NACIONALES
Marcelo Ebrard, ¿rompimiento o negociación?

Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //
Estamos en tiempos de definición política, eso es algo sabido por todos o al menos por todos aquellos que nos interesamos en estos temas, y es que, mientras en Movimiento Ciudadano siguen las diferencias de posturas entre grupos que buscan sumarse o no a la alianza “Va por México” Marcelo Ebrard alzó la voz denunciando corrupción y acarreo en la contienda interna de Morena.
La historia de Marcelo es conocida. Al igual que López Obrador, fue formado en el PRI. Su mentor fue Manuel Camacho Solís, un político que allá por el año de 1993 parecía ser el candidato natural del presidente Carlos Salinas para sustituirlo en el cargo.
Por diversas razones, Salinas se decantó por Luis Donaldo Colosio, ese hecho provocaría la salida de Camacho y Ebrard del PRI. Ebrard se unió al Partido Verde en 1995 y dos años después volvió a trabajar con Camacho Solís; juntos formaron el Partido de Centro Democrático.
Para el año 2000, ambos se postularon por el PCD, Manuel Camacho lo hizo buscando la Presidencia de la República y Ebrard buscó ganar el gobierno del entonces Distrito Federal, espacio que también buscaba el político en ascenso Andrés Manuel López Obrador. Durante el proceso electoral, Marcelo declinó su candidatura para apoyar a López, esta no sería la única vez que lo haría. Obrador ganó la elección.
De 2000 a 2002, Ebrard fue nombrado asesor del entonces Jefe de Gobierno y posteriormente, Secretario de Seguridad Pública tras la salida de Leonel Godoy; en 2005, AMLO lo nombra Secretario de Desarrollo Social con miras a ser el próximo candidato a la Ciudad de México, postulación que logró, siendo electo Jefe de Gobierno en 2006. Habrá que recordar que estos sucesos se dieron paralelamente con el enfrentamiento entre López Obrador y Vicente Fox y que Marcelo fue electo al mismo tiempo que AMLO acusó fraude en la elección presidencial.
Durante su gestión en la Ciudad de México, Ebrard tuvo una buena aceptación ciudadana y al finalizar la misma, en 2012, buscó postularse como candidato a presidente por los partidos de izquierda (PRD, PT y el partido Convergencia que actualmente es conocido como Movimiento Ciudadano), finalmente, Ebrard declinó por segunda ocasión en favor de AMLO, quien se postuló a la presidencia, perdiendo contra el candidato priista Enrique Peña Nieto.
Ese año se logró una victoria histórica para las izquierdas en la CDMX, el hoy apestado por Morena, Miguel Mancera, consiguió una victoria arrasadora con el 63.5% de los votos a favor y ganando todos los distritos locales; hay quienes atribuyen este triunfo a la buena gestión de Ebrard y hay quienes piensan que fue producto de la buena campaña de López Obrador, por cierto, en esa ocasión la candidata de la oposición fue la hoy publicitada Beatriz Paredes, que en alianza con el Verde solo logró el 19% de los votos.
Para 2015, Ebrard atravesaba uno de los momentos más complejos de su carrera, según sus propias palabras, enfrentaba una persecución del entonces presidente Peña Nieto; en acuerdo con Dante Delgado, intentó ser diputado por Movimiento Ciudadano, sin embargo, su pre candidatura fue retirada debido a que enfrentaba una serie de investigaciones por su gestión como Jefe de Gobierno. Se exilió en Francia y volvió a México en 2017 para apoyar nuevamente la candidatura de López Obrador, elección que por fin ganaron en 2018.
La historia de Ebrard se puede contar de muchas maneras, hay quienes lo consideran un político pragmático y un gobernante eficaz, algunos otros cuestionan sus constantes cambios de partido, sin embargo, hay dos hechos ciertos: el apoyo que le ha dado al presidente López Obrador en distintos momentos de su carrera política y su cercanía al líder de Movimiento Ciudadano, Dante Delgado.
La semana pasada, el ex-canciller acusó corrupción y acarreo en la elección interna de Morena y de manera sorpresiva, Ricardo Monreal que en diciembre amagaba con dejar las filas del partido ha fungido como el conciliador que busca evitar una ruptura al interior del movimiento. Cada quien juega su juego con las cartas que le tocaron, veremos cómo se acomodan y quién saca mejor rédito de sus condiciones. La suerte está echada. Al tiempo.