NACIONALES
Primer año de gobierno de López Obrador: Crisis de seguridad y la economía frenada, los grandes pendientes

Por Gabriel Ibarra Bourjac //
¿Es López Obrador una esperanza para México? ¿Es el salvador que viene a rescatar a los 56 millones de pobres que el modelo neoliberal ha producido en estas últimas tres décadas? -Preguntábamos hace un año, cuando iniciaba el nuevo gobierno-.
Andrés Manuel López Obrador ofreció un cambio de régimen, más que un cambio de gobierno, que permitiría un mayor grado de bienestar y un estado diferente al que se vive actualmente en México, donde la violencia y los grupos criminales rebasan a las instituciones del Estado.
En lo económico ofreció un crecimiento del 4% anual para poder combatir la desigualdad.
Ha transcurrido el primer año de gobierno encabezado por el tabasqueño y en dos temas fundamentales para la transformación del país ha quedado a deber, como es el de la seguridad y el de la economía, en el que los resultados son negativos.
México es la segunda economía más fuerte de América Latina, debajo de Brasil.
Los tres grandes retos que se marcó el político tabasqueño fue crecer más, acotar la desigualdad y preservar el Tratado de Libre Comercio y como lo subraya El País – el medio de habla hispana más influyente en la era de la globalización-, ninguno de estos tres desafíos se ha logrado cumplir.
En cuanto al crecimiento de la economía, en este primer año, el 0.1% de crecimiento del PIB logrado durante el primer semestre, dista mucho de aquella narrativa de crecimiento del 4% anual. Vaya, México, se confirmó lo que algunos daban por hecho, que su economía había caído en recesión.
Y no es retórica que exprese algún malqueriente del gobierno lopezobradorista, son las cifras del INEGI y los especialistas indican que el crecimiento es sólo una décima de punto, que es un mal síntoma para “una economía tan abierta y conectada -tanto para el comercio como para la inversión- con la gran potencia occidental, Estados Unidos”, conforme lo subraya El País, cuyo crecimiento ha sido del 2.33%.
Este estancamiento económico se refleja en la creación de empleos formales por parte del sector privado, menor al logrado por sus antecesores en el gobierno federal. Con Felipe Calderón se lograron 502 mil 329 empleos, con Peña Nieto 415 mil 901 y con López Obrador 331 mil 645.
En crecimiento de la economía con Calderón fue del 2.20% del PIB, con Peña Nieto1.7% y con López Obrador es de -0.03.
Otro rubro importante es inversión extranjera directa: con Calderón en el primer año fue de 24 mil 637 millones de dólares, con Peña Nieto 28,234 y con López Obrador 26 mil 056 millones de dólares.
La palabra recesión es un tabú en el gobierno mexicano. En Palacio Nacional evitan cualquier atisbo de ahondar en la preocupación que permea todos los analistas. “Tenemos que estar ocupados”, aceptó el titular de la Secretaría de Hacienda, Arturo Herrera entrevistado por El País. Lo que tenemos que hacer es que hay un problema de carácter cíclico y que debe ser atendido”.
LA CANCELACIÓN DEL NUEVO AEROPUERTO
Las señales que ha enviado el gobierno de generar confianza entre los inversionistas y en el mercado, no son precisamente estimulantes. Es la incertidumbre económica uno de los frenos que se auto impuso el gobierno del político sureño.
La primera gran decisión que tomó este nuevo gobierno en sus primeros meses fue la cancelación del nuevo aeropuerto de la Ciudad de México, lo que viene a marcar a un sexenio, toda vez que llevaba avance de un tercio en su construcción. De la misma forma se cayó en un conflicto con cuatro empresas multinacionales por los contratos de varios gaseoductos, que se resolvió con la intervención de poderosos empresarios del país, así como la fijación del Presidente López Obrador con Pemex, quien tiene como prioridad de su gobierno su relanzamiento, pese a la situación financiera de quebranto en la que se encuentra.
La gran apuesta del el equipo económico de gobierno lopezobradorista es que antes que termine el año se firme el Tratado Comercial conocido como T-MEC. Y en ese marco el Presidente anunció esta semana un nuevo Plan Nacional de Infraestructura Sexenal que pretende una inversión de 42 mil millones de dólares durante su gobierno con la participación empresarial como principal impulsor, financiada con fondos privados.
El T-MEC lo aprobó el Congreso de la Unión de México, pero Canadá está a la espera de que lo haga la Cámara de Representantes de EEUU, cuyo Congreso en el que el Partido Demócrata es mayoría lo tiene frenado.
La renuncia de Carlos Urzúa a la Secretaría de Hacienda cuando apenas habían transcurrido los primeros seis meses de su gobierno, un moderado dentro del gabinete y que le generaba confianza a los inversionistas, dejando a su segundo al frente de la dirección económica del país, Arturo Herrera, que garantiza continuidad, logró controlar los daños.
La salida de Urzúa de la Secretaría de Hacienda fue resultado de las diferencias con la política económica del Presidente y con otro personaje influyente de su gobierno, el empresario regiomontano Alfonso Romo, quien finalmente ganó la partida.
EL AUMENTO AL SALARIO MÍNIMO
Una decisión notable en este primer año del gobierno de López Obrador es la relacionada con el salario mínimo, donde hay claridad de la política salarial cuando busca revertir el rezago de décadas que envuelve al salario mínimo, convirtiéndose México en uno de los peores lugares para trabajar del mundo industrializado, como bien lo apunta El País. En este campo ha impulsado una reforma laboral que se ha hecho por la presión de los EEUU para lograr la aprobación del T-MEC y que representa un importante impulso al salario mínimo históricamente deprimido y muy por debajo de la media latinoamericana.
Los analistas ven esta decisión del gobierno del Presidente López Obrador como un laboratorio global del salario mínimo con una doble sacudida en el sueldo: una general que afecta a todo el país y que pasó de 88 a 102 pesos (de 4.5 a 5.2 dólares) diarios, que es la mayor en un cuarto de siglo, y una específica y mucho más alta, en una franja fronteriza con EEUU en la que el salario se duplicó y que lleva el sueldo salarial a cerca de 177 pesos (9 dólares) diarios en los 43 municipios más próximos al mayor socio comercial de México.
Además el aumento fue acompañado con la disminución del 50% en el IVA y del 33% en el Impuesto sobre la Renta que ha ayudado a amortiguar el impacto sobre la inflación. El punto aquí es que esta medida de aumento al salario mínimo no disparó la inflación, con lo que la pobreza salarial ha bajado un poco y que además no afecta las finanzas públicas del gobierno como es el caso de la pensión universal y otros programas sociales.
En este contexto es notorio también que 100 empresas que se han presentado de “compromiso social” hayan anunciado un salario mínimo a sus empleados de 6,500 pesos, que si bien se considera baja a la escala de nivel internacional, pero que sin duda representa un avance ante ese rezago de décadas que vivió el salario mínimo en México.
NO HA PODIDO FRENAR LA INSEGURIDAD
Uno de los campos más complejos para el gobierno del Presidente López Obrador lo constituye el tema de la seguridad y violencia que envuelve al país desde hace dos sexenios, desde aquella declaración de guerra que lanzara el gobierno del Presidente Felipe Calderón contra el narcotráfico y el crimen organizado.
Han transcurrido 13 años de aquella decisión de enfrentar con toda la fuerza del Estado Mexicanos a estos poderosos grupos que desde la detención del capo sinaloense Miguel Angel Félix Gallardo -a finales de la década de los 80’s en Guadalajara que jefaturaba la llamada Federación -donde estaban integrados los cárteles regionales del narcotráfico- los grupos fueron tomando cada vez mayor poder para no sólo desafiar al gobierno, sino además convertirse en otro grupo tan o más poderoso sobre las estructuras del mismo, cogobernando con el Estado.
En estos 13 años, entre homicidios producto de la actividad de estos grupos y enfrentamientos con el Estado, el país está lleno de cruces y de tumbas clandestinas. Se estima que en los dos sexenios que le antecedieron al actual gobierno, entre asesinatos y desaparecidos, son 300 mil pérdida de vidas. Tan sólo en el renglón de los desaparecidos se contabilizan en todo el país 40 mil.
JALISCO VIOLENTO
Jalisco es el mejor ejemplo del Estado rebasado en materia de seguridad. Durante los primeros diez meses del actual gobierno, conforme lo aceptó el actual titular del Poder Ejecutivo del Estado, son cerca de dos mil los desaparecidos (1,951). Cada día son desaparecidos 7 personas.
Entre 2008 y 30 de junio de 2019 se contabilizan 9 mil 080 personas desaparecidas, pero lo peor de ello es la impunidad y total falta de justicia ya que sólo hay 3 sentencias condenatorias, esto es 0.03%, conforme lo advierte el Centro de Justicia para la Paz y el Desarrollo A.C. (CEPAD).
De acuerdo a los resultados de la Encuesta Nacional de Victimización y Percepción sobre Seguridad Pública (ENVIPE) 2019, elaborada por el INEGI, en donde se revela que en 2018 había 40 mil hogares con una víctima de desaparición forzada en el país y Jalisco ocupa el primer lugar con más de 7 mil 117 carpetas de investigación por desaparición forzada que equivalen a 17.75% del total que ocurren en el país.
NO HA PODIDO
Como líder opositor, Andrés Manuel López Obrador se dedicó a descalificar al gobierno por utilizar al ejército y marina en la lucha contra el narcotráfico y crimen organizado y ofreció que llegando a la Presidencia de México, los regresaría a los cuarteles.
Aquella se convirtió en una promesa que no podrá cumplir, a tal grado que cambió la ley para que estos elementos del Ejército legalmente formen parte de estos cuerpos de seguridad que se integran en la Guardia Nacional que empezó a operar como tal a la mitad del primer año de su gobierno.
Con cerca de 70 mil efectivos inicia la Guardia Nacional su operación y que al decir del titular de la Secretaría de Seguridad este cuerpo de seguridad marca el inicio del fin de la violencia en México y comenzaron en 150 regiones, conforme se dividió el país.
El Presidente López Obrador en la presentación de la Guardia Nacional dijo que “en los momentos más difíciles, de mayor violencia en el país, hubo una ambigüedad doble que por un lado impedía legalmente en la Constitución la participación de las Fuerzas Armadas en tarea de seguridad pública, y por otro lado, se creó una institución, la Policía Federal hace 20 años, que se fue degradando, que fue echándose a perder; de 40 mil elementos, se pudo contar realmente con 10 mil”.
En una primera etapa serán 70 mil elementos los que patrullen en 150 regiones del país. En los primeros meses fueron desplegados 58 mil 602 elementos en las regiones de la República, de los cuales 56 mil 191 provienen de la Policía Militar, Policía Naval y la Secretaría de la Defensa Nacional Sedena) y 2 mil 411 de la Policía Federal. Y se espera que antes de concluir el año se reclute a 21 mil elementos más, ya con sus exámenes médicos, físicos y de control de confianza.
El secretario de seguridad, Alfonso Durazo en su mensaje al país en el arranque de la Guardia Nacional, como piedra angular de la estrategia de lucha contra la criminalidad de este gobierno de la Cuarta Transformación, expresó: “Está cercano el día en que nos veremos caminando libres de temores por las calles, cuando esperemos a nuestros seres queridos confiados en que llegarán sanos a nuestros hogares. No lo lograremos de la noche a la mañana, porque este problema tampoco se generó de la noche a la mañana, pero cantaremos victoria”, precisó.
94.5 HOMICIDIOS DIARIOS
¿Cuál es la realidad de la violencia en este primer año de gobierno de López Obrador? ¿Alcanzó a reducir la violencia?
A juzgar por los números fríos, las estadísticas nos indican que es el rubro en el que este gobierno los resultados le son adversos. De acuerdo a datos del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, entre enero y septiembre del 2019 se acumularon 25 mil 890 homicidios, en el mes de septiembre fueron 2,825. Y a juzgar por estas cifras, el año podría terminar con cifras entre los 34 mil y 35 mil homicidios.
En el mes de agosto se registraron 3 mil homicidios, sin contabilizar los desaparecidos; en septiembre la cifra bajó un poco a 2,825. La media nacional en estos primeros 9 meses es un promedio diario de 94.8 homicidios.
Los cinco estados con mayor incidencia de homicidios en septiembre fueron: Guanajuato con 285; Jalisco con 239; Baja California con 234; Michoacán con 220 y Estado de México con 209.
El Presidente López Obrador ha pedido un año más para ver resultados en el campo de la seguridad y revertir esta situación de violencia y derramamiento de sangre. “Todavía lo viejo no acaba de morir y lo nuevo no acaba de nacer”, expresó el Presidenre a principios de noviembre en una de sus conferencias mañaneras.
CARTÓN POLÍTICO
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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:
Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU
NACIONALES
Buscan cubrir a AMLO en actos de corrupción

– De Primera Mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín
UNA DE LAS evidencias de que el sistema político del México de nuestros días es parecido al PRI hegemónico de hace 50 años es el combate a la corrupción de acuerdo a intereses políticos del grupo en el poder, con una gran diferencia ahora: Los funcionarios de primer nivel son intocables.
No hubo un solo presidente de la república de aquel viejo PRI, que no impusiera su voluntad y enviara un mensaje a la clase política de que había un nuevo líder en Los Pinos. Las demostraciones incluían cárcel para figuras de alto nivel. Así, estuvieron tras las rejas el senador Jorge Díaz Serrano, director de PEMEX, con el presidente José López Portillo, varios gobernadores y hasta un hermano del presidente Carlos Salinas, Raúl.
A partir del año 2018, el hombre que tuvo como lema de campaña presidencial el ataque a la corrupción, Andrés Manuel López Obrador, en los hechos cubrió a los corruptos de primerísimo nivel.
Solo dos botones de muestra: Ignacio Ovalle Fernández, director de SEGALMEX, y Manuel Bartlett Díaz, director de la Comisión Federal de Electricidad. Aplicó la máxima de Benito Juárez: “A los amigos, perdón y gracia; a los enemigos, la ley a secas”.
Entre los enemigos actuó contra Emilio Lozoya, director de PEMEX con el presidente Peña Nieto, acusado de haber recibido sobornos de una empresa petrolera del Brasil, pero al final del día su gobierno acordó y el acusado está en casa.
El cinismo de AMLO incluyó su admisión de la existencia de corrupción en Segalmex, cuyo desfalco rebasó los 15 mil millones de pesos, pero justificó a Ovalle diciendo que este último “había sido engañado por sus subalternos”.
Increíble lo anterior, sobre todo para quien, durante una “mañanera” del año 2019, aseguraba que no hay persona mejor informada que el presidente de la república y que si había corrupción entre los funcionarios, “era porque el jefe, el presidente, estaba enterado”.
En los días que vivimos, el caso del “huachicol fiscal” operado por altos mandos de la Marina Armada de México nos pone sobre la mesa la enorme probabilidad de que no solo el general secretario del ramo con López Obrador, sino también este último, pudieran haber sido enterados y haber permitido el enorme peculado.
Imposible no reparar en las declaraciones del titular de la Fiscalía General de la República, Alejandro Gertz Manero, quien el pasado domingo declaró que Rafael Ojeda Durán, titular de la Marina en el sexenio obradorista, había denunciado “problemas” y que por ese motivo la Fiscalía General de la República se había adentrado en la investigación que hoy tiene por resultado la persecución de cuando menos 200 personas, entre militares, servidores públicos y empresarios.
Los hechos sobre tal ilícito empezaron a trascender a los altos mandos militares cuando Rubén Guerrero Alcántar, vicealmirante y exdirectivo de una aduana en Tamaulipas, redactó una carta que llegó a manos del general secretario Ojeda Durán, en la que señalaba directamente a Manuel Roberto y Fernando Farías Laguna, de encabezar una red de “huachicoleo fiscal”.
Los hermanos Farías, originarios de Guaymas, Sonora, son sobrinos de Ojeda Durán. Guerrero Alcántar fue asesinado el 8 de noviembre del 2024 en Manzanillo, Colima. El volcán de corrupción denunciado hizo erupción al descubrirse un buque con diez millones de litros de combustible introducido sin pagar impuestos en Tampico, Tamaulipas, el pasado mes de mayo, seguido de otros descubrimientos similares en Ensenada, Baja California, y el trascendido de que ese combustible había tocado la bahía de Guaymas en Sonora.
En sus declaraciones sobre el tema, Gertz Manero subrayó que cuando el general secretario Ojeda denunció “problemas en la Marina”, lo hizo en términos generales sin hacer referencia a sus sobrinos. A su lado, en esa conferencia de prensa del pasado domingo, el titular de seguridad pública, Omar García Harfuch, dijo que no se podía condenar a toda una institución por los errores cometidos por algunos de sus integrantes.
Horas después, en su “mañanera”, la presidenta Claudia Sheinbaum refrendó la defensa. Para el general exsecretario, recordando que lo importante era la investigación y, sobre todo, las pruebas para demostrar los dichos.
La lógica indica una posibilidad de involucrar a Rafael Ojeda Durán en el escándalo mayúsculo de los hermanos Farías Laguna y otros implicados; golpearía directamente la humanidad de López Obrador.
Es mucho más conveniente enviar el mensaje de ataque a la corrupción, aprehendiendo y enjuiciando a “peces menores”. Ahí se registra una diferencia con el pasado reciente.
Durante el sexenio 2018-2024 se cubrió la corrupción en vez de combatirla. En este sexenio de la presidenta Sheinbaum sí se está combatiendo la corrupción pero cuidando la imagen de quien ahora vive en Palenque.
Lo anterior significa la imposibilidad de señalar y encarcelar a un exsecretario en cualquiera de sus ramos.
Para el lado oficial, resultan muy lejanas y “casi en el olvido” aquellas palabras de AMLO en una de sus “mañaneras” del año 2019: “El presidente de México está enterado de todo lo que sucede y de las tranzas grandes que se llevan a cabo”.
JALISCO
Carlos Urrea rescata a un héroe olvidado, presenta el libro «General Urrea: La Independencia de México»

– Por Gabriel Ibarra Bourjac
Vale la pena leer la obra “El General Urrea y la Independencia de México” escrita por Carlos Urrea García Rulfo, descendiente directo del general José Cosme Urrea, motivado por una profunda necesidad de corregir las injusticias de la historia oficial, que a menudo relega a los márgenes a héroes como su antepasado.
Lo que comenzó como una exploración genealógica se transformó en una misión personal: desenterrar la verdad sobre un militar sonorense cuya valentía y estrategias marcaron la Independencia, la Guerra de Texas y la intervención estadounidense, pero cuya memoria fue opacada por figuras como Hidalgo o Santa Anna.
Carlos Urrea, sin formación como historiador, pero con la pasión de un narrador comprometido, vio en este olvido una oportunidad para reivindicar no solo a su familia, sino a todos los héroes que la narrativa centralista ha silenciado.
La motivación de Urrea se arraiga en la convicción de que la historia mexicana, fragmentada por divisiones entre liberales y conservadores, ha privilegiado a los protagonistas de la capital, dejando en la penumbra a los luchadores del noroeste, como José Cosme Urrea. Este general, nacido en 1797 en Tucson, desafió al poder central con su federalismo y su audacia, desde la toma del Palacio Nacional hasta sus victorias contra los estadounidenses.
Al descubrir documentos que revelaban detalles inéditos —como las tres esposas y los hijos del general, contradiciendo el mito de un hombre solitario—, Urrea sintió la urgencia de reescribir su relato, no para glorificarlo, sino para comprenderlo y devolverle su lugar en el panteón nacional.
En un México contemporáneo polarizado, donde las narrativas históricas se debaten entre el olvido y la manipulación, la obra de Urrea resuena como un acto de justicia. Su libro no solo rescata a un héroe olvidado, sino que entrelaza las luchas de ayer con las de hoy, recordándonos que la historia es un diálogo vivo.
Al dar voz a José Cosme Urrea, el autor invita a reflexionar sobre la unidad y la resistencia frente a las divisiones, ofreciendo lecciones de un pasado que sigue moldeando nuestra identidad.
UN DIÁLOGO CON EL PASADO
General Urrea invita a un diálogo con el pasado. En Guadalajara, cuna de independentistas como, este rescate fortalece la memoria colectiva, recordándonos que la historia se forja en los márgenes, esperando voces como la de Carlos Urrea para ser contada.
En el cálido abrazo del mes patrio, el salón de conferencias del Country Club de Guadalajara se convirtió en epicentro de una reflexión histórica profunda ante la presencia de amigos, familiares, académicos, empresarios y apasionados de la historia.
Nacido en 1797 en el Presidio Real de San Agustín del Tucsón, Urrea emerge en estas páginas como un estratega militar de primer orden, cuya valentía y rebeldía desafiaron a figuras como Antonio López de Santa Anna, contribuyendo de manera decisiva a la Independencia, la Guerra de Texas y la defensa contra la intervención estadounidense.
La maestra María Luisa Peña, editora y apasionada de las letras, recibió un aplauso unánime por su labor incansable. Con un ojo agudo para la gramática y la ortografía, Peña pulió el manuscrito desde el título hasta los detalles finales, transformando un borrador familiar en una obra de primer nivel. “María Luisa no solo corrige; revive”, afirmó el presentador, destacando cómo su rigor aseguró que cada capítulo respirara autenticidad.
Carlos Urrea, descendiente directo del general, tomó el podio con la humildad de quien desentierra un tesoro familiar. exregidor, diputado y exvicepresidente municipal de Guadalajara, Urrea no es historiador de profesión, pero su vocación lo ha llevado a publicar más de una docena de obras. Esta, su número 12, nació de un simple árbol genealógico: mientras exploraba sus antepasados, descubrió que José Cosme Urrea no era solo un pariente lejano, sino un pilar de la Independencia.
“Quería contar su historia apegada a la realidad”, explicó Urrea, recordando sus viajes al Archivo General de la Nación y al Archivo Histórico de la Secretaría de la Defensa Nacional. Allí, entre legajos polvorientos, reconstruyó la vida de un hombre que, desde joven, forjó su destino en los presidios sonorenses, ascendiendo de cadete a general mediante batallas que moldearon el noroeste mexicano.
La estructura del libro, alabada por el presentador, es un triunfo narrativo: dos líneas temporales entrelazadas que capturan la complejidad de Urrea. La principal, narrada por un cronista omnisciente, se adentra en su rol como gobernador de Durango, donde enfrentó la Guerra de Texas (1835-1836) y la intervención estadounidense (1846-1848). Aquí, Urrea brilla como defensor de la patria, capturando carretas enemigas y causando pérdidas millonarias a los invasores en al menos ocho batallas documentadas en periódicos de Monterrey.
La secundaria, en primera persona, rememora su juventud: desde su adhesión inicial al Ejército Realista hasta su giro hacia la Independencia, impulsado por Miguel Hidalgo en 1810. Hidalgo lo envió a saquear minas en Álamos y Rosario, Sonora, donde Urrea creció su tropa de 2,000 a 6,000 hombres, consolidándose en la batalla de Piazcla, cerca de Mazatlán, una de las primeras del norte en 1811.
Este doble hilo temporal no solo acelera el pulso de la lectura, sino que humaniza al general. Urrea describe con detalle las costumbres, vestimentas y paisajes del México decimonónico: los caminos secundarios por donde marchaba de noche para emboscar realistas, los campamentos ocultos en bosques sonorenses, los espías que le advertían de traiciones.
Las ilustraciones de Natalia Volver a Carvalho, con su sensibilidad artística, dan vida a estos escenarios, capturando la rudeza de los presidios y la tensión de las trincheras. Fuentes primarias, como las memorias del propio Urrea y actas eclesiásticas, anclan la ficción en la verdad, revelando un hombre casado tres veces —un hallazgo que obligó a Urrea a reescribir once capítulos tras creerlo soltero— y padre de varios hijos, lejos del mito solitario que la familia transmitía.
UN ACTO DE JUSTICIA HISTÓRICA
El presentador enfatizó las aportaciones del libro como un acto de justicia histórica. Primero, rescata a Urrea de las sombras: nacido en Tucson (hoy Arizona), hijo de un capitán que combatió indígenas en Sonora, Urrea ascendió en los presidios de San Rafael Buenavista, participando en el Plan de Casa Mata contra Iturbide y el sitio de San Juan de Ulúa.
Su rol en la Independencia, al lado de su padre —gobernador de Colotlán, Jalisco—, incluyó tácticas innovadoras en Zacatecas y Aguascalientes, donde evadió emboscadas realistas. Culminó en 1821 con la toma de Durango junto al Ejército Trigarante, forjando su filosofía inclusiva: “Vengo a gobernar para todos”, como gobernador de Durango y Sonora en múltiples periodos.
Segundo, el libro es un testimonio personal que evita la glorificación. Urrea, el autor, no busca canonizar a su ancestro, sino comprenderlo: un federalista que se rebeló contra el centralismo de Santa Anna, lanzando planes en 1837, 1839 y 1840 para restaurar la Constitución de 1824.
En la Guerra de Texas, su campaña invicta —cuatro batallas ganadas con sigilo nocturno— contrastó con el desastre de San Jacinto, donde Santa Anna dio “vacaciones” a su tropa, cayendo en emboscada de Sam Houston. Urrea, con 800 hombres, desafió órdenes del prisionero Santa Anna, proponiendo continuar la lucha, pero la inacción federal selló la pérdida de Texas, un territorio vasto como Francia.
Tercero, en un México que debate su memoria histórica —entre mitos prehispánicos y la herencia española—, esta obra es un ejercicio de diálogo. Como señaló el escritor, citando a historiadores como Rubén Salmerón, Urrea representa a los “olvidados”: no el cura Hidalgo ni el Siervo Morelos, sino el fronterizo que defendió el noroeste.
Su toma del Palacio Nacional en 1840, sin disparos, con Valentín Gómez Farías, y su guerrilla en 1846-1848 —capturando víveres en Monterrey y Saltillo— lo erigen como símbolo de resistencia. Patricia Roche Herring, en su biografía General José Cosme Urrea: His Life and Times (1993), ya lo pintaba como héroe entre Hidalgo y Mora, pero Urrea añade frescura con documentos inéditos, como periódicos regiomontanos que detallan sus victorias.
Durante su intervención, Carlos Urrea revivió la epopeya con anécdotas vívidas. “En 1810, oí voces de que Hidalgo se levantaba en Dolores, y los tambores de guerra sonaban”, evocó, describiendo cómo el joven Urrea, bajo órdenes de Hidalgo, asaltó minas en Álamos —donde su familia tenía raíces— y Rosario, apodado “El Meco” por sus tácticas. Acompañado por su padre, gobernador en Colotlán, aprendió a “caminar de noche, por veredas, para sorprender al enemigo”. En Piazcla, 1811, libró la primera gran batalla norteña, robando cañones y creciendo su hueste con personas que veían en la Independencia una causa justa.
La Guerra de Texas, para Urrea, es un capítulo de heroicidad truncada. Enviado por Santa Anna en 1835, marchó sigiloso, ganando cuatro encuentros con emboscadas al alba. Pero San Jacinto, 1836, fue la debacle: Santa Anna, “dando vacaciones” a su ejército, cayó ante Houston, perdiendo 600 hombres y Texas.
“Urrea quiso seguir luchando con 800 valientes, pero el gobierno lo abandonó”, lamentó el autor, citando el diario de Filisola, quien se negó a obedecer al prisionero Santa Anna. México, centralista y dividido por logias masónicas, dejó ir un territorio inmenso, prefiriendo politiquerías a la defensa.
Otro hito, la toma del Palacio Nacional en 1840, ilustra la audacia de Urrea: escapando de la Inquisición, capturó el edificio sin un tiro, reteniendo a Bustamante 15 días y firmando un armisticio con Gómez Farías. “La historia oficial lo mocha, pero documentos lo confirman”, aseguró Urrea.
En la intervención de 1846-1848, mientras Santa Anna perdía en Churubusco y Molino del Rey, Urrea guerrilleaba en el norte, emboscando convoyes y ganando ocho batallas, como atestiguan periódicos de Monterrey. “Es el único general que venció repetidamente a los invasores en terreno nacional”, proclamó, invitando a historiadores a profundizar.
EL MÉXICO DIVIDIDO ENTRE LIBERALES Y CONSERVADORES
El libro trasciende lo biográfico: cuestiona el centralismo que dividió a México entre liberales y conservadores, con gobernadores efímeros —dos por año en algunos estados— que impedían planes de obras públicas. Urrea, federalista, gobernó Durango y Sonora con inclusión, contrastando con la “vacilada” de políticos como Santa Anna. En un México actual polarizado, esta narrativa resuena: rescata no solo a un héroe, sino lecciones sobre unidad y estrategia ante divisiones externas, como las de Trump con el muro.
El autor cerró con un llamado: “Lean este libro para conocer a un fascinante personaje y reflexionar sobre poder, lealtad e identidad mexicana”. Carlos Urrea, emocionado, reiteró: “Mi lucha es meterlo en la historia; era un hombre limpio e integrador”.