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MUNDO

Similitudes y diferencias

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Opinión, por Luis Manuel Robles Naya //

Hay una cierta similitud entre el rumbo que está tomando la administración de los EUA en manos de Donald Trump, y lo sucedido en México durante el sexenio de Andrés Manuel López Obrador. Donald Trump parece haber copiado la receta y con discursos arrogantes, bélicos, y conflictos provocados por él mismo, mantiene a la opinión pública atenta a sus ocurrencias mientras desmantela la administración y genera animosidades en la comunidad internacional.

Toda proporción guardada, pues no es lo mismo cancelar la construcción de un aeropuerto, cerrar guarderías, cancelar el seguro popular y destrozar el sistema de salud mexicano, que abolir el derecho a la nacionalidad por nacimiento; retirar a su país de la Organización Mundial de la Salud; del Acuerdo de Paris para combatir el cambio climático, o la cancelación de la Agencia USAID que operaba en más de 100 países; cambiar las políticas sobre diversidad e inclusión y migratorias.

Hay coincidencia en la eliminación de estructuras burocráticas que interfieran en sus propósitos, en la colonización de instituciones democráticas y de justicia y en el menosprecio de normas y resoluciones judiciales que no convengan a su interés. En ambos casos, el producto de sus acciones genera incertidumbre y altera la vida económica de sus naciones.

En los dos, el discurso maniqueo, la generación de facciones dentro de las sociedades, ha sido el instrumento para consolidar bases electorales y con ellas, la plataforma para inducir y generar cambios en la estructura democrática y en la vida política. La diferencia estriba en que en el caso de López Obrador se fortalecen los programas sociales, aunque sea con propósitos electorales, mientras que, en el esquema de Donald Trump, estos se debilitan.

Otra diferencia o similitud, según se vea, es que en Estados Unidos la oligarquía económica está ocupando el poder, en tanto, en México surge una nueva clase política, arrogante y soberbia, mientras la oligarquía privilegia sus utilidades cortejando a los usufructuarios del poder.

Sea por abulia, desinterés, o convicción de mayorías, la aceptación de sus decisiones ha cambiado nuestra realidad y no precisamente para bien. En ambos casos, la sociedad les ha dado la ocasión para continuar lo iniciado. En el caso de México con una sucesora, discípula fiel y obediente, y en el caso del vecino país con una segunda y última oportunidad.

Las señales de lo que viene en ninguno de los dos casos son alentadoras. Ambas carecen de una definición política que no parezca ocurrencia. Decisiones basadas en prejuicios y conceptos que no llegan a configurar una política de estado coherente.

No se entiende como puede pretender Trump el fortalecimiento económico de su país debilitando y atacando a sus socios y vecinos, conflictuándose con sus aliados en el resto del mundo. Como tampoco se entiende por este lado que se insista en sostener una política social onerosa, sin crecimiento que la soporte. Hay discordancia entre las definiciones ideológicas y la realidad, que impone su pragmatismo.

La similitud de sus acciones deriva sin duda de las convicciones personales de los dos presidentes y muy en especial de lo superlativo de sus egos. Por lo demás, las condiciones de cada país son abismalmente diferentes, lo que obliga al nuestro a supeditarse a las disposiciones del otro.

Entre otras similitudes y diferencias hay que señalar que el gobierno norteamericano tiene problemas con su gasto y el ingreso no le es suficiente. México también. La economía estadounidense crece poco y su batalla con la inflación no ha podido ganarla; México no crece, la inflación persiste, la inversión privada no llega y la pública es escasa y mal dirigida.

Pese al embate que en estos primeros meses han sufrido las instituciones y el gobierno estadounidense, la fortaleza de sus instituciones, de justicia especialmente, oponen la resistencia necesaria para ser un contrapeso. En México, las instituciones han sido desaparecidas o colonizadas y el último reducto, el poder judicial está siendo liquidado.

En ese aspecto tal vez fue más exitoso López Obrador que lo que pueda ser Donald Trump, sin embargo, ninguno de los dos ha concluido con sus empeños. Uno ejerce el poder abiertamente, el otro lo hace soterradamente. Uno se apoya en las cúpulas económicas, el otro las desprecia, pero se aprovecha de sus temores, uno para cambiar el gobierno, el otro para que no se le opongan. Uno espera que su nueva corte de multimillonarios lo apoye para seguir con los cambios, mientras el otro espera que la amalgama de intereses políticos que forma su movimiento no implosione.

Tan distintos y tan iguales, los gobiernos de los dos países están reescribiendo la historia con una diferencia enorme. Uno es más rico y grande, pierde menos si falla; el otro se juega su subsistencia como país democrático y libre.

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MUNDO

La Reserva Federal de Estados Unidos baja la tasa de interés: impacto directo en México

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– Por Redacción Conciencia Pública

La Reserva Federal de Estados Unidos (la Fed) decidió este martes bajar su tasa de interés en un cuarto de punto, dejándola en 4.00 a 4.25%. En palabras simples: el dinero en Estados Unidos será más barato para bancos, empresas y consumidores. Y cuando eso pasa en la mayor economía del mundo, el efecto se siente en todo el planeta.

¿Por qué lo hicieron? Porque la economía estadounidense se está enfriando: se generan menos empleos y el consumo pierde fuerza. Con tasas más bajas, la Fed quiere darle un empujón al crecimiento, hacer que pedir prestado sea más barato y que la gente gaste e invierta más.

¿Y a México cómo le pega? Directo. Estados Unidos es nuestro principal socio comercial, así que si su economía respira, la mexicana también. Una recuperación allá significa más compras de autos, electrónicos y alimentos de México, lo que da oxígeno a nuestras exportaciones.

En el terreno financiero también hay movimiento. Cuando las tasas bajan en Estados Unidos, muchos inversionistas voltean a ver a países como México para buscar mejores rendimientos. Eso puede traer más dólares al país y fortalecer al peso, aunque un peso demasiado fuerte también complica a los exportadores.

Otro punto clave: la deuda en dólares. Tanto el gobierno como varias empresas mexicanas tienen compromisos en esa moneda. Si las tasas en Estados Unidos bajan, el costo de pagar esa deuda también se reduce, lo que significa un respiro en sus finanzas.

Claro que no todo es miel sobre hojuelas. Si llegan capitales especulativos en exceso, el tipo de cambio puede volverse inestable. Y si el dólar se debilita demasiado, algunos insumos importados podrían encarecerse, lo que se traduciría en presión inflacionaria aquí en México.

En resumen: la decisión de la Fed es una buena noticia para México solo en el corto plazo. Habrá más aire para exportaciones, para las finanzas y para el peso. Pero el Banco de México (Banxico) tendrá que jugar con cuidado sus cartas para que este respiro no se convierta después en un dolor de cabeza.

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MUNDO

Rechaza ser deportado Hernán Bermúdez Requena de Paraguay

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Por Francisco Junco

Hernán Bermúdez Requena, el ex secretario de Seguridad Pública, nombrado por el entonces Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, ahora senador de la República, rechazó ser extraditado a México.

Durante la audiencia inicial, donde un juez dictó prisión preventiva, se le ofreció la extradición voluntaria, pero Bermúdez Requena, presunto líder del cartel de “La Barredora”, no aceptó.

Ahora se iniciará un proceso ordinario, que podría tardar hasta 60 días, en tanto, Bermúdez Requena, continuará bajo la custodia de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay.

En tanto, en México se informó que la Fiscalía General de la República ya presentó la solicitud de extradición contra Hernán Bermúdez Requena al gobierno guaraní.

“El Abuelo” o “El Comandante H”, como se le conoce al exfuncionario del gobierno del morenista Adán Augusto López en Tabasco, e identificado como el presunto líder del Cártel de “La Barredora”, fue detenido la madrugada del sábado, en Paraguay, en una residencia ubicada en la zona exclusiva de Marino Roque Alonso, donde permanecía escondido.

Este fin de semana, el presidente Santiago Peña, dio a conocer, en un pequeño video de 45 segundos, cómo fue el arresto de Bermúdez Requena.

En las imágenes, primero se ven aspectos de la residencia, se ve cómo las fuerzas especiales, revisaron la finca y derribaron la puerta, suben una escalera y someten a ex secretario de seguridad, lo encañonaron y lo tiraron al suelo, donde lo tenían sometido, bocabajo y un elemento le pone un pie en la espalda.

Después, el presunto líder de La Barredora, quien cuenta con una ficha roja activa de la Interpol, aparece sentado en un sillón con ropa deportiva, pelo más largo y canoso, barba larga.

Cuenta con una orden de captura en México por asociación delictuosa, extorsión y secuestro exprés.

En el video, se muestra que en la residencia, donde permanecía escondido, había fajos de dólares y guaraníes, moneda uruguaya, así como joyas, tarjetas bancarias, identificaciones y una camioneta de alta gama.

Manuel Doltane, titular de Asuntos Internacionales de la Fiscalía de Paraguay, reveló que Bermúdez, entró de manera ilegal al país.

Y es que en febrero de este año, después de hacer pública la orden de aprehensión en su contra, el ex funcionario estatal huyó del país.

De acuerdo con las autoridades, viajó primero a Panamá, después a España, más tarde a Brasil, para terminar en Paraguay.

En medios locales del país sudamericano, como el diario ABC, informaron que la detención del ex funcionario de Adán Augusto López, se logró, gracias a que en el mes de julio se detuvo a Gerardo Bermúdez Arreola, sobrino del presunto líder de “La Barredora”.

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos

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Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos

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MUNDO

Tolerancia en tiempos de algoritmos

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– Opinión, por Miguel Anaya

¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.

En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.

¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.

El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.

He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).

La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.

Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.

La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.

El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.

Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.

Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.

En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.

El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.

Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.

Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.

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