NACIONALES
La cultura equivocada

Opinión, por Miguel Ángel Anaya //
Hace unos días, me encontraba en una reunión con amigos de la universidad, la música fue, como siempre, un elemento clave para animar la conversación. Entre la variedad de géneros que solemos escuchar se encuentran el rock en español e inglés, clásicos de Juan Gabriel y Vicente Fernández, etc. Al transcurrir la reunión, surgió un momento de tensión cuando uno de los invitados decidió poner un narcocorrido de moda.
A algunos les pareció una gran elección, mientras que otros se sintieron incómodos. Pronto, la música pasó a segundo plano y una discusión tomó el protagonismo de la tertulia: ¿Son los narcocorridos una simple manifestación artística o un factor que impulsa la violencia en el país?
Basado en aquella experiencia me dio por escribir mi opinión sobre el tema.
En las últimas décadas, México ha sido testigo del crecimiento de la narcocultura, una corriente presente en la música, el cine y la televisión que gira en torno a exaltar los “beneficios” de enrolarse en el narcotráfico.
Aunque el tráfico de drogas se consolidó en el país en el siglo XX, su influencia cultural explotó en los años 80 y 90, impulsada por el crecimiento económico y territorial de los grupos criminales.
Hoy en día, su impacto va más allá de la música o las películas. En muchas comunidades, los narcotraficantes se han convertido en modelos de éxito para jóvenes que carecen de oportunidades y referentes alternativos. Esto perpetúa la idea de que el crimen es un camino legítimo y único para la movilidad social.
Si bien la difusión de música, vestimenta y contenido audiovisual que glorifica el narcotráfico contribuye a su normalización, pensar que los narcocorridos son la causa de la violencia es simplista. Si fuera así, los videojuegos violentos habrían generado guerras y películas de acción como Rápidos y Furiosos habrían llenado las calles de accidentes automovilísticos.
El problema de fondo es mucho más profundo: la falta de oportunidades económicas, la debilidad del Estado y la fragmentación del tejido social han permitido que el crimen organizado prospere. No es que la música cause la violencia, sino que es un reflejo de las desigualdades y la falta de alternativas que enfrentan millones de personas en el país.
¿Cómo combatir la influencia de la narcocultura?
Si queremos reducir su impacto negativo, no deben prohibir canciones o series, limitando la libertad de expresión. Es necesario abordar las causas estructurales que la alimentan. Algunas estrategias clave incluyen:
1. Educación y cultura alternativa. Fortalecer el sistema educativo en zonas vulnerables es fundamental. Programas de arte, música y deporte pueden ofrecer a los jóvenes opciones distintas al narcotráfico. Además, los medios de comunicación deben asumir un papel más crítico, dejando de romantizar el crimen y mostrando sus verdaderas consecuencias.
2. Fortalecimiento del estado de derecho. El crimen organizado florece donde hay impunidad y corrupción. Para combatirlo, es necesario fortalecer las instituciones de seguridad y justicia, garantizando que el narcotráfico no se perciba como una alternativa viable.
3. Desarrollo económico y empleo juvenil. Si los jóvenes tuvieran acceso a empleos dignos y bien remunerados, el narcotráfico perdería atractivo. Es urgente fomentar el desarrollo económico en las regiones más afectadas, incentivando la inversión y generando oportunidades de trabajo con un ingreso que ajuste paraa llevar una vida plena.
4. Recuperación del tejido social. Las comunidades más impactadas por la narcocultura suelen ser aquellas con mayores niveles de fragmentación social. Recuperar el sentido de comunidad, fortalecer las redes familiares y promover la participación ciudadana.
En conclusión, la narcocultura no es la causa de la violencia en México, sino un síntoma de las condiciones sociales, económicas y políticas que han permitido la expansión del crimen organizado.
El verdadero reto no es censurar narcocorridos ni prohibir series de televisión, sino transformar la realidad que alimenta estas narrativas. Para que el éxito deje de medirse en armas y dinero ilícito, debemos construir un país donde las oportunidades sean una opción real para todos y donde aspirar a una vida mejor y libre de violencia sea la normalidad de cada persona radicada en México, sin importar su género ni estrato social.
MUNDO
China, Japón y México: la batalla global por el internet del futuro con matices locales

– Por José Modesto Barros Romo, Conciencia Pública
El internet de ultra velocidad ya no es un asunto de ciencia ficción, sino un campo estratégico donde las potencias tecnológicas definen su hegemonía. Japón, China y, en menor medida, México, han roto en este año barreras históricas de transmisión de datos, cada uno desde trincheras distintas, pero con un objetivo común: asegurar ventajas en la economía digital del siglo XXI.
Japón sorprendió al mundo al anunciar que sus científicos del Instituto Nacional de Información y Comunicaciones Tecnológicas (NICT) lograron transmitir datos a 1.02 petabits por segundo a través de fibra óptica.
Se trata de un récord mundial que equivale a descargar en un segundo la información de más de 10 millones de videos en alta definición, el equivalente a todo el catálogo de Netflix en un solo segundo.
Más allá de la hazaña técnica, el logro japonés envía un mensaje claro: su apuesta es consolidar infraestructuras terrestres estables y de larga distancia, con la mira puesta en mantener la competitividad industrial frente a China, Estados Unidos y Europa.
El gigante asiático, por su parte, libra otra batalla: el dominio del espacio inalámbrico. China Mobile reveló que en una red experimental de 6G alcanzó velocidades de 280 gigabits por segundo, descargando un archivo de 50 GB (unas 25 películas de mediana calidad) en apenas 1.4 segundos.
A esto se suman proyectos universitarios que exploran transmisiones en frecuencias en terahercios y enlaces satelitales de 100 Gbps, tecnologías que se perfilan como piezas centrales en la construcción de un ecosistema digital global, donde China pretende marcar la pauta a la espera lanzar comercialmente las redes 6G para el año 2030 en todo su territorio.
La estrategia china es evidente: no se conforma con desplegar infraestructura terrestre, busca liderar el futuro de las comunicaciones en el espacio y en el aire, donde se definirá el control de datos y, con ello, el poder geopolítico. De ahí que los experimentos en 6G no solo representen avances científicos, sino una carta de presentación en la carrera tecnológica frente a los estadounidenses, japoneses y los europeos.
México, en contraste, aparece con un logro más modesto pero simbólico. El año pasado la empresa Megacable, en alianza con Nokia, alcanzó 1.1 terabits por segundo en pruebas de fibra óptica de larga distancia.
No es un récord mundial ni una revolución en telecomunicaciones (aunque sí es un hito a nivel Latinoamérica, equivalente a descargar un videojuego como Call of Duty: Modern Warfare III en un segundo). Esta es una señal de que nuestro país busca modernizar su infraestructura digital con miras a los próximos años.
El reto está en si estos avances se traducirán en beneficios reales para los ciudadanos o quedarán como demostraciones técnicas en un país donde millones aún carecen de acceso a internet estable.
La comparación es reveladora: mientras Japón apuesta por la perfección de la fibra, China por la supremacía inalámbrica y espacial, México apenas intenta ponerse al día. El dilema nacional es mayúsculo: ¿apostar por ser solo consumidores de tecnologías extranjeras o trazar un plan estratégico que coloque a la región en la disputa global por la soberanía digital?
Lo cierto es que el internet del futuro no será solo más rápido; también será la nueva frontera de poder. Quien controle las redes de transmisión controlará la información, la seguridad nacional y el desarrollo económico. Japón y China ya están en esa carrera. México, como suele ocurrir, observa desde la periferia.
NACIONALES
México busca frenar autos asiáticos con arancel del 50%

– Por Redacción Conciencia Pública
El Gobierno de México anunció su intención de imponer un arancel del 50 por ciento a los automóviles importados de países asiáticos sin tratados de libre comercio, como China, India, Corea del Sur, Tailandia e Indonesia.
La medida, que representa un salto desde el 20 por ciento actual, busca frenar la entrada masiva de vehículos de bajo costo que, según autoridades federales, ponen en riesgo la competitividad de la industria automotriz nacional.
El anuncio forma parte de un paquete de reformas arancelarias que pretende abarcar importaciones por alrededor de 52 mil millones de dólares.
Además de los automóviles, se contempla aplicar nuevos gravámenes de entre el 10 y 50 por ciento a productos como acero, textiles, motocicletas y juguetes. De acuerdo con la Secretaría de Economía, la estrategia busca proteger más de 325 mil empleos vinculados directamente con el sector automotriz y manufacturero en el país.
La iniciativa surge en un contexto de presiones internacionales. Estados Unidos ha insistido en que México reduzca su dependencia comercial de China, en el marco de la revisión del Tratado México-Estados Unidos-Canadá (T-MEC). Washington considera que el ingreso creciente de autos eléctricos chinos, ensamblados a precios muy por debajo del mercado, amenaza con desestabilizar la cadena de valor regional que sostiene al acuerdo trilateral.
El Gobierno de México justifica la medida en el terreno de la defensa comercial, argumentando que los vehículos provenientes de Asia están siendo vendidos por debajo de los precios de referencia, lo cual constituye una práctica desleal.
El arancel del 50 por ciento es el máximo permitido por la Organización Mundial de Comercio (OMC) y colocaría a México como uno de los países más restrictivos frente a las importaciones automotrices chinas.
No obstante, la propuesta aún debe pasar por el Congreso de la Unión, donde se espera un intenso debate entre los defensores de la industria nacional y quienes advierten que un aumento de esta magnitud podría repercutir en la inflación y en el bolsillo de los consumidores.
Aunque el partido en el poder cuenta con mayoría, especialistas prevén que habrá presiones de distintos sectores empresariales antes de que se concrete la votación.
De aprobarse, los nuevos aranceles modificarían de manera sustancial el mercado automotriz en México, elevando los precios de las marcas asiáticas y obligando a las armadoras a replantear sus estrategias de inversión y distribución.
Para el gobierno, se trata de una medida necesaria para proteger a la industria nacional; para los críticos, una apuesta arriesgada que podría tener costos económicos y políticos de gran alcance.
MUNDO
TMEC enfrenta nubarrones económicos: riesgo de estanflación en la región

– Por Redacción Conciencia Pública
La economía de los países del TMEC —Estados Unidos, México y Canadá— atraviesa un escenario de creciente incertidumbre marcado por la desaceleración del crecimiento y las presiones inflacionarias.
Aunque ninguno de los tres socios comerciales ha entrado oficialmente en un proceso de estanflación, los riesgos de caer en este fenómeno se han intensificado en los últimos meses debido a las tensiones comerciales, las tarifas arancelarias y el enfriamiento de la actividad productiva.
En el caso de Estados Unidos, analistas y organismos internacionales han señalado la presencia de un entorno conocido como “stagflation-lite”: una versión leve de estanflación caracterizada por inflación persistente y crecimiento económico débil.
Las tarifas impuestas a México, Canadá y otros socios han encarecido bienes y servicios, lo que eleva los precios al tiempo que limita la competitividad. La Reserva Federal ha reconocido la complejidad del momento, pero evita hablar de una estanflación plena como la de los años setenta.
Canadá enfrenta también un panorama complicado. Su crecimiento económico se ha frenado y diversos sectores productivos anticipan pérdidas importantes debido a los aranceles de Washington. Medidas de emergencia como el programa “Buy Canada” buscan proteger empleos y mitigar el impacto en la industria automotriz y energética, aunque las proyecciones apuntan a la posible pérdida de decenas de miles de empleos si las tensiones comerciales se prolongan. La inflación no ha escalado con la misma fuerza que en Estados Unidos, pero el riesgo de estanflación no se descarta.
México, por su parte, lidia con un crecimiento prácticamente nulo, con estimaciones de apenas 0.4 % del PIB en 2025, lo que coloca al país al borde de la recesión. A diferencia de sus socios, la inflación mexicana se ha mantenido moderada, en torno al 3.5 % anual, dentro del rango objetivo del Banco de México.
No obstante, la combinación de bajo dinamismo económico y presiones externas genera preocupación. El banco central ha optado por recortar tasas de interés en un intento de estimular la economía sin perder el control inflacionario.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y otros organismos han advertido que la política de tarifas en Estados Unidos está generando un “shock de oferta” que afecta no solo al propio mercado estadounidense, sino también a Canadá y México.
El encarecimiento de insumos y bienes intermedios repercute en las cadenas de suministro de la región, golpeando la inversión y elevando los costos para las empresas y consumidores.
En conjunto, el TMEC enfrenta un escenario de alto riesgo: crecimiento bajo, tensiones comerciales y presiones inflacionarias que ponen en entredicho la estabilidad económica regional.
Aunque la estanflación no se ha instalado de manera formal, la combinación de factores actuales mantiene a los tres países al filo de este fenómeno, lo que obliga a sus gobiernos y bancos centrales a buscar estrategias coordinadas que eviten repetir una crisis como la de los años setenta.
👉 Este cuadro ayuda a visualizar rápido que ninguno de los tres socios está formalmente en estanflación, pero todos enfrentan presiones distintas: EE. UU. por inflación, México por bajo crecimiento y Canadá por el impacto de las tarifas arancelarias impuestas por Donald Trump: