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NACIONALES

Acapulco y el populista

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Por Fernando Nuñez de la Garza Evia //

“Sin artes; sin letras; ninguna sociedad; y lo que es peor de todo, el miedo continuo y el peligro de muerte violenta; y la vida del hombre, solitaria, pobre, desagradable, brutal y corta”. Así expresó el gran filósofo político del siglo diecisiete, Thomas Hobbes, la vida del hombre fuera de la sociedad y sin el amparo de un gobierno. Eso es precisamente lo que está sucediendo en Acapulco, en un claro regreso a la vida primitiva, en gran parte ocasionada por la extrema negligencia del gobierno de la República y la excesiva soberbia del presidente que lo encabeza.

La administración del presidente López Obrador ha llevado a una considerable centralización de la vida pública nacional. Sucede con todos los liderazgos populistas, quienes centralizan porque desconfían profundamente de otras fuentes de autoridad. Sus consecuencias en una catástrofe como Acapulco, donde delegar resulta indispensable, son devastadoras: después de 48 horas de transcurrida la hecatombe, solo se habían repartido 7 mil 500 despensas y 7 mil litros de agua a una población de 1 millón de habitantes. A diferencia de otras catástrofes, donde hay esfuerzos conjuntos entre gobierno federal, estatal, local y sociedad civil, aquí se monopoliza la entrega de ayuda en las Fuerzas Armadas. Es el regreso a la ineptitud gubernamental del terremoto del ’85, con una diferencia: mientras que en aquella ocasión se dejó que la sociedad civil se movilizase, aquí se ha obstaculizado.

Encima de la centralización tenemos una austeridad que ahorca al Estado mexicano. Es otra característica más de los líderes populistas, quienes ven a las instituciones públicas como contrapesos ilegítimos a su autoridad, debilitándolos o destruyéndolos en el camino.

Los recortes presupuestales son un medio, con consecuencias evidentes: falta de controladores aéreos, aumento en los incendios forestales, 800 mil muertos durante la pandemia, y un largo etcétera. El sistema meteorológico, tan poco visible pero tan importante, no ha sido la excepción: como comenta la periodista Peniley Ramírez, el gobierno lopezobradorista recortó aún más el presupuesto al sistema meteorológico nacional: si en 2012 teníamos 13 radares para alertar a la población, hoy solo tenemos 5.

Encima de la centralización y la austeridad está la polarización y la egolatría. En medio de la tragedia, el presidente pone énfasis en sus niveles de popularidad. Rechaza el apoyo de la sociedad civil, argumentando que se aprovechan de la necesidad de la gente. Vitupera que los “conservadores” crearon mensajes de pánico.

Se muestra incapaz de pronunciar palabra alguna de unidad nacional. Se tarda diez horas en trasladarse a Acapulco, para estar media hora y regresarse en helicóptero. ¿Dónde están los recorridos con la gente, las palabras de consuelo? Nada.

En una tragedia como esta, ¿bajo qué gobierno de la República nos gustaría estar? Bajo cualquiera, excepto este. Sobre la devastadora tragedia de la pandemia y su deplorable respuesta, ahora tenemos la tragedia de Acapulco con una respuesta equivalente. El presidente se siente confiado con sus niveles de popularidad, y mucho indica que otra tragedia no los afectará.

E-mail: fnge1@hotmail.com

Twitter: @FernandoNGE

Fernando Núñez: Analista político con estudios en derecho, administración pública, política pública y ciencia política por la Universidad de Columbia en Nueva York

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JALISCO

Carlos Urrea rescata a un héroe olvidado, presenta el libro «General Urrea: La Independencia de México»

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– Por Gabriel Ibarra Bourjac

Vale la pena leer la obra “El General Urrea y la Independencia de México” escrita por Carlos Urrea García Rulfo, descendiente directo del general José Cosme Urrea, motivado por una profunda necesidad de corregir las injusticias de la historia oficial, que a menudo relega a los márgenes a héroes como su antepasado.

Lo que comenzó como una exploración genealógica se transformó en una misión personal: desenterrar la verdad sobre un militar sonorense cuya valentía y estrategias marcaron la Independencia, la Guerra de Texas y la intervención estadounidense, pero cuya memoria fue opacada por figuras como Hidalgo o Santa Anna.

Carlos Urrea, sin formación como historiador, pero con la pasión de un narrador comprometido, vio en este olvido una oportunidad para reivindicar no solo a su familia, sino a todos los héroes que la narrativa centralista ha silenciado.

La motivación de Urrea se arraiga en la convicción de que la historia mexicana, fragmentada por divisiones entre liberales y conservadores, ha privilegiado a los protagonistas de la capital, dejando en la penumbra a los luchadores del noroeste, como José Cosme Urrea. Este general, nacido en 1797 en Tucson, desafió al poder central con su federalismo y su audacia, desde la toma del Palacio Nacional hasta sus victorias contra los estadounidenses.

Al descubrir documentos que revelaban detalles inéditos —como las tres esposas y los hijos del general, contradiciendo el mito de un hombre solitario—, Urrea sintió la urgencia de reescribir su relato, no para glorificarlo, sino para comprenderlo y devolverle su lugar en el panteón nacional.

En un México contemporáneo polarizado, donde las narrativas históricas se debaten entre el olvido y la manipulación, la obra de Urrea resuena como un acto de justicia. Su libro no solo rescata a un héroe olvidado, sino que entrelaza las luchas de ayer con las de hoy, recordándonos que la historia es un diálogo vivo.

Al dar voz a José Cosme Urrea, el autor invita a reflexionar sobre la unidad y la resistencia frente a las divisiones, ofreciendo lecciones de un pasado que sigue moldeando nuestra identidad.

UN DIÁLOGO CON EL PASADO

General Urrea invita a un diálogo con el pasado. En Guadalajara, cuna de independentistas como, este rescate fortalece la memoria colectiva, recordándonos que la historia se forja en los márgenes, esperando voces como la de Carlos Urrea para ser contada.

En el cálido abrazo del mes patrio, el salón de conferencias del Country Club de Guadalajara se convirtió en epicentro de una reflexión histórica profunda ante la presencia de amigos, familiares, académicos, empresarios y apasionados de la historia.

Nacido en 1797 en el Presidio Real de San Agustín del Tucsón, Urrea emerge en estas páginas como un estratega militar de primer orden, cuya valentía y rebeldía desafiaron a figuras como Antonio López de Santa Anna, contribuyendo de manera decisiva a la Independencia, la Guerra de Texas y la defensa contra la intervención estadounidense.

La maestra María Luisa Peña, editora y apasionada de las letras, recibió un aplauso unánime por su labor incansable. Con un ojo agudo para la gramática y la ortografía, Peña pulió el manuscrito desde el título hasta los detalles finales, transformando un borrador familiar en una obra de primer nivel. “María Luisa no solo corrige; revive”, afirmó el presentador, destacando cómo su rigor aseguró que cada capítulo respirara autenticidad.

Carlos Urrea, descendiente directo del general, tomó el podio con la humildad de quien desentierra un tesoro familiar. exregidor, diputado y exvicepresidente municipal de Guadalajara, Urrea no es historiador de profesión, pero su vocación lo ha llevado a publicar más de una docena de obras. Esta, su número 12, nació de un simple árbol genealógico: mientras exploraba sus antepasados, descubrió que José Cosme Urrea no era solo un pariente lejano, sino un pilar de la Independencia.

“Quería contar su historia apegada a la realidad”, explicó Urrea, recordando sus viajes al Archivo General de la Nación y al Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional. Allí, entre legajos polvorientos, reconstruyó la vida de un hombre que, desde joven, forjó su destino en los presidios sonorenses, ascendiendo de cadete a general mediante batallas que moldearon el noroeste mexicano.

La estructura del libro, alabada por el presentador, es un triunfo narrativo: dos líneas temporales entrelazadas que capturan la complejidad de Urrea. La principal, narrada por un cronista omnisciente, se adentra en su rol como gobernador de Durango, donde enfrentó la Guerra de Texas (1835-1836) y la intervención estadounidense (1846-1848). Aquí, Urrea brilla como defensor de la patria, capturando carretas enemigas y causando pérdidas millonarias a los invasores en al menos ocho batallas documentadas en periódicos de Monterrey.

La secundaria, en primera persona, rememora su juventud: desde su adhesión inicial al Ejército Realista hasta su giro hacia la Independencia, impulsado por Miguel Hidalgo en 1810. Hidalgo lo envió a saquear minas en Álamos y Rosario, Sonora, donde Urrea creció su tropa de 2,000 a 6,000 hombres, consolidándose en la batalla de Piazcla, cerca de Mazatlán, una de las primeras del norte en 1811.

Este doble hilo temporal no solo acelera el pulso de la lectura, sino que humaniza al general. Urrea describe con detalle las costumbres, vestimentas y paisajes del México decimonónico: los caminos secundarios por donde marchaba de noche para emboscar realistas, los campamentos ocultos en bosques sonorenses, los espías que le advertían de traiciones.

Las ilustraciones de Natalia Volver a Carvalho, con su sensibilidad artística, dan vida a estos escenarios, capturando la rudeza de los presidios y la tensión de las trincheras. Fuentes primarias, como las memorias del propio Urrea y actas eclesiásticas, anclan la ficción en la verdad, revelando un hombre casado tres veces —un hallazgo que obligó a Urrea a reescribir once capítulos tras creerlo soltero— y padre de varios hijos, lejos del mito solitario que la familia transmitía.

UN ACTO DE JUSTICIA HISTÓRICA

El presentador enfatizó las aportaciones del libro como un acto de justicia histórica. Primero, rescata a Urrea de las sombras: nacido en Tucson (hoy Arizona), hijo de un capitán que combatió indígenas en Sonora, Urrea ascendió en los presidios de San Rafael Buenavista, participando en el Plan de Casa Mata contra Iturbide y el sitio de San Juan de Ulúa.

Su rol en la Independencia, al lado de su padre —gobernador de Colotlán, Jalisco—, incluyó tácticas innovadoras en Zacatecas y Aguascalientes, donde evadió emboscadas realistas. Culminó en 1821 con la toma de Durango junto al Ejército Trigarante, forjando su filosofía inclusiva: “Vengo a gobernar para todos”, como gobernador de Durango y Sonora en múltiples periodos.

Segundo, el libro es un testimonio personal que evita la glorificación. Urrea, el autor, no busca canonizar a su ancestro, sino comprenderlo: un federalista que se rebeló contra el centralismo de Santa Anna, lanzando planes en 1837, 1839 y 1840 para restaurar la Constitución de 1824.

En la Guerra de Texas, su campaña invicta —cuatro batallas ganadas con sigilo nocturno— contrastó con el desastre de San Jacinto, donde Santa Anna dio “vacaciones” a su tropa, cayendo en emboscada de Sam Houston. Urrea, con 800 hombres, desafió órdenes del prisionero Santa Anna, proponiendo continuar la lucha, pero la inacción federal selló la pérdida de Texas, un territorio vasto como Francia.

Tercero, en un México que debate su memoria histórica —entre mitos prehispánicos y la herencia española—, esta obra es un ejercicio de diálogo. Como señaló el escritor, citando a historiadores como Rubén Salmerón, Urrea representa a los “olvidados”: no el cura Hidalgo ni el Siervo Morelos, sino el fronterizo que defendió el noroeste.

Su toma del Palacio Nacional en 1840, sin disparos, con Valentín Gómez Farías, y su guerrilla en 1846-1848 —capturando víveres en Monterrey y Saltillo— lo erigen como símbolo de resistencia. Patricia Roche Herring, en su biografía General José Cosme Urrea: His Life and Times (1993), ya lo pintaba como héroe entre Hidalgo y Mora, pero Urrea añade frescura con documentos inéditos, como periódicos regiomontanos que detallan sus victorias.

Durante su intervención, Carlos Urrea revivió la epopeya con anécdotas vívidas. “En 1810, oí voces de que Hidalgo se levantaba en Dolores, y los tambores de guerra sonaban”, evocó, describiendo cómo el joven Urrea, bajo órdenes de Hidalgo, asaltó minas en Álamos —donde su familia tenía raíces— y Rosario, apodado “El Meco” por sus tácticas. Acompañado por su padre, gobernador en Colotlán, aprendió a “caminar de noche, por veredas, para sorprender al enemigo”. En Piazcla, 1811, libró la primera gran batalla norteña, robando cañones y creciendo su hueste con personas que veían en la Independencia una causa justa.

La Guerra de Texas, para Urrea, es un capítulo de heroicidad truncada. Enviado por Santa Anna en 1835, marchó sigiloso, ganando cuatro encuentros con emboscadas al alba. Pero San Jacinto, 1836, fue la debacle: Santa Anna, “dando vacaciones” a su ejército, cayó ante Houston, perdiendo 600 hombres y Texas.

“Urrea quiso seguir luchando con 800 valientes, pero el gobierno lo abandonó”, lamentó el autor, citando el diario de Filisola, quien se negó a obedecer al prisionero Santa Anna. México, centralista y dividido por logias masónicas, dejó ir un territorio inmenso, prefiriendo politiquerías a la defensa.

Otro hito, la toma del Palacio Nacional en 1840, ilustra la audacia de Urrea: escapando de la Inquisición, capturó el edificio sin un tiro, reteniendo a Bustamante 15 días y firmando un armisticio con Gómez Farías. “La historia oficial lo mocha, pero documentos lo confirman”, aseguró Urrea.

En la intervención de 1846-1848, mientras Santa Anna perdía en Churubusco y Molino del Rey, Urrea guerrilleaba en el norte, emboscando convoyes y ganando ocho batallas, como atestiguan periódicos de Monterrey. “Es el único general que venció repetidamente a los invasores en terreno nacional”, proclamó, invitando a historiadores a profundizar.

EL MÉXICO DIVIDIDO ENTRE LIBERALES Y CONSERVADORES

El libro trasciende lo biográfico: cuestiona el centralismo que dividió a México entre liberales y conservadores, con gobernadores efímeros —dos por año en algunos estados— que impedían planes de obras públicas. Urrea, federalista, gobernó Durango y Sonora con inclusión, contrastando con la “vacilada” de políticos como Santa Anna. En un México actual polarizado, esta narrativa resuena: rescata no solo a un héroe, sino lecciones sobre unidad y estrategia ante divisiones externas, como las de Trump con el muro.

El autor cerró con un llamado: “Lean este libro para conocer a un fascinante personaje y reflexionar sobre poder, lealtad e identidad mexicana”. Carlos Urrea, emocionado, reiteró: “Mi lucha es meterlo en la historia; era un hombre limpio e integrador”.

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CARTÓN POLÍTICO

Sismo en Morena

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JALISCO

García Harfuch: Fundamental la participación de la UIF y CNI en la detención de Hernán Bermúdez

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CIERTO O FALSO

“En esta operación (detención de Hernán Bermúdez en Paraguay), fue fundamental la participación de la Unidad de Inteligencia Financiera y del Centro Nacional de Inteligencia, así como el intercambio de información que hace posible la nueva Ley Nacional de Investigación e inteligencia”.

OMAR GARCÍA HARFUCH/TITULAR DE LA SECRETARÍA DE SEGURIDAD Y PROTECCIÓN  CIUDADANA

“Irá a caer alguien del cártel de MORENArco, irán tras el vampiro enamorado o Andy Nepobaby o Tony y su extorsionador del SAT… porque detrás del capo de capos no creo que vayan a ir (todavía…)

RICARDO SALINAS PLIEGO / MAGNATE DE TELEVISIÓN MEXICANA

FUEGO CRUZADO

“La maldita deuda corrupta de (Felipe) Calderón y (Enrique) Peña Nieto en Pemex” con el endeudamiento que pasó de 46 mil millones de dólares a 105 mil millones de dólares (involucrando también a Cartens, Videgaray y Meade)

CLAUDIA SHEINBAUM / PRESIDENTA DE MÉXICO

“La P @Claudiashein se quejó de “la maldita deuda corrupta de Calderón” (…) Olvidó incluir la de AMLO, en cuyo sexenio la empresa perdió 1.6 billones de pesos. +- 80 mil millones de dólares, 80% de la deuda actual, y falta la de proveedores, 23 billones de dólares”

FELIPE CALDERÓN / EXPRDESIDENTE DE MÉXICO

VOZ ALTA

Los números de Vero

Verónica Delgadillo, alcaldesa de Guadalajara, presentó su Primer Informe de Gobierno el 8 de septiembre de 2025, bajo el lema “Gobernar es cuidar”. Destacó una reducción del 28% en delitos de alto impacto, desarticulación de 23 bandas delictivas y creación de 353 chats vecinales para seguridad. Invirtió 3 mil millones de pesos en servicios públicos, logrando 95% de cobertura en recolección de basura tras cancelar la concesión a Caabsa. También destinó mil 128 millones a alumbrado LED y 73 millones a bacheo, priorizando sostenibilidad y corresponsabilidad ciudadana.

VERÓNICA DELGADILLO. Su concepto de gobierno: “gobernar es cuidar”.

Los números de Quirino

En su Primer Informe de Gobierno, presentado el 9 de septiembre de 2025 en el Centro Administrativo Tlajomulco, Gerardo Quirino Velázquez Chávez destacó avances con inversión histórica de 2,100 millones de pesos en más de 200 obras de infraestructura. En seguridad, impulsó el Plan «De cerca hacemos la paz», recuperando 560 espacios públicos.

Presentó el Plan de Recuperación de Vivienda para rehabilitar 10 mil hogares, con 500 intervenciones gratuitas. En educación, rehabilitó 50 escuelas. El gobernador Pablo Lemus elogió su gestión cercana y coordinada, afirmando que Tlajomulco transforma con resultados tangibles.

GERARDO QUIRINO. Un alcalde hiperactivo.

Un gobierno con visión

En su IV Informe, presentado el 11 de septiembre de 2025 en el Parque de las Niñas y los Niños, Juan José Frangie Saade celebró 10 años de gobiernos MC, con inversión de 14 mil millones en 600 km de calles, renovación de 73 unidades deportivas y 135 escuelas. Redujo la deuda del 40% al 8% de ingresos, incrementando el presupuesto de 4,600 a 13,200 millones. Destacó políticas para niños (kits de primera infancia, seguros médicos), innovación como Reparatón y Guardianes Viales, y el Mundial 2026 como motor económico. «Zapopan es la ciudad más naranja de México», afirmó.

JUAN JOSÉ FRANGIE. Números impresionantes en diez años de gobiernos naranjas en Zapopan.

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