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MUNDO

Dilema moral: Se requiere de todos

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Conciencia con texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

México enfrenta un dilema moral que requiere de personas sabias, honradas, hábiles y…con una ética a toda prueba. Este dilema no atañe exclusivamente a los gobernantes. Incumbe a la sociedad completa, los de arriba, los de abajo, los de en medio, los conservadores, los liberales, los de ultraderecha, los de ultraizquierda, los de centro, los hombres, las mujeres, los variados géneros, para no dejar a nadie fuera.

En todo dilema moral se atisban consecuencias non gratas, una vez tomada la decisión de su resolución. Antes de definir el dilema moral de México, se pone como ejemplo el dilema moral a que se enfrentaron los países contrarios al eje Berlín-Roma-Tokio.

La guerra, esa contienda donde siempre hay una pérdida para quienes la escenifican, implica no pocas ocasiones, dilemas morales. En la Segunda Guerra Mundial fue, sin duda alguna, utilizar las bombas atómicas sobre las poblaciones de Hiroshima y Nagasaki, en territorio japonés.

El dilema moral era matar a tantas personas con una sola explosión, pero de no hacerlo, dijeron los que decidieron usar la bomba atómica, habría más daños, más muertos y quizá los aliados no habrían ganado la guerra, puesto que los alemanes estaban a punto de tener su propia bomba atómica, con lo que Hitler hubiera sido invencible.

Hay no pocas películas donde los dilemas morales se tratan. Una de estas cintas la protagonizó Denzel Washington (Situación Extrema, John Q, en inglés) quien secuestra a once rehenes dentro del hospital donde le informaron una anomalía cardiaca de su hijo que debe ser operada, pero no hay dinero para hacerla. La trama es muy significativa, porque incluso los rehenes y un jefe policiaco comprenden la acción “inmoral” de Denzel con tal de salvar la vida de su hijo, al que le iba a donar el corazón.

Bueno, de ejemplos de dilemas morales está lleno este mundo. El que nos preocupa, nos ocupa, también es el que México enfrenta y que, también, habrá de traer consecuencias non gratas una vez que se decida qué hacer.

Comenzó cuando el anterior presidente impulsó sus ideas, para iniciar la Cuarta Transformación, de nuestro país. El sexenio de López Obrador, se significó por polarizar a la sociedad; por concentrar la mayor parte del poder público en sus manos; por ignorar deliberadamente las deficiencias del Sector Salud y de la política de “abrazos y no balazos” hacia los narcotraficantes y delincuentes en general.

El dilema para los ciudadanos estriba en dejar que se disminuyan, incluso se anulen, todas las libertades, desde las individuales hasta las sociales, y que se anulen los contrapesos de las instituciones políticas.

Ese dilema moral fue heredado a la presidente Claudia Sheinbaum, como otras cosas, que podrían hacerle tomar decisiones drásticas non gratas para las mayorías, que siempre han sido las aguantadoras, las calladas y las sumisas, inclusive.

El dilema moral de los mexicanos está en dejar hacer, dejar pasar, sin denunciar o cuando menos dejar patente la inconformidad, el enojo contra los gobernantes que dicen una cosa y hacen otra, con un cinismo “Non fecit talliter” (nunca antes visto) por estas tierras donde se venera a la Virgen de Zapopan.

Ese dilema moral, pareciera, se ha cargado al lado del “menos peor de los daños”, cuya bandera justificadora fue dicha hasta el cansancio en la Mañanera. Ese dilema moral ha propiciado la muerte de no pocos ciudadanos y también de la llamada “clase política” de todo el país.

Ese dilema moral sería fácil de resolver de haber claridad a toda prueba de los gobernantes; de los grupos de poder y de quienes tienen el deber de plantear conductas, comportamientos y actitudes verticales, íntegras… en cada salón de clase o laboratorio, en cada casa, centro laboral o instancia de gobierno.

Las malas noticias son que los gobernantes no tomarán las decisiones que beneficien a las mayorías, mientras subsista la veneración a la partidocracia. La otra mala es que la mayoría de los ciudadasnos parecieran conformes, resignados y tampoco harán nada o muy poco para que ese dilema moral se resuelva con el menor daño posible para las mayorías.

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