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Estrategia de control absoluto: Entre la espada y la pared

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Conciencia con texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //

Aldo Huxley y George Orwell, ingleses ambos, manifestaron en sus novelas del siglo XX un futuro no muy promisorio para la humanidad. La tendencia de los Gobiernos (Estado) a robustecerse para constituir una dominación absoluta y despiadada, de un Estado omnipotente y tiránico, por encima del detrimento de la sociedad.

Esto sería, ambos coinciden, a través de la profundización oligárquica del capitalismo o la entronización de instituciones dictatoriales de los regímenes comunistas. Es decir, el absolutismo de ambos extremos parecería imparable.

1984, de Orwell y Un Mundo Feliz, de Huxley denuncian (son obras “anti utópicas”) lo que en nuestros días pareciera una sentencia irrebatible: La lucha descarnada por el poder, esgrimiendo banderas, slogans y supuestas ideologías pro-beneficio de los pueblos, entre los contendientes entre los que se encuentran: socialistas, capitalistas, comunistas, democratasocialistas, demócratas a secas y los que surjan.

Viene a cuento, o a novela, porque nuestro país ha sido sacudido con las predicciones sobre los afanes o apetitos absolutistas de quienes ascienden al poder. Al término de la Revolución con los partidos y el sistema político elaborado por Plutarco Elías Calles y en este siglo -reviviendo lo peor del mencionado método político-, encarnado por el PRI, por el partido PRIeta.

Cuando se creía superado ese tutelaje férreo, deshumanizado, cruel, dictatorial, despótico, tirano y autoritario que ejercieron los regímenes creados por el PRI y sus antecesores callistas, llega esta ola de priistas trasnochados, y de otros partidos también, con sus recuerdos en este porvenir que se ha tornado incierto, de terror sin paz social y con problemas agudizados que parecen estallarán de seguir maniatando a la sociedad y sus organismos democráticos.

Hoy día en México, tenemos un peligroso caos de fin de sexenio, con Sinaloa incendiándose, Chiapas desterrando poblaciones enteras, cientos de miles de desapariciones forzadas, el territorio nacional convertido en una fosa común, la inflación (de la mala) a todo galope y los conflictos postelectorales que desestabilizan aún más el ambiente de por sí turbio generado por los cambios en la Constitución sobre el Poder Judicial.

Lo que más asombra es la impasibilidad del titular del Poder Ejecutivo que minimiza al máximo el incendio que amenaza con quemar a todo el país. Los habitantes de Culiacán, por ejemplo, claman por una intervención que destierre a los cárteles en guerra y que han paralizado totalmente a la ciudad y municipios colindantes.

Ni el gobernador ni el presidente de la república se han mostrado aptos para brindar lo que en principio es el deber más importante de los gobernantes, de todos los niveles: seguridad pública; protección, tranquilidad que derive en libre tránsito para las ocupaciones más elementales.

La parálisis en Culiacán, por ejemplo, ya generó suspensiones laborales, educativas, de comercio y de transporte. No, no se está exagerando ni los medios de información traen campañas antigubernamentales. Es la verdad de una realidad terrorífica que atenta contra la sociedad sinaloense, en particular en ese campo de guerra en que han convertido a Culiacán los sucesores de los verdaderos dueños de esa ciudad…corrijo: entidad.

La ambición de poder, los afanes de control total no son exclusivos de los “comunistas” o “socialistas”. También el equipo de los capitalistas tiene sus métodos, incluso violentos para imponer su manera de gobernar y someter “al pueblo”.

Como quien dice, estamos entre la espada y la pared. Ni a cuál irle; los pocos avances democráticos que se habían registrado a fines del siglo pasado y principios del actual, se van desvaneciendo merced al ideario de quienes han trazado estrategias de control absoluto, mediante dádivas, violencia, pasividad o descaradamente de complicidad con fuerzas oscuras, de todo tipo, que ayuden a mantener ese “orden” impuesto y celebrado con los que están hoy escupiendo desde lo alto de la rueda de la fortuna política.

Y aquí en Jalisco, con esa táctica de embrollar al máximo todo, se ha pospuesto la oficialización de los resultados de las elecciones para gobernador y para la presidencia municipal de Guadalajara, por las impugnaciones de los morenistas.

¿En qué pararán estas impugnaciones? Ni los que las solicitaron lo saben. Eso se deduce del petardo ruidoso que vino a tronar con sus cantinfladas el todavía presidente de PRIeta, Mario (Moreno) Delgado Carrillo.

¡Ánimas que ya sea octubre!, para ver si seguimos igual, peor o requetepeor.

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