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NACIONALES

Credibilidad

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

La credibilidad es una cualidad; se dice que es una deformación de la expresión dar crédito, y visto así, la credibilidad es la capacidad de generar confianza. O sea que alguien que tiene credibilidad es una persona confiable o a la inversa, quien no es confiable no tiene credibilidad.

Si nos remitimos a los estudios de opinión recientes y más atrás, nadie es menos confiable y tiene menos credibilidad que los políticos, del color o partido que sean. Ser político, a los ojos de una gran mayoría es sinónimo de mentiroso, falso, embustero, oportunista, y en pocas palabras, no confiable.

En términos llanos, el político no tiene credibilidad y ello es una percepción generalizada. Por ello, a muchos resulta inexplicable que un político profesional como el presidente López Obrador tenga la confianza de tantos mexicanos. Siguiendo el tracking diario que realiza Consulta Mitofsky para El Economista, al 8 de febrero del presente año, el 61.8% de los mexicanos confía en él y mantiene el acuerdo con su forma de gobernar.

Lo inexplicable, para muchos, es que sigan confiando en alguien que en solo tres años de gobierno ha expresado más de 67 mil mentiras y ha dado 86 mil respuestas falsas, engañosas o difíciles de comprobar en las conferencias de prensa matutinas según lo documenta Luis Estrada en su libro “El Imperio de los otros datos”.

En condiciones normales, nadie en su sano juicio podría darle su confianza a un mentiroso contumaz, pero aquí está demostrado que la racionalidad no es la que orienta hoy el juicio del elector o el gobernado. Mucho influye la predisposición del estado de ánimo de las personas, a creer en alguien o en algo, así como también es la identificación con la manera de pensar y hasta la identificación con la imagen; si luce como yo, piensa como yo, porque no creerle, así diga mentiras o sandeces.

No es un fenómeno reciente que la confianza y la credibilidad obedezcan a causas tan superficiales como el ser o parecer igual a la mayoría, pero más allá de la apariencia está también el discurso; la gente está más dispuesta a creer si quien les habla les dice lo que ellos piensan o quieren oír. Hay una predisposición a creer si escuchamos lo que está en nuestra mente y en ello no es significativa la racionalidad, pues el argumento contrario al pensamiento propio siempre tiende a ser rebatido, o desconfiable cuando menos, y eso rompe con la credibilidad. Siempre estaremos más dispuestos a creer en alguien que piense como uno, mucho más que en alguien que nos contradiga y en muchas ocasiones ni siquiera es aceptable considerar la posibilidad de estar equivocado.

Actualmente, y en mucho debido a la retórica presidencial que ha decidido que quien no comparte su proyecto es su adversario, la sociedad se está dividiendo en peligrosas facciones. Por causas que merecen otro análisis, el diálogo con quienes piensan diferente está clausurado y pensar en una rectificación del régimen a estas alturas del ejercicio es utopía. Por ello, la cercanía con el proceso electoral sucesorio, nos lleva a considerar, en negativo, la importancia de seguir con una discusión racional ante el poder y ante la ciudadanía.

Con uno porque se niega a escuchar y con la otra porque no cree en lo que dicen los políticos tradicionales o incluso en lo que afirman los círculos intelectuales y científicos. Durante años, los políticos tradicionales se encargaron de fijar en la mentalidad popular una imagen cada vez más divorciada de la realidad cotidiana, y sus intereses, de partido, gremio o particulares, se antepusieron a los de los electores, dejaron de parecerse a ellos, de pensar como ellos.

En la época pre electoral que vivimos, la batalla es por la credibilidad. Las condiciones económicas, sociales y de seguridad en que habrá de cerrar el sexenio serán propicias para la incertidumbre y el electorado habrá de decidir a favor de quien más confianza le genere.

El pragmatismo de los políticos puede perderse en la superficialidad de los apoyos económicos, programas sociales y clientelismo, que han sido amortiguadores de la presión social y en mucho de preparación organizacional para la elección, pero será un error subestimar al elector que ya ha visto mucho de eso y está tomando consciencia de que no es suficiente.

La decisión en 2024 va a depender de a quién le cree más el elector, si a quien les ofrece seguir como estamos en un régimen paternalista que distribuye dádivas en efectivo, o en alguien que ofrezca algo más satisfactorio que eso.

Recobrar la confianza del elector es el gran reto de las organizaciones políticas, dependientes hoy más que nunca de la personalidad de sus candidatos, de su autenticidad, de su capacidad de generar credibilidad. El desprestigio de los partidos es tan alto que la fuerza de sus estructuras territoriales, donde aún existen, es insuficiente y se requerirán muchos años para restañar el prestigio que alguna vez tuvieron. El partido dominante crece a la sombra de un personaje en el que una mayoría cree, a pesar de sus 67 mil mentiras, pero hay otra inmensa mayoría que desea creer en algo distinto y es necesario darle una alternativa.

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2 Comments

2 Comments

  1. Patricia Perazae

    13 de febrero de 2023 at 17:01

    Excelente artículo

  2. Héctor Manuel Barragán

    13 de febrero de 2023 at 17:26

    Excelente!!!

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NACIONALES

México busca frenar autos asiáticos con arancel del 50%

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– Por Redacción Conciencia Pública 

El Gobierno de México anunció su intención de imponer un arancel del 50 por ciento a los automóviles importados de países asiáticos sin tratados de libre comercio, como China, India, Corea del Sur, Tailandia e Indonesia.

La medida, que representa un salto desde el 20 por ciento actual, busca frenar la entrada masiva de vehículos de bajo costo que, según autoridades federales, ponen en riesgo la competitividad de la industria automotriz nacional.

El anuncio forma parte de un paquete de reformas arancelarias que pretende abarcar importaciones por alrededor de 52 mil millones de dólares.

Además de los automóviles, se contempla aplicar nuevos gravámenes de entre el 10 y 50 por ciento a productos como acero, textiles, motocicletas y juguetes. De acuerdo con la Secretaría de Economía, la estrategia busca proteger más de 325 mil empleos vinculados directamente con el sector automotriz y manufacturero en el país.

La iniciativa surge en un contexto de presiones internacionales. Estados Unidos ha insistido en que México reduzca su dependencia comercial de China, en el marco de la revisión del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). Washington considera que el ingreso creciente de autos eléctricos chinos, ensamblados a precios muy por debajo del mercado, amenaza con desestabilizar la cadena de valor regional que sostiene al acuerdo trilateral.

El Gobierno de México justifica la medida en el terreno de la defensa comercial, argumentando que los vehículos provenientes de Asia están siendo vendidos por debajo de los precios de referencia, lo cual constituye una práctica desleal.

El arancel del 50 por ciento es el máximo permitido por la Organización Mundial de Comercio (OMC) y colocaría a México como uno de los países más restrictivos frente a las importaciones automotrices chinas.

No obstante, la propuesta aún debe pasar por el Congreso de la Unión, donde se espera un intenso debate entre los defensores de la industria nacional y quienes advierten que un aumento de esta magnitud podría repercutir en la inflación y en el bolsillo de los consumidores.

Aunque el partido en el poder cuenta con mayoría, especialistas prevén que habrá presiones de distintos sectores empresariales antes de que se concrete la votación.

De aprobarse, los nuevos aranceles modificarían de manera sustancial el mercado automotriz en México, elevando los precios de las marcas asiáticas y obligando a las armadoras a replantear sus estrategias de inversión y distribución.

Para el gobierno, se trata de una medida necesaria para proteger a la industria nacional; para los críticos, una apuesta arriesgada que podría tener costos económicos y políticos de gran alcance.

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MUNDO

TMEC enfrenta nubarrones económicos: riesgo de estanflación en la región

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– Por Redacción Conciencia Pública

La economía de los países del TMEC —Estados Unidos, México y Canadá— atraviesa un escenario de creciente incertidumbre marcado por la desaceleración del crecimiento y las presiones inflacionarias.

Aunque ninguno de los tres socios comerciales ha entrado oficialmente en un proceso de estanflación, los riesgos de caer en este fenómeno se han intensificado en los últimos meses debido a las tensiones comerciales, las tarifas arancelarias y el enfriamiento de la actividad productiva.

En el caso de Estados Unidos, analistas y organismos internacionales han señalado la presencia de un entorno conocido como “stagflation-lite”: una versión leve de estanflación caracterizada por inflación persistente y crecimiento económico débil.

Las tarifas impuestas a México, Canadá y otros socios han encarecido bienes y servicios, lo que eleva los precios al tiempo que limita la competitividad. La Reserva Federal ha reconocido la complejidad del momento, pero evita hablar de una estanflación plena como la de los años setenta.

Canadá enfrenta también un panorama complicado. Su crecimiento económico se ha frenado y diversos sectores productivos anticipan pérdidas importantes debido a los aranceles de Washington. Medidas de emergencia como el programa “Buy Canada” buscan proteger empleos y mitigar el impacto en la industria automotriz y energética, aunque las proyecciones apuntan a la posible pérdida de decenas de miles de empleos si las tensiones comerciales se prolongan. La inflación no ha escalado con la misma fuerza que en Estados Unidos, pero el riesgo de estanflación no se descarta.

México, por su parte, lidia con un crecimiento prácticamente nulo, con estimaciones de apenas 0.4 % del PIB en 2025, lo que coloca al país al borde de la recesión. A diferencia de sus socios, la inflación mexicana se ha mantenido moderada, en torno al 3.5 % anual, dentro del rango objetivo del Banco de México.

No obstante, la combinación de bajo dinamismo económico y presiones externas genera preocupación. El banco central ha optado por recortar tasas de interés en un intento de estimular la economía sin perder el control inflacionario.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y otros organismos han advertido que la política de tarifas en Estados Unidos está generando un “shock de oferta” que afecta no solo al propio mercado estadounidense, sino también a Canadá y México.

El encarecimiento de insumos y bienes intermedios repercute en las cadenas de suministro de la región, golpeando la inversión y elevando los costos para las empresas y consumidores.

En conjunto, el TMEC enfrenta un escenario de alto riesgo: crecimiento bajo, tensiones comerciales y presiones inflacionarias que ponen en entredicho la estabilidad económica regional.

Aunque la estanflación no se ha instalado de manera formal, la combinación de factores actuales mantiene a los tres países al filo de este fenómeno, lo que obliga a sus gobiernos y bancos centrales a buscar estrategias coordinadas que eviten repetir una crisis como la de los años setenta.

👉 Este cuadro ayuda a visualizar rápido que ninguno de los tres socios está formalmente en estanflación, pero todos enfrentan presiones distintas: EE. UU. por inflación, México por bajo crecimiento y Canadá por el impacto de las tarifas arancelarias impuestas por Donald Trump:

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JALISCO

El gobernador Pablo Lemus y los alcaldes de Tlaquepaque y Tlajomulco acuden a reunión de seguridad en Palacio Nacional

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-Por Redacción Conciencia Pública

El gobernador de Jalisco, Pablo Lemus Navarro; el titular de la Secretaría de Seguridad, Juan Pablo Hernández; el Fiscal del Estado Salvador González de los Santos; así como el alcalde de Tlajomulco Gerardo Quirino y la alcaldesa de Tlaquepaque Laura Imelda Pérez, estuvieron presentes esta mañana en Palacio Nacional para compartir las acciones que se han venido implementando en el estado en materia de seguridad.

Lemus compartió en un video que: «En coordinación con los tres niveles de gobierno, Ejército Mexicano y la Guardia Nacional, seguimos trabajando para que las y los jaliscienses tengan una entidad con mayor seguridad y un tejido social reforzado».

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