NACIONALES
La razón del poder político

Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
De siempre he creído que sólo un negligente sigue los pasos del necio y cree en sus palabras. A partir de ya, en México, iniciaremos nuevos gobiernos… en muchos casos, como casi siempre, con distintos demonios en iguales infiernos.
Elegimos, para el bien o el mal, a nuestros gobernantes y legisladores, y deberemos aguantarnos por largo tiempo… deberemos aguantarlos por demasiado tiempo.
Hace tiempo, en una conferencia, decía: “El propósito de tu vida está en descubrir quién eres, es decir, para qué existes y convertirlo en tu propósito vital, en tus sueños por los que habrás de luchar”. Esto debería ser guía para toda mujer y hombre que hayan elegido las cosas del gobierno como su propósito de vida.
Estoy convencido de que el conocimiento y la conciencia nos permiten tener una mejor percepción de nuestra realidad y de nuestros afanes en ella. En ella crece nuestra supra conciencia que nos lleva a elegir y obrar para el bien y a negarnos a elegir aquello que nos aleja del bien.
Como nación, México es libre para elegir el bien para sí mismo y su pueblo. La soberanía es el poder que descansa en el pueblo. Lamentablemente, esto tan simple es difícil de entender para muchos que viven y alimentan su ego desde el poder público y de gobierno. Su egomanía les impide aspirar más allá de su pequeñez de miras en la oscuridad de sus almas.
La soberbia del poderoso le hace creerse un semi-Dios, delirantemente infalible en sus evidentes y profundas limitaciones. Creyendo que en ellos descansa nuestro origen y destino, y que México descubrió en ellos su mayor y mejor propósito.
Andrés Manuel se ha ido, dejando una estela de fracasos que su gente negará y todos, incluso ellos y su descendencia, pagaremos con más dolor y sufrimiento. Su egoísmo y soberbia han sido desbordantes al punto de legalizar lo que ha sido ilegítimo. Entre sus amistades están los malos, los más perversos de nuestra vida pública. En México, el Quinto Poder lo detentan los malandros, a quienes el presidente López Obrador cuidó, protegió y multiplicó favores.
El engaño es propio de los perversos y el autoengaño de los indolentes. La destrucción de la selva yucateca para abrir paso a su tren maya, derribando árboles y socavando historia, es ejemplo del afán de AMLO de destruir todas nuestras instituciones democráticas; construyó su tren violando las leyes ambientales mexicanas. La Sheinbaum ha heredado caos…solo poder en el caos; y está agradecida. Pareciera confirmarse aquello de que, quienes adoran falsos dioses, se congratulan con milagros fatuos.
En la escuela se nos enseñó que los españoles se llevaron nuestro oro y los gringos nos arrebataron la mitad del territorio, y desde esa creencia falsa no han hecho sentir las grandes víctimas del destino, no importando que en nuestro Himno Nacional afirmemos que nuestro destino nos fue escrito por el dedo de Dios.
Cuando Hernán Cortés conquistó a los reinos indígenas de lo que hoy es México, España no existía ni tampoco México. Cuando perdimos la mitad de nuestro territorio, nos la pasábamos peleando entre nosotros mismos. Traidores nuestros, lucharon en favor de nuestros invasores. La mentira, cuando sustenta la historia oficial de un pueblo, se convierte en desgracia que se hereda en el inconsciente colectivo.
Estamos sumergidos en una sociedad de perdedores y vencidos que han renunciado a la verdad y están dispuestos entregar su dignidad y libertad con tal de no perder las dádivas que les espolvorean en el suelo quienes gobiernan sin valores y ni principios. Reconstruir la dignidad del pueblo será una tarea difícil pero no imposible.
Debemos templar y moldear nuestros caprichos, eligiendo lo sobrio, austero y mesurable sobre lo superfluo, vano y sin sentido de trascendencia; debemos vigilar, examinar y discernir mejor cada día pues los engaños, de todos los orígenes, son insistentes y cambiantes de forma. Somos parte de una sociedad infestada de demonios que nos engañan con la promesa de un cielo sin Dios y muchos dioses… ellos mismos.
Confío, sí, en muchos de quiénes gobernarán a partir de este 2024; presidentes municipales, por ejemplo, con claridad de propósitos; sin embargo, hago votos para que provechen tiempo en lo de mayor trascendencia. Me explico.
Verónica Delgadillo, presidente municipal de Guadalajara, debería considerar, con Pablo Lemus y Juan José Frangie, convocar a un amplio debate para darnos un nuevo código urbano para Jalisco que ponga orden a nuestras ciudades, asegurando su sustentabilidad, el bienestar de su gente e impulsando su productividad y competitividad.
Alejandro Aguirre Curiel, presidente municipal de Chapala, debería promover con Pablo Lemus, atraer para Jalisco, en 2026, la sede de la conmemoración del Día Mundial de los Humedales. Este evento pondría a Jalisco en la mira global. Lo he platicado con Alejandro y con gente muy cercana de Pablo Lemus.
En nuestro día a día, estamos llamados a percibir los matices y las sutilezas de nuestra libertad, con gratitud, amor, humildad y esperanza; de hacerlo así, descubriremos que la felicidad nos aguarda más cerca de lo que pudiésemos imaginar y que solo tenemos que ir por ella. Encontraremos que nuestra libertad nos fue entregada para que elijamos el camino a nuestra realización personal, en familia y en comunidad; para decidir sobre aquello que tienen trascendencia y nos dan valía como personas y nación.
La mesa del poder público y de gobierno está servida. Veremos quiénes, en los tres órdenes de gobierno, sí sirven.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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