NACIONALES
Después del 8M
Educación, por Isabel Venegas //
Las mujeres hemos ido aprendiendo lo que significan las agendas de “las” mujeres, hemos ido entendiendo que en este movimiento habrían de caber muchos FEMINISMOS. Las feministas conservadoras, las liberales, las mujeres rurales, empresarias, políticas; consignando temas que se tienen que poner sobre la mesa; asuntos que apremia discutir, analizar y resolver; implica la conciencia de que, se deben proponer soluciones aunque probablemente no sean perfectas, pero sí las más plausibles, porque ante los dilemas debemos asumir que se haga lo que se haga, algo va a estar mal, pero que si no se hace nada mucho podría estar peor.
Ya sabemos que, cuando se habla del aborto puede ser a favor de la vida, por la despenalización, por la legalización, por la obligación del estado a ofrecer el servicio en los hospitales públicos, es decir, un mismo tema desde aspectos y espacios muy diferentes. No es fácil instalar las mesas de diálogo, así como tampoco es sencillo asumir los costos políticos tan solo de mencionar estos asuntos, razón por la cual no hemos explorado más caminos, lo que equivale a un rezago de los últimos 20 o 30 años donde el discurso solo se ha mercantilizado.
En muchas publicaciones de redes sociales veía que más de alguno, al querer bajar los ánimos a tanta efervescencia salía con la máxima de “matan más hombres que a mujeres”, retomando el hecho de que el creciente nivel de violencia que ha venido azotando a nuestro país fue una de las razones por las que el movimiento tomó tal fuerza que abrió espacios para el radicalismo y la protesta en contra del patriarcado, la opresión, y todos los mecanismos sociales que tarde o temprano, derivan en actos violentos en contra de la mujer, y que pueden abarcar todos los espacios de la vida diaria, desde la economía, la sexualidad, los espacios laborales, la academia, las empresas, etc.
Dos casos fueron clave en el momento coyuntural del movimiento en tiempos recientes: la muerte de la pequeña Fátima de tan solo 7 años, y el caso de Ingrid de 26. Sí, ambas murieron por ser mujeres, a ambas el entorno familiar las tenía sujetas de un pie; ambas representan la situación de miles de mujeres en cuyos hogares la violencia no la ves llegar de golpe, si no que convive todos los días de un modo silencioso pero letal, como los pueblos en los que el aire contaminando va dejando un cáncer en los huesos, en los pulmones o en la sangre. Enfermedades que para cuando se logran diagnosticar, queda muy poco por salvar.
Ciertamente hay muchos vínculos, transversalidades e implicaciones en los ámbitos de violencia; pero flaco favor nos hacemos cuando mezclamos, distraemos o ignoramos la situación. La verdad es que a pesar de lo complejo que puede ser el tema no hay nada mejor que abordarlo como tal: las matan porque siguen siendo un elemento carente de valor de apreciación, o porque amenazan las posiciones de poder (en el hogar, en la empresa o incluso, en el espacio institucional).
Para miles de mujeres, para cientos de miles: la violencia sigue ahí, la injusticia de un pago equitativo, la imposibilidad de realizarse plenamente: Para ellas, es esta marcha, para ellas es la conmemoración, es que se levanta la voz con la esperanza de abrir nuevas rutas de desarrollo. Es una voz que deben escuchar gobiernos, escuelas, iglesias, etc.
Sigo viendo que la mayoría de los programas sociales contemplan la capacitación para que las mujeres aprendan a hacer galletas, gelatinas, corten el pelo o pongan uñas. Talleres que son buenos, pero no suficientes para una transformación social. El reclamo por las guarderías bien organizadas y efectivas, por las casas de seguridad para mujeres víctimas de violencia intrafamiliar, los mecanismos de apoyo para la supervisión en empresas en cuanto a la disminución de la brecha salarial, los incentivos a las industrias y comercios que emplean a mujeres y que brindan la mayor cantidad de prestaciones (transporte, vigilancia, comedores, etc.) tienen que ver con la instalación de dinámicas mucho más solidarias y generosas.
Una terrible verdad es que muchas de las mujeres que mueren por ser mujeres, son víctimas de su propio género. A Fátima la secuestró una mujer por ejemplo, y eso es tanto como que el machismo sea engendrado por las mamás que tratan distinto a sus hijos y que educan a las niñas con modelos de sumisión y obediencia ciega.
Nos acercamos entonces a una clave: no se trata de encontrar culpables, se quiere detectar errores para poder buscar alternativas. No, no es tonta la que vive bajo esquemas de violencia por su pareja, no es floja la que no le dedica su vida entera al trabajo, no es egoísta la que ha decidido no tener bebés y volcar su vida al espacio profesional; es tiempo de escucharnos con paz, con respeto, para poder entender lo que sucede en realidad y a partir de ahí podamos encontrar soluciones reales. El proyecto de una nueva organización social, no puede surgir de otra manera, si no es de la comprensión, de la misericordia, y de la compasión (o con – pasión).
Mat. y M. en C. Isabel Alejandra María Venegas Salazar
E-mail: isa venegas@hotmail.com
