MUNDO
El allanamiento de la embajada de México en Ecuador: Las reacciones, solidaridad con México y repudio a gobierno de Ecuador

Actualidad, por Alberto Gómez R. //
Los golpes de Estado han sido eventos recurrentes en la historia política de América Latina desde la década de los 50s hasta la actualidad. Estos eventos han tenido profundas repercusiones en la estabilidad política, la gobernabilidad y el desarrollo de la región.
Casi la totalidad de las naciones latinoamericanas han vivido derrocamientos de gobiernos democrática y legítimamente electos, y padecido cruentas dictaduras militares auspiciadas desde el exterior, específicamente desde las sombras del poder en Washington.
Durante los peores años de las guerras internas que se suscitaron en todos estos países, nunca se violaron los tratados internacionales contenidos en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, por lo que el allanamiento a la embajada de México en Quito, Ecuador, ocurrida el viernes 5 de abril, es un evento sin precedentes y una flagrante violación al derecho internacional, y a la soberanía mexicana.
No existe antecedente alguno de que un país haya asaltado una misión diplomática con la fuerza pública, como lo ocurrido en Quito, cuando la policía nacional ingresó por la fuerza a la embajada mexicana para detener al ex vicepresidente Jorge Glas, a quien el gobierno de México había concedido asilo político.
Al amparo de la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas, suele ocurrir que disidentes políticos o ciudadanos perseguidos acudan a embajadas de sus países para acogerse a la protección del Estado representado. En su artículo 22, el pacto vigente desde abril de 1964 y obligatorio para todos los países firmantes, como Ecuador, señala que las sedes de la misión diplomática son inviolables. Los agentes del Estado receptor no podrán penetrar en ellos sin consentimiento del jefe de la misión.
En los pasados 65 años, las sedes diplomáticas mexicanas han protagonizado destacados momentos de estos procesos de asilo, que la legislación internacional entiende como herramienta de protección a perseguidos políticos. Entre los ejemplos más recordados destacan los años 70, cuando las dictaduras militares arrasaron los países del Cono Sur.
En 1973, cuando Augusto Pinochet consumó el golpe de Estado contra el presidente Salvador Allende, la sede mexicana llegó a acoger a cerca de 800 personas, en algunos casos familias enteras, que eran blanco de la persecución pinochetista. Otras sedes diplomáticas, como las de Argentina, Suecia y Francia, también abrieron sus puertas a quienes huían, pero ningún otro país desplegó esa protección de manera tan contundente como México, bajo la gestión del embajador Gonzalo Martínez Corbalá.
En este sexenio, otras misiones mexicanas han sido acosadas por policías. En La Paz, en 2019, a raíz del golpe de Estado de Jeanine Áñez contra Evo Morales, varios funcionarios de su gobierno y sus familiares pidieron asilo en la embajada mexicana. Fueron rodeados y acosados desde el exterior, pero no hubo agresión directa. México les concedió asilo y obtuvieron los salvoconductos necesarios.
Un caso similar ocurrió en Lima a raíz del golpe contra el ex presidente Pedro Castillo. En diciembre de 2022, el mandatario en vías de ser depuesto se dirigía a la embajada mexicana junto con su esposa, su hija menor y el ex primer ministro Aníbal Torre. En el camino, la comitiva fue detenida y Castillo fue arrestado por sus propios escoltas. Su familia logró llegar a la misión mexicana y recibió protección en este país.
A pesar de la ferocidad del acoso pinochetista a la embajada mexicana, todos los asilados obtuvieron salvoconductos para viajar a territorio nacional. Entre los primeros estuvo la esposa del presidente Allende, Hortensia Busi.
Tres años después, durante el golpe en Argentina, México nuevamente abrió sus puertas y 68 personas lograron salvar la vida. Buenos Aires también otorgó los salvoconductos, aunque al ex presidente Héctor Cámpora le demoraron tres años y medio el trámite.
En menor escala vivieron lo mismo las embajadas mexicanas en Bolivia, Uruguay y Paraguay.
En los 80, con las revoluciones centroamericanas, el foco de las tareas diplomáticas de protección se trasladó principalmente a Managua y El Salvador. Durante la insurrección sandinista, decenas de familias nicaragüenses buscaron la protección de la sede mexicana, que estaba bajo responsabilidad del diplomático Gustavo Iruegas. (jornada.com.mx)
El ordenamiento jurídico internacional, con sus principios y normas, constituye la columna vertebral que regula las relaciones entre los Estados soberanos. En este contexto, la soberanía nacional emerge como un principio fundamental que, si bien otorga a cada Estado autonomía sobre su territorio y población, no opera en un vacío legal. Los tratados internacionales, particularmente los regidos por la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas de 1961 y la Convención de Viena sobre Relaciones Consulares de 1963, ejemplifican la interacción entre la soberanía estatal y el derecho internacional.
La soberanía de las naciones es un concepto arraigado en la historia y la política internacionales. Representa la capacidad exclusiva de un Estado para ejercer autoridad y tomar decisiones dentro de su territorio, sin interferencia externa. Sin embargo, en un mundo cada vez más interconectado, esta noción tradicional de soberanía ha evolucionado para incluir compromisos y obligaciones hacia la comunidad internacional.
Los tratados internacionales, como aquellos establecidos bajo la Convención de Viena, son instrumentos legales que reflejan esta dinámica. Al ratificar un tratado, un Estado acepta vincularse a las disposiciones establecidas en él, renunciando en cierta medida a su absoluta autonomía en favor del cumplimiento de los compromisos adquiridos. Por ejemplo, la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas establece normas y prácticas estándar para las relaciones entre Estados, protegiendo la inviolabilidad de las misiones diplomáticas y estableciendo protocolos para la conducta diplomática.
La importancia de estos tratados radica en su capacidad para promover la cooperación internacional y la estabilidad. Al proporcionar un marco legal predecible y compartido, facilitan la comunicación, la negociación y la resolución pacífica de conflictos entre Estados. Además, los tratados fomentan la confianza mutua al garantizar que las obligaciones contraídas por un Estado sean reconocidas y respetadas por otros miembros de la comunidad internacional.
Sin embargo, es importante tener en cuenta que la soberanía estatal no es absoluta y puede estar sujeta a limitaciones derivadas de las normas y obligaciones del derecho internacional. Aunque los Estados mantienen el derecho de decidir su curso de acción interna, deben hacerlo dentro del marco de respeto a los derechos humanos, las leyes internacionales y los tratados ratificados. De esta manera, la soberanía y el derecho internacional no son conceptos opuestos, sino complementarios, que se entrelazan para promover un sistema internacional basado en el respeto mutuo y la cooperación.
La violación de los tratados internacionales contenidos en la Convención de Viena, especialmente en lo que respecta a la diplomacia y la soberanía de las embajadas y consulados, puede tener graves repercusiones tanto a nivel diplomático como legal:
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Deterioro de las relaciones diplomáticas: La violación de los tratados diplomáticos puede resultar en un deterioro significativo de las relaciones diplomáticas entre los Estados implicados. Esto puede llevar a la retirada de embajadores, la suspensión de relaciones diplomáticas e incluso la ruptura de relaciones bilaterales.
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Daño a la reputación internacional: La violación de los tratados internacionales puede dañar la reputación internacional del Estado infractor y socavar su credibilidad en la arena internacional. Esto puede tener consecuencias negativas en términos de confianza y cooperación con otros países en el futuro.
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Sanciones diplomáticas y políticas: Otros Estados afectados por la violación de los tratados pueden imponer sanciones diplomáticas y políticas en respuesta al incumplimiento. Estas sanciones pueden incluir la reducción de la cooperación bilateral, la imposición de restricciones comerciales o la adopción de medidas punitivas en foros internacionales.
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Reclamaciones legales y arbitraje internacional: La violación de los tratados diplomáticos puede dar lugar a reclamaciones legales y arbitraje internacional por parte de los Estados afectados. Esto puede resultar en procedimientos legales y sanciones adicionales, así como en la obligación de compensar a los afectados por los daños sufridos como resultado de la violación.
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Aislamiento diplomático: La violación reiterada de los tratados internacionales puede conducir al aislamiento diplomático del Estado infractor, ya que otros países pueden optar por distanciarse o evitar la cooperación con él debido a preocupaciones sobre su fiabilidad y compromiso con el derecho internacional.
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Riesgo para la seguridad de las misiones diplomáticas y consulares: La violación de los tratados diplomáticos puede poner en peligro la seguridad de las misiones diplomáticas y consulares en el país infractor. Esto puede incluir la violación de la inviolabilidad de las embajadas y consulados, poniendo en riesgo la seguridad del personal diplomático y consular, así como de los ciudadanos extranjeros que se encuentran en esas instalaciones.
La violación de los tratados internacionales contenidos en la Convención de Viena sobre Relaciones Diplomáticas y Relaciones Consulares puede tener repercusiones graves y generalizadas en términos de relaciones diplomáticas, reputación internacional, sanciones diplomáticas y políticas, reclamaciones legales, aislamiento diplomático y seguridad de las misiones diplomáticas y consulares. Por lo tanto, es fundamental para los Estados cumplir con sus obligaciones bajo el derecho internacional y respetar los principios y normas establecidos en estos tratados para mantener la estabilidad y la cooperación en la comunidad internacional.
En solidaridad con México, casi de manera unánime las naciones latinoamericanas han condenado el asalto a la embajada mexicana en Ecuador; Argentina, Bolivia, Brasil, Colombia, Chile, Cuba, Costa Rica, Panamá, República Dominicana, Guatemala, Honduras, Nicaragua, Perú, Paraguay, Uruguay, Venezuela, incluso Estados Unidos se ha unido a estos pronunciamientos oficiales en contra del actuar del gobierno del presidente ecuatoriano Daniel Noboa.
España dice que el allanamiento de la Embajada de México en Ecuador, “supone una violación a la Convención de Viena”.
El jefe de la política exterior de la Unión Europea, Josep Borrell, condenó este domingo «la violación de las instalaciones de la Embajada de México en Quito».
«Hago un llamado a respetar el derecho internacional diplomático», agregó Borrell.
El secretario general de Naciones Unidas, António Guterres, se mostró «alarmado» por la entrada de las fuerzas de seguridad ecuatorianas en la embajada de México en Quito, según informó este sábado en un comunicado.
Stéphane Dujarric, portavoz del Secretario General, dijo que Guterres reafirmó «el principio cardinal de la inviolabilidad de los locales y el personal diplomático y consular».
«Las violaciones de este principio ponen en peligro la prosecución de unas relaciones internacionales normales, que son fundamentales para el avance de la cooperación entre los Estados», añadió Dujarric. (cnnespanol.cnn.com)
Daniel Noboa, actual presidente de Ecuador, nacido y educado en los Estados Unidos, hijo del hombre más rico de Ecuador, Álvaro Noboa -quien contendió por la presidencia del país en cinco ocasiones- ganó insospechadamente las elecciones presidenciales en 2023, haciéndose valer de un gran despliegue de comunicación digital a través de redes sociales, y el aplomo durante el único debate presidencial, donde fue el único que participó con chaleco antibala cinco días después del asesinato del candidato Fernando Villavicencio, que iba segundo en las encuestas.
Desde su llegada a la presidencia ha sido objeto de críticas por su actuar con visión de negocios y no como político estadista. El evidente apoyo que ha recibido desde el exterior -proveniente de la derecha y el establishment estadounidense- lo ha envalentonado para intentar imponer un régimen que raya peligrosamente en el fascismo, persiguiendo a sus adversarios y detractores políticos, como lo sucedido con el exvicepresidente Glas, en la embajada mexicana en Quito.
Las reacciones y posibles sanciones contra el país andino no se harán esperar, ya que de no hacerse sentarían un funesto precedente para el derecho internacional.
Por lo pronto, el presidente de México ordenó la inmediata suspensión de relaciones diplomáticas con Ecuador.
“Se trata de una violación flagrante al derecho internacional y a la soberanía de México, por lo cual le he instruido a nuestra canciller que emita un comunicado sobre este hecho autoritario, proceda de manera legal y de inmediato declare la suspensión de relaciones diplomáticas con el gobierno de Ecuador”, publicó.
Este domingo 7 de abril se evacuó a todo el personal diplomático mexicano de Quito tras el cierre de la embajada.
El grupo de 18 personas, integrado por los funcionarios y sus familias, se trasladó al aeropuerto acompañado por los embajadores de Alemania, Panamá, Cuba y Honduras, quienes vigilaron se respetara su integridad, de acuerdo con el gobierno mexicano.
“Nuestro personal diplomático deja todo en Ecuador y regresa a casa con la frente y el nombre de México en alto tras asalto a nuestra embajada», informó en la red social X la canciller Alicia Bárcena.
El derecho internacional, la soberanía de las naciones y los tratados contenidos en la Convención de Viena son elementos fundamentales en la arquitectura legal que regula las relaciones entre los Estados.
México es un país que está a favor de la resolución pacífica de conflictos internacionales, y que históricamente ha dado refugio y asilo a personas de todo el mundo que huyen de la barbarie. Desafortunadamente, en esta ocasión le ha tocado ser víctima de la prepotencia y arrogancia de un gobierno despótico, de ultraderecha, y con todos los tintes de intentos por renacer el neofascismo en América Latina, algo que se pensó había sido ya superado y que supone una nueva amenaza y riesgos para la estabilidad regional.
JALISCO
Andrés Manuel López Beltrán: No quiere que lo llamen ‘Andy’
CIERTO O FALSO
“No salgo a medios y no respondo porque creo que los medios están muy quemados (…) Yo me llamo Andrés Manuel López Beltrán y mi mayor orgullo es llamarme como el mejor presidente que ha tenido este país (…) El llamarme ‘Andy’ es demeritar eso, quitarme ese legado, quitarme ese nombre”.
ANDRÉS MANUEL LÓPEZ BELTRÁN / SECRETARIO DE ORGANIZACIÓN DE MORENA
“Andy, Andy, Andy. No te creas importante. Eres un junior sin calle, sin historia, sin respeto. Nadie te sigue por lo que eres, solo por el apellido que usas como escudo y herencia”
ALEJANDRO “ALITO” MORENO / PRESIDENTE NACIONAL DEL PRI
FUEGO CRUZADO
“Estoy muy decepcionado con Elon. Lo he ayudado mucho. Conocía los entresijos del proyecto de ley mejor que nadie. No le importó. De repente, se encontró con un problema, y solo lo agravó cuando se enteró de que íbamos a recortar el mandato de vehículos eléctricos”.
DONALD TRUMP / PRESIDENTE DE EEUU
“¡Falso! Este proyecto de ley nunca me fue mostrado ni una sola vez y fue aprobado en plena noche tan rápido que casi nadie en el Congreso pudo siquiera leerlo”.
ELON MUSK / EX JEFE DEL DEPARTAMENTO DE EFICIENCIA GUBERNAMENTAL DE EEUU
VOZ ALTA
Le tienen envida
Salvador Caro Cabrera destaca como un excepcional operador político, guiando con éxito a numerosos candidatos—jueces y magistrados—hacia el Poder Judicial Federal, logrando resultados altamente favorables. A través de estrategias bien elaboradas, promovió estos perfiles entre grupos, organizaciones y diversas regiones, enfrentando críticas pero demostrando su eficacia, como quedó claro en los Distritos 9 y 11 donde la participación llegó a más del 9%. Su actuación, respaldada plenamente por la ley sin impedimento alguno, ha generado envidia, reflejando su habilidad y legitimidad en el proceso.
SALVADOR CARO CABRERA. Demostró su eficacia como operador político.
HUELLA HISTÓRICA
¿Raúl Padilla o Enrique Alfaro dejarán mayor huella histórica? Tras su fallecimiento, el líder moral de los Leones Negros, Padilla, sigue cosechando victorias póstumas, con su legado trascendiendo en el Festival Internacional de Cine en Guadalajara (FICG), que celebró su edición 40 con una gala en el Auditorio Telmex. Homenajes al cine mexicano destacaron, con Karla Planter, rectora de la UdeG, en rol protagónico, y Portugal como invitado. Mientras el impacto de Padilla perdura, el de Alfaro aún se desarrolla, planteando un contraste entre legado consolidado y potencial emergente.
RAÚL PADILLA LÓPEZ. Su figura trasciende su tiempo.
DIÁLOGOS ABIERTOS
Verónica Delgadillo, alcaldesa de Guadalajara, aborda con crudeza y sinceridad los retos de la ciudad en diálogos con líderes de opinión. “No hay varita mágica, el presupuesto es limitado y las demandas son enormes”, confesó, comparando su lucha con la metáfora de la Bartola de Chava Flores. Con franqueza, promete un gobierno cercano: “Guadalajara te cuidará, pero todos debemos jalar parejo”. Su enfoque en seguridad, basura y servicios públicos refleja compromiso, enfrentando presiones con transparencia y apelando a la corresponsabilidad ciudadana.
VERÓNICA DELGADILLO. Diálogos abiertos con líderes de opinión pública.
MUNDO
Discurso de individualismo extremo: La derecha que no salva, un riesgo disfrazado de esperanza

A título personal, por Armando Morquecho Camacho //
A la derecha le gusta imaginarse como el lugar del orden, de la razón y del mérito. Su narrativa gira en torno a ideas como “eficiencia”, “disciplina”, “libertad individual” y “trabajo duro”. Durante décadas, fue una forma efectiva de contrastarse con los excesos o fracasos de ciertas izquierdas: burocracias gigantes, discursos revanchistas, populismos disfuncionales.
Pero esa imagen está dejando de sostenerse. La nueva derecha —la que hoy marca tendencia en redes, encabeza algunos gobiernos y monopoliza micrófonos— ya no representa ninguna de esas virtudes. Lo que ofrece no es ni orden ni racionalidad: es puro espectáculo.
Ahí están Donald Trump, Javier Milei y Santiago Abascal como muestra. Tres líderes que han hecho del grito una política, del insulto un argumento y del caos una bandera. Ninguno de ellos ha demostrado ser particularmente eficiente, pero todos han sabido capitalizar una narrativa emocional basada en el resentimiento. Dicen luchar contra “el sistema”, pero lo hacen desde la cima.
Se presentan como outsiders, aunque lleven años en la política. Proclaman amor por el mercado, pero están más cómodos en la cultura del meme que en los fríos informes financieros.
Ya no les interesa defender un modelo económico coherente, ni sostener el legado intelectual de la derecha liberal o conservadora clásica. Su apuesta es otra: dominar el flujo de la conversación pública. Ser tendencia. Explotar la ansiedad de las masas que se sienten traicionadas por las élites ilustradas, por los expertos, por las instituciones. No importa si lo que dicen es contradictorio, vacío o incendiario: lo importante es provocar, atraer, dividir.
Este fenómeno tiene su correlato empresarial. En América Latina, por ejemplo, el caso de Ricardo Salinas Pliego es ilustrativo. El magnate no solo es dueño de empresas y medios: se ha posicionado como una figura política, aunque sin partido ni candidatura. Lo hace desde sus redes sociales, donde predica una mezcla de darwinismo social, desdén por los pobres, burla al Estado y culto a su propio éxito. Su mensaje no es técnico ni ideológico: es emocional. Una especie de “si yo pude, tú también, y si no puedes, es tu culpa”.
Se presenta como víctima del gobierno, del sistema judicial, del fisco, de la prensa. Lo paradójico es que lo hace desde una posición de privilegio absoluto. Pero funciona. Porque hoy ser rico no te quita autoridad moral: te la da.
Lo que representa Salinas Pliego es la figura del empresario redentor. Ya no se trata sólo de emprender o generar empleos. Se trata de suplantar al político. De sugerir, directa o indirectamente, que sólo quienes han tenido éxito en los negocios deberían tener poder de decisión. Como si administrar una cadena de tiendas fuera lo mismo que diseñar políticas públicas complejas, garantizar derechos o defender libertades.
La nueva derecha abraza con entusiasmo esta figura. En lugar de cuadros técnicos, promueve personajes estridentes. En lugar de programas serios, vende frases virales. En lugar de instituciones sólidas, propone personalismos autoritarios. El resultado es un nuevo tipo de populismo: no uno basado en el pueblo contra las élites, sino en el individuo omnipotente contra todo lo que le incomoda: el Estado, los impuestos, los medios, la ciencia, el disenso.
Esto es peligroso por muchas razones. Primero, porque convierte la política en un campo de guerra cultural permanente, donde todo se juega en el terreno de la identidad y el agravio, no de las soluciones. Segundo, porque desmantela los equilibrios democráticos bajo la excusa de “quitar trabas” al genio del líder. Y tercero, porque socava la idea misma de lo público: el Estado ya no es visto como una herramienta de justicia o bienestar, sino como un obstáculo para los exitosos.
La derecha que alguna vez promovió instituciones, reglas, competencia ordenada y responsabilidad fiscal, ha cedido el paso a una versión desfigurada de sí misma: histriónica, rabiosa, individualista hasta el delirio. Y con ello ha perdido una oportunidad valiosa de ofrecer respuestas a las crisis reales del presente: desigualdad, cambio climático, desinformación, polarización social.
Lo más inquietante es que esa derecha ni siquiera cree en la derecha. No cree en la tradición, ni en los contrapesos, ni en la democracia representativa. No cree en el pensamiento liberal clásico ni en los valores conservadores. Lo que quiere es mandar, imponer, sobresalir. Su único principio es el triunfo inmediato. Su única ideología es el narcisismo.
No se trata de negar que muchas izquierdas también han fallado, ni de defender modelos ineficientes o autoritarios. Reconocer esos errores es fundamental para avanzar y evitar repetirlos. Sin embargo, es necesario advertir que esta derecha contemporánea no es en absoluto el remedio frente a esos fallos.
Más bien, puede ser vista como una versión invertida, que comparte con ellos la misma concentración de poder en figuras carismáticas, la misma tendencia a polarizar y simplificar debates complejos, y la misma dificultad para aceptar matices o posiciones críticas.
La derecha actual, con su discurso enfocado en el individualismo extremo, el rechazo a la diversidad de ideas y la tendencia a imponer su visión como la única válida, representa un riesgo igual de serio para la democracia y la convivencia social. Así, lejos de ser una alternativa equilibrada o una corrección necesaria, esta derecha puede resultar igual de problemática y dañina en el largo plazo.
Lo sensato —y quizás lo verdaderamente subversivo hoy— es pedir madurez política. Pedir ideas complejas. Pedir responsabilidad institucional. Pedir liderazgos que no se alimenten del conflicto constante. En tiempos de histeria, el pensamiento es revolucionario.
MUNDO
El dominio del dólar

Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
Gracias a Donald Trump y su política económica, la incertidumbre permea en las economías occidentales y genera desconfianza en la potencia de la economía estadounidense para hacer que el dólar siga siendo la moneda internacional de referencia. La inquietud existe, es real, principalmente por la fragilidad actual de las finanzas estadounidenses.
Las finanzas públicas de los Estados Unidos lucen mal, con un déficit de 7.26% en 2024 y una deuda pública de 34.5 billones de dólares, equivalente al 120.7% del PIB. Lo anterior y la falta de acciones fiscales que reduzcan el déficit han llevado a las calificadoras internacionales, Moodys la última, a rebajar la calificación de la deuda estadounidense que por primera vez cae de la calificación AAA y la mayoría la mantiene en ese nivel con perspectiva negativa, recomendando cautela.
No será la primera vez que los EUA caigan en situación económica comprometida, pero sí es la primera vez que el encargado de resolverlo no tiene las mejores calificaciones y sus políticas parecen tener las prioridades invertidas.
Algunos teóricos argumentan, con razón, que la estabilidad de una economía abierta depende de la existencia de una potencia capaz de garantizar mercados abiertos para el comercio, una economía sólida de respaldo para economías en crisis y una moneda estable, y esas condiciones parece estarlas perdiendo el país emisor del dólar. Por el momento no inspira confianza ni a sus aliados y su economía no es tan sólida.
Sin embargo, a pesar de esas condiciones adversas, no existe por el momento otra moneda capaz de sustituir al dólar como moneda de referencia. La fortaleza creciente de China no le da al Yuan esa posibilidad, porque en ese país sus mercados de capitales carecen de liquidez propia y el control estatal es rígido, sin que dejemos de notar el hecho de que en la competencia por mercados y en inversión ha incrementado su presencia en países emergentes, como duro rival comercial.
Por otra parte, el euro, producto del consenso de la Unión Europea, tampoco ofrece garantías sólidas como moneda de respaldo, pues el conjunto de Estados que conforman la Eurozona no siempre camina en la misma dirección.
Las alternativas no son atractivas por ahora y es mucho más aventurado pensar que las criptomonedas pudieran ser alternativa. Es un hecho que, en el momento, la debilidad del dólar ha propiciado que las operaciones financieras busquen monedas más fuertes como protección temporal en tanto cesa la incertidumbre arancelaria y se estabiliza el dólar. Pero esto es coyuntural en espera de mayor estabilidad de mercados.
Quedan tres años de zozobra e incertidumbre en los que la esperanza es que las fuerzas reales de la economía obliguen al impredecible presidente estadounidense a reconsiderar sus decisiones. La responsabilidad global que contrajo al liderar al país más poderoso del mundo lo deben obligar a considerar otras premisas, distintas a lo que parece ser su guía, que es su manual de negociación comercial.
Se advierte su preocupación por mejorar el ingreso y compensar el déficit, sin embargo, la política arancelaria que busca ser recaudatoria ha tenido graves efectos en la estabilidad de su moneda. La otra prioridad es el nivel de la deuda, y ese no podrá ser reducido sin afectar al gasto gubernamental. Adicionalmente, en ese contexto, surge la iniciativa de ley fiscal actualmente discutiéndose en el Congreso, la cual reduce el gasto social, pero también reduce impuestos, lo cual no suena muy congruente si lo que se busca es reducir el déficit. Sus efectos han sido ampliamente criticados por economistas de renombre.
No es halagüeño el panorama económico de los EUA y eso ha venido a sacudir la economía mundial, pero eso no será por el momento la causa de que el dólar deje de ser la moneda de referencia.
En México, algunos celebran que la paridad peso-dólar mejore, pero es un espejismo que no debiera engañarnos. El dólar está débil; no es que el peso esté fuerte y nuestro déficit, al igual que lo elevado de la deuda, tienen en riesgo la calificación crediticia del país.
Añadiendo la reforma judicial y la falta de normatividad para las nuevas instituciones que sustituirán a los desaparecidos reguladores, no hay buenas señales. Nuestra economía es un espejo de la estadounidense y dada la incertidumbre que nos acompañará en los próximos tres años, es más recomendable generar alternativas más potentes, realistas y creativas que el Plan México, que nos permitan no caer víctimas de la turbulencia vecina.
Por lo demás, el mundo seguirá negociando, teniendo, por ahora, al dólar como moneda de referencia, pues aun en la situación de vulnerabilidad de la economía estadounidense no hay moneda que lo remplace y la comunidad internacional puede, como lo ha hecho hasta hoy, navegar en la incertidumbre, pagando el costo con un magro crecimiento.
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