NACIONALES
Los relámpagos de julio
Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
No hay algún indicador que justifique el optimista discurso oficial, ni siquiera el plácido semblante del presidente asegurando que todo estará bien porque se está haciendo un manejo ordenado del presupuesto. En el oficialismo, los resultados electorales los mantiene con una euforia que les permite, con arrogancia, atribuirse méritos y desentenderse de sus desatinos.
Vivimos un estado de bienestar artificial sostenido por el discurso presidencial, el derrame de efectivo a través de los programas sociales y las remesas. Las discusiones que se estarán dando sobre la representación de los partidos que integraron la alianza “Sigamos Haciendo Historia”; la elección por voto popular de los ministros, magistrados y jueces del Poder Judicial de la Federación; e incluso la calificación de la elección presidencial con un Tribunal Electoral incompleto, son como los relámpagos de una tormenta que se ve venir.
Los temas enunciados, que son la agenda política inmediata, tienen de por sí graves objeciones; el primero por lo antidemocrático que es el otorgar a la fuerza política que obtuvo el 53% de la votación, una representación equivalente al 75% en la integración del Congreso, así como negarle a la oposición que su representación refleje el mismo porcentaje que obtuvo en el proceso electoral.
El segundo, porque responde a un capricho presidencial, exigido sin meditar en las repercusiones derivadas de no disponer de un proyecto previo que analice el conjunto, y dejar que la implementación de la ocurrencia siga la ley del carro de calabazas; ahí se irán acomodando en el camino, mientras la justicia sufrirá el empantanamiento de asuntos más largo del que se tenga memoria.
El tercero es inexplicable. Se entiende que se haya querido someter a los tribunales y jueces al imperio de la voluntad del titular del ejecutivo, que giró consigna al poder legislativo para que se paralizaran los nombramientos de magistrados, consejeros y miembros de los órganos independientes y autónomos, porque así convenía a la concepción del ejercicio del poder, sin embargo, lo que está en juego es la calificación de la elección presidencial, que si bien obtuvo una votación mayoritaria, el proceso estuvo reiteradamente señalado por la excesiva intervención gubernamental.
Debería urgirles tener la declaratoria de validez de la elección, más, no obstante, la consigna sigue y los magistrados no se nombran y en el colmo, cuando un juez ordena perentoriamente al Tribunal Electoral que los nombre, la secretaria de Gobernación anuncia que pedirá juicio político contra el juez y una acusación penal, además de decir que el juzgador actuó… por consigna. Vaya broma, siendo que la consigna original para no nombrarlos salió de la presidencia.
Aun con su gravedad, estos asuntos están siendo considerados por el oficialismo para asegurar la hegemonía de su partido y blindar a la administración saliente de los juicios y procedimientos que pueden resultar de sus pésimos resultados, del desorden financiero, de la corrupción generalizada y en particular la que apunta al círculo cercano del presidente.
Son, además, la cortina de humo que impide ver que se entregará una administración que gasta más que lo que ingresa, que tiene la deuda más grande de la historia, que presenta números negativos en atención a la salud, en educación, en el fortalecimiento de los sectores productivos, con inflación y bajo, muy bajo crecimiento económico.
Por si no fuera suficiente con los malos resultados que entregará el gobierno, la herencia de las reformas propuestas conocidas como el Plan C, las cuales, al parecer serán aprobadas por vía rápida en cuanto se integre la nueva legislatura, traerán como consecuencia una caída en la inversión fija bruta y en el flujo de la inversión financiera por lo que se espera una desaceleración de la economía.
Si se le suma a esto que Pemex y la CFE tienen un retraso en sus cuentas por pagar de cuando menos seis meses, que Pemex tiene una deuda financiera por más de 100 mil millones de dólares y un pasivo comercial de 21 mil millones dólares, más los costos de terminar las obras señeras de la administración y los subsidios resultantes necesarios para su funcionamiento hasta que encuentren, si sucede, su punto de equilibrio, la negociación de deuda que está realizando la Secretaría de Hacienda para darle un respiro al gobierno entrante, tal vez sirva para conservar la categoría en las calificadoras internacionales, pero no será suficiente.
Como dato adicional, este mes, el volumen de remesas recibidas en México, disminuyó respecto de meses anteriores y esperemos que no se convierta en deriva por el bajo crecimiento de la economía estadounidense que también estará cautelosa ante la próxima elección presidencial.
Así pues, la euforia triunfalista puede justificar lo irreflexivo de algunas propuestas, pero seguramente, en algún nivel del círculo cercano a la doctora Sheinbaum estarán viendo el panorama completo con mayor seriedad. De no ser así, saquemos el impermeable o algo más cubridor, la tormenta viene.
