La presidenta Claudia Sheinbaum ha justificado la medida bajo dos argumentos centrales: primero, la necesidad de equilibrar la balanza comercial con China, que hoy refleja una brecha difícil de ignorar; y segundo, el impulso del llamado Plan México, su proyecto estrella para transformar la economía y fomentar la producción nacional.

Visto desde esa óptica, el arancel no es un simple impuesto, sino un muro de contención frente a la dependencia excesiva de productos chinos y, al mismo tiempo, una palanca para reconfigurar las cadenas de valor en territorio mexicano.

El gesto tiene también una lectura geopolítica. Estados Unidos ha reactivado una estrategia de confrontación comercial contra China y la Unión Europea ha hecho lo propio. México, tercer socio comercial de Estados Unidos y pieza clave en la industria automotriz de Norteamérica, no podía permanecer neutral. Imponer aranceles de este calibre es enviar una señal de lealtad estratégica a Washington, asegurando que México no será el eslabón débil en la cadena norteamericana.

La analogía podría entenderse si imaginamos un puente colgante sobre un río. Durante décadas, México ha cruzado ese puente que fue construido con materiales chinos y que servían de soporte a la industria nacional. Ahora, la decisión de elevar aranceles implica retirar varios de esos tablones y reemplazarlos con productos propios o con piezas de otros socios.

No es una tarea sencilla. Estos cambios en un inicio podrían debilitar el puente, pero esto se hace con la finalidad de consolidar la estructura y hacerla menos dependiente de un solo proveedor.

Los críticos señalan que el golpe puede resultar contraproducente. La industria automotriz mexicana, uno de los grandes motores de la economía, ha construido buena parte de su competitividad sobre la base de insumos chinos.

No obstante, esta medida podemos verla desde otra perspectiva y no solo como una medida para eliminar de golpe la presencia china, sino que esta busca generar incentivos para que la inversión y la producción se instalen en territorio mexicano o en países con reglas más claras.

Esta jugada puede entenderse también como una apuesta al futuro del nearshoring, el fenómeno que ha llevado a empresas globales a trasladar operaciones de Asia a países más cercanos al mercado estadounidense. México, por su ubicación geográfica y su red de tratados, se ha convertido en uno de los destinos más atractivos.

Para capitalizar esa ventaja era necesario enviar una señal firme: que el país está dispuesto a reordenar su comercio exterior y a reducir su dependencia de un socio con el que no comparte compromisos de largo plazo.

No obstante lo anterior, en lo político, México también gana margen de maniobra. Al mostrar una postura clara frente a China, fortalece su posición en la relación con Estados Unidos, con quien compartimos más que fronteras. Recordemos que, en el contexto sociopolítico actual, el T-MEC exige disciplina y coordinación en temas comerciales, especialmente en la industria automotriz, que es clave tanto en México como en Estados Unidos.

El reto, sin embargo, será enorme. La transición hacia cadenas de suministro menos dependientes de China implicará costos de corto plazo, ajustes en la industria y tensiones con empresarios acostumbrados a la eficiencia y el bajo precio de los insumos chinos.

Pero en la economía, como en la vida, no siempre se trata de elegir el camino más fácil, sino el que garantiza mayor estabilidad y desarrollo a largo plazo. Si el Plan México logra que las fábricas, en lugar de importar piezas, empiecen a producirlas en territorio nacional, la apuesta habrá valido la pena.

Imaginemos por un momento la industria del automóvil como un gran árbol. Sus raíces se extienden en múltiples direcciones: hacia Estados Unidos, hacia Europa y, en las últimas dos décadas, con fuerza, hacia China. Lo que hoy propone el gobierno mexicano es podar algunas de esas raíces para que el árbol no dependa en exceso de un solo suelo.

Es verdad que hay incertidumbre. Nadie puede asegurar que los aranceles funcionarán como palanca de desarrollo interno y no como un freno a la producción. Nadie puede anticipar hasta qué punto las tensiones con China podrían derivar en represalias.

Pero lo que sí es claro es que seguir con una dependencia de 130 mil millones de dólares en importaciones de China, frente a apenas 15 mil millones en exportaciones de México, es caminar sobre una cuerda floja demasiado delgada.

México está intentando, con esta decisión, dejar de ser un simple espectador en la guerra comercial de Estados Unidos contra China, para convertirse en un jugador que elige con quién y cómo quiere relacionarse. El Plan México puede ser la brújula que oriente esta transición, y los aranceles, la herramienta que marque el rumbo.

No se trata de cerrarse al mundo, sino de abrirse de manera más inteligente, cuidando que el intercambio económico no se convierta en una relación de dependencia.

Al final, lo que está en juego no es solo la balanza comercial con China ni la competitividad de la industria automotriz, sino la posibilidad de que México aproveche este momento de reconfiguración global para fortalecerse como un país capaz de producir, innovar y sostener su crecimiento sin depender de los caprichos de una sola potencia. El puente que hoy tambalea puede convertirse, si se refuerza con visión, en la vía sólida hacia un futuro de mayor autonomía económica.

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