NACIONALES
¿Quién decide 2024?

Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //
Es un hecho que el candidato de MORENA a la presidencia de la República será decidido en Palacio Nacional. Lo que no es seguro es que, contra todo lo que la narrativa oficial induce y algunos comentaristas y analistas ya dan por sentado, el escogido(a) resulte electo en 2024. La duda es posible por la natural incertidumbre inherente a los procesos democráticos y porque cada vez más, el discurso presidencial se tropieza con la realidad que inadvertidamente empieza a modificar el estado de ánimo del votante.
No escapa a este análisis, que siempre existe la posibilidad, muy real, de que este gobierno intente hacer una elección de estado, como se intuye, por su decisión de limitar y controlar el órgano electoral independiente y por la descarada instrucción dada a los gobernadores de su partido para utilizar todos los recursos del estado para ganar la elección, sin embargo, el poder del voto ciudadano expresado libremente puede hacer nugatorio el intento de asalto gubernamental.
Actualmente la carrera de las corcholatas acapara la atención y genera la percepción de que entre ellos está el próximo presidente de la república, igualmente contribuye a ello que los indicadores de la popularidad presidencial se mantengan en relativa alta estabilidad. Se suma el que no haya otra figura pública con la exhibición mediática o con presencia pública suficiente para oponérseles, razón por la que se tiene que recurrir, a otros indicadores, para destruir la falacia.
Un seguimiento a las encuestas publicadas en el diario El Financiero, nos indica que la popularidad del presidente, 56% en septiembre, no es significativamente mayor a la que tenían en el periodo equivalente, Ernesto Zedillo, 52%, Vicente Fox, 54%, o Felipe Calderón, 55% y todos ellos perdieron la elección para su sucesión.
En el seguimiento diario que realiza la empresa Mitofsky, la aprobación presidencial registra variaciones que coinciden con eventos significativos. En abril de este año, la popularidad presidencial alcanzó 62.4%, coincidente con el proceso de revocación de mandato, sin embargo, a finales de ese periodo la inflación se hizo presente. Para junio la aprobación descendió a 55.7%, marcada por el asesinato de los jesuitas en Chihuahua, la percepción de inseguridad generalizada y el incremento de la inflación y las tasas de interés. A partir de ahí los indicadores no han vuelto a llegar al 60% y se mantienen en el nivel de los 55 – 57, gracias a la eficaz estrategia de distractores desplegada por la presidencia.
El presidente ha sido hábil en el manejo del estado de ánimo de los ciudadanos, pues sabe que de ello depende mantener las preferencias electorales. Conforme se acercan los tiempos sucesorios y ante la desorganización de la oposición formal, ha sido la realidad la que ha vulnerado la imagen presidencial y hay algunos hechos por venir para los que no alcanzará el discurso y la negación.
Los gritos de la guacamaya y los libros como el «Rey del cash», habrán de pegar, aunque lo minimicen, en el centro de la imagen de honestidad que se ha creado, pero no serán tan perjudiciales como la persistencia de la inflación y la disminución del poder adquisitivo.
La base electoral partidaria de la que goza, es irreductible, sin embargo, no será la oposición organizada la principal amenaza para su intención continuista, sino aquella masa que en la letra chica de las encuestas se manifiesta con su silencio o no declaración de preferencias.
En la encuesta en vivienda realizada por Mitofsky en agosto, más del 33% no declaró preferencia o rechazó a todos los partidos. En las realizadas por “El Financiero”, un 54% de la población adulta se manifestó apartidista, representan más del doble de los que se consideran morenistas y casi el triple de oposicionistas identificados con PRI, PAN Y PRD. En este segmento apartidista, la aprobación ha venido descendiendo significativamente, de 65 en 2019 a 51% en 2022, con tendencia descendente.
Por ello el presidente se empeña en utilizar recursos fiscales para mantener estables los precios de la gasolina y las medidas que eluden el cumplimiento de normas sanitarias y de comercio para que puedan importarse productos básicos, evitar el alza de precios y el aumento de la inflación, pues sabe que el descontento de la población llega por el bolsillo, más que por el razonamiento.
El presidente ha sido hábil en el manejo de la animosidad contra el pasado y en la percepción de que él hace la diferencia, manteniendo la esperanza de un cambio y eso motiva que su popularidad no baje en demasía a pesar de sus desatinos y la generalización de la opinión negativa publicada en medios. Pero la popularidad no se traslada en automático a votos. Las lecturas de los estudios de opinión nos hacen ver y él también lo sabe, que hay un segmento que no mueve su percepción favorable a él, pero tampoco ignora que la polarización social que ha provocado tendrá un costo y que en una elección competida y con un estado de ánimo exacerbado por factores como la inseguridad y la economía, ese 54% de apartidistas, o ese 34% que oculta su intención, superan con mucho a su feligresía. Hay animosidad contra su proyecto y formas de gobierno que solo espera un canal para manifestar su descontento, no es tan chica como lo cree el oficialismo y puede crecer de seguir la economía como va.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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