NACIONALES
Cuando las promesas de justicia se convierten en humo: Jurisprudencia en pausa

A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
En las últimas semanas, el Poder Judicial de la Federación ha emergido como el epicentro de una controversia que deja a muchos ciudadanos con un sabor amargo de impotencia e incertidumbre. La abrupta desaparición de 13 fideicomisos que sustentaban sus operaciones, seguida de una huelga de labores en protesta, nos lleva a cuestionarnos: ¿Quién sufre el peso de esta suspensión?
La respuesta a esta interrogante, aunque aparentemente clara, demanda un análisis meticuloso de las repercusiones palpables de esta situación. No recae en el Presidente ni en el Poder Legislativo el peso más oneroso de esta contienda, sino en los ciudadanos que anhelan respuestas concretas y soluciones a sus casos particulares. Son ellos quienes experimentan en carne propia los efectos colaterales de esta disputa, enfrentándose a la incertidumbre y la impotencia mientras ven sus asuntos legales quedar, de manera momentánea en un limbo jurídico sin visos de resolución.
De hecho, Esta dolorosa realidad se vio acentuada el jueves pasado al preguntar a una actuaria de un Juzgado de Distrito sobre la posible prolongación de la huelga. Su respuesta resonó de manera desafortunada: «a ver si así notan nuestra ausencia». Este comentario, más que demostrar empatía hacia la ciudadanía, parecía insinuar que la huelga era, en cierta medida, una represalia contra ella.
Esta perspectiva, por más distorsionada que parezca, tiene sus raíces en una realidad innegable. Aunque los trabajadores del Poder Judicial tienen sus motivos legítimos para manifestarse, no podemos obviar el hecho de que esta huelga golpea de lleno a aquellos que más necesitan de una justicia eficiente y expedita. Los ciudadanos quedan atrapados en un laberinto legal que parece no tener fin.
Indudablemente, el verdadero costo de esta situación no puede ser medido únicamente en términos monetarios. Va más allá de las cifras presupuestarias y los recursos materiales. Lo que está en juego es la confianza de la ciudadanía en el sistema de justicia, un valor intangible pero fundamental para el funcionamiento de cualquier sociedad democrática.
Cada día que el paro persiste, la percepción de la justicia como un pilar sólido y confiable se desvanece. Los ciudadanos, que depositan su fe en el sistema para resolver sus conflictos y proteger sus derechos, se ven abandonados en un limbo jurídico. Esta sensación de desprotección socava la base misma de la institucionalidad, generando una brecha insalvable entre las expectativas de la sociedad y la realidad que enfrentan al buscar justicia.
Es indiscutible que la administración de justicia debe contar con los recursos necesarios para funcionar eficientemente, pero no podemos olvidar que su razón de ser es servir a la sociedad. ¿De qué sirve un sistema judicial robusto si no puede responder a las demandas más elementales de sus ciudadanos? ¿O si a la menor provocación se embarcan en paros nacionales de labores sin considerar las repercusiones sociales y jurídicas que esto puede tener en el patrimonio y la vida de las personas?
Hablar de «trabajar juntos», qué encantadora noción. Como si las diferencias políticas y los egos inflados pudieran ser momentáneamente aparcados en aras del bien común. Por supuesto, porque eso es exactamente lo que hemos observado hasta ahora, ¿verdad? Mientras los ciudadanos de a pie se ven sumidos en un limbo jurídico, parece que el verdadero juego se libra en otro campo de batalla, lejos de las inquietudes de aquellos que aguardan justicia.
Construir un sistema judicial que refleje las necesidades y aspiraciones de la sociedad suena tan plausible, ¿verdad?, excepto que, en la práctica, se siente más como una promesa vacía lanzada al viento, porque, ¿cuántas veces hemos visto que las palabras se desvanecen en el aire, dejando a la realidad sin cambios significativos?
Quizás es hora de que el Poder Judicial se mire en el espejo y se pregunte si está verdaderamente cumpliendo con su deber de servir a la sociedad, o si está extraviando el rumbo en medio de sus propias disputas. Porque, permíteme recordarles, no estamos hablando de una utopía, sino de una necesidad apremiante para el funcionamiento adecuado de cualquier sociedad democrática.
Este episodio, más allá de la retórica política y las luchas internas, nos recalca que la esencia misma de la justicia radica en su capacidad para ser el bastión de la sociedad. Es el fundamento sobre el cual se erige la confianza de los ciudadanos en la institucionalidad del país. Cuando este pilar vacila, es la confianza pública la que se ve socavada.
La prolongación de esta huelga solo profundiza la desconfianza y la frustración de una ciudadanía que observa cómo sus derechos se desdibujan en un escenario de confrontación. Los plazos se alargan, los casos se amontonan y las respuestas se vuelven esquivas. Mientras tanto, el reloj de la justicia sigue su marcha, indiferente al sufrimiento y la incertidumbre de aquellos que dependen de ella.
La ciudadanía merece una justicia que esté a la altura de sus expectativas y necesidades. Los trabajadores del Poder Judicial merecen condiciones laborales dignas y un reconocimiento por su labor esencial en la sociedad. Ambos objetivos son perfectamente alcanzables si se prioriza el bienestar de la nación sobre las diferencias partidistas y se trabaja en pro de un sistema judicial que realmente sirva a todos.
En resumen, la huelga del Poder Judicial no es solo una cuestión de leguleyos y legisladores, sino un tema que afecta directamente a la ciudadanía y a la integridad misma de nuestra democracia. Es momento de actuar con responsabilidad, empatía y visión de futuro.
Es momento de recordar que la justicia es para todos y que su ausencia no hace más que perpetuar la desigualdad y la desconfianza en el sistema. La balanza de la justicia debe equilibrarse, y el tiempo para hacerlo es ahora.
NACIONALES
Reconstruyendo el futuro: Estrategias para un norte mexicano resiliente

Análisis, por Víctor Hugo Celaya Celaya //
Hoy comienzo, evocando el provocador título del libro de Felipe González, expresidente español, y Juan Luis Cebrián, fundador del periódico El País: “El Futuro no es lo que era”. Esta frase, que encapsula su visión sobre el destino de España a inicios del siglo XXI, resuena con especial fuerza en el México actual. La traigo a colación porque hoy, más que nunca, tenemos la responsabilidad compartida —gobierno, sociedad e instituciones— de rediseñar y construir activamente el futuro que merecemos.
Es un llamado a encarar, de la mano con las nuevas generaciones, las circunstancias de incertidumbre económica, tanto global como nacional, que nos rodean; desafíos que una reciente disputa estrictamente arancelaria, por ejemplo, apenas roza sin resolver las cuestiones de fondo para nuestro crecimiento y desarrollo sostenible.
Un panorama en transformación: El desafío del proteccionismo y los límites del nearshoring
Hoy, el crecimiento y desarrollo regional en México se perfilan en un escenario radicalmente distinto al que conocimos durante las últimas tres décadas, un panorama que solía estar definido por la interdependencia de tratados y acuerdos comerciales internacionales y de inversión.
El resurgimiento del proteccionismo, visiblemente impulsado por el actual gobierno de Estados Unidos hacia diversas economías globales, junto con el intento de establecer una nueva política arancelaria más rígida y recíproca, transforma por completo el esquema de comercio e inversión para México.
Esta realidad nos obliga a repensar nuestra estrategia de desarrollo y crecimiento económico, especialmente en lo referente a la atracción de inversiones en la región fronteriza, donde la competencia por capital se intensificará a nivel mundial.
El futuro económico del norte de México, en particular, debe abordarse desde una perspectiva renovada. El fenómeno del nearshoring, que durante los últimos años se consideró una ventaja casi automática, ya no es lo que era.
Los profundos cambios geopolíticos globales, la creciente incertidumbre internacional, las disputas comerciales y el reciente endurecimiento de políticas proteccionistas han alterado significativamente el tablero económico regional.
Cuando el modelo tradicional muestra sus grietas: La urgencia de diversificar
Es innegable que, en años recientes, regiones como Baja California, Sonora, Chihuahua, Nuevo León y Coahuila vivieron un auge considerable, impulsado por la inversión extranjera directa en sectores clave como el automotriz, electrónico y aeroespacial. Sin embargo, este modelo ha comenzado a evidenciar vulnerabilidades críticas.
Según datos de la Secretaría de Economía, por ejemplo, la imposición de nuevos aranceles estadounidenses puede afectar especialmente a industrias vitales como la automotriz y la agrícola, poniendo en riesgo empleos e inversiones significativas en estas zonas.
Ante este escenario, es imperativo que México mire más allá y trabaje con urgencia en el diseño de una estrategia económica más robusta, diversificada y resiliente, capaz de competir a largo plazo. Apostar únicamente por una economía basada en la manufactura de exportación, por muy exitosa que haya sido, ya no será suficiente frente a los nuevos desafíos globales.
Siete pilares para un futuro económico sólido y resiliente
Considero que el norte mexicano posee las condiciones necesarias para evolucionar, pero requiere una estrategia integral. A continuación, algunos pilares fundamentales:
- Innovación y valor agregado: El salto hacia nuevos horizontes Debemos impulsar la transición hacia sectores innovadores y de alto valor agregado, como las energías renovables, la biotecnología, las tecnologías limpias y la agroindustria avanzada. El desarrollo regional debe cimentarse en la creación de ecosistemas sólidos de emprendimiento e innovación. Ciudades como Monterrey y Ciudad Juárez ya nos muestran el camino, donde la vinculación efectiva entre la academia, la iniciativa privada y el gobierno ha generado entornos dinámicos y altamente productivos. Esta estrategia nos permitiría reducir la dependencia de la inversión extranjera basada en bajos costos laborales, promoviendo en su lugar la creación de empresas competitivas, capaces de innovar y adaptarse con agilidad a las fluctuaciones del mercado internacional.
- Cimientos del mañana: Inversión estratégica en infraestructura: es crucial reforzar la infraestructura logística y digital para potenciar la competitividad regional. Según estimaciones del Banco Mundial, una inversión estratégica en estos sectores podría incrementar la productividad regional hasta en un 15%. Esto implica no solo modernizar carreteras, puertos secos y corredores ferroviarios, sino también garantizar la expansión de infraestructura tecnológica de vanguardia, como redes 5G y centros de datos.
- El poder de nuestra gente: Formando capital humano de vanguardia: la formación de capital humano altamente especializado es otro pilar insustituible. Actualmente, se estima que solo una cuarta parte de los trabajadores del norte del país cuenta con formación técnica avanzada que se alinee con los requerimientos de las nuevas industrias. Resulta esencial expandir programas educativos duales, como los que ya se han implementado con éxito en estados como Nuevo León, para asegurar que la región pueda competir eficazmente en una economía global cada vez más exigente y tecnológica.
- Sostenibilidad ambiental: Ventaja competitiva con visión de futuro: La sostenibilidad ambiental no puede seguir siendo vista como una opción o un complemento; es una condición fundamental para competir globalmente en el siglo XXI. La región norte de México cuenta con un potencial significativo en recursos naturales renovables, que, gestionados adecuadamente, podrían traducirse en una ventaja competitiva clave y duradera.
- Abriendo nuevas puertas: Hacia la diversificación de mercados: Es fundamental fortalecer activamente los lazos comerciales con regiones distintas a Norteamérica. Esta diversificación reduciría nuestra vulnerabilidad económica frente a políticas proteccionistas unilaterales. México tiene una oportunidad valiosa para consolidar alianzas estratégicas con mercados emergentes en Asia y América Latina, lo que ampliaría considerablemente nuestros horizontes comerciales y disminuiría la dependencia tradicional del mercado estadounidense.
- La revolución digital: Adaptabilidad y eficiencia para el siglo XXI: La transformación digital debe ocupar un lugar central en la nueva estrategia económica regional. La digitalización no solo facilita una mayor eficiencia operativa en empresas de todos los tamaños, sino que también habilita una rápida adaptación a las cambiantes condiciones del mercado global. Debemos aspirar a ciudades inteligentes y completamente digitalizadas, capaces de atraer talento global y generar innovación continua, consolidándose como auténticos polos de desarrollo económico.
- Un entorno de confianza: Fortaleciendo la seguridad y el Estado de derecho. Finalmente, pero no menos importante, debemos atender de manera decidida y eficaz el persistente reto de la inseguridad y la consolidación del Estado de derecho. Las inversiones, tanto extranjeras como nacionales, dependen en gran medida de un entorno que ofrezca seguridad y confianza jurídica. Diversos organismos empresariales coinciden en que una mejora significativa en estos factores podría elevar la atracción de inversiones y la competitividad regional hasta en un 20%, afianzando así el vasto potencial económico del norte mexicano.
El nearshoring ya no es suficiente; el norte de México y el país necesitan avanzar con visión estratégica, coordinación entre sectores público, privado y social, y acciones decididas. Con ideas frescas, audacia juvenil y experiencia, la colaboración forjará un futuro económico sólido y resiliente. ¡A trabajar!
NACIONALES
El nuevo traje de doña Claudia

Desde los Campos del Poder, por Benjamín Mora Gómez //
De niño, Hans Christian Andersen fue mi narrador de historias favorito y de entre todas “El nuevo traje del emperador”, siempre se distinguió. Cuenta la historia de un rey a quien le encantaba ser el mejor vestido de su reino. Pues bien, un día, Guido y Luigi Farabutto le dijeron que ellos podían fabricar la tela más suave y delicada que el rey y nadie más pudieran imaginar; sin embargo, esta tela tenía la peculiaridad de ser invisible a los ojos de cualquier estúpido.
El rey se sintió atraído por mandarse hacer un traje de tal tela, pero, al mismo tiempo, nervioso de ser incapaz de ver la tela y quedar como un estúpido ante su corte y pueblo. Envió, pues, a dos de sus hombres de mayor confianza a conocer la tela para dar testimonio de ello y, tal cual era de esperar, ambos admitieron ver la tela. Entonces el rey mandó confeccionar el traje que vestiría en el día más significativo del reino y mandó preparar un desfile para que el pueblo lo pudiese admirar.
Llegado el día, Guido y Luigi hicieron como que lo ayudaban a ponerse la inexistente prenda y el rey salió a desfilar, sin admitir que no podía verla. El rey pensó con temor: “Si admito que no veo mi nuevo traje, quizá el pueblo, mi pueblo, podría considerarme estúpido e inepto para reinar”.
El rey salió y desfiló. Toda la gente alabó el nuevo traje, también temerosa de ser acusada de estúpida. Entonces, un niño gritó “¡Pero si va desnudo!”. Entonces, la gente empezó a murmurar y luego a gritar la desnudez del rey.
El nuevo traje de doña Claudia Sheinbaum, estrenado el domingo 1 de junio pasado, curiosamente es invisible y, aun así, está raído. El pueblo de México miró el vestido falso de demócrata de la presidente; aquel es solo un disfraz del baratillo, soez y muy vulgar. La desnudez de Morena y los partidos de la 4T quedaron a la vista. Las vergüenzas de Claudia y AMLO fueron expuestas ampliamente...la OEA cuestiona y no avala el proceso electoral.
La mentira tiene origen y destino. Unos y otros, tirios y troyanos, opositores y complacientes del segundo piso del proyecto de López Obrador, quedaron sin aliento ante el abandono ciudadano a elegir su nuevo Poder Judicial. Sin embargo, lo más grave no es el abandono ciudadano sino la advertencia de Mario Maldonado y otros dos periodistas, dos semanas antes del domingo de elecciones, de quiénes serían los ganadores; a todos y cada uno les atinaron.
Sheinbaum, con un ridículo traje de seudo demócrata, teme perderlo todo en 2030, enfrentando cárcel junto a AMLO. ¿Serán declarados non gratos los nuevos magistrados por otras naciones?
Morena y Verde lanzan campañas de resarcimiento; Morena busca afiliados tras perder simpatizantes por AMLO, Verde presume iniciativas sociales cobrando favores. Hoy, el gobierno no representa ni 11% de electores, anunciando una derrota electoral en seis años.
Hoy, la obra presidencial de Andrés Manuel ha quedado desacreditada. Nada sirve y jamás servirá: Dos Bocas, Tren Maya, Felipe Ángeles y todo lo demás. Millones de pesos y billones de esperanzas nos fueron robados. Ya es, confirmado, el peor presidente de todo nuestro pasado, que aguarda vestirse con un overol de color naranja.
Sheinbaum ya no es útil a Trump; su incapacidad para ordenar el Poder Judicial, convertido en caricatura de legalidad, permite que delincuentes se liberen con facilidad, apoyados por fondos morenistas, enojando a Washington.
Desde hace semanas que Trump NO alaba a Claudia Sheinbaum y actúa, en México, a sus espaldas. Se dice que “Cuando las barbas de tu vecino veas cortar, pon las tuyas a remojar”; Sheinbaum quizá ya se dio cuenta de que Trump cortó sus afectos con Elon Musk.
La condena electoral en 2030 ya está escrita y su pago será costosísimo; claro, se necesita tener, desde la oposición, quienes merezcan la confianza popular para representar al pueblo. La oposición necesita construir una nueva narrativa esperanzadora y deshacerse de liderazgos que solo garantizan nuevos enfados ciudadanos y urnas vacías.
Este 1 de junio, Jalisco tuvo a la casilla con menos votos de todo México. Eso nos distingue y debe llenar de orgullo. Somos la semilla de la nueva democracia nacional. Jalisco, lo he sostenido aquí y en otros espacios, es una ínsula de libertades económicas en el mar nacional de Morena. Podemos ser el espacio de relocalización de los emprendimientos económicos mexicanos, amenazados por gobernantes guindas a quienes enferma el éxito empresarial.
Tenemos con qué. Démonos la oportunidad de coadyuvar a salvar a México. La división de poderes es condición sine qua non de nuestro futuro. Jalisco está llamado a ser más que grande en un México que se empequeñece en libertades y democracia constitucional.
DEPORTE/CULTURA
La edición 67 de los Premios Ariel tendrá lugar en Puerto Vallarta

Por Redacción Conciencia Pública y Guía Libre //
Puerto Vallarta será la sede de la edición 67 de los Premios Ariel, marcando un hito al celebrarse por tercer año consecutivo en Jalisco, anunció la Secretaría de Turismo del Estado durante el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG).
Esta decisión reafirma el compromiso de Jalisco la industria cinematográfica y coloca nuevamente a Jalisco como epicentro del cine nacional. La ceremonia se realizará el 20 de septiembre y reunirá a 800 invitados entre nominados, medios y personalidades del séptimo arte.
Los Premios Ariel, entregados por la Academia Mexicana de Artes y Ciencias Cinematográficas (AMACC), son el máximo reconocimiento del cine mexicano, y celebran en 25 categorías la excelencia de directores, actores, técnicos y productores. En esta edición, se otorgará el Ariel de Oro a las actrices Patricia Reyes Spíndola y Jacqueline André, así como al Sindicato de Trabajadores de la Proyección Cinematográfica. Armando Casas, presidente de la AMACC, destacó la larga relación entre Jalisco y el cine nacional.
Michelle Fridman Hirsch, titular de Secturjal, resaltó el valor simbólico de que Puerto Vallarta sea la sede, al ser un lugar históricamente vinculado al cine desde sus inicios como destino turístico. Con una inversión de más de 10 millones de pesos, se espera un impacto mediático significativo gracias a la presencia de influencers y talentos con una audiencia combinada de más de 50 millones de seguidores, lo que consolidará la posición del puerto como destino cultural y cinematográfico.
Además, se anunció la creación del Premio FILMA, que se entregará a partir de 2026, con estímulos económicos de 70 mil pesos al mejor largometraje y 30 mil al mejor cortometraje producido en Jalisco. Este nuevo galardón retoma y fortalece la visión del antiguo Premio Hecho en Jalisco, con el objetivo de seguir incentivando el talento local y reforzar la política pública de apoyo a la industria audiovisual a través de la Comisión de Filmaciones del Estado (FILMA).
En esta edición del FICG, el cine jalisciense tiene una fuerte presencia con tres cortos y ocho largometrajes en competencia apoyados por FILMA y sus estímulos, lo que refleja el crecimiento de Jalisco como un «oasis» para el cine, según Alejandro Tavares, director de la comisión.
El respaldo del gobierno estatal ha sido clave para atraer más producciones y posicionar al estado como referente en Latinoamérica. Estrella Araiza, directora del FICG, subrayó la importancia de que este apoyo sea permanente para garantizar un ecosistema cinematográfico sólido y sostenible.
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