NACIONALES
AMLO, extraviado en su soledad
Campos de Poder, por Benjamín Mora Gómez //
Dicen bien que no hay soledad más dolorosa que aquella en que se está rodeado de gente y uno se descubre en abandono. Amlo ha perdido y lo sabe; a dos años de terminar su mandato sabe que su oportunidad de transformar a México se le acabó y nada logró; que los dos siguientes años solo le servirán para corroer su propio corazón y herir de muerte a su alma, o lo que tenga por ella.
Tras las múltiples marchas de rechazo a su iniciativa de reforma al Instituto Nacional Electoral, y los cientos de miles ciudadanos presentes en todo México y el extranjero, Andrés Manuel López Obrador ha dispuesto organizarse su propia marcha de apoyo; su propia marcha del ego. En la primera no hubo acarreados y en la segunda se cobrarán cuotas morenistas para presumir de amores comprados en la clandestinidad de su moral distraida.
AMLO se derrumba porque sus promesas estuvieron construidas sobre arena de mar sin cimientos. La marea de la realidad las ha erosionado y ahora se caen. Nos prometió transformar a México y a muchos gustó; sin embargo, jamás consideró que el mundo se cambia con trabajo duro y tesón; imposible para alquien que jamás había trabajado; para alguien que sigue sin trabajar. Los sueños son solo eso, sueños y las palabras son solo suspiros, y los suspiros son solo aire y al aire vuelan. En ambas sentencias recuerdo a grandes poetas que ustedes deben tener presentes.
Las lealtades políticas en Morena, el PRI, el PAN, el PRD o MC, son montajes que solo duran lo que una pequeña y muy efímera obra de teatro. Son escenarios, a veces espectaculares y otras muy deprimentes, pero todos con el tiempo medido que le condena a morir. En política solo merece pervivir aquello cuyo centro se posa en el respeto a los ciudadanos y la dignidad humana.
El 13 de noviembre, los anhelos y las esperanzas de millones de mexicanos encontraron eco en cientos de miles ciudadanos presentes. Quienes estuvieron presentes y quienes se alegraron del hecho son fieles a sí mismos. Hoy, a quienes convoquen Amlo, Barbosa, Sheimbaun y demás morenistas no serán fieles a sí mismos sino a las dádivas de la 4T. Ninguno busca el cambio profundo de México porque a ninguno le conviene.
De hoy en adelante, debemos lograr que la mayoría de los ciudadanos perciban las diferencias entre esos dos Mexico antagónicos en su apreciación de la realidad y la formulación de soluciones. A los partidos políticos les corresponde algo más simple pero más difícil de cumplir: Deshacerse de los tramposos, ladrones, mentirosos, convenencieros, antidemócratas… y buscar a quienes tienen valores y principios éticos y morales.
De valores es fácil hablar. Todos los días lo escuchamos. Sin embargo, muy pocos están preparados para vivirlos; los valores y principios pertenecen solo a unos cuantos pues así de pocos son los que tienen sólidos sentimientos espirituales.
En las marchas fue obvio cómo llegaron los políticos de baja estima social, abrazados y detrás de una gran manta; gritando consignas en la que ni ellos creen. No caminaron entre los ciudadanos. Y así, en grupo se retiraron, con más consignas.
José Ortega y Gasset dijo: “La lealtad es el camino más corto entre dos corazones” y yo diría: “El respeto a la dignidad humana, la verdad en la palabra dicha y el cumplimiento de lo ofrecido, son el camino más corto del político hacia el corazón del pueblo”. Pero quién está dispuesto y comprometido en hacerlo.
William Shakespeare nos dijo: “La lealtad tiene un corazón tranquilo”; Amlo no está tranquilo; a donde quiera que va siempre hay quienes lo increpan. Así lo ha vivido Alito y por ello ha decidido cambiar. Así los sufren Marcelo Ebrard, Claudia Sheimbaun y Adán Augusto López, pero ellos no cambian ni entienden ni quieren. Quizá Alito aprendió y por ello renace la Alianza va por México. Confío en que así continuará.
