MUNDO
La comedia de la democracia

Desde los Campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
“La vida con engaños trae miedo y desconfianza.”, El Clarín, 24 de febrero de 2017.
¿Es la democracia una comedia? Ésta es una pregunta que todos deberíamos hacernos en esta vorágine de realidades paralelas en que vive, en un carril, el pueblo y, en el otro carril, la clase política, los políticos, de alta y baja estirpe.
¿O acaso, dicho de otra manera, es la democracia una ilusión inalcanzable e inescrutable en el pueblo, y una farsa consciente y aprendida, inevitable y condescendiente, en los políticos?
Leí que “la verdad como valor absoluto es más una aspiración moral que una práctica posible y un patrimonio exclusivo de los chicos y los locos”. Aunque atrevido, vale pensarlo al amanecer; jamás antes de irnos a dormir pues no descansaríamos.
Hoy recuerdo aquella clase, en la Facultad de Psicología de la UNAM, en que Abraham Fortes, extraordinario psicoanalista y mejor catedrático, nos habló de la pseudología fantástica definida como el arte de mentir de modo fluido con aires de grandiosidad con el propósito de crear o recrear un personaje aceptado socialmente. Aquel día, el doctor Fortes puso como ejemplo de esa patología al político que termina por aceptarse a sí mismo en sus mentiras, integrándolas a su realidad y haciéndola consustancial a sus narrativas de vida en comunidad.
Perla Pilewski, miembro de la Asociación Psicoanalítica Argentina, ha dicho: «Una vida tejida con una trama de mentiras y ocultamientos equivale a una vida no saludable, con consecuencias psíquicas y somáticas, porque implica sostener ideales de bienestar a costa de un profundo miedo y una gran desconfianza en la propia capacidad para enfrentar las cosas». Esto, tan cierto, no aplicaría a políticos como Alejandro Moreno, el Alito del PRI, enfermos de poder y proclives a la mentira y el engaño.
Solo en la política, el gobierno y el derecho es posible que dos visiones polarizadas se atrevan a jugarse el pellejo ante el pueblo o un juez, incapaces de advertir quién le miente con intención de engañarle y quién le miente por vivir en una irrealidad.
En México, tras el triunfo de Claudia Sheinbaum, Morena y sus aliados buscan su sobrerrepresentación legislativa desde una alteración del mandato constitucional electoral a fin de imponernos su proyecto de nación. Se quiere ganar en los tribunales lo que no se obtuvo en las urnas. La pseudología fantástica es la más vulgar estratagema de quienes hoy se buscan hacerse de una sobre representación legislativa no merecida ni ganada. Son vulgares ladrones de voluntades. Atracadores.
Hay veces en que la realidad, cruel y despiadada, subyuga toda esperanza.
En Venezuela, tras el triunfo, aún no reconocido, de Eduardo González Urrutia sobre Nicolás Maduro, éste amenaza con llevar a sus últimas consecuencias a la Revolución Bolivariana y abusar de la fuerza del Estado, mediante su ejército, para acallar voces y anular votaciones. La represión ya está en marcha. La tiranía jamás descansa.
Antony Blinken, secretario norteamericano de Estado, ha fijado la postura de su gobierno respecto de lo sucedido en Venezuela y eso nada gusta a Maduro… ni a Andrés Manuel López Obrador. Reconoce que Eduardo González ganó.
Quizá, solo quizá, las reconsideraciones recientes de López Obrador, junto a los presidentes de Brasil y Colombia, respecto de Maduro estén influenciadas, en el caso de AMLO, por la detención y el enjuiciamiento iniciado en contra de Ismael Zambada y todo lo que él podría conocer y decir sobre los gobiernos mexicanos, federales, estatales y municipales, de hoy y ayer. Hace tiempo, López Obrador nos dijo que el presidente de México está siempre enterado de todo lo que sucede en el país… ¿Será? ¿Y si así fuese, AMLO sabía que Zambada sería “secuestrado”, y llevado y entregado al gobierno de EE. UU. gracias a una pesquisa fraguada hace un año, o ésta es la excepción que confirma la regla? ¿Zambada hablaría de todo aquello que inculparía al presidente, su familia y allegados?
Tomarse muy a pecho las mentiras de los políticos es como dejarse llevar por una creciente de agua que se debió evitar; casi siempre resultan trágicas. Hacer las paces con la mentira es cosa de necios. Tergiversar las palabras es cobarde.
Me gustan las casualidades cuando entretienen realidades, así como realidades que hacen volar a la imaginación. Me gustan las casualidades que, desde otra dimensión, quizá más profunda, nos explican la realidad. Me gusta que lo intrascendente ocupe el lugar de lo trascendente cuando éste no logra robarnos las ligerezas de una tarde de café con los amigos.
Mi madre me dijo: “Cuida tus palabras porque con ellas construyes tus pensamientos y estos dan forma a tus sentimientos y estos te dan identidad y pertenencia”. También mi madre me enseñó que la vida personal debe estructurarse desde la verdad.
Me encanta la política como ciencia, arte y casi magia; pero rechazo, contundentemente, a quien apoya la mentira como sistema. Recién vivimos un largo y pesado proceso electoral. Vi cientos de candidatos, de mujeres y hombres, que buscaban un hueso de 3 o 6 años, y vi muy pocos que tuvieran como meta el servir al bien común y el bienestar social, a la vida como el primer derecho humano, a nuestros valores y principios. Pocos, muy pocos, entienden que el sentido del voto no está en el candidato sino en el pueblo.
MUNDO
La Reserva Federal de Estados Unidos baja la tasa de interés: impacto directo en México

– Por Redacción Conciencia Pública
La Reserva Federal de Estados Unidos (la Fed) decidió este martes bajar su tasa de interés en un cuarto de punto, dejándola en 4.00 a 4.25%. En palabras simples: el dinero en Estados Unidos será más barato para bancos, empresas y consumidores. Y cuando eso pasa en la mayor economía del mundo, el efecto se siente en todo el planeta.
¿Por qué lo hicieron? Porque la economía estadounidense se está enfriando: se generan menos empleos y el consumo pierde fuerza. Con tasas más bajas, la Fed quiere darle un empujón al crecimiento, hacer que pedir prestado sea más barato y que la gente gaste e invierta más.
¿Y a México cómo le pega? Directo. Estados Unidos es nuestro principal socio comercial, así que si su economía respira, la mexicana también. Una recuperación allá significa más compras de autos, electrónicos y alimentos de México, lo que da oxígeno a nuestras exportaciones.
En el terreno financiero también hay movimiento. Cuando las tasas bajan en Estados Unidos, muchos inversionistas voltean a ver a países como México para buscar mejores rendimientos. Eso puede traer más dólares al país y fortalecer al peso, aunque un peso demasiado fuerte también complica a los exportadores.
Otro punto clave: la deuda en dólares. Tanto el gobierno como varias empresas mexicanas tienen compromisos en esa moneda. Si las tasas en Estados Unidos bajan, el costo de pagar esa deuda también se reduce, lo que significa un respiro en sus finanzas.
Claro que no todo es miel sobre hojuelas. Si llegan capitales especulativos en exceso, el tipo de cambio puede volverse inestable. Y si el dólar se debilita demasiado, algunos insumos importados podrían encarecerse, lo que se traduciría en presión inflacionaria aquí en México.
En resumen: la decisión de la Fed es una buena noticia para México solo en el corto plazo. Habrá más aire para exportaciones, para las finanzas y para el peso. Pero el Banco de México (Banxico) tendrá que jugar con cuidado sus cartas para que este respiro no se convierta después en un dolor de cabeza.
MUNDO
Rechaza ser deportado Hernán Bermúdez Requena de Paraguay

– Por Francisco Junco
Hernán Bermúdez Requena, el ex secretario de Seguridad Pública, nombrado por el entonces Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, ahora senador de la República, rechazó ser extraditado a México.
Durante la audiencia inicial, donde un juez dictó prisión preventiva, se le ofreció la extradición voluntaria, pero Bermúdez Requena, presunto líder del cartel de “La Barredora”, no aceptó.
Ahora se iniciará un proceso ordinario, que podría tardar hasta 60 días, en tanto, Bermúdez Requena, continuará bajo la custodia de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay.
En tanto, en México se informó que la Fiscalía General de la República ya presentó la solicitud de extradición contra Hernán Bermúdez Requena al gobierno guaraní.
“El Abuelo” o “El Comandante H”, como se le conoce al exfuncionario del gobierno del morenista Adán Augusto López en Tabasco, e identificado como el presunto líder del Cártel de “La Barredora”, fue detenido la madrugada del sábado, en Paraguay, en una residencia ubicada en la zona exclusiva de Marino Roque Alonso, donde permanecía escondido.
Este fin de semana, el presidente Santiago Peña, dio a conocer, en un pequeño video de 45 segundos, cómo fue el arresto de Bermúdez Requena.
En las imágenes, primero se ven aspectos de la residencia, se ve cómo las fuerzas especiales, revisaron la finca y derribaron la puerta, suben una escalera y someten a ex secretario de seguridad, lo encañonaron y lo tiraron al suelo, donde lo tenían sometido, bocabajo y un elemento le pone un pie en la espalda.
Después, el presunto líder de La Barredora, quien cuenta con una ficha roja activa de la Interpol, aparece sentado en un sillón con ropa deportiva, pelo más largo y canoso, barba larga.
Cuenta con una orden de captura en México por asociación delictuosa, extorsión y secuestro exprés.
En el video, se muestra que en la residencia, donde permanecía escondido, había fajos de dólares y guaraníes, moneda uruguaya, así como joyas, tarjetas bancarias, identificaciones y una camioneta de alta gama.
Manuel Doltane, titular de Asuntos Internacionales de la Fiscalía de Paraguay, reveló que Bermúdez, entró de manera ilegal al país.
Y es que en febrero de este año, después de hacer pública la orden de aprehensión en su contra, el ex funcionario estatal huyó del país.
De acuerdo con las autoridades, viajó primero a Panamá, después a España, más tarde a Brasil, para terminar en Paraguay.
En medios locales del país sudamericano, como el diario ABC, informaron que la detención del ex funcionario de Adán Augusto López, se logró, gracias a que en el mes de julio se detuvo a Gerardo Bermúdez Arreola, sobrino del presunto líder de “La Barredora”.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos
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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:
Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU
MUNDO
Tolerancia en tiempos de algoritmos

– Opinión, por Miguel Anaya
¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.
En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.
¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.
El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.
He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).
La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.
Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.
La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.
El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.
Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.
Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.
En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.
El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.
Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.
Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.