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NACIONALES

Dos juicios

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

Hay dos temas que han ocupado la atención de la opinión pública: el juicio, formalmente establecido en una corte, en contra de Genaro García Luna, ex secretario de Seguridad Pública y el mediático y público enderezado contra la ministra Yazmín Esquivel. Ambos con un origen eminentemente político, y los dos ya con una sentencia pública, que no formal ni legal.

No es la intención sumarme al juicio sumario de los medios, ni asumir como ciertas las sentencias absolutorias del presidente en el caso de la ministra y de culpabilidad en cuanto a García Luna, así como tampoco creer a pie juntillas las versiones de la ministra respecto al plagio, o la condena pública hacia lo que puede ser el peor error de juventud, de una persona que construyó una carrera exitosa.

Lo que se tiene que analizar es el poco aprecio y valor que merece a los participantes en el enfrentamiento político, el interés nacional. El juicio que en EUA le siguen a Genaro García Luna le sirve al presidente para nutrir su discurso en contra de Felipe Calderón, y exhibe diariamente su convencimiento de que el enjuiciado es un servidor público corrupto, pero las actuaciones contra corruptos y corruptores en México escasean y en esta administración son más las palabras que los hechos.

La exhibición en el extranjero de los niveles de corrupción expuestos en el juicio nos trae más perjuicio que beneficios y eso no debería llamar al regocijo del presidente, pues nos exhibe como un país sin ley en el que todo es posible en la simbiosis de funcionarios corruptos y narcos corruptores.

García Luna ha proclamado su inocencia, se ha negado a acuerdos con la fiscalía estadounidense, convencido de que puede salir airoso y no se le puede culpar porque anteponga su interés personal acudiendo a un juicio que hubiera podido evitar con la aceptación de la culpa y una sentencia abreviada, aunque continuando con el juicio diera pie a que se exhiba al país como ícono de la narco cultura, con instituciones de procuración de justicia profundamente corrompidas.

Esa será la imagen que quede independientemente de que se le encuentre culpable o no de los hechos y actos que le imputan. El presidente López está feliz con el juicio, le sirve a su interés, pero es nefasto para la imagen de México, de su sistema de justicia, de la seguridad y confianza que debiera transmitir.

Por otra parte, a nadie le sirve que la Suprema Corte de Justicia vea empañada su función jurisdiccional por la presencia de una ministra cuestionada, que hasta este momento había tenido una carrera exitosa sin señalamientos graves sobre su desempeño profesional. Sin embargo, bastó que hiciera público su interés por asumir la presidencia del órgano supremo para que se descubriera que existían tesis iguales a la suya, presumiéndose un plagio de su parte, para que, los intereses de la presidencia trataran de imponerse, y los de los contrarios, también se manifestaran con virulencia.

Otra vez el enfrentamiento de proyectos políticos personales o de grupo confrontándose con un pretexto del que no pudieron ver los alcances y repercusión. Lo que está en juego al cuestionar la legitimidad de la permanencia de una ministra no era el futuro de ella, como tampoco lo era el controlar al poder judicial y el sentido de sus resoluciones, sino el prestigio y la honorabilidad de la Suprema Corte, la legitimidad de sus fallos, la primacía de las leyes por sobre los apetitos humanos, que es una misión fundamental en una república que dice vivir en un estado de derecho.

Si la ministra es culpable o no del plagio de una tesis ya no es relevante más que para su prestigio personal, porque el affaire desnudó a una Corte a merced de los apetitos de poder, vulnerable ante las manipulaciones políticas de las que evidentemente ha sido objeto pero que responsablemente los ministros lograron neutralizar. Pero el efecto no paró ahí, porque otra venerable institución también ha sido lastimada, la UNAM, metida de árbitro en una lid que ha puesto en duda la verticalidad de sus procesos académicos de titulación. Obligada y apremiada a resolver sobre un conflicto creado por intereses políticos ajenos al ámbito universitario, pero que ha sacudido su estructura interna en la cercanía de los procesos de renovación de la rectoría, mismos que a su vez, también serán presa de los apetitos del poder.

El país está siendo víctima de poderes a los que poco les importa que la nación tenga un proyecto como tal. Facciones, corrientes o grupos para los cuales el futuro es hoy y su visión alcanza solo hasta el sexenio que viene y el éxito radica en la dimensión del daño causado al contrario.

Las leyes y las instituciones son las que nos dan sentido como sociedad democrática y no debemos permitir que se conviertan en rehenes de las pugnas por el poder. Hoy dos juicios, instigados, promovidos y divulgados en razón de sus muy personales causas y de las mal escondidas ambiciones de quienes los hicieron posibles, han causado más daño del que pudieron imaginar y costará mucho repararlo.

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1 Comment

1 Comments

  1. Héctor Manuel Barragán

    30 de enero de 2023 at 17:37

    Brillante exposición Lic. Robles Naya, con la cual concuerdo totalmente. Felicidades!

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ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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