NACIONALES
Señor presidente, anímese a trabajar
Serendipity, por Benjamín Mora Gómez //
Han pasado 4 años de su mandato y Andrés Manuel López Obrador no da los resultados esperados por quienes en él confiaron 6 años de gobierno, así como dar paso a la transformación de México que les ofreció; tal falta de resultados no sé si sea por su incapacidad de tomar buenas y oportunas decisiones a partir de la realidad o porque simplemente no trabaja más allá de sus mañaneras que son grilla y mentiras. De seguir así, las únicas páginas de la historia que escribirá serán las de su fracaso.
La corrupción no ha sido disuelta en su gobierno y, por el contrario, es más descarada y profunda que jamás antes. La danza de los millones de pesos en la oscuridad es complacida en su familia, la familia de sus más cercanos amigos y funcionarios, y en la Guardia Nacional, el Ejército Mexicano y la Marina Armada.
López Obrador se dio a sí mismo el golpe de Estado más vulgar jamás imaginado en la historia del militarismo latinoamericano: Entregó el Estado mexicano, a partir de la administración y la obra pública, a los mandos castrenses sin que estos se lo exigieran, de poco a poquito y por voluntad propia. Aunque, hay que decirlo, los gobiernos, en sus tres órdenes o desórdenes se los ha dispensado a la mafia mexicana.
Durante el pasado fin de semana prolongado, no me detuve a mirar ni a echar El Grito transmitido desde el Zócalo de la Ciudad de México; no me pareció que valiese la pena ni mucho menos que Andrés Manuel López Obrador nos sorprendería con algo esperanzador. Lo vi, sí, al día siguiente: López Obrador grilló al Grito y lo echó a perder lanzándose en contra de la corrupción, el clasismo y el racismo, y la Fraternidad Universal, tan masónica. Eso era previsible por su grisácea personalidad y limitada actividad neuronal. La sinapsis en su cerebro es nula o de muy baja intensidad.
Mentiras intencionadas y engaños evidentes estuvieron presentes en su cansada persona y aburrida arenga.
El clasismo mexicano se agudiza al condenar a varios millones de mexicanos a volver a vivir en la pobreza que ya habían superado en los gobiernos pasados que tanto exhiben a AMLO por sus torpezas y desaciertos. Fox, Calderón y Peña fueron más eficientes en su combate a la pobreza que López. Nelson Mandela dijo: «La pobreza no es natural. Es creada por el hombre y puede ser superada y erradicada por la acción del ser humano»; hoy, en México y con AMLO, la pobreza toma carta de naturalización y condena para más de 4 millones de personas que han vuelto a caer en sus garras. López Obrador crea pobreza.
Nelson Mandela también nos dijo: «No puede haber una revelación más intensa del alma de una sociedad, que la forma en la que trata a sus niños»; hoy, en México, por la forma en que López Obrador niega medicamentos a los niños con cáncer podemos conocer su alma, el sentir de su gobierno y los propósitos verdaderos de su Cuarta Transformación. Esto es discriminación en su forma más criminal.
López Obrador se promunció en contra del racismo cuando él lo practica y promueve. El racismo, lo sabemos, es el odio, rechazo o exclusión de una persona por diferentes motivos; confrontar a un pueblo, llamando a unos fifís para hacerlos odiar por otros también es racismo vil y perverso, enfermo.
El racismo en México ha estado presente a lo largo de toda nuestra historia. Hoy, con López Orador, el racismo se disfraza de pobreza franciscana. La ideología de López Obrador es condenatoria; para él, la miseria es el único bien heredable con dignidad a los hijos de los miserables y el sojuzgamiento lo único que merece ser administrado. Aspirar a una mejor calidad vida es malo y condenable. La consigna cuatro-teísta es mantener en la pobreza más agravada a sus más leales seguidores.
López Obrador sufre de diversos trastornos emocionales; uno de ellos es el de la apatía que se refleja en su desgano, su falta de entusiasmo y su desidia. Mirarlo contagia de flojera. Se aburre y aburre. Su ánimo es impasible. Él y su gobierno están agotados y no sabe cómo hará para terminar su mandato; dos años le son una eternidad. Se duda que trabaje; se sabe que jamás había trabajado antes de volverse presidente.
Se dice que “el trabajo ennoblece” y el no quiere volverse noble; la realeza le saca ronchas. No entiende el mensaje de la frase “el trabajo ennoblece” y por ello regala dinero para que los más pobres no tengan que trabajar ni aspirar a ennoblecer sus vidas.
Nuestro futuro está, ahora sí, muy de la chingada. Hace tiempo, cuando se buscaban culpables de los grandes males nacionales, muchos volteaban al norte, más allá de nuestras fronteras, en el Distrito de Columbia, en una casita blanca; hoy se mira al sur hacia Macuspana, en Tabasco, allá en la Chingada.
Dante Alighieri, florentino, nos dijo en su Divina Comedia: “No debemos tener miedo de nada por fuera de las cosas que poseen un poder real para hacer daño a otros. De todo lo demás no hay que temer en absoluto” y López Obrador SÍ tiene el poder de destruir a la República y a nuestro Estado de derecho. En ello, AMLO sí trabaja sin descanso.
