MUNDO
Trump-México-Canadá

Opinión, por Manuel Robles Naya //
México se ha convertido en el sándwich a devorar en el TMEC, fundamentalmente por razones políticas. Las cuestiones electorales están presentes en las naciones del norte.
La racionalidad de la economía conlleva a reconocer los beneficios que trae la complementariedad de las economías, sin embargo en política las consideraciones son diferentes.
Es conocido que México, su frontera, que permite la inmigración y el tráfico de estupefacientes a los EUA, fue tema fundamental en la campaña trumpista, y ese discurso aunado a la penetración de los migrantes en la cultura norteamericana, motivaron al conservadurismo local y logró Trump obtener la mayoría del voto popular y el colegio electoral.
Por el lado canadiense, las provincias gobernadas por conservadores, Ontario y Alberta, opositores al régimen de Trudeau han manifestado su deseo de que México sea excluido del TMEC subiéndose al tren contra China que conduce Trump y obligando así, por razones electorales a que Trudeau modifique su posición conciliadora y prudente respecto a México. Canadá está en proceso electoral y el partido gobernante va abajo en las encuestas y esa es una razón poderosa para que Trudeau se suba al tema anti mexicano.
Tampoco debe desestimarse que las reformas operadas en México, en especial la del poder judicial, aunada a la energética que ya había ocasionado protestas y a la ley minera que afecta a la fuerte inversión canadiense en ese sector, obligan a un endurecimiento y elevan los costos de la negociación.
Ni Trump ni los canadienses son ingenuos para pensar que clausurando una plaza de venta al retail de productos chinos, el gobierno mexicano cerrará las puertas a la inversión oriental. En USA tienen perfectamente detectado que la presencia de China en la economía nacional está creciendo, tanto en el ramo automotriz como en otras (¿o no son empresas chinas a las que se rentan los trenes de la línea 12 del metro y algunas otras más?).
Se necesitará mucho más para negociar en términos de menor debilidad, dado que se tendrá que acreditar credibilidad y confianza después de que acciones formales del gobierno mexicano mandan señales confusas respecto a su alineamiento en el bloque geoeconómico norteamericano. Para que querrían dentro del tratado un socio que tiende a alinearse más al sur y al oriente que al norte al que pertenece.
Por otra parte, apresar a una presidente municipal, jefes policiacos y asegurar un cargamento importante de fentanilo no basta para acreditar que se combate con decisión la producción y el tráfico de drogas. La desconfianza es tal, que atrapar al Mayo Zambada requirió de una operación encubierta, negada pero evidente, operada sin contar con autoridades mexicanas, sino con los mismos delincuentes.
El TMEC actualmente es, tanto para Trump como para Trudeau un arma política en el que la discusión de los términos de relación económica son municiones para explotar otras áreas de interés. La geopolítica económica del bloque norteamericano necesita socios comprometidos. Muy torpes serán los negociadores mexicanos si piensan que pueden arreglarse solo discutiendo reglas de intercambio comercial.
El interés de EUA está puesto en otro hemisferio y el de Canadá requiere otro tratamiento si no se quiere tenerlo como esquirol. Canadá y México son economías muy dependientes del comercio con EUA, más débiles por supuesto y por ello lo recomendable es que los débiles se unan. Por ello lo primero debiera ser arreglar términos con Canadá, minería particularmente, y después ir juntos a las negociaciones, no como sucede ahora que por separado buscan congraciarse con el peleonero del barrio.
El gobierno mexicano se ha visto reactivo protegiendo lo elemental que es el evitar aranceles, los que vendrían con o sin el acuerdo comercial. Políticamente es importante porque de ello depende la viabilidad del proyecto trans sexenal. Con las finanzas públicas comprometidas, sin posibilidad de aumentar la inversión pública, la inversión privada, nacional y extranjera es imperativa si se quiere obtener un nivel de crecimiento que sostenga la política social de subsidios y pensiones en la que han basado su presencia electoral.
Calificadoras internacionales han registrado ya los riesgos que implica el crecimiento de la deuda y lo peligroso que resulta seguir soportando por esa vía el déficit gubernamental. Sería hora de que pensaran en mantener el poder por la vía de un buen gobierno, generando ciudadanía y no clientela electoral. Desafortunadamente el presupuesto presentado para 2025 no apunta para eso.
Hay que abonar a favor, que las bravatas del presidente electo han merecido que se refuerce el trabajo de los consulados en los EUA para proteger a los mexicanos de las deportaciones anunciadas, pues en la situación actual una disminución de las remesas de connacionales, sería desastrosa para una economía nacional sostenida por el consumo interno.
Malos vientos se auguran para el año venidero, esperemos que no llegue a tormenta.
MUNDO
Rechaza ser deportado Hernán Bermúdez Requena de Paraguay

– Por Francisco Junco
Hernán Bermúdez Requena, el ex secretario de Seguridad Pública, nombrado por el entonces Gobernador de Tabasco, Adán Augusto López, ahora senador de la República, rechazó ser extraditado a México.
Durante la audiencia inicial, donde un juez dictó prisión preventiva, se le ofreció la extradición voluntaria, pero Bermúdez Requena, presunto líder del cartel de “La Barredora”, no aceptó.
Ahora se iniciará un proceso ordinario, que podría tardar hasta 60 días, en tanto, Bermúdez Requena, continuará bajo la custodia de la Secretaría Nacional Antidrogas de Paraguay.
En tanto, en México se informó que la Fiscalía General de la República ya presentó la solicitud de extradición contra Hernán Bermúdez Requena al gobierno guaraní.
“El Abuelo” o “El Comandante H”, como se le conoce al exfuncionario del gobierno del morenista Adán Augusto López en Tabasco, e identificado como el presunto líder del Cártel de “La Barredora”, fue detenido la madrugada del sábado, en Paraguay, en una residencia ubicada en la zona exclusiva de Marino Roque Alonso, donde permanecía escondido.
Este fin de semana, el presidente Santiago Peña, dio a conocer, en un pequeño video de 45 segundos, cómo fue el arresto de Bermúdez Requena.
En las imágenes, primero se ven aspectos de la residencia, se ve cómo las fuerzas especiales, revisaron la finca y derribaron la puerta, suben una escalera y someten a ex secretario de seguridad, lo encañonaron y lo tiraron al suelo, donde lo tenían sometido, bocabajo y un elemento le pone un pie en la espalda.
Después, el presunto líder de La Barredora, quien cuenta con una ficha roja activa de la Interpol, aparece sentado en un sillón con ropa deportiva, pelo más largo y canoso, barba larga.
Cuenta con una orden de captura en México por asociación delictuosa, extorsión y secuestro exprés.
En el video, se muestra que en la residencia, donde permanecía escondido, había fajos de dólares y guaraníes, moneda uruguaya, así como joyas, tarjetas bancarias, identificaciones y una camioneta de alta gama.
Manuel Doltane, titular de Asuntos Internacionales de la Fiscalía de Paraguay, reveló que Bermúdez, entró de manera ilegal al país.
Y es que en febrero de este año, después de hacer pública la orden de aprehensión en su contra, el ex funcionario estatal huyó del país.
De acuerdo con las autoridades, viajó primero a Panamá, después a España, más tarde a Brasil, para terminar en Paraguay.
En medios locales del país sudamericano, como el diario ABC, informaron que la detención del ex funcionario de Adán Augusto López, se logró, gracias a que en el mes de julio se detuvo a Gerardo Bermúdez Arreola, sobrino del presunto líder de “La Barredora”.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos
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LAS NOTICIAS PRINCIPALES:
Crónica de una semana tensa en la UdeG: La rebelión estudiantil que desafía a la FEU
MUNDO
Tolerancia en tiempos de algoritmos

– Opinión, por Miguel Anaya
¿Qué significa ser conservador en 2025? La etiqueta, lejos de significar a una persona o grupo de ellas, aglutinadas en torno a la Biblia o valores cristianos, se ha vuelto un acto de rebeldía. El conservadurismo pareciera significar a una nueva minoría (o una mayoría silenciosa) que enfrenta un prejuicio constante en redes sociales.
En sociedades donde la corrección política dicta el guion, ser conservador implica defender valores tradicionales —para algunos valores anacrónicos— en medio de un mar de redefiniciones. La sociedad dio un giro de 180 grados en tan solo 20 años y aquellos que señalaban hace dos décadas, hoy son señalados.
¿Y ser liberal? El liberalismo que alguna vez defendió la libertad frente al Estado hoy se ha transformado en progresismo militante: proclamar diversidad, reivindicar minorías, expandir derechos. Noble causa, sin duda.
El problema comienza cuando esa nobleza se convierte en absolutismo y se traduce en expulsar, callar o cancelar a quien no repite las consignas del día. El liberal de hoy se proclama abierto, pero con frecuencia cierra la puerta al que discrepa. Preocupante.
He aquí la contradicción más notable de nuestro tiempo: vivimos en sociedades que presumen de “abiertas”, pero que a menudo resultan cerradas a todo lo que incomoda. Lo que antes era normal hoy puede costar reputación, trabajo o, en casos extremos, la vida. Hemos reemplazado la pluralidad por trincheras y el desacuerdo por el linchamiento mediático (“funar” para la generación Z).
La polarización actual funciona como un espejo roto: cada bando mira su fragmento y cree que posee toda la verdad. Los conservadores se refugian en la nostalgia de un mundo que quizá nunca existió, mientras que los liberales se instalan en la fantasía de que el futuro puede aceptar todo, sin limitantes.
Ambos lados olvidan lo esencial: que quien piensa distinto no es un enemigo para destruir, sino un ciudadano con derecho a opinar, a discernir y, por qué no, a equivocarse humanamente.
La violencia y la polarización que vivimos, no son fenómenos espontáneos. Son herramientas. Benefician a ciertas cúpulas que viven de dividir, a las plataformas digitales que lucran con cada insulto convertido en tema del momento.
El odio es rentable; la empatía, en cambio, apenas genera clics. Por eso, mientras unos gritan que Occidente se derrumba por culpa de la “ideología woke”, otros insisten en que el verdadero peligro son los “fascistas del siglo XXI”. Y en el ruido de esas etiquetas, el diálogo desaparece.
Lo más preocupante es que ambos discursos se han vuelto autorreferenciales, encerrados en su propia lógica. El conservador que clama por libertad de expresión se indigna si un artista satiriza sus valores; el liberal que defiende la diversidad se escandaliza si alguien cuestiona sus banderas.
Todos piden tolerancia, pero solo para lo propio. Lo vemos en el Senado, en el país vecino, tras el triste homicidio de Charlie Kirk y hasta en los hechos recientes en la Universidad de Guadalajara.
En buena medida, este mal viene precedido de la herramienta tecnológica que elimina todo el contenido que no nos gusta para darnos a consumir, solo aquello con lo que coincidimos: EL ALGORITMO.
El algoritmo nos muestra un mundo que coincide totalmente con nuestra manera de pensar, de vivir, de vestir, nos lleva a encontrarnos únicamente con el que se nos parece, creando micromundos de verdades absolutas, haciendo parecer al que piensa un poco distinto como ajeno, loco e incluso peligroso. Algo que debe ser callado o eliminado.
Occidente, en 2025, parece olvidar que lo que lo hizo fuerte no fue la homogeneidad, sino la tensión creativa y los equilibrios entre sus diferencias. Quizá el desafío es rescatar el principio básico de que la idea del otro no merece la bala como respuesta.
Solo la palabra, incluso aquella que incomoda, puede mantener vivo un debate que, aunque imperfecto, sigue siendo el único antídoto contra el silencio y la complicidad impuestos por el miedo o la ignorancia.