MUNDO
Los narcos gringos, primera parte

Opinión, por Gerardo Rico //
“La violencia urbana en Estados Unidos, que en ciudades como Chicago, Baltimore, Los Ángeles y Nueva York arroja estadísticas preocupantes de por lo menos una persona asesinada a diario, está directamente ligada a la venta de drogas y por ende al narcotráfico mexicano.
Sin embargo, en una sociedad como la estadounidense, con su gobierno acostumbrado a buscar fuera de sus fronteras a los culpables del problema de la demanda y el consumo de drogas, los asesinatos cometidos todos los días por pandilleros o entre pandillas no son algo que valga la pena resaltar a nivel nacional; es más, si el muerto o los muertos son afroamericanos o hispanos, el gobierno hace todo lo posible por meter el asunto debajo de la alfombra”.
En la Unión Americana no existen estructuras lineales en las organizaciones del narco, como las hay en México y otras naciones latinoamericanas. Los narcos gringos trabajan con cualquier cártel y con varios al mismo tiempo cuando es posible. Son operadores que se encargan de la logística para transportar, distribuir y vender drogas. Su tajada se reparte entre muchos, son como una cadena de trabajadores independientes que prestan sus servicios a los narcos extranjeros.
“Lo que no hay en Estados Unidos son cárteles, no hay una estructura piramidal de capos entre los narcos gringos, menos aún un narcotraficante estadounidense destacado en comparación con los logros criminales alcanzados por delincuentes como Pablo Escobar Gaviria, Rafael Caro Quintero o el Chapo Guzmán”.
Este es apenas un bosquejo del libro “Los narcos gringos”, una radiografía inédita del tráfico de drogas en Estados Unidos, que fue escrito por el periodista Jesús Esquivel, corresponsal de la revista Proceso desde 1989 en Washington D.C., acreditado ante la Casa Blanca, el Congreso Federal y el Departamento de Estado de Estados Unidos. Hay que destacar que el libro fue editado en el 2016 y los derechos de edición son de Penguin Random House.
Ante las medidas del presidente Donald Trump, quien declaró como grupos terroristas a los cárteles de la droga en México, y las advertencias de funcionarios de su administración que podrían intervenir militarmente en nuestro país para terminar con estos, se me hizo muy interesante realizar una reseña de este libro que describe cómo opera el narco en el vecino país del norte.
“Las narcas gringas no son como las buchonas sinaloenses ni andan subiendo fotos al Facebook acompañadas de “su hombre” o ataviadas con joyas y vestidos de diseñador; son casi imperceptibles: están en todos lados, pero no se ven. Viven en grandes urbes como Nueva York, visten como ejecutivas y en algunos casos lo son, pero están más concentradas en hacer dinero fácil”.
En la Gran Manzana no llama la atención ver a una mujer blanca caminando por Park Avenue vestida con un traje sastre y con un portafolios en la mano: alguien así se puede considerar una más de las abogadas, empresarias o vendedoras de acciones financieras en Wall Street.
La lucha contra la violencia urbana es la guerra del gobierno estadounidense contra sus narcotraficantes y contra el comercio de drogas, pero aquel no lo admite y prefiere mantenerla disfrazada como “lucha contra la violencia”. En la DEA se desarrolló la Estrategia de ahogamiento, concentrada en su totalidad a combatir el tráfico de drogas al nivel de los pandilleros.
El objetivo de esta estrategia fue el identificar a los intermediarios estadounidenses de los cárteles mexicanos, personajes que se encargan de establecer la relación directa de un cártel con las pandillas de Estados Unidos. Los intermediarios son los que reclutan a los pandilleros y uno de los lugares favoritos para este objetivo es el sistema carcelario a nivel estatal y local.
Con cifras de hace nueve años, el autor del libro precisa que “para tener una idea del problema solo hay que mirar lo que sucede en Chicago: tiene el sistema carcelario municipal más grande de Estados Unidos y del mundo, el cual alberga entre 9,000 y 13,000 presos, de los cuales más del 80% purgan condenas por delitos relacionados con la violencia urbana pandillera y la venta de narcóticos”.
“La gravedad y el tamaño de la epidemia del consumo de drogas en Estados Unidos es auténticamente una calamidad; la muerte de jóvenes estadounidenses por sobredosis de narcóticos parece un hoyo negro sin fondo. Desde el gobierno federal de este país, la mejor práctica para enfrentar el problema del tráfico internacional de narcóticos sigue siendo buscar responsables fuera de sus fronteras; en este contexto de irresponsabilidad y de delegar a otros las culpas y las consecuencias de sus problemas de salud pública y educación, se augura que México seguirá siendo el villano favorito de la Casa Blanca y del Capitolio”.
Los narcos gringos, de Jesús Esquivel, además de ser una lectura amena, describe cómo operan los brókers, los narco motociclistas y narco camioneros, las narco pandillas los informantes y la narco corrupción gringa, entre otros capítulos por demás interesantes y que no pierden actualidad.
JALISCO
Lleva Ballet Folclórico de Guadalajara cultura y tradición a Estados Unidos

– Por Mario Ávila
El Ballet Folclórico de Guadalajara se presentó en el Rosemont Theatre de Chicago, en el evento estelar de la Segunda Ruta de la Gira Internacional 2025, México en el Corazón.
Los bailarines tapatíos compartieron escenario con el Mariachi Estelar de México en el Corazón y la Banda Orquesta Colores, y presentaron estampas, música y canciones de Guanajuato, Yucatán y Jalisco ante los más de 4 mil 400 asistentes.
Este espectáculo se realiza anualmente e incluye al Mariachi Estelar como uno de sus principales artistas, junto con el Ballet Folclórico Guadalajara y la Banda Orquesta Colores.
Participaron en el evento Sergio Suárez, presidente de NAIMA (North American Institute for Mexican Advancement); Ron Serpico, alcalde de Melrose Park; Susana Mendoza de Illinois Comptroller; Reyna Torres, cónsul general de México en Chicago; Andrea Blanco, coordinadora del Gabinete Social del Gobierno de Jalisco; y Manuel Romo, secretario de Gobierno del Gobierno de Guadalajara.
Esta es la segunda parada de la ruta de México en el corazón, la primera fue en la Ciudad de Sioux City, en Iowa en donde se presentó por primera vez, y más de mil personas asistieron a disfrutar de este espectáculo.
La gira continuará por el Medio Oeste, Sur y la Costa Este de los Estados Unidos.
Para fechas y ciudades entrar en este sitio web: http://www.mexicoenelcorazon.org
CARTÓN POLÍTICO
Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»
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LAS CINCO PRINCIPALES:
Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco
La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III
MUNDO
La tradición del saqueo: Naturaleza depredadora del poder imperial

– Actualidad, por Alberto Gómez R.
(Parte 1) A lo largo de la historia de la humanidad, el poder económico de los grandes imperios se ha construido frecuentemente sobre pilares tan sombríos como la guerra, el saqueo sistemático y el sometimiento de pueblos enteros.
Este patrón de comportamiento, visible desde los primeros imperios de la antigüedad hasta las potencias contemporáneas, revela una lógica de acumulación basada en la extracción violenta de recursos más que en la productividad o la innovación endógena.
El historiador económico Douglas North, citado en uno de los documentos analizados, señalaba que los imperios antiguos establecían sistemas burocráticos sofisticados que permitían la expropiación sistemática de excedentes de las regiones conquistadas.
En el mundo actual, Estados Unidos representa la última encarnación de este impulso imperial, aunque sus métodos hayan evolucionado hacia formas más sofisticadas de dominación económica y militar.
Como se advierte en el panorama actual, esta potencia estaría experimentando un rápido declive relativo en el escenario global, lo que intensificaría sus comportamientos depredadores hacia naciones ricas en recursos que se resisten a someterse a su hegemonía.
Venezuela, con las mayores reservas petroleras certificadas del planeta, se encontraría en la mira de este mecanismo de saqueo contemporáneo, al igual que lo estuvieron Irak, Libia y Siria en las últimas décadas, solo por citar algunos ejemplos.
LOS CIMIENTOS HISTÓRICOS DEL SAQUEO IMPERIAL
Los primeros grandes imperios de la historia establecieron las bases de lo que sería una larga tradición de explotación económica mediante la conquista. En Mesopotamia, Egipto, China y la India, surgieron estructuras estatales centralizadas que «legislaban, impartían justicia y ejecutaban sobre un extenso territorio que agrupaba a muchas ciudades» (eumed.net).
Estos imperios perfeccionaron sistemas de extracción de riqueza mediante tributos, esclavitud y control de las rutas comerciales.
El Imperio de Alejandro Magno ofrece un ejemplo temprano de cómo la conquista militar servía como vehículo para la acumulación de riqueza. Como se describe en los documentos, Alejandro y sus falanges macedonias conquistaron todo el Imperio persa en tan sólo ocho años, apoderándose de inmensos tesoros y estableciendo un sistema de control sobre territorios que se extendían hasta la India. Patrón similar exhibiría el Imperio Romano, que transformó el Mediterráneo en su «Mare nostrum» y extrajo recursos de todos los territorios conquistados, desde las minas de plata hispanas hasta los graneros egipcios.
Con la era de los descubrimientos, las potencias europeas perfeccionaron el arte del saqueo imperial a escala global. España y Portugal inauguraron lo que podría considerarse el primer «imperio global» de la historia: «por primera vez un imperio abarcaba posesiones en todos los continentes del mundo» (eumed.net).
El flujo de metales preciosos desde América hacia Europa financió las guerras y el desarrollo económico europeo durante siglos, a costa del exterminio y la explotación de poblaciones indígenas.
El Imperio británico llevaría este modelo a su máxima expresión, estableciendo una red global de colonias y territorios controlados que proveían de recursos naturales y mercados cautivos a la metrópoli. El comercio de esclavos, la extracción de recursos en condiciones de cuasi-esclavitud y la destrucción de industrias locales competitivas fueron algunas de las estrategias empleadas para consolidar su hegemonía económica.
ESTADOS UNIDOS, LA SUPERPOTENCIA DEPREDADORA
Estados Unidos emergió como potencia global practicando una versión modernizada del juego imperial tradicional. Bajo la Doctrina Monroe y su corolario Roosevelt, se autoproclamó potencia hegemónica en América Latina y el Caribe, interviniendo militarmente en múltiples ocasiones para proteger sus intereses económicos. La diplomacia de las cañoneras y las intervenciones directas aseguraban el acceso a mercados, recursos y rutas comerciales estratégicas.
Tras la Segunda Guerra Mundial, con las potencias europeas debilitadas, Estados Unidos ascendió a la condición de superpotencia global, rol que se consolidaría tras el colapso de la Unión Soviética.
Como se señala en uno de los documentos, «después de que se desintegrase la Unión Soviética a principios de 1990, Estados Unidos quedó como la única superpotencia restante de la Guerra Fría». Esta posición hegemónica le permitió moldear las instituciones internacionales a su medida y establecer un sistema económico global que privilegiara sus intereses.
La economía estadounidense se ha vuelto profundamente dependiente de lo que el presidente Eisenhower denominó el «complejo militar-industrial». Con un presupuesto militar que supera al de los siguientes diez países combinados, Estados Unidos ha convertido la guerra en un negocio extraordinariamente lucrativo para sus corporaciones de defensa.
Como se documenta en uno de los artículos revisados, la administración Biden ha solicitado al Congreso «842 mil millones de dólares para el Pentágono en el año presupuestario 2024», lo que representa «la solicitud más grande desde el pico de las guerras de Irak y Afganistán» (france24.com).
Este apetito insaciable por el gasto militar requiere enemigos externos y conflictos perpetuos, creando un círculo vicioso de intervencionismo que justifique tales desembolsos. Los resultados son visibles en las sucesivas guerras e intervenciones que han marcado las últimas décadas, desde Vietnam hasta Afganistán, pasando por Irak, Libia y Siria.
EL SAQUEO CONTEMPORÁNEO
La invasión de Panamá en 1989 constituye un ejemplo paradigmático de cómo Estados Unidos utiliza pretextos para justificar intervenciones militares que persiguen objetivos geoeconómicos estratégicos. Como se documenta extensamente en varios de los materiales consultados, la llamada «Operación Causa Justa» fue oficialmente justificada como una medida necesaria para detener el narcotráfico y defender la democracia.
El general Manuel Antonio Noriega, quien había sido durante años un aliado útil para Washington y colaborador de la CIA, fue convertido de pronto en enemigo público número uno. Como se describe en los documentos, Noriega «había sido aliado clave de Estados Unidos durante el final de la Guerra Fría, trabajando como agente de la CIA, al tiempo que tejía vínculos con el narcotráfico» (elnacional.com). Cuando dejó de ser funcional a los intereses estadounidenses, fue acusado de narcotráfico y derrocado mediante una invasión militar que causó entre 500 y 4 mil víctimas panameñas, según distintas fuentes.
El verdadero objetivo de la invasión, sin embargo, habría sido asegurar el control estratégico del Canal de Panamá en vísperas de su traspaso completo a soberanía panameña, previsto para el año 2000 según los Tratados Torrijos-Carter de 1977. Como se señala en uno de los documentos, estos tratados «condicionaba la defensa del canal de manera conjunta, a través de un tratado adicional, dando la posibilidad de intervenir militarmente en Panamá si la operación del canal se viese comprometida».
La invasión aseguró que, aunque panameño en papel, el canal permaneciera bajo control efectivo estadounidense.
Continuará…