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NACIONALES

La primera presidenta de México

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Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //

Inicia el segundo sexenio de gobierno para el partido político fundado en el año 2011, Movimiento de Regeneración Nacional (Morena), tendremos a la primera presidenta de la república mexicana a cargo de Claudia Sheinbaum Pardo, a partir de este primero de octubre y hasta el año 2030, fecha en la que volveremos a salir a votar en elecciones; cabe hacer mención de lo histórico y significativo del momento, es la primera mujer que gobernará nuestro extraordinario y contrastante país ¿qué se espera de ella?

Ante la expectativa social, política y económica que rodea el cambio de presidencia, en la segunda vuelta de Morena y este real tiempo de las mujeres liderando para los próximos seis años; los requerimientos de la sociedad ahora estarán depositados en la nueva administración pública federal, si bien es cierto con el mismo partido Morena, también lo es que cada presidente debe ser en esencia auténtico y único, aunque se dice en voces de pasillo que bajo un equivalente esquema político del saliente presidente Andrés Manuel López Obrador, será la nueva administración de Claudia Sheinbaum Pardo y esperando que esto no sea una verdad; ya que la política gubernamental de López Obrador se basó en miles de discursos sobre causas humanistas y patrióticas, en una argumentativa constante de amor ciego a la administración pública y de invariable confrontación a las fuerzas políticas opositoras; sin duda, una evidente y burda simulación de gobierno ideal.

En este contexto, habremos de razonar que el gobierno de Andrés Manuel López Obrador concluyó como él lo anunció al inicio y durante su mandato, sin contrariedades (en su razonamiento), no obstante, de que cada cierre de sexenio los mexicanos habremos de hacer un análisis político de lo bueno y lo malo de cada gobierno; la salida de este sexenio morenista, es complicada. El país no está en paz, los cárteles de la droga han entrado en conflicto y Sinaloa está en una situación sumamente delicada y visible para toda la sociedad; mientras en Morena se festeja la continuidad y se grita a cuatro vientos, haber sido el mejor gobierno de México, en el país el escenario, es absolutamente avasallante, no han cambiado las condiciones sociales, ni las realidades nacionales.

Cambiaremos de presidente a presidenta, en medio de una guerra de narcotráfico, de contextos sociales no diferentes a seis años atrás, con prácticamente la misma economía, políticas y servicios públicos no mejorados, con cambios estructurales a nuestra carta magna referentes a las reformas promovidas por Morena, aprobadas desde la aplanadora de las mayorías en las cámaras que al día de hoy tienen dividida a la sociedad y en una dudosa expectativa de los verdaderos motivos de reformar el Poder Judicial y someterlo al Poder Ejecutivo; de lo único rescatable y que vive en la memoria de la sociedad cada elección, son conservar los programas sociales de becas y pensión a adultos mayores, la potencial razón del voto mayoritario en las urnas.

En este sentido, y ante las altas expectativas que se tienen de que la nueva presidenta de México, manifieste y demuestre que no será una extensión de AMLO y que solo ocupará la silla presidencial para cumplir con el mandato constitucional de “sufragio efectivo, no reelección”; se demanda que, en la continuación del partido en el poder, sí se atenderán de manera congruente las inquietudes de todos los sectores sociales, respecto a la violencia e inseguridad absoluta que vivimos, las guerras del narcotráfico, las reformas constitucionales al Poder Judicial, la desaparición de los organismos constitucionales autónomos; existe la esperanza de que la recién electa presidenta de México, solucione y marque su sexenio, sin la devoción a quien, constitucionalmente, ya no es el Poder Ejecutivo en México, que la dignidad de mujer sobresalga en este primer gobierno mexicano encabezado por una política mexicana, sin caer en idolatrar a ningún líder moral.

La auténtica democracia a la que se refiere el ahora líder moral de Morena se cimentó en la fraternidad y en la supuesta visualización del pueblo y fue solo política partidista introducida desde las necesidades más profundas de la sociedad, para generar una sensación de bienestar, sistemáticamente reforzada desde el constante discurso de logros y prosperidad, que no son del todo verdaderos.

Esperemos con optimismo que la personalidad y el liderazgo de la primera presidenta mujer en nuestro país, venga a instalar, con dignidad, la congruencia que debe tener la mandataría que asumirá la mayor responsabilidad de gobernabilidad y atienda lo que realmente inquieta a la sociedad, los asuntos pendientes con carácter de urgente en seguridad, economía o justicia.

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