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JALISCO

Presentan libro de la CIRT «Ondas en el cielo», un viaje por la historia de la radio y la TV en México

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Por Francisco Junco //

La noche en que las ondas se hicieron eternidad. El escenario estaba puesto, era la sala Consuelo Velázquez de PALCCO y en punto de las 19:00 comenzó a vibrar con el eco de las historias de un medio que no sólo comunica, sino que construye realidades: la radio y la televisión. Rodolfo González Reyes presentó su obra “Ondas en el Cielo: Historias inéditas de la radio y la televisión en Jalisco y en México”, un libro que trasciende las frecuencias y plasma, en papel cuche, el palpitar de dos medios que han moldeado generaciones.

El autor resalta que, aunque este libro está hecho para todo tipo de público que esté interesado en la historia de la radio en Jalisco y México, los jóvenes deberían de leerlo para conocer los orígenes de las nuevas tecnologías, incluyendo las inteligencias artificiales.

Deben conocer el desarrollo, deben conocer realmente quiénes fueron los verdaderos héroes que nos dieron ahora los instrumentos modernos con que contamos. Aquí tenemos ejemplos múltiples, sobre todo de jaliscienses, que hicieron mucho por su estado, y que lo siguen haciendo”, refirió el autor.

En la presentación, desde el primer instante, la sala se llenó de nostalgia, y es que las ondas radiofónicas no sólo viajan por el aire, residen en la memoria de quienes las escuchan.

La Cámara de la Industria de la Radio y la Televisión en Jalisco (CIRT), en conjunto con José Pérez Ramírez, director de PALCCO, encabezaron la presentación del libro «Ondas en el Cielo”, en una vela cargada de historias que hilvanaron pasado y presente.

UN COMPENDIO DE MÁS DE MEDIO SIGLO

El escrito de González Reyes es una compilación de historias de quienes iniciaron con la radio y la televisión en Jalisco durante la primera mitad del siglo pasado, contadas en algunos casos por ellos y en otros por sus familiares que les sobreviven, a través de entrevistas que el autor fue recopilando en los últimos años.

En Ondas en el Cielo encontrarán muchas sorpresas, tantas como las que me sorprendieron a mí, como periodista capté relatos e intenté darles forma, aunque de seguro muchos puntos pudieron escaparse” señaló González Reyes.

Esta obra es un fascinante compendio, que recorre desde los inicios de la radio hasta la evolución de la televisión, ofrece un homenaje a los pioneros que forjaron la historia de la comunicación en el país, la obra literaria fue presentada por el historiador y escritor José María Muriá.

«El libro se desenvuelve con entrevistas, más o menos, documentos obtenidos de entrevistas de una cauda de miembros, de personajes que, en diferentes ámbitos, en diferentes campos han trabajado o trabajaron, algunos ya no están con nosotros, en el mundo de la radio y también de la televisión”, señaló el también autor de «Historia del Hombre a través de las Letras».

Este libro es, para mí, un gran principio, es el pie de cría de trabajos que habrán de enriquecer lo que aquí se dice, además de aportar lo necesario para incorporar, y eso es lo que a mí me interesa en especial, para incorporar y enriquecer el tema del conocimiento general de nuestro Estado. La radio y la televisión han sido, me parece evidente, de importancia fundamental en el desarrollo de nuestra sociedad y hasta la fecha, no hemos dicho nada. Por eso estoy tan contento con que ahora todo aquel que escriba sobre la historia de Jalisco del siglo XX, tendrá que pasar con este libro”, señaló el historiador José María Muriá, en la presentación.

Y es que, agregó, este libro es un tributo a la creatividad y perseverancia de aquellos que soñaron con conectar al mundo a través de las ondas. Es un testimonio de cómo la radio y la televisión no sólo entretienen, sino que unen y educan.

UN HOMENAJE A TODOS LOS PROTAGONISTAS

González Reyes, con un temple que recordaba a los grandes locutores, en su turno de estar frente al micrófono, con voz grave y pausada, se entrelazó con el bisbiseo del público, “la radio y la televisión son en efecto, un interlocutor válido y para muchos el más confiable entre la sociedad y sus autoridades y demás estructuras públicas”.

Quisiera en verdad abrevar de todos ellos, una parte de ese tesón, de ese gran tesón por alcanzar y lograr cada vez mayores metas. De la misma forma, quisiera aún entender muchos de los que viven para la radio y la televisión como los aquí presentes y que no sólo viven de ellas. La historia de esta industria es, lo digo sin restricciones, casi heroica en no pocas etapas difíciles, pero siempre del lado del público al que sirven. Por ello, y lo reitero, la radio y la televisión con sus modalidades actuales y futuras sin duda seguirán vigentes por siempre, porque son baluartes de una libertad a la que nunca, nunca debemos renunciar”, señaló, con mucha emoción el autor del libro.

Y acotó que las páginas del libro son un homenaje a los pioneros, a quienes soñaron con llevar historias, música y noticias hasta el último rincón de nuestras casas.

La presentación fue un viaje en el tiempo, con fotografías color, pero sobre todo en blanco y negro se muestra esos lugares rincones, donde estaban montados esos estudios rudimentarios de radio, antenas que apuntaban al infinito y cámaras de televisión que parecían monumentos a la innovación, pero sobre todo personajes que lograron que esas ondas viajaran en el cielo.

Jerónimo Camberos, presidente de la Cámara de la Industria de la Radio y Televisión en Jalisco, enfatizó la importancia de esta obra para la industria, donde «Ondas en el Cielo” no sólo es un registro histórico, sino una fuente de inspiración para las nuevas generaciones de comunicadores. “Conocer nuestros orígenes nos permite valorar el presente y proyectar un futuro más prometedor», manifestó el periodista deportivo.

Ondas en el Cielo no sólo narra historias de éxito; también rescata la labor de quienes han permanecido en las sombras. Técnicos, camarógrafos, guionistas y operadores de consola encontraron su lugar en este homenaje, porque ellos son las verdaderas ondas en el cielo. La velada tuvo momento de mucha nostalgia que recordaban aquellos hermanos Palo Sauza, Alberto y Ramón, a quienes se les atribuye las primeras estaciones de radio comerciales en Jalisco, allá por el año 1932, relata el autor en su libró.

José Pérez Ramírez, director de PALCCO y uno de los principales impulsores para la realización de este ejemplar, expresó que «estamos orgullosos de apoyar una obra que destaca la rica historia de la radio y televisión en nuestra región. Este libro es un puente que conecta el legado de nuestros pioneros con las innovaciones del presente; según la óptica de algunos contemporáneos, la radiodifusión tiende a ser obsoleta, pero esto no ha sucedido y lo más probable es que nunca suceda».

«Ondas en el Cielo» destaca figuras clave como Ernest Puigbeth, quien utilizó la radio para promocionar sus productos, y Juan José de la Errán, fundador de la legendaria XEW. Además, el libro narra la creación de Radiópolis y el desarrollo de la televisión en Jalisco, ofreciendo testimonios únicos de personalidades de la industria.

OBRA IMPRESCINDIBLE PARA HISTORIADORES

Este libro es una obra imprescindible para historiadores, profesionales de la comunicación y estudiantes, quienes encontrarán en sus páginas una detallada contextualización de la evolución de la radio y televisión en México, enriquecida con anécdotas y testimonios inéditos.

Lo mismo decir a ustedes que he sido muy afortunado en trabajar para verdaderos gigantes en sus respectivos campos. Mario Vázquez Raña, para quien labore desde que era reportero y llegó con el tiempo a ser, quizá inmerecidamente, director de sus periódicos de difusoras y empresas en Jalisco. A Pepe Pérez, quien me dio la gran oportunidad de incorporarme a PALCCO y sobre todo entrar en ese vasco universo que es esta industria. Al empresario Enrique Michel Velasco, con quien colaboro actualmente y que es mi ejemplo de cómo alcanzar a conquistar cimas en todas partes”, agradeció Rodolfo González Reyes, quien además es catedrático de Literatura e investigador de la Universidad de Guadalajara.

La noche dejó una sensación de pertenencia. Cada asistente salió con la certeza de que había sido parte de algo trascendente. El libro no es sólo una colección de relatos, sino un puente que une generaciones y recuerda que la magia de la radio y la televisión no radica en la tecnología, sino en las historias que, como ondas en el cielo, viajan y permanecen en el corazón.

Al final, mientras se firmaban ejemplares, una voz anónima resumió el sentir colectivo: «Hoy volvimos a sintonizar algo más grande que nosotros mismos». Y así, entre aplausos, recuerdos y sueños compartidos, las ondas se hicieron eternas una vez más.

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JALISCO

El horror de Teuchitlán alcanza a Alfaro

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De Frente al Poder, por Óscar Ábrego //

La primera semana de diciembre del año pasado escribí en este espacio una colaboración que titulé “Alfaro y el karma de la vida”.

En esa ocasión afirmé:

Enrique Alfaro deja con su adiós una larga estela de agravios.

“Durante su estancia en el poder siempre privilegió satisfacer su apetito egocéntrico.

“Se sabe muy bien que con el tiempo creció su agrado por la sumisión absoluta de sus colaboradores.

“El control férreo fue su sello particular.

“Incluso algunos de sus chiqueados más cercanos admitían en lo corto que sus furiosas reacciones no eran más que una proyección de su personalidad soberbia e intolerante.

“Se dice del karma que toda acción tiene una consecuencia y que todo lo que se envía al universo volverá a nosotros.

“Si atendemos esto, entonces quizás el ahora ex gobernador de Jalisco debe prepararse para carear las consecuencias de esta ley inevitable”.

No pasó mucho tiempo para que el horror de Teuchitlán lo alcanzara.

Lo que son las cosas, mientras disfrutaba de lo lindo en Europa, se le apareció el rostro macabro de lo que fue su sexenio en materia de desaparecidos.

Las consecuencias serán muchas.

Por lo pronto, me aseguran que Pablo Lemus ni siquiera tiene ganas de responderle las llamadas y que derivado de este y otros asuntos, emprenderá una serie de medidas para despojar a Jalisco y a su gobierno de todo aquello que huela a alfarismo.

Tomar el control de partido MC sería una de sus primeras acciones.

Por cierto, en el centro del drama heredado por Alfaro Ramírez, es pertinente colocar el nombre de quien fue la mente perversa de la pasada gestión: Hugo Luna.

Sabemos que al margen de haber sido el zalamero más cercano, toda decisión institucional pasaba por su aduana, de tal modo que en la mira del actual gobierno su persona se vuelve un objetivo prioritario.

El fuero es un tema que ya está en revisión.

Al respecto, no sé si la justicia se encargará de estos dos personajes; sin embargo tengo fe en que el veredicto de la historia los colocará en el lugar que se merecen, porque ambos –hay que decirlo con toda claridad- se comportaron como unos miserables con los colectivos de padres y madres buscadoras.

Les ignoraron, descalificaron y re-victimizaron.

Por eso creo que podrán escapar de la ley, pero del karma, jamás.

En X: @DeFrentealPoder

*Óscar Ábrego es empresario, consultor en los sectores público y privado, escritor y analista

político.

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CARTÓN POLÍTICO

¿Dormirá tranquilo en Madrid?

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JALISCO

La justicia, un privilegio inalcanzable: Teuchitlán, la negación como crimen de Estado

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Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //

Hay maneras múltiples de negar un crimen, formas infinitas de enterrar un cuerpo, procedimientos diversos para desaparecer personas, ideas, realidades. En México, especialmente en Jalisco, el gobierno parece haberlas aprendido todas. El más reciente y grotesco episodio de negación oficial se escenifica alrededor de un rancho en Teuchitlán, cuyo nombre, «Izaguirre», se volvió sinónimo del horror: fosas, huesos quemados, restos calcinados, zapatos sin dueño.

Pero, según la fiscalía general del Estado, allí nunca hubo hornos crematorios. Así lo dijeron, con palabras oficiales, tranquilas, demasiado tranquilas, con la frialdad de quien niega para no actuar.

Héctor Flores, vocero del colectivo Luz de Esperanza, habla con el tono cansado de quien ya conoce todas las versiones oficiales. «Quieren minimizar la crisis, callar lo que dicen las familias y los medios», señala. No habla desde la teoría; lo suyo es la práctica cotidiana de una búsqueda desesperada, un intento de hacer justicia con propias manos, mientras el Estado responde con burocracia y negaciones. Y no habla solo de Teuchitlán, sino de una realidad que atraviesa todo México: más de 15,000 desaparecidos solo en Jalisco y decenas de miles más en todo el país. Números que aumentan, cifras que no despiertan acción sino indiferencia.

«La confianza está en las familias, no en las instituciones», sentencia Flores. Las palabras golpean con fuerza porque reflejan una verdad ya inocultable: el Estado ha dejado hace tiempo de ser garante de seguridad para convertirse en cómplice por omisión, por negligencia, por indiferencia. Flores lo explica sencillo, pero la simplicidad de su denuncia encierra toda la complejidad del fracaso institucional: «La federación no puede lavarse las manos echándole la culpa a los estados. La delincuencia organizada es competencia federal y tienen que actuar».

Pero México es el país donde los gobiernos siempre encuentran razones para no actuar. La Fiscalía argumenta que necesita denuncias formales para iniciar carpetas de investigación. Las familias responden que denunciar es ponerse en peligro, es exponerse a la violencia del crimen organizado, protegido por autoridades corruptas. La paradoja es brutal: se exige que las víctimas, ya violentadas, vulnerables, amenazadas, sean quienes se arriesguen aún más para hacer el trabajo que el Estado rechaza.

La negativa oficial sobre los hornos de Teuchitlán no solo busca invisibilizar la tragedia, sino evitar las consecuencias internacionales que podría acarrear el reconocimiento de un crimen que claramente constituye una violación masiva de derechos humanos. Flores apunta hacia organismos internacionales, como la Corte Interamericana de Derechos Humanos o la Corte Penal Internacional, advirtiendo que esta crisis, de ocurrir en cualquier país europeo, sería inmediatamente calificada como una emergencia global. Pero ocurre en México, donde los muertos pesan menos, donde los desaparecidos son culpables antes que víctimas.

La negación no es solo federal, es también local. Enrique Alfaro, gobernador saliente de Jalisco, dejó en herencia un récord macabro: pasó de 5,000 a más de 15,000 desaparecidos durante su mandato. Colectivos como «Por Amor a Ellxs» recuerdan cómo Alfaro prometió diálogo y puertas abiertas, pero solo entregó indiferencia y abandono. María del Refugio Torres resume así el gobierno de Alfaro: «ineficaz, lleno de omisiones y deficiencias».

Ahora la responsabilidad recae en Pablo Lemus, sucesor político que, al parecer, ante esta prueba está actuando a destiempo. En reuniones en noviembre del año pasado, previas a la toma de poder, Salvador Zamora, quien ahora es secretario general de Gobierno, asistió solo para sacarse la foto. No escuchó, no conversó, no actuó, en esta crisis, no ha aparecido.

La crisis institucional no se detiene en el Ejecutivo. Jonathan Ávila, del Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo (Cepad), denunciaba al finalizar la administración de Enrique Alfaro que no había ni siquiera un programa estatal de búsqueda en Jalisco y que el rezago en el Servicio Médico Forense alcanzaba niveles vergonzosos: más de 9,400 cuerpos sin identificar.

Mientras las autoridades siguen negando la realidad, las familias se organizan y protestan. Este sábado pasado, frente al Palacio de Gobierno de Jalisco, más de dos mil personas gritaron consignas claras y dolorosas: «El Estado sí sabía, Alfaro sí sabía». Lo sabían porque es imposible no saberlo, porque los campos del horror no nacen en secreto sino bajo el amparo de complicidades. Daniela Gómez, quien busca a su hermano desaparecido, resume el sentimiento común: «No es posible que haya más de 18,000 desaparecidos y solamente seis buscadores en el gobierno».

La vigilia del sábado fue otra demostración del dolor transformado en resistencia. Héctor Águila Carvajal, padre de otro desaparecido, pidió unidad: «Sigamos uniendo fuerzas, el dolor no cesa». Y no cesa porque la respuesta oficial sigue siendo mínima, burocrática, cínica.

Y lo de que Teuchitlán no se trata de un caso aislado. La lista de sitios donde se repite la tragedia es dolorosamente extensa: desde la macabra «Gallera» en Veracruz hasta los cuerpos disueltos en ácido por el infame «Pozolero» de Tijuana, pasando por la escalofriante cifra de restos en «La Bartolina», Tamaulipas. Un catálogo infernal de barbaries toleradas, acaso protegidas, por autoridades que prefieren mirar hacia otro lado.

Esta crisis no puede seguir siendo escondida bajo excusas burocráticas ni minimizada con comunicados oficiales. Los colectivos lo denuncian: Teuchitlán no es un caso aislado, sino un símbolo más de la impunidad institucionalizada. Héctor Flores alerta sobre al menos seis puntos más similares en Jalisco, que nadie quiere investigar porque nadie quiere reconocer lo evidente.

Desde Madrid hasta Nueva York, mexicanos en el exilio exigen lo básico: reconocer el término «sitios de exterminio», proteger efectivamente a las buscadoras, garantizar justicia y reparación. Es un grito desesperado, es una demanda urgente, y es, sobre todo, una advertencia: la negación no borrará los muertos, solo prolongará el sufrimiento.

Negar lo evidente es una forma más de violencia. México merece más que excusas. Las víctimas merecen más que palabras. Y la justicia, que debería ser obvia, hoy parece un privilegio inalcanzable.

En X @DEPACHECOS

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