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NACIONALES

El fin de la emergencia del Covid-19

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Opinión, por Iván Arrazola //

Para los que ya no están con nosotros y los que lograron sobrevivir al Covid-19.

Una etapa que marcará el inicio del siglo XXI es la pandemia generada por el Covid-19, una enfermedad que causó estragos en todo el orbe, nadie pudo prever los efectos de la letal pandemia, ni los gobiernos ni la población en general tuvieron oportunidad de reaccionar de forma oportuna ante los retos que generó el nuevo virus.

En México las cifras oficiales reportan más de 300 mil muertes, mientras que la OMS habla del doble de personas fallecidas en el país. Es difícil tener estimaciones precisas sobre los contagios y las muertes por lo fragmentado del sistema de salud en México, no toda la población tuvo la oportunidad de hacerse una prueba en un hospital público ni tuvo la oportunidad de ser hospitalizado.

Desde un inicio el gobierno de México vendió el discurso de que la pandemia estaba bajo control, tal fue el optimismo que el presidente López Obrador minimizó la emergencia, dijo “no pasa nada”, “hay que abrazarse”, también se recodarán frases tan lamentables como las del zar anticovid, Hugo López-Gatell, que decía que el uso del cubre bocas no es útil contra el coronavirus, tal fue la soberbia del presidente y de su equipo de salud que en las conferencias mañaneras se negaron a usar cubre bocas. Sin duda el uso de cubre bocas habría sido señal de prudencia y de solidaridad con las miles de personas que murieron o se contagiaron de esta enfermedad.

Por otro lado, la pandemia desnudó las carencias del sistema de salud mexicano, si bien los sistemas se vieron rebasados en todo el mundo, las condiciones de México fueron particularmente alarmantes, la falta de camas, la falta de equipos, la falta de personal.

Algunos datos muestran la insuficiencia de recursos, mientras en México el promedio de médicos por cada mil habitantes es de 0.55, para los países de la OCDE es de 6.6 médicos por cada mil habitantes, en el caso de las enfermeras para México el número es de 1.1 enfermeras por cada mil habitantes, en el caso de los países de la OCDE es de 7.7 enfermeras por cada mil habitantes, el número de camas en México por cada mil habitantes de 0.9 camas, mientras que para los países de la OCDE es de 4.7 camas por cada mil habitantes.

En esas condiciones era muy difícil que el sistema de salud pudiera atender la alta demanda que se generó en esos momentos, y que tuvo otras afectaciones, los servicios de salud de rutina fueron reorganizados o interrumpidos y muchos dejaron de brindar atención a las personas en tratamiento contra enfermedades como el cáncer, enfermedades cardiovasculares y diabetes. Asimismo, muchos trabajadores de la salud tuvieron que ser reasignados para atender el COVID-19 y para rematar está el tema de desabasto de medicinas que comenzó mucho antes que la propia pandemia.

Sobre cómo vivió la población la emergencia del COVID-19 es un tema que sin duda se debe de estudiar a fondo, hay datos sobre cómo aumentó la violencia al interior de los hogares producto de la contingencia y del confinamiento. Pero al mismo tiempo fue una enfermedad que se vivió en la soledad, debido al tema de la distancia, familiares a los que nunca volvimos a ver con vida una vez que ingresaron al hospital, o la falta de oxígeno provocado por la alta demanda del producto, la falta de atención hospitalaria debido a la saturación del sistema, lo que provocó que cada familia o persona enferma tuviera que enfrentar la problemática con los recursos a su alcance.

Hoy tres años después del inicio de la pandemia el sistema de salud mexicano se encuentra en un estado de precariedad absoluta, como si el tiempo se hubiera detenido para que después de la pandemia nuevamente mostrara de manera cruda que el sistema de salud mexicano no puede cumplir con las condiciones mínimas de atención a la población y de trato digno, la falta de medicamentos, la falta de atención médica, la falta de un sistema de salud para quien no cuenta con los servicios del IMSS o del ISSTE, la tramitología, el exceso de burocracia, muestran lo poco que hemos avanzado a un sistema de salud más eficiente.

La promesa del presidente de tener un sistema de salud como el de Dinamarca quedará como parte del anecdotario de palabras huecas que ha pronunciado en las mañaneras, la superficialidad con la que esta administración ha gestionado el sistema de salud ha ocasionado que hasta el día de hoy no se tenga certeza sobre cuál será el futuro de la política de salud ni para afiliados ni para los que no lo están.

Los dos grandes pendientes de esta administración y que también las pasadas comparten responsabilidad, son las mejoras a los sistemas de justicia y de salud en el país, que entran en una fase de deterioro acelerado sin que los responsables expliquen cómo es que pretenden mejorarlos, sobre todo después de una pandemia que dejó un sentimiento de desolación y de secuelas para los contagiados sin que el gobierno asuma su responsabilidad sobre cómo afrontará la realidad poscovid-19.

 

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ENTREVISTAS

Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

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Por Francisco Junco //

“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.

Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.

Un camino desde abajo

Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.

“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.

Retos de una elección sin precedentes

En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.

Dilemas judiciales

Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.

“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.

Una justicia humana y equitativa

Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.

Propuestas claras

¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:

“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.

Deuda histórica con las víctimas

Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.

El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.

En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.

En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.

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CARTÓN POLÍTICO

Herida abierta

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NACIONALES

Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

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Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.

Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.

Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.

Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.

Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.

La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.

El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.

Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.

Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.

Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.

Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.

Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.

Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.

Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.

A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.

 

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