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NACIONALES

Hurra por el secretario

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

Definitivamente, la conferencia de prensa que ofrece el presidente por las mañanas, convertida en un concurso de mentiras, es un desperdicio, de tiempo y de dinero, como lo son otras tantas ocurrencias del primer mandatario cuyos costos parecen no importarle.

El dispendio se justifica con cruzadas morales, políticas e ideológicas, que terminan siendo simple demagogia. Ninguna de las obras emblema de esta administración ha concluido dentro de los plazos y con los costos programados.

El Aeropuerto Felipe Ángeles costó 75 mil millones de pesos, más 300 mil millones más por la cancelación del NAIM, todos recursos públicos; por la mala planeación, se subsidia su operación, oficialmente con 419 millones de pesos presupuestados en 2022, pero se estima una pérdida operativa de 23 millones mensuales. Será un barril sin fondo durante los próximos 10 años y si llega a obtener utilidades estas serán para el pago de pensiones de las fuerzas armadas.

El tren Maya, se presupuestó en 156 mil millones de pesos, sin embargo se estima que costará 373 mil millones, todos provenientes de fondos públicos, que no pueden ser auditados pues fue considerada como obra de seguridad nacional. Su rentabilidad es dudosa y su administración se ha confiado también a las fuerzas armadas

La refinería Olmeca, construida sobre esteros, se presupuestó en 8 mil millones de dólares pero el presidente informó hace unos días que la inversión final para que funcione al 90% de su capacidad al término del sexenio, no excederá los 20 mil millones de dólares.

El ferrocarril Transistmico requerirá 3 mil millones de pesos para rehabilitación de vías, más 50 mil millones para la rehabilitación integral de 787 kilómetros y 612 puentes y se ignora, al menos hasta hoy, cuánto costará la totalidad de la obra que incluye 10 parques industriales y otros proyectos de infraestructura necesaria para la instalación de empresas, como está diseñado el proyecto integral. Toda esta inversión con recursos del erario. Este proyecto pudiera ser el más rentable si es que antes los chinos no construyen otro paso ferroviario por Honduras que competiría con el nuestro.

A Pemex, se le han transferido directamente 772 mil millones de pesos provenientes de las arcas públicas, se le redujo también el pago del Derecho de Utilidad Compartida, que son los impuestos que Pemex paga, más el bajo precio del barril de petróleo, significa un menor ingreso a la federación, que no obstante, sigue transfiriéndole recursos para hacer viable su operación. No obstante el empeño presidencial por fortalecer la empresa, ésta ha visto reducir la calificación de su deuda al nivel de bonos basura, su producción se reduce, los accidentes son frecuentes y las pérdidas aumentan. Este año se ha anunciado que no habrá más transferencias fiscales, lo que ha puesto a trabajar a los cerebros financieros de la empresa para enfrentar el vencimiento inmediato de deuda por 4.6 millones de dólares y el adeudo al fisco nacional por más de 2 mil millones de dólares en impuestos.

No se necesita mucha aritmética para deducir que las ocurrencias presidenciales cuestan mucho dinero a las finanzas nacionales y que mantener las finanzas en orden, a pesar del desorden que impone el mandatario, requiere de una habilidad y un temple excepcionales, lo que ha exhibido el Secretario de Hacienda y por eso el hurra del encabezado.

Su éxito no tiene que ver con la fortaleza del peso ni se mide por eso, eso es especulación pura y depende de condiciones externas. La gracia radica en mantener manejable el déficit presupuestal y controlada la deuda nacional. No es paquete menor que ante el dispendio de un presidente dilapidador y el desorden en el gasto se pueda mantener ese equilibrio.

En 2018 los ingresos tributarios no petroleros equivalían al 13% del PIB, en 2022 aumentaron a 13.4%, un avance marginal de solo 0.4 puntos logrado por la presión del SAT sobre los grandes contribuyentes y una política persecutoria del organismo. En contrapartida, los egresos, el gasto público creció 2.77 puntos porcentuales al pasar de significar el 23.7 del PIB al 26.5 en 2022.

Esta diferencia entre ingreso y gasto ha venido siendo cubierta con el dinero proveniente de fideicomisos y fondos, ingresos petroleros y particularmente con deuda. El actual Secretario, así como sus dos antecesores, tuvieron el acierto de renegociar la deuda, remitiendo a largo plazo los vencimientos próximos y en resumen, en hacer manejable el costo de la deuda, sin embargo esta sigue creciendo aunque se niegue en las conferencias mañaneras.

Lo único rescatable de esta administración ha sido el orden en las finanzas, (gracias señor secretario), que es lo que ha evitado que baje la calificación de la deuda mexicana y sigamos siendo sujetos de crédito, aunque se tenga que pagar mayor interés, pero los costos sociales están a la vista. Hay sub ejercicios presupuestales en Salud, en Educación, y muchos otros más que sabríamos si el INAI no estuviera maniatado y bajo acoso gubernamental, pero no se puede ocultar la falta de medicinas, el deterioro de hospitales y escuelas, la ausencia de inversión pública en infraestructura y ya no hablemos de la muy posible reducción de la producción agropecuaria por escamotear los apoyos.

Bien por el secretario de Hacienda, aparentemente tiene las cuentas en orden hasta el momento, a pesar de que no aumentan los ingresos y los egresos se hacen mayores, especialmente por el alto costo de los programas sociales y su progresión, lo que nos lleva a pensar y preguntar de donde saldrán los recursos para el financiamiento de estos y los fondos de pensiones si no hay una reforma fiscal de fondo.

Pero ese será el reto del próximo Secretario de Hacienda, al cual tal vez ya no le podrán cuadrar las cuentas como a este.

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MUNDO

China, Japón y México: la batalla global por el internet del futuro con matices locales

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– Por José Modesto Barros Romo, Conciencia Pública 

El internet de ultra velocidad ya no es un asunto de ciencia ficción, sino un campo estratégico donde las potencias tecnológicas definen su hegemonía. Japón, China y, en menor medida, México, han roto en este año barreras históricas de transmisión de datos, cada uno desde trincheras distintas, pero con un objetivo común: asegurar ventajas en la economía digital del siglo XXI.

Japón sorprendió al mundo al anunciar que sus científicos del Instituto Nacional de Información y Comunicaciones Tecnológicas (NICT) lograron transmitir datos a 1.02 petabits por segundo a través de fibra óptica.

Se trata de un récord mundial que equivale a descargar en un segundo la información de más de 10 millones de videos en alta definición, el equivalente a todo el catálogo de Netflix en un solo segundo.

Más allá de la hazaña técnica, el logro japonés envía un mensaje claro: su apuesta es consolidar infraestructuras terrestres estables y de larga distancia, con la mira puesta en mantener la competitividad industrial frente a China, Estados Unidos y Europa.

El gigante asiático, por su parte, libra otra batalla: el dominio del espacio inalámbrico. China Mobile reveló que en una red experimental de 6G alcanzó velocidades de 280 gigabits por segundo, descargando un archivo de 50 GB (unas 25 películas de mediana calidad) en apenas 1.4 segundos.

A esto se suman proyectos universitarios que exploran transmisiones en frecuencias en terahercios y enlaces satelitales de 100 Gbps, tecnologías que se perfilan como piezas centrales en la construcción de un ecosistema digital global, donde China pretende marcar la pauta a la espera lanzar comercialmente las redes 6G para el año 2030 en todo su territorio.

La estrategia china es evidente: no se conforma con desplegar infraestructura terrestre, busca liderar el futuro de las comunicaciones en el espacio y en el aire, donde se definirá el control de datos y, con ello, el poder geopolítico. De ahí que los experimentos en 6G no solo representen avances científicos, sino una carta de presentación en la carrera tecnológica frente a los estadounidenses, japoneses y los europeos.

México, en contraste, aparece con un logro más modesto pero simbólico. El año pasado la empresa Megacable, en alianza con Nokia, alcanzó 1.1 terabits por segundo en pruebas de fibra óptica de larga distancia.

No es un récord mundial ni una revolución en telecomunicaciones (aunque sí es un hito a nivel Latinoamérica, equivalente a descargar un videojuego como Call of Duty: Modern Warfare III en un segundo). Esta es una señal de que nuestro país busca modernizar su infraestructura digital con miras a los próximos años.

El reto está en si estos avances se traducirán en beneficios reales para los ciudadanos o quedarán como demostraciones técnicas en un país donde millones aún carecen de acceso a internet estable.

La comparación es reveladora: mientras Japón apuesta por la perfección de la fibra, China por la supremacía inalámbrica y espacial, México apenas intenta ponerse al día. El dilema nacional es mayúsculo: ¿apostar por ser solo consumidores de tecnologías extranjeras o trazar un plan estratégico que coloque a la región en la disputa global por la soberanía digital?

Lo cierto es que el internet del futuro no será solo más rápido; también será la nueva frontera de poder. Quien controle las redes de transmisión controlará la información, la seguridad nacional y el desarrollo económico. Japón y China ya están en esa carrera. México, como suele ocurrir, observa desde la periferia.

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NACIONALES

México busca frenar autos asiáticos con arancel del 50%

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– Por Redacción Conciencia Pública 

El Gobierno de México anunció su intención de imponer un arancel del 50 por ciento a los automóviles importados de países asiáticos sin tratados de libre comercio, como China, India, Corea del Sur, Tailandia e Indonesia.

La medida, que representa un salto desde el 20 por ciento actual, busca frenar la entrada masiva de vehículos de bajo costo que, según autoridades federales, ponen en riesgo la competitividad de la industria automotriz nacional.

El anuncio forma parte de un paquete de reformas arancelarias que pretende abarcar importaciones por alrededor de 52 mil millones de dólares.

Además de los automóviles, se contempla aplicar nuevos gravámenes de entre el 10 y 50 por ciento a productos como acero, textiles, motocicletas y juguetes. De acuerdo con la Secretaría de Economía, la estrategia busca proteger más de 325 mil empleos vinculados directamente con el sector automotriz y manufacturero en el país.

La iniciativa surge en un contexto de presiones internacionales. Estados Unidos ha insistido en que México reduzca su dependencia comercial de China, en el marco de la revisión del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). Washington considera que el ingreso creciente de autos eléctricos chinos, ensamblados a precios muy por debajo del mercado, amenaza con desestabilizar la cadena de valor regional que sostiene al acuerdo trilateral.

El Gobierno de México justifica la medida en el terreno de la defensa comercial, argumentando que los vehículos provenientes de Asia están siendo vendidos por debajo de los precios de referencia, lo cual constituye una práctica desleal.

El arancel del 50 por ciento es el máximo permitido por la Organización Mundial de Comercio (OMC) y colocaría a México como uno de los países más restrictivos frente a las importaciones automotrices chinas.

No obstante, la propuesta aún debe pasar por el Congreso de la Unión, donde se espera un intenso debate entre los defensores de la industria nacional y quienes advierten que un aumento de esta magnitud podría repercutir en la inflación y en el bolsillo de los consumidores.

Aunque el partido en el poder cuenta con mayoría, especialistas prevén que habrá presiones de distintos sectores empresariales antes de que se concrete la votación.

De aprobarse, los nuevos aranceles modificarían de manera sustancial el mercado automotriz en México, elevando los precios de las marcas asiáticas y obligando a las armadoras a replantear sus estrategias de inversión y distribución.

Para el gobierno, se trata de una medida necesaria para proteger a la industria nacional; para los críticos, una apuesta arriesgada que podría tener costos económicos y políticos de gran alcance.

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MUNDO

TMEC enfrenta nubarrones económicos: riesgo de estanflación en la región

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– Por Redacción Conciencia Pública

La economía de los países del TMEC —Estados Unidos, México y Canadá— atraviesa un escenario de creciente incertidumbre marcado por la desaceleración del crecimiento y las presiones inflacionarias.

Aunque ninguno de los tres socios comerciales ha entrado oficialmente en un proceso de estanflación, los riesgos de caer en este fenómeno se han intensificado en los últimos meses debido a las tensiones comerciales, las tarifas arancelarias y el enfriamiento de la actividad productiva.

En el caso de Estados Unidos, analistas y organismos internacionales han señalado la presencia de un entorno conocido como “stagflation-lite”: una versión leve de estanflación caracterizada por inflación persistente y crecimiento económico débil.

Las tarifas impuestas a México, Canadá y otros socios han encarecido bienes y servicios, lo que eleva los precios al tiempo que limita la competitividad. La Reserva Federal ha reconocido la complejidad del momento, pero evita hablar de una estanflación plena como la de los años setenta.

Canadá enfrenta también un panorama complicado. Su crecimiento económico se ha frenado y diversos sectores productivos anticipan pérdidas importantes debido a los aranceles de Washington. Medidas de emergencia como el programa “Buy Canada” buscan proteger empleos y mitigar el impacto en la industria automotriz y energética, aunque las proyecciones apuntan a la posible pérdida de decenas de miles de empleos si las tensiones comerciales se prolongan. La inflación no ha escalado con la misma fuerza que en Estados Unidos, pero el riesgo de estanflación no se descarta.

México, por su parte, lidia con un crecimiento prácticamente nulo, con estimaciones de apenas 0.4 % del PIB en 2025, lo que coloca al país al borde de la recesión. A diferencia de sus socios, la inflación mexicana se ha mantenido moderada, en torno al 3.5 % anual, dentro del rango objetivo del Banco de México.

No obstante, la combinación de bajo dinamismo económico y presiones externas genera preocupación. El banco central ha optado por recortar tasas de interés en un intento de estimular la economía sin perder el control inflacionario.

La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y otros organismos han advertido que la política de tarifas en Estados Unidos está generando un “shock de oferta” que afecta no solo al propio mercado estadounidense, sino también a Canadá y México.

El encarecimiento de insumos y bienes intermedios repercute en las cadenas de suministro de la región, golpeando la inversión y elevando los costos para las empresas y consumidores.

En conjunto, el TMEC enfrenta un escenario de alto riesgo: crecimiento bajo, tensiones comerciales y presiones inflacionarias que ponen en entredicho la estabilidad económica regional.

Aunque la estanflación no se ha instalado de manera formal, la combinación de factores actuales mantiene a los tres países al filo de este fenómeno, lo que obliga a sus gobiernos y bancos centrales a buscar estrategias coordinadas que eviten repetir una crisis como la de los años setenta.

👉 Este cuadro ayuda a visualizar rápido que ninguno de los tres socios está formalmente en estanflación, pero todos enfrentan presiones distintas: EE. UU. por inflación, México por bajo crecimiento y Canadá por el impacto de las tarifas arancelarias impuestas por Donald Trump:

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