NACIONALES
Ahora sí, el presidente debe estar temeroso

De primera mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín
ASÍ LO DIJO el mismo Presidente desde su púlpito en una de sus “mañaneras” el año pasado: “Si veo una manifestación de 100 ó 150 mil, en mi contra, renuncio y me voy a mi rancho, en Palenque (“La Chingada”, en Chiapas).
Este domingo, 26 de febrero del 2023, más, pero mucho más de 250 mil personas en el Zócalo de la Ciudad de México le dijeron “¡No!” a su “Plan B” para controlar al Instituto Nacional Electoral, el INE.
Y si los más de medio millón de manifestantes en Paseo de Reforma el pasado 13 de noviembre, lo obligaron a organizar su propia “manifestación de Estado”, lo que menos esperaríamos ahora es que cumpliera con su palabra y, sin duda alguna, arremeterá contra quienes considera sus adversarios.
Porque no sólo fue el Zócalo, las manifestaciones por miles se dieron en 101 ciudades a lo largo y a lo ancho de la República Mexicana, pero –todavía- hay imágenes de protestas en su contra en el mundo. Como nunca antes se había registrado.
¿Temeroso el Presidente? Sí.
Sólo así se demuestra su gran ofensiva en contra de las manifestaciones de este domingo. Su gran ejército de “bots” en redes sociales, más sus aliados públicos, no tuvieron el menor empacho de calificar a estas marchas como “narcomanifestaciones”, que “lo único que pretenden es defender a García Luna”.
El PAN, fueron las siglas más “cháiroatacadas”. Lo menos fue endilgarle el mote de “NarcoPAN”.
¿Por qué tan temeroso López Obrador?
Si asegura que cuenta con 25 millones de mexicanos dispuestos a agradecerle en las urnas sus apoyos económicos, ¿Por qué tanta ira, rencor y odio contra estas manifestaciones?
¿Pensará que si no controla al INE o lo “destaza”, el escenario podría dar un vuelco y perder elecciones en el 2024?
A la única conclusión a la que podemos llegar después de observar la extraordinaria movilización ciudadana en todo el país, en contra del Presidente y sus afanes dictatoriales, es que la clase media, la que verdaderamente mueve al país y es razón de cambios políticos en México (como lo demostró en el año 2000 y en el 2018), es que el Presidente ya no cuenta con este gran sector.
Y ese, efectivamente, es su temor.
Si a lo anterior le añade el haber abierto otro frente en contra, como lo es la Iglesia Católica mexicana, el panorama sí podría dar un sorpresivo vuelco electoral el 2024 y López Obrador y MORENA llevarse una desagradable sorpresa.
La clave está en motivar a esa clase media, que rebasa en número a los 25 millones de apoyadores de AMLO, a que dejen por un momento su “estatus” de comodidad y decidan levantar la mano.
Ya veremos. Por lo pronto, las “marrullerías” desde Palacio Nacional han construido una narrativa en contra de estas manifestaciones ciudadanas y hasta su vagancia política les hizo planear un “acarreo” de gente al Zócalo, este domingo (a través de transporte público estacionado en Reforma), sólo para criticarlo hoy desde su “mañanera”, cuando todos sabemos que los asistentes para la defensa del INE no requieren de ser “conducidos”, como sí ocurre con los simpatizantes de MORENA.
NO LAS TRAE TODAS CONSIGO
Se antoja casi una misión imposible, el enfrentar y ganar a MORENA la Presidencia de la República el próximo año 2024. Vivimos, de hecho, el regreso de aquel PRI centralista y totalitario, con presidentes omnipresentes y el uso del dinero público para sostenerse en el poder.
Sin embargo y como se ha comentado ampliamente, el Presidente no las ha traído todas consigo, y sabe que lo construido en poco más de cuatro años puede colapsar estrepitosamente. Son varios factores con los que no cuenta.
El Papa Francisco está en contra del populismo. No está lejana la posibilidad de que envíe un mensaje especial al pueblo católico mexicano en medio de una lucha electoral en los próximos meses. Sería un golpe terrible para la mente enferma del Presidente y quizá, demoledor.
Al desprestigio de varios perfiles cercanos a AMLO (como la gobernadora de Campeche y la inocultable corrupción en el equipo de la “cuatroté”) se une las posibilidades reales de derrotas electorales ante el PRI en los estados de Coahuila y Estado de México, a definirse en el presente año.
Claudia Sheinbaum, la “corcholata” preferida de López Obrador para sucederle en Palacio Nacional, ha visto caer su popularidad y es algo que no puede ocultar. El colapso no sólo se ha generado a partir de la tragedia en la línea 12 del Metro, sino desde los comicios del 2018, cuando perdió ante la oposición la mitad de las alcaldías de la capital. Ante este escenario jamás deseado por el Presidente, cabe la probabilidad de que se cambie de jinete a mitad de la carrera.
Suenan los gritos de la sociedad mexicana, esa clase media, la que ha permitido los cambios en este país tanto en el año 2000 como en el 2018. Este domingo le gritaron ¡Fuera manos del gobierno del INE! ¡No a una dictadura! ¡Sí a la Democracia!
Y esto viene a cambiar el escenario que se configura para el 2024.