NACIONALES
Alito, siempre Alito
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
La miseria humana pervive en muchos de los políticos más encumbrados de México y el mundo.
Nelson Mandela nos dijo: “Si no hay comida cuando se tiene hambre; si no hay medicamentos cuando se está enfermo; si hay ignorancia y no se respetan los derechos elementales de las personas, la democracia es una cáscara vacía, aunque los ciudadanos voten y tengan parlamento”.
Mandela pareció describirnos como nación soñándose democrática pero falsamente democrática en el ejercicio del poder desde sus gobernantes, en especial en este sexenio, ignorante de su miseria humana.
Mi padre me dijo: “Cuando culpas a otros de tus errores, renuncias a todo aquello que te aguarda si tú te atreves a reconocerlos y cambiar”.
El 2 de junio pasado, vivimos la tentativa de fraude electoral más miserable de nuestra historia. Y quizá, cuando se me lea, ya se habrá consumado. Nuestra democracia está siendo devorada desde dentro del propio Instituto Nacional Electoral. Quién debiera ser su más fiel protectora, Guadalupe Taddei, presidente del INE; es hoy cómplice de delincuentes electorales que han violentado sistemáticamente la Ley Federal Electoral. En el INE se alteraron los resultados electorales al capturarlos para anunciar tendencias electorales el propio 2 de junio pasado. Hubo complacencia y quizá decisión de llevar a cabo tales alteraciones. Miles de hombres y mujeres de buena fe y amor patrio se vieron rebasados por un presidente, una candidata y los dirigentes de tres partidos nacionales en una alianza que no merecen tomar el nombre de México ni de pretender ser los hacedores de una nueva historia, y claro, insisto, por un INE sometido y amañado.
Sostengo que, cuando se tiene cualquier motivación política que no se sustente en los principios universales de la democracia, se es un idólatra de tiranos con un estado de muerte terminal de conciencia. La idolatría mesiánica presidencial nacional se nos impuso al tiempo en que se diluyó la libertad de pensamiento y conciencia.
Aquellos hechos, referidos del 2 de junio, Acción Nacional los denunció penalmente a través de su presidente Marko Cortés; el Revolucionario Institucional se quedó lamentablemente callado en el silencio cobarde de Alito Moreno, que duele y ofende. Muy al inicio del tiempo post electoral, Jesús Zambrano, presidente del PRD, habló con contundencia.
Recuerdo, y jamás olvidaré, la noche de la elección, cuando Xóchitl Gálvez nos anunció su triunfo y el de la Coalición Fuerza y Corazón por México en la mayoría de los estados que renovaron sus gubernaturas. Luego, por algo de lo que todos dudamos, nos dijo que había perdido… que habíamos perdido. No me confortan las explicaciones ni me resignan los resultados oficiales. Dudo.
Y mientras México se asienta, Alejando Moreno, Alito, ha decidido reelegirse como presidente nacional del Revolucionario Institucional. Este desorden de prioridades me hace dudar de su orden mental, y me pregunto, cómo se atreve a tanto tras la derrota más contundente y dolorosa del priismo. ¿Qué le obnubila su contacto con lo ético y lo moral de manera tan profunda, soez y ridícula? ¿Cuándo se volvió tan ensimismado que lo hace tan falaz?
Alito Moreno será senador de la República solo porque existe eso que llaman senadores por la vía plurinominal, y así será también Marko Cortés, del PAN. Cobrarán más de 120 mil pesos mensuales. ¡Vaya jactancia tan abyecta! ¡Con cuánto tan indigno se conforman!
En su momento, Alito fue electo presidente del PRI con la complicidad de priistas muy poderosos en un proceso plagado de anomalías y triquiñuelas; casi tan desaseado como el de este domingo pasado. Quizá por ello no le extrañó y no lo impugnó como debió hacerlo. Quizá lo disfruta. Quizá se complace.
Alito debe renunciar como presidente del Comité Ejecutivo Nacional del Revolucionario Institucional, y no querer perpetuarse. El daño que ha hecho al partido es inimaginable e inmensurable. Los declives en el número de militantes lo confirman; los votos no mienten. En años recientes, millones de priistas abandonaron a su partido ante la cerrazón de Alito. En Jalisco, el priismo se vio abandonado… Laura Haro fue abandonada.
Quizá, Alito no se ha enterado que, por culpa de su arrogancia, el PRI ha perdido a muchos de sus mejores cuadros, entre ellos a varios ex presidentes nacionales; a lo mejor no sabe que es la principal causa de la desconfianza ciudadana hacia el Revolucionario Institucional, la pérdida de votos y un motivo de la derrota en la coalición; quizá ya olvidó aquel lapsus linguae en que Xóchitl Gálvez lo hizo ver como una carga en su candidatura.
Uno de mis autores más queridos y admirados es Víctor Hugo, el dramaturgo francés del siglo XIX, quien dijo: “Incluso la noche más oscura llegará a su fin, y el sol se alzará”. Esto espero ante la cuarta transformación y la dictadura al interior del PRI.
Sí, reconozco que mucho mal de ha hecho desde la vorágine política en el mundo, pero ello no justifica someternos por temor a perder nuestro cachito de poder.
El ansia de poder envenena al alma; pero su ansia desbordante hace miserables a los pueblos.
