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MUNDO

Los narcos gringos, primera parte

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Opinión, por Gerardo Rico //

“La violencia urbana en Estados Unidos, que en ciudades como Chicago, Baltimore, Los Ángeles y Nueva York arroja estadísticas preocupantes de por lo menos una persona asesinada a diario, está directamente ligada a la venta de drogas y por ende al narcotráfico mexicano.

Sin embargo, en una sociedad como la estadounidense, con su gobierno acostumbrado a buscar fuera de sus fronteras a los culpables del problema de la demanda y el consumo de drogas, los asesinatos cometidos todos los días por pandilleros o entre pandillas no son algo que valga la pena resaltar a nivel nacional; es más, si el muerto o los muertos son afroamericanos o hispanos, el gobierno hace todo lo posible por meter el asunto debajo de la alfombra”.

En la Unión Americana no existen estructuras lineales en las organizaciones del narco, como las hay en México y otras naciones latinoamericanas. Los narcos gringos trabajan con cualquier cártel y con varios al mismo tiempo cuando es posible. Son operadores que se encargan de la logística para transportar, distribuir y vender drogas. Su tajada se reparte entre muchos, son como una cadena de trabajadores independientes que prestan sus servicios a los narcos extranjeros.

“Lo que no hay en Estados Unidos son cárteles, no hay una estructura piramidal de capos entre los narcos gringos, menos aún un narcotraficante estadounidense destacado en comparación con los logros criminales alcanzados por delincuentes como Pablo Escobar Gaviria, Rafael Caro Quintero o el Chapo Guzmán”.

Este es apenas un bosquejo del libro “Los narcos gringos”, una radiografía inédita del tráfico de drogas en Estados Unidos, que fue escrito por el periodista Jesús Esquivel, corresponsal de la revista Proceso desde 1989 en Washington D.C., acreditado ante la Casa Blanca, el Congreso Federal y el Departamento de Estado de Estados Unidos. Hay que destacar que el libro fue editado en el 2016 y los derechos de edición son de Penguin Random House.

Ante las medidas del presidente Donald Trump, quien declaró como grupos terroristas a los cárteles de la droga en México, y las advertencias de funcionarios de su administración que podrían intervenir militarmente en nuestro país para terminar con estos, se me hizo muy interesante realizar una reseña de este libro que describe cómo opera el narco en el vecino país del norte.

“Las narcas gringas no son como las buchonas sinaloenses ni andan subiendo fotos al Facebook acompañadas de “su hombre” o ataviadas con joyas y vestidos de diseñador; son casi imperceptibles: están en todos lados, pero no se ven. Viven en grandes urbes como Nueva York, visten como ejecutivas y en algunos casos lo son, pero están más concentradas en hacer dinero fácil”.

En la Gran Manzana no llama la atención ver a una mujer blanca caminando por Park Avenue vestida con un traje sastre y con un portafolios en la mano: alguien así se puede considerar una más de las abogadas, empresarias o vendedoras de acciones financieras en Wall Street.

La lucha contra la violencia urbana es la guerra del gobierno estadounidense contra sus narcotraficantes y contra el comercio de drogas, pero aquel no lo admite y prefiere mantenerla disfrazada como “lucha contra la violencia”. En la DEA se desarrolló la Estrategia de ahogamiento, concentrada en su totalidad a combatir el tráfico de drogas al nivel de los pandilleros.

El objetivo de esta estrategia fue el identificar a los intermediarios estadounidenses de los cárteles mexicanos, personajes que se encargan de establecer la relación directa de un cártel con las pandillas de Estados Unidos. Los intermediarios son los que reclutan a los pandilleros y uno de los lugares favoritos para este objetivo es el sistema carcelario a nivel estatal y local.

Con cifras de hace nueve años, el autor del libro precisa que “para tener una idea del problema solo hay que mirar lo que sucede en Chicago: tiene el sistema carcelario municipal más grande de Estados Unidos y del mundo, el cual alberga entre 9,000 y 13,000 presos, de los cuales más del 80% purgan condenas por delitos relacionados con la violencia urbana pandillera y la venta de narcóticos”.

“La gravedad y el tamaño de la epidemia del consumo de drogas en Estados Unidos es auténticamente una calamidad; la muerte de jóvenes estadounidenses por sobredosis de narcóticos parece un hoyo negro sin fondo. Desde el gobierno federal de este país, la mejor práctica para enfrentar el problema del tráfico internacional de narcóticos sigue siendo buscar responsables fuera de sus fronteras; en este contexto de irresponsabilidad y de delegar a otros las culpas y las consecuencias de sus problemas de salud pública y educación, se augura que México seguirá siendo el villano favorito de la Casa Blanca y del Capitolio”.

Los Narcos Gringos, de Jesús Esquivel, además de ser una lectura amena, describe cómo operan los brókers, los narco motociclistas y narco camioneros, las narco pandillas los informantes y la narco corrupción gringa, entre otros capítulos por demás interesantes y que no pierden actualidad.

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Bojayá y la esperanza de paz

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Opinión, por Miguel Anaya //

A finales de los años noventa y principios de los 2000, Colombia vivió una crisis de violencia que superaba a la que actualmente enfrenta México. Uno de los departamentos más afectados fue el de Chocó, donde operaban las FARC, grupos delictivos y autodefensas.

El 2 de mayo de 2002, la pequeña comunidad de Bojayá se convirtió en el escenario de una de las tragedias más devastadoras del conflicto armado. En medio de intensos enfrentamientos entre las FARC y grupos paramilitares, cientos de habitantes buscaron refugio en la iglesia del pueblo, confiando en que sus paredes consagradas los protegerían del horror que se vivía afuera.

Alrededor de las 3 de la tarde, un cilindro-bomba impactó directamente en el templo, causando la muerte instantánea de 79 personas, entre ellas 48 niños. Los cuerpos quedaron mutilados y las paredes de la iglesia manchadas de sangre. Días después, el número de víctimas fatales alcanzó las 119, ya que muchos no sobrevivieron a las heridas.

Este acto brutal puso de manifiesto la vulnerabilidad de las comunidades atrapadas entre las fuerzas violentas. A raíz de este y otros eventos que conmocionaron al país, Colombia emprendió un camino hacia la pacificación y la reconstrucción social. Las políticas implementadas, que combinaban estrategias de seguridad con inversión social y económica, comenzaron a dar frutos en las dos décadas siguientes.

Según datos del Banco Mundial, la tasa de homicidios en Colombia pasó de 70 por cada 100 mil habitantes en 2002 a 25 en 2022. En ese contexto, la ciudad de Medellín llegó a tener una tasa alarmante de 380 homicidios por cada 100 mil habitantes.

El entonces gobierno colombiano aplicó la estrategia de ‘Seguridad Democrática’. Esta política implicó el despliegue masivo de fuerzas de seguridad para recuperar el control territorial, fortalecer las capacidades de inteligencia y aumentar la presencia del Estado en zonas rurales, donde guerrillas y grupos paramilitares habían establecido su dominio. La creación de redes de informantes y la colaboración con las comunidades fueron fundamentales para desmantelar estructuras criminales y reducir los enfrentamientos armados.

Tras el debilitamiento militar de las FARC, el gobierno reconoció que la violencia era también un efecto de problemas estructurales como la pobreza y la falta de oportunidades en las regiones rurales.

En respuesta, se implementaron programas de desarrollo rural que incluyeron la construcción de infraestructura, carreteras y electrificación, con el fin de conectar comunidades aisladas con el resto del país.

Además, se promovieron programas de acceso a créditos para pequeños agricultores y cooperativas rurales, incentivando la sustitución de cultivos ilícitos por productos agrícolas comerciales.

En el ámbito social, las políticas de reparación y reconciliación jugaron un papel central. La creación de una Unidad para las Víctimas permitió que quienes sufrieron violencia fueran reconocidos y compensados, generando un proceso de catarsis social.

La inversión en educación y salud fue un eje central: entre 2002 y 2022, el acceso a la educación secundaria aumentó en un 20 por ciento, mientras que la cobertura de salud pública se amplió significativamente en las zonas rurales. A pesar de que aún persisten desafíos en materia de seguridad, el avance en Colombia ha sido notable.

Esta experiencia ofrece lecciones valiosas para México. La implementación de políticas que fortalezcan instituciones, promuevan el desarrollo económico, social y fomenten la cohesión social son esenciales para revertir la tendencia de violencia.

La profesionalización de las fuerzas de seguridad, la recuperación del control territorial y la implementación de programas sociales en zonas marginadas son pasos fundamentales para reconstruir el tejido social. Políticas de desarrollo rural, como las aplicadas en el país sudamericano, podrían replicarse en México para incentivar la economía local, alejar a los jóvenes de las dinámicas del crimen organizado y generar alternativas económicas en comunidades atrapadas en el ciclo de la violencia.

En conclusión, la trágica masacre de Bojayá simboliza el profundo sufrimiento que la violencia puede infligir a una nación. Sin embargo, también demuestra que por muy cruda que sea la realidad violenta que nos rodea, esta puede cambiar con voluntad política y estrategias integrales adecuadas.

El caso de Teuchitlán debe ser un llamado a la acción colectiva. Debemos abrir los ojos y encontrar en la experiencia de otros países una guía para diseñar e implementar políticas efectivas que conduzcan a un futuro más seguro y próspero.

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La cumbre no es eterna: El peso del poder y la caída inevitable

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

La historia está repleta de ejemplos de líderes que, enceguecidos por la ambición, olvidaron la fragilidad de su posición. Luis XVI, convencido de que su linaje era suficiente para sostener su trono, ignoró las señales del descontento popular hasta que el filo de la guillotina le enseñó lo contrario. Napoleón, tras haber conquistado media Europa, creyó que Rusia sería otra joya en su corona, solo para encontrar en la crudeza del invierno su Waterloo anticipado.

El ascenso y la caída de los poderosos no es un fenómeno reciente ni exclusivo de una geografía en particular. Desde la antigüedad, los imperios han crecido con el ímpetu de la ambición y se han desplomado con la misma rapidez con la que olvidaron los límites de su propio poder.

Alejandro Magno conquistó medio mundo, pero murió sin dejar un heredero capaz de sostener su imperio. Julio César creyó que su popularidad y victorias militares lo hacían intocable, hasta que sus propios aliados decidieron que representaba una amenaza mayor que un beneficio. La política, como la historia, es una danza peligrosa entre la gloria y la ruina, donde el exceso de confianza suele ser el último paso antes de la caída.

El mito de Ícaro nos recuerda precisamente esto: el peligro de volar demasiado alto sin medir las consecuencias. Ícaro, fascinado por su recién adquirida capacidad de volar, olvidó la advertencia de su padre y ascendió hacia el sol, hasta que el calor derritió la cera de sus alas y cayó al mar.

La política, como la vida misma, requiere de equilibrio. Quien se eleva sin mesura, sin comprender la delgada línea que separa el éxito de la caída, está condenado a desplomarse con mayor fuerza. El poder tiene un peso que pocos pueden sostener sin perder la compostura. No se trata solo de alcanzar alturas, sino de saber mantenerse en ellas.

Pero si Ícaro es el ejemplo de la caída, Sísifo representa la otra cara de la moneda: el castigo de quienes están atrapados en una lucha interminable. Su condena consistió en empujar una roca cuesta arriba solo para verla rodar de nuevo al punto de partida. En la política, muchas veces la lucha es constante y el esfuerzo parece nunca rendir frutos.

Sin embargo, el verdadero peligro no está en la repetición del intento, sino en la ilusión de que la cima es un lugar permanente. Muchos políticos creen que el poder les pertenece, que su ascenso es definitivo y que su esfuerzo no necesita ajustes. Pero la realidad es que la piedra siempre caerá, y lo único que define a los grandes es cómo afrontan la inevitable repetición del ciclo.

No hay imperio ni liderazgo que sea eterno. La historia es cíclica, y los excesos suelen conducir al mismo desenlace. En México y en el mundo, las trayectorias políticas están marcadas por ascensos meteóricos y caídas estrepitosas. Basta con observar cómo en cada sexenio surgen figuras que, creyendo haber conquistado la cima, terminan en el olvido o el descrédito. Quienes llegan al poder suelen olvidar que su estancia en la cúspide es efímera, que la rueda del destino sigue girando y que lo que hoy es gloria mañana puede ser polvo.

El sistema político parece diseñado para producir nuevos Sísifos, figuras condenadas a empujar sus delitos cuesta arriba, solo para verlos rodar nuevamente cuando cambian las administraciones. Cada sexenio, cada legislatura, cada relevo de poder trae consigo un ajuste de cuentas disfrazado de justicia o renovación, donde los caídos de ayer se convierten en los verdugos de hoy y los actuales intocables pronto serán las nuevas piezas sacrificables. La impunidad no es eterna, pero sí cíclica, y quienes creen haber asegurado su permanencia descubren, tarde o temprano, que la roca siempre vuelve a caer.

Las reformas, los cambios de gobierno y los giros políticos no son más que un nuevo acto en esta obra repetitiva, donde las promesas de castigo a la corrupción se mezclan con la selectividad de la justicia. Los escándalos que hoy cimbran las instituciones terminan convertidos en anécdotas cuando el tiempo y la indiferencia los diluyen, hasta que nuevos nombres ocupan los titulares y el proceso vuelve a empezar. En este juego de relevos, algunos consiguen deslizarse entre las grietas del sistema, mientras que otros terminan aplastados por el peso de sus propias ambiciones.

Y así, en un ciclo interminable, la historia se repite de forma tal que la pregunta no es si caerán, sino cuándo y con qué consecuencias. Algunos lo harán con estrépito, arrastrando consigo estructuras enteras y exhibiendo las miserias del sistema; otros, con sigilo, desaparecerán en la sombra de negociaciones y pactos que les garanticen una caída suave. Pero la constante es ineludible: nadie se mantiene en la cumbre para siempre, y aquellos que creen haber burlado el destino solo están posponiendo lo inevitable.

La enseñanza es clara: la política requiere mesura, prudencia y un entendimiento profundo de la transitoriedad del poder. Nadie es eterno en el cargo, y quienes lo olvidan terminan consumidos por el peso de sus propias decisiones.

En la vida, como en la política, el equilibrio lo es todo. El dinero, el éxito y la influencia pueden convertirse en espejismos que hacen olvidar el propósito inicial. La historia nos ha enseñado que aquellos que se ven a sí mismos como intocables, como dueños de un destino inalterable, terminan siendo arrastrados por la corriente de su propia soberbia. La verdadera habilidad no está en acumular poder, sino en administrarlo sin perder el sentido de la realidad.

El desafío es claro: no ser Ícaro ni Sísifo, sino aprender a volar sin olvidar que siempre habrá una caída, y a empujar la piedra con la consciencia de que el esfuerzo nunca es definitivo. Porque en la política, como en la vida, nadie es eterno en la cumbre, y solo aquellos que lo entienden logran caer con dignidad y levantarse con sabiduría.

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Transparencia que incomoda: Elon Musk y DOGE, enemigos del estatus quo y el orden mundial

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Política Global, por Jorge López Portillo Basave //

El creador de satélites para la comunicación barata, SpaceX, Neuralink, túneles para reducir el tráfico en megaciudades, Pay Pal y Tesla es el nuevo villano favorito de la clase dominante global que le ordena parar antes de que le cueste a él o a su familia algo más que dinero. Musk debe caer por razones de Estado para servir al nuevo orden mundial.

Cuando Obama era presidente reconoció a Musk como uno de los ejemplos de la empresa privada y la tecnología moderna, Biden ordenó cambiar flotas de vehículos de gasolina por eléctricos, pero los llamados liberales de EUA han puesto como fecha para derribar a Tesla el próximo 29 de marzo. “… Estamos enviando a gente a los distritos de los congresistas republicanos para que los enfrenten y les hagan cambiar sus votos…”, “… Vamos a bajar su popularidad de Trump…”, aseguraron legisladores del partido demócrata.

Lo que no sabemos es qué, si eso afectará más a los de su partido que a los del otro, porque la mayoría de los Tesla son usados por liberales o elites de EUA que hasta la semana pasada detestaban las tecnologías de coches de combustión interna.

No puedo creer lo que estoy viendo. Hace años veíamos como en EUA al que cometía una falta se le castigaba. Incluso recuerdo que cuando yo tenía 18 años fui de visita a Pasadena y me desesperé al estar tratando de cruzar a pie la calle, por lo que sin importar la luz roja me pasé al otro lado. Pocos segundos después una moto patrulla me alcanzó en la banqueta y bloqueó mi caminar.

Casi me muero del susto, obvio me multaron y antes de regresar a México pagué mi multa en la corte municipal, pero gracias al susto y a la pena por el show público entendí que debía respetar las leyes más sencillas y ya ni hablar de las más grandes.

Todos hemos escuchado que los latinos al llegar a EUA somos otros respetando hasta las más sencillas normas. La idea era que, si uno es obligado a respetar las normas por miedo al castigo por romperlas, entonces la mayoría las respetan.

Ese EUA del respeto a la propiedad ajena y a la autoridad parece que está por fenecer. Llevan cuando menos 8 años viendo cómo se utiliza el pretexto de las protestas contra el gobierno o del supuesto apoyo a las minorías para permitir y hasta fomentar delincuencia. Con tristeza podemos ver coches y edificios vandalizados.

Esta vez no es porque un estúpido policía haya matado a un afroamericano como en el 2020, sino porque un sudafricano blanco que resulta ser el hombre más rico del mundo y ciertamente uno de los más ingeniosos de nuestra era, se le ha ocurrido averiguar si el país más rico del mundo desperdicia su dinero en estupideces o en proyectos inconfesables.  

Así es, los mal autodenominados “liberales” del partido Demócrata, piden menos transparencia y cero accesos a la información.  ¿Por qué, es que a los gobiernos les molesta la transparencia? En especial al gobierno que predica eso como una herramienta de la democracia. ¿Qué sucede con la idea de ser empleados del pueblo?

Musk el criminal ha cometido la infamia de ir a trabajar de gratis a una asesoría del presidente de EUA con el fin de ver si los casi 7 trillones de dólares anuales son bien gastados. Daré inicio con la declaración del líder del grupo parlamentario Demócrata en el Senado de ese país, Sen Chuck Schumer de Nueva York ha dicho que las quejas son porque a los republicanos “no les gusta que el gobierno les quite dinero vía impuestos de las empresas que han construido con sus manos, ni les gusta que les digan cómo tratar a sus clientes”, pero que los demócratas seguirán peleando por lograrlo.

Esa declaración parece estúpida en sí misma y cínica. Es casi una confesión de que la postura es quitar dinero para gastarlo sin responsabilidad y que los que lo generan sean empleados o empresarios de cualquier tamaño deben callar y solo obedecer.

Esta postura de liberalismo mal entendido me recuerda que en algunos estados de ese país se han aprobado leyes que castigan a los maestros por informar a los padres de familia sobre temas sexuales de sus hijos incluso dando hasta 48 horas para dar a conocer presuntos asaltos sexuales.

El departamento de eficiencia gubernamental que encabeza Elon Musk, llamado DOGE, por sus siglas en inglés, le ha costado al ingeniero pérdidas por 100 mil millones de dólares en valor bursátil desde que hace dos semanas iniciaron protestas “pacificas” en las calles y en sus agencias de autos.

Se han quemado, pintarrajeado, quemado y golpeado decenas de autos en la calle y varias agencias en ciudades gobernadas por alcaldes demócratas.

Se han publicado en redes sociales listas de clientes y domicilios para que los protestantes puedan ir a “presionar” a las casas o empleos. Incluso actores como John Cusack han dicho que hay que presionar porque el “miedo está funcionando” así es, se daña propiedad privada para enviar un mensaje político. 

Resulta más ridículo que hace 4 años el Presidente Biden haya ordenado que para el 2035 los motores de combustión fueran sacados de producción y fuesen sustituidos con vehículos eléctricos, de los que Tesla es el número 1 o 2 ya con la presencia de China BYD y que ahora senadores, vongresistas y actores de “liberales” que por años dijeron que el calentamiento global era el riesgo más grande para la humanidad, sean los mismos que presumen en redes sociales la venta de sus Teslas para comprar vehículos V8 y celebrar las protestas vs Tesla que incluyen quemas y toneladas de CO2 al ambiente.

Todo esto en la misma semana en que SpaceX rescata a 3 astronautas que por 9 meses se quedaron varados en el espacio.

DOGE ha identificado casi 700 mil millones de dólares en gasto anual cuestionable que incluye gastos para fomentar el transexualismo de ratones, dinero para organizaciones con lazos terroristas en oriente o miles de millones para organizaciones con vínculos a políticos de EUA quienes vía sociedades de caridad hacen su agosto con fondos públicos.

Como dice Elon, no quieren que siga viendo el destino del dinero y por eso lo están atacando y hasta amenazando de muerte. Su delito entre otros haber descubierto que se aún se continuaba pagando cheques de pensiones a 3 millones de personas ya fallecidas mientras que se dice que los fondos del seguro social de ese país están por agotarse. Su delito es pedir ver qué los gastos del gobierno sean públicos y apropiados.

La autoridad de Musk fue cuestionada por la oposición y por varios medios de comunicación, pero nadie se ha cuestionado por décadas que esa misma información está en manos de cualquier empleado de gobierno con acceso a las bases de datos. ¿Qué cambió? La respuesta es simple, Musk hace público lo que ve y, ya que se ve, puede ser confirmado o corregido, pero ya no es secreto.

De nada le ha servido a Musk haber salvado a Ucrania con los satélites para defenderse gratis de Rusia el primer año de la guerra y que Putin hubiera puesto precio a su cabeza, de nada le sirvió ser el primer particular en poder operar para EUA una red de cohetes y de satélites que le permiten a ese país ser el líder mundial de dichas capacidades, de nada le sirvió ser el creador de la primera marca de autos eléctricos totalmente funcional.

Musk debe caer para ser ejemplo de que el poder no dejará que le quiten sus privilegios y en particular porque así otros empresarios no se atreverán a dejar de donar a los partidos extremistas o a cuestionar el gasto del gobierno de cualquier nivel.

DOGE, la transparencia y la eficiencia deben morir porque de lo contrario serán mal ejemplo para otros países y otros niveles. Musk es incómodo para el mundo de la corrupción y los intereses ocultos. La forma burda y desatinada de Trump no ayuda. Si la forma fuera distinta, seguro no daría pretextos a sus críticos, pero el fondo es el mismo.

El creador del grupo de empresas y adelantos tecnológicos más grande de la época es un peligro y por eso el 29 de marzo y seguramente de ahí en adelante se le harán protestas no solo en EUA sino en el mundo.

Los verdaderos oligarcas de Europa y América están en riesgo porque Musk no es apegado a los bienes materiales como la mayoría de los empresarios y políticos de altura, hasta hace poco ni escolta traía, no tiene grandes mansiones y no usa ropa de lujo. Lo dicho, su ejemplo debe morir, no sea que se haga popular y eso de pedir que los gobiernos gasten menos está peor. Si no construimos el puente, entonces, cómo podremos justificar la creación del río.

De Berlín a Washington, Musk no debe ser ejemplo. La democracia moderna que busca Occidente es más parecida a la de China, en la que el gobierno decide y el pueblo debe estar contento de poder trabajar.

Hace unos días, después del rescate de los astronautas, entrevistaron a Musk, quien dijo que estaban atacando a Tesla para hacer que pare sus investigaciones. «Tesla es una compañía que solo ha hecho cosas buenas y yo solo estoy tratando de que el país deje de desperdiciar dinero antes de irse a banca rota y por eso me quieren matar», aseveró.

Yo creo que si los políticos de cualquier país se molestan por la transparencia es porque les molesta la crítica, que muchas veces es hasta buena para los fines del gobierno. Si México tiene un tratado de libre comercio con EUA es interés de México que los recursos de EUA sean bien manejados, como sucede de allá para acá y, claro, como debiera ser con Europa o cualquier otro socio comercial.

Si no sabemos que el gobierno de un socio se gasta el dinero de manera correcta, ¿cómo sabemos si lo hace en contra de nuestros intereses?

Y a mí qué me importa si EUA se endeuda, dirá usted. Bueno, de lo básico es que su dólar se devalúa y como esa es la moneda de referencia y reserva del mundo, pues también se devalúa el poder adquisitivo de nosotros los mexicanos.

Irónico que cuando sube el dólar respecto al peso nos afecta, pero cuando el dólar baja de valor con respecto al mundo también. Eso sumado a que la mayoría de nuestros turistas son de ese país y que recibimos de los migrantes más dinero que de cualquier mercancía que vendemos al mundo.

El asunto de Musk bajando gasto estúpido en EUA nos beneficia a los mexicanos y mucho, aunque no nos guste cómo habla Trump. Trump ganó la elección y las dos cámaras, principalmente por la economía, pero sus formas toscas y francamente inoportunas le pueden costar no solo a su partido, sino al mundo, porque la fortaleza o debilidad económica de EUA nos afecta a todos.

Trump ganó en gran parte para bajar la inflación y para hacerlo debe bajar el gasto del gobierno, pero si lo logra con la ayuda de Musk será un atentado para los glotones políticos de todo el mundo. Por eso DOGE debe fenecer.

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