NACIONALES
Narcocultura

Opinión, por Fernando Plascencia //
El caldo frío de la narcocultura mexicana se toma a grandes cucharadas y según la información oficial y de muchos intelectuales, proviene exclusivamente del lecho de la desigualdad, que se incrementa y perpetra. Por primera cuenta debemos zafarnos de los que opinan de este modo, porque no hacen sino privarnos de nuevos horizontes de pensamientos: alejarnos de este dogmatismo.
Esta cultura mexicana, o como ya le diremos, narcocultura, surgió a partir de un momento álgido de violencia desmedida y en parte por acción o inacción del gobierno y como no ha hecho más que incrementarse, tenemos decenas de expresiones que la sublevan.
El joven mexicano está siendo arrastrado hacia esa idea única de cultura y, sin más, está dispuesto a recibir su contenido porque una estructura de poder o repite, lo reitera y lo reproduce, de tal grado que tiene del cuello de los jóvenes sobre las banquetas de ese simbolismo que glorifica un estilo de vida del poder. Tenemos, pues, una cultura del exceso por una vida de rapidez y riqueza, pero que se vende como una correspondencia de la realidad y que su veracidad se demuestra volteando a los alrededores.
En el estudio de la cultura del narco nos hemos acostumbrado a escuchar su paralelismo con el reflejo social, con una acorazada idea que aquella proviene de la carencia. La pobreza es el ambiente propicio, ideal, romántico para que la narcocultura se propague; no hay escapatoria. El oficialismo lo alimenta, lo contribuye con guiños, con inversión desde el Estado y sin una contrapropuesta sólida de cultura nacional que se separe.
Estar atrapados en esta narcocultura no es sino también el síntoma de un error categórico de este fenómeno. La verdad no es solo explorar la realidad y escribirla, la verdad es construirla con consenso y, finalmente, lo que como sociedad nos sea útil y relevante. Creo que con casos como el del cantante de corridos que se negó a interpretarlos y el público enfurecido destruyó el ruedo funcionan como pretexto para darnos la tarea de empezar a construir una nueva verdad de la cultura en México.
Porque es real que a falta de otras alternativas culturales, la narcocultura se nutrió y bebió de una identidad nacional con carrilleras y botas y continuó su alimento con violencia e ilegalidad y peor, la vida aspiracional del narco. Salir del embrollo quizás no es salir, sino doblar para otro lado.
Una cultura del show sanguinario nos lleva a una estúpida idea de unicidad. Esta herencia tiene comiendo caldo a los jóvenes, si bien hay espacios que la rechazan, vivimos en el mundo masificado, donde la carnada es afinada década con década, y que provoca mecanismos más y más simples, como la captación de las expresiones artísticas más simples. Se nos toma en el extranjero como una sola raza que compagina en unanimidad con la narcocultura y que no hace falta de la alta cultura por estos lares.
El rescate no se avista, porque tenemos perpetrados los canales con decenas de controversias. Estamos en un momento de silencio, tan solo pasivos de la narcocultura. La parálisis tiene correctivos y se usa “el ver, oír y callar” como mecanismos de vida.
Por último, tenemos metida la cabeza en el hoyo de la narcocultura, y claro que sirve como anestesia del trabajo y de la vida cansina para la carente vida, no obstante, quien siga sosteniendo que la narcocultura era el único mundo posible, con el contexto mexicano, que libere su mente. Sí debemos contar lo que sucede, como lo proponen ciertos corridos, estamos obligados a hacerlo, lo que no estamos obligados es a acotar la libertad mental, porque el individuo es antes que todo un ser que dialoga y que construye para sus últimas causas. Si se trata de pereza mental, debemos propulsar la diáspora de pensamientos y de pensar y actuar de por qué lo mexicano no puede y no debe seguirse sometiendo a este modo de ser.
NACIONALES
Se rasga bandera gigante en Guanajuato

– Por Francisco Junco
En la explanada del Congreso del Estado de Guanajuato, donde se conmemoraba el inicio de la Independencia, la gigantesca bandera monumental que suele ondear con orgullo se desgarró mientras era izada.
Una ráfaga de viento tensó la tela y provocó la primera rasgadura cerca del mástil; segundos después, otra bocanada de aire convirtió el estandarte en un lienzo vulnerable que cedió completamente ante la fuerza de la naturaleza.
El sonido seco del desgarre y el movimiento incontrolable de la bandera detuvieron por un instante el ritmo del acto cívico. Entre los asistentes se percibió un silencio respetuoso, mientras manos ágiles trataban de recuperar la tela antes de que tocara el suelo, consciente de que cualquier contacto con el pavimento sería una falta a la dignidad del símbolo nacional.
El protocolo indica que una bandera monumental dañada no debe desecharse ni manipularse de manera cualquiera. La norma establece que su retiro se realiza mediante una ceremonia solemne de incineración, un acto respetuoso que mantiene la dignidad del lábaro patrio, además de que su manejo está bajo la supervisión de autoridades competentes, como la Sedena.
La Ley sobre el Escudo, la Bandera y el Himno Nacionales, junto con normativas estatales, recuerda que la enseña no debe alterarse ni tocar el suelo.
Por ello, las autoridades presentes aseguraron que la bandera sería tratada siguiendo los procedimientos oficiales, garantizando que el símbolo nacional continúe recibiendo el respeto que merece incluso al final de su vida útil.
Al concluir la ceremonia, el acto continuó sin la bandera en el asta, pero con la certeza de que la experiencia sirve como lección: proteger los símbolos requiere previsión, cuidado técnico y respeto por la ley.
Cuando la próxima bandera monumental vuelva a ondear, su imagen será recordatorio de que los colores que representan a México merecen siempre una custodia digna.
JALISCO
Más de 3 mil 200 marcas de tequila dan sabor a las fiestas patrias

– Por Francisco Junco
En el marco de las celebraciones de septiembre, el tequila se convierte en protagonista indiscutible de la mesa mexicana. No solo es la bebida nacional por excelencia, sino un emblema de identidad, cultura y tradición que representa a México ante el mundo con la fuerza de su historia y el sabor de su tierra.
De acuerdo con cifras del Consejo Regulador del Tequila (CRT), actualmente existen 3 mil 211 marcas registradas, vinculadas a 213 productores autorizados, lo que demuestra la amplitud y versatilidad de esta bebida que acompaña con orgullo a la gastronomía nacional.
“De esta agroindustria tequilera dependen más de 100 mil familias; hoy es un producto que se comercializa en más de 120 países y, por supuesto, está sujeto a un cumplimiento normativo muy minucioso. Cada gota es inspeccionada, certificada y analizada por el Consejo Regulador del Tequila”, destacó María Bertha Becerra, responsable de aseguramiento de producto terminado en el CRT.
El recorrido del tequila es también una historia de manos mexicanas. Desde los campos de agave azul, pasando por las destilerías, envasadoras y centros de distribución, miles de trabajadores imprimen tradición, conocimiento y pasión en cada etapa de su producción.
“Tenemos cinco clases: blanco, joven, reposado, añejo y extra añejo, además de dos categorías: tequila y tequila 100% de agave”, explicó Becerra, al recordar la diversidad que ofrece esta bebida reconocida como la primera Denominación de Origen de México.
Además de ser un símbolo, es una de las bebidas más reguladas del planeta. Desde 1994, el CRT supervisa cada fase de su producción conforme a la Norma Oficial Mexicana NOM-006-SCFI-2012, garantizando calidad y autenticidad en cada botella que se consume dentro y fuera del país.
Con más de 200 municipios protegidos por la Denominación de Origen, repartidos entre Jalisco, Michoacán, Tamaulipas, Nayarit y Guanajuato, el tequila es mucho más que un acompañante de las fiestas patrias: es el espíritu de México que une a generaciones y brinda al mundo un motivo más para decir: ¡Qué viva México y qué viva el tequila!
CARTÓN POLÍTICO
Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos
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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:
Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU