MUNDO
Desilusión democrática
Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
Si bien la democracia sigue funcionando en la mayoría de países de occidente, no se puede soslayar que cada vez hay más razones para dudar de su eficacia para conducir a las naciones por rutas seguras.
La falta de resultados de los gobiernos surgidos de procesos democráticos insta a las nuevas generaciones de electores a desconfiar y optar por opciones nuevas.
La reciente investigación publicada por Latinobarómetro, que mide el estado de la democracia en 17 países de América Latina, arroja datos preocupantes por un crecimiento del apoyo a gobiernos ultra liberales o autoritarios, que si bien llegan al poder por procesos democráticos, destruyen la institucionalidad para imponer sus creencias. El barómetro de confianza Edelman arroja también que en 7 de cada diez países del mundo hay desconfianza en la política tradicional, en los gobiernos y en los medios de comunicación.
Por ello se explica el surgimiento de figuras inesperadas, sin muchas credenciales políticas, pero firmemente asentados en el descontento popular, en la explotación de las inconformidades. En Ecuador Daniel Noboa, un joven de 35 años, con nacionalidad norteamericana, que antes de los debates tenía preferencias de un dígito, llega a la segunda vuelta electoral con muchas posibilidades de derrotar a Luisa González de la corriente del expresidente Rafael Correa.
En Guatemala, Bernardo Arévalo, en los últimos lugares de las encuestas en marzo, se quedó con el segundo lugar en la primera vuelta de Junio y obtuvo la presidencia con el 61% de los votos en Agosto. Y en Argentina, Javier Milei, considerado un rock star de la política, montado en un discurso radical, sin que nadie lo viera venir, logró imponerse en la primera vuelta obligatoria y mandó al tercer lugar al candidato del bloque peronista y oficialista Sergio Massa, imponiéndose también sobre el partido Propuesta Republicana del ex presidente Macri.
En México, una senadora que aspiraba a competir por la gubernatura de la Ciudad de México, de repente surgió como opción para derrotar al oficialismo de Morena en la elección presidencial y compite ahora contra una representante de la más ortodoxa práctica política priista.
El común denominador de estas irrupciones es la capitalización del descontento con la clase gobernante y con los partidos políticos, la exacerbación del humor social como palanca para ascender al poder y la gente responde.
En México, medio país considera que vamos mal, y otra mitad sigue apoyando al régimen al que la ley y las instituciones le valen un carajo. Las elecciones de 2024 habrán de reflejar la polarización existente.
La tendencia en Latinoamérica no parece favorecer al oficialismo, siempre y cuando el proceso se lleve en la normalidad democrática y no se intente una elección de estado, como puede intuirse por las acciones y declaraciones presidenciales. Las encuestas, como en Ecuador, Guatemala y Argentina pueden fallar, y entre indecisos y quienes no declaran opinión revertir mediciones actuales e irrumpir con una candidata inesperada. Ambas cartas de la oposición lo son, nadie esperaba el crecimiento de Xóchitl Gálvez y nadie esperaba que Beatriz Paredes le compitiera, pero ambas, con sus virtudes y defectos pueden hacer la diferencia en un proceso dominado mediáticamente hasta hoy por el oficialismo.
Un factor importante en esta coyuntura será el comportamiento de la masa electoral de los jóvenes. Más de un tercio de la lista nominal de electores, 39 millones 444,489 son jóvenes entre 20 y 39 años. En el estudio de Latinobarómetro, este segmento muestra una severa desconfianza en la democracia como medio para obtener sus satisfactores.
La democracia les es indiferente y lo que habrá de moverlos es la capacidad de darles lo que necesitan. Es evidente que el presente régimen no ha sido un punto de inflexión para ellos pues la desconfianza se acrecentó precisamente en este periodo gubernamental y por ello, el reto de un candidato disruptivo, como lo están siendo los sudamericanos, será el vencer la indiferencia de éste segmento e involucrarlos en la decisión de su futuro.
En la creciente indiferencia e inconformidad del electorado se encuentra la raíz de la recesión democrática que estamos viviendo, que explica a la vez el surgimiento de liderazgos carismáticos que son, un salto a la esperanza más que a la certidumbre y la confianza.
México tiene años moviéndose al ritmo del péndulo sexenal y la alternancia en el poder no demostró ser garantía de resultados. Hoy, es tiempo para recuperar la confianza de la ciudadanía y restablecer la confianza en la democracia, demostrando que partidos y sociedad pueden marchar unidos consolidando un gobierno para todos, sin intereses sectarios ni dogmas ideológicos.
No importa si este viene de la mano de una candidatura carismática, o si llega tras el huipil de una mujer progresista con carrera política acreditada, si quien resulte demuestra madurez, convicción y visión de estado. Lo importante es preservar nuestra democracia y asegurar el futuro de la sociedad en todos sus estratos.
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¡Hasta siempre Toro!
MUNDO
La importancia del servicio civil de carrera
Columna invitada, por Raúl Gutiérrez Zaragoza //
El servicio civil de carrera es un pilar fundamental en la administración pública moderna. Este sistema, que se basa en la profesionalización y estabilidad de los empleados públicos, busca garantizar una gestión eficiente, transparente y orientada al bien común lo que se convierte en base angular para el funcionamiento del Estado y el bienestar de la sociedad.
André Molitor ha sido un destacado académico en el campo de la administración pública, en su obra, ha enfatizado la importancia de la formación y profesionalización de los funcionarios públicos para asegurar una administración eficiente y efectiva
En mi experiencia de más de treinta y cinco años dedicados a la administración pública, me he percatado que uno de los principales beneficios del servicio civil de carrera es la profesionalización de los empleados públicos. A través de procesos de selección rigurosos y basados en el mérito, se asegura que los funcionarios posean las competencias y conocimientos necesarios para desempeñar sus funciones de manera efectiva. Esto no solo mejora la calidad de los servicios públicos, sino que también fomenta una cultura de excelencia y responsabilidad en la administración.
De igual forma es relevante mantener la estabilidad laboral que ofrece este servicio civil, ya que permite a los empleados públicos desarrollar una carrera a largo plazo dentro de la administración. Esta continuidad es esencial para la implementación de políticas públicas sostenibles y coherentes. Las y los funcionarios con experiencia y conocimiento acumulado pueden contribuir de manera significativa a la formulación y ejecución de estrategias que requieren un enfoque a largo plazo, evitando así los cambios abruptos y la improvisación.
Por otra parte, concuerdo con Christopher Pollitt, quien es conocido por sus estudios sobre la reforma administrativa y la gestión pública, cuando argumenta “que un servicio civil de carrera bien estructurado es esencial para la implementación de políticas públicas coherentes y sostenibles”.
El servicio civil de carrera también juega un papel crucial en la promoción de la transparencia y la rendición de cuentas. Al estar sujetos a normas y procedimientos claros, los empleados públicos deben actuar con integridad y en conformidad con los principios éticos. Además, la estabilidad en el empleo reduce la influencia de intereses políticos y personales, lo que contribuye a una administración más imparcial y justa.
Es innegable que la profesionalización y estabilidad del servicio civil de carrera de la que escribo, crean un entorno propicio para la innovación y la mejora continua. Los empleados públicos, al sentirse valorados y seguros en sus puestos, están más dispuestos a proponer y adoptar nuevas ideas y tecnologías que puedan mejorar la eficiencia y efectividad de los servicios públicos. Este espíritu de innovación es vital para que la administración pública pueda adaptarse a los cambios y desafíos del entorno.
Sostiene mi afirmación anterior con lo que Oscar Oszlak, reconocido experto en administración pública en América Latina, ha escrito extensamente sobre la profesionalización del servicio civil y su impacto en la eficiencia y transparencia de la gestión pública.
De igual forma se expresa Rafael Martínez Puón, que nos da luz al referir que “la profesionalización de la función pública en Latinoamérica, cómo un servicio civil de carrera puede mejorar la calidad y continuidad de los servicios públicos”.
Otro aspecto para destacar es que el servicio civil de carrera fortalece la democracia, al asegurar que la administración pública opere de manera independiente y al servicio de todos los ciudadanos, sin favoritismos ni discriminaciones. Un cuerpo de funcionarios públicos profesional y estable es esencial para la implementación equitativa de las políticas públicas y para garantizar que los derechos y necesidades de la población sean atendidos de manera justa y eficiente.
Pareciera que hay suficiente evidencia que permite señalar que el servicio civil de carrera es una pieza clave para el buen funcionamiento de la administración pública. Su enfoque en la profesionalización, estabilidad, transparencia, innovación y fortalecimiento de la democracia contribuye de manera significativa al desarrollo y bienestar de la sociedad.
Ahora que, en México, se viven cambios de gobierno en sus tres órdenes federal, estatal y municipal, la aspiración fundamental que tenemos los ciudadanos es que los gobiernos entrantes continúen apoyando y fortaleciendo este sistema para asegurar una gestión pública eficiente y al servicio del bien común.
En los gobiernos, en sus distintos niveles, existen diversas áreas de oportunidad dentro de las administraciones para darle continuidad al aspiracional servicio civil de carrera, las Contralorías de los estados parecieran un buen ejemplo de ellas.
MUNDO
¿Demócratas o republicanos?
Opinión, por Miguel Anaya //
En tan solo 9 días más se llevará a cabo una nueva elección en los Estados Unidos, este será un proceso electoral histórico pues además de que se prevé un resultado muy parejo, (prácticamente todas las encuestas serias marcan un empate técnico), lo sucedido en el Súper Martes significará el regreso de Donald Trump a la silla presidencial o la elección de la primera presidenta de aquel país, Kamala Harris.
Los discursos de ambos candidatos se han ido adaptando a los tiempos de campaña pues si bien en un inicio hubo malas referencias hacia el público latino, hoy ante lo cerrada de la elección las dos expresiones políticas han mesurado el discurso intentando acercarse a los votantes de origen mexicano qué en algunos estados significan un alto porcentaje de los votos efectivos.
En México se suele tener la idea de que los gobiernos Demócratas son los mejores para nuestro país, sin embargo, esto no siempre es así pues a pesar de la agenda migratoria y de Derechos Humanos que presentan en papel esta no siempre se cumple de la mejor manera.
Por otro lado, los gobiernos republicanos qué suelen afianzar la economía, en muchas ocasiones resultan benéficos para México pues su cercanía con los vecinos del norte provoca que lo bueno que suceda de ese lado en materia económica se replique de este lado; esto por supuesto tiene sus excepciones.
Revisemos lo sucedido en años anteriores. Comencemos por la migración, la primera gran ola de deportación de latinos y sobre todo de mexicanos se dio en los años treinta, (justo después de la Gran Depresión de 1929), pues se acusaba a los inmigrantes de robar los de por sí escasos empleos existentes. Las deportaciones masivas comenzaron con el presidente Roosevelt y continuaron con Harry Truman, ambos de origen demócrata.
También es cierto que la construcción de ese muro que tanto exige, presume y utiliza en sus líneas discursivas Donald Trump, comenzó a construirse durante el mandato de Bill Clinton, también de origen demócrata.
Es verdad que las palabras de intolerancia de Trump ofenden, lastiman y alertan a los ciudadanos mexicanos, pero es una realidad que los gobiernos republicanos no son los que más han deportado mexicanos.
Si hablamos de economía habrá que decir que fue durante el mandato del republicano George Bush, qué se firmó el primer tratado de libre comercio con América del Norte, el mismo sufrió dos modificaciones que afectaron a nuestro país primeramente por el demócrata Clinton y años después por el mismo Trump.
El tercer tema a revisar es de vital importancia para ambas naciones y se trata de seguridad. Tanto Harris como Trump han puesto el ojo en la crisis de violencia que atraviesa nuestro país y los dos han mencionado que blindarán la frontera cerrando el paso a toda inmigración ilegal y consecuentemente a miembros del crimen organizado. La diferencia sustancial radica en la propuesta del republicano de nombrar y tratar como terroristas a miembros de cárteles mexicanos.
El espacio no alcanza para rememorar lo sucedido con anteriores gobiernos, pero es importante conocer las historias de los partidos, así como las propuestas y carreras de los candidatos, con mayor razón ahora pues el voto de origen latino tiene mayor peso en los denominados Estados Bisagra como: Arizona, Georgia y Pensilvania, donde la diferencia en las encuestas marca porcentajes del 1% o incluso menos.
Al final, como mexicanos es obvio que no podemos interferir en lo que suceda antes, durante ni después de la elección del 5 de noviembre, pero también es obvio que debemos estar atentos a cómo se acomoda el panorama pues como dice la máxima si Estados Unidos estornuda a México le da gripe. Somos culturas, economías y hasta familias entrelazadas, debemos estar atentos y preparados con conocimiento de causa y planes de acción ante cualquier escenario.
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