NACIONALES
La consulta, laboratorio
De Primera Mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín //
La Consulta Popular que el Instituto Nacional Electoral organiza a iniciativa del Presidente López Obrador -para este 1 de Agosto-, será de gran utilidad para éste último y sus planes ocultos. Será como un ensayo en el que estarán en juego varios objetivos.
Primero, aliviar su dolor. AMLO es muy predecible y a pesar de que asegura que su fuerte no es la venganza, él se dará por bien servido al exhibir a sus antecesores. Será como sentarlos en el banquillo de los acusados en la plaza pública y que millones de mexicanos los señalen con el dedo acusatorio de la corrupción y la inmoralidad.
Los ciudadanos tendrán la oportunidad de participar en esta consulta y dar el “sí” a la posibilidad de “enjuiciar a quienes tomaron las decisiones políticas en el pasado”. Todo lo que se desea desde Palacio Nacional es que los espacios periodísticos reseñen la opinión del pueblo de México, sobre lo que sería una “condena pública” a la actuación de los cinco anteriores mandatarios.
El presidente está convencido que de acuerdo a la ley, es remota la posibilidad de llevar a tribunales a los expresidentes. Pero la consulta será utilizada como un tribunal popular.
Desea, sobre todo, vengarse de Carlos Salinas, de Vicente Fox y de Felipe Calderón.
Del primero, porque se convirtió en su demonio favorito en los arranques de su carrera opositora al régimen en la década de los años noventa. De Fox, porque éste último presumió en el extranjero, haber metido las manos para evitar que el entonces candidato del PRD a la presidencia en el año 2006, triunfara en los comicios electorales. De Felipe Calderón, porque se convirtió en un “usurpador” al ser el beneficiario del “fraude electoral” que -según AMLO- se llevó a cabo en el año 2006.
Sobre Ernesto Zedillo, se vio obligado a acusarlo por haber aprobado el FOBAPROA, la estrategia financiera del gobierno de fines de siglo pasado para rescatar a los ricos, con dinero público. Sin embargo, López Obrador guarda un agradecimiento especial para quien fuera Presidente de 1994 al año 2000, porque le permitió competir por la jefatura de gobierno del entonces Distrito Federal, a pesar de no contar con arraigo ni dirección en la capital del país, pues su credencial de elector se originó en su tierra, Tabasco.
Con Enrique Peña Nieto, se ha unido siempre a la ola calificadora de la corrupción de su sexenio, pero no habrá mayor trascendencia por el pacto que celebraron desde la elección en 2017 de gobernador en el Estado de México. El PRI conservó esta entidad que jamás ha soltado, pero AMLO caminó en alfombra rumbo a Palacio Nacional.
Segundo, el ensayo para la reelección. En esta consulta popular de agosto, inútil para la vida orgánica del país (la aplicación de la Ley por parte del Estado no puede sujetarse a una consulta popular) al dinero del pueblo se le cargarán cuando menos 500 millones de pesos.
Pero dentro de la utilidad presidencial, este experimento se realizará en el laboratorio mental de Palacio Nacional, con miras a la revocación del mandato en el año 2022.
En efecto, el siguiente año se llevará a cabo la consulta para establecer si Juan Pueblo desea que López Obrador siga en la presidencia o que renuncie.
Será una espléndida oportunidad para demostrar que el presidente “ya no se pertenece”, sino que “pertenece al pueblo” y, como éste último es “bueno, sabio y no se equivoca”, no le quedará más remedio que obedecerlo en su “interés” de la continuidad en el poder.
Y es que esa consulta, será un “sondeo del Estado”, en el que todo será controlado desde las alturas. El objetivo será mucho más claro: una reforma constitucional para incluir el término “reelección” en la Carta Magna.
Tercero, controlar una agenda mediática. A estas alturas, no es secreto para nadie el fracaso de la “Cuarta Transformación” en el plano económico, social, de la salud y la seguridad pública. Todos ellos son temas sensibles a la población y le restan popularidad al presidente todos los días.
Finalmente, con esta consulta popular para “condenar” a los expresidentes, se abrirá una espléndida oportunidad para evitar esos temas sensibles, sacarlos de la agenda mediática y ganar tiempo.
