NACIONALES
Una oferta electoral personalizada: Lo que viene, las campañas futuras serán decididas a la carta

Campos de Poder, por Benjamín Mora Gómez //
Los partidos deben actualizar sus narrativas y sus estrategias, o morir en su incapacidad para evolucionar. De acuerdo con nuestra Ley Suprema, los partidos políticos tienen como propósito el promover la participación del pueblo en la vida democrática; sin embargo, hoy la realidad es que ese pueblo, en su sentido más digno en democracia, participa aun sin la intervención de los partidos políticos o a pesar suyo.
Hoy día, el pueblo mexicano se sabe y siente empoderado, se reconoce dueño y señor de la democracia y del poder político, y exige se le respete como tal. Por primera vez, tenemos consciencia de que el poder sí dimana del ese pueblo y no de los partidos políticos.
El internet y los dispositivos móviles nos han empoderado. A través suyo nos comunicamos cara a cara, ciudadano a ciudadano; se nos convoca y acudimos a nuestros propios llamados como sucedió en las dos marchas en favor de nuestras libertades políticas y del INE. Nunca antes como ahora, los políticos y sus partidos están llamados a reinventarse si no quieren hacer que los ciudadanos nos molestemos y alejemos de ellos; les abandonemos.
El auto engaño y la complacencia del político de hoy es creer que la política sigue en manos de los políticos y sus partidos. A muchos de sus nuevos iniciados, en todos los partidos, no les gusta la sobriedad en su decir, vivir y poseer. Muchos compiten sin tener competencias ni ser competentes. Ostentan lo que es imposible explicar. Se justifican millonadas desde la mentira de un trabajo que jamás existió como es la fortuna de Manuel Bartlett y muchos en la 4T.
Lo de hoy -y mañana- está en lo que he llamado acción política centrada en el votante (voter-centric), en una ideología de respuesta viva al ciudadano (living response to the citizen) que no acepta demoras.
La realidad siempre ha sido un libro abierto que los iniciados de antes entendían. Hoy, en su vacuidad ética y moral, muchos la ignoran. Leen y no entienden; oyen, pero no escuchan; los desprecian y se sienten amados. Construyen adherencias falsas y se creen los nuevos mesías de México. Pagan porque griten sus nombres seguidos de un ¡presidente, presidente, presidente! y poco les falta para imponerse la banda presidencial; son otros Amlo, pero tardíos.
Los nuevos foros ciudadanos son espacios ciudadanizados y son ellos, los ciudadanos organizados, quienes convocan a los políticos para compartir diagnósticos y escucharlos, esperando la verdad, el rumbo y el camino, diciéndonos cual México será posible en 2030, tras concluir sus imaginados gobiernos. No son el PRI, PAN, PRD, Morena o los otros partidos menores quienes convocan; eso ya no será más. En la grilla sí; en la real politik, no.
La narrativa política del antaño no convence; el outbound del marketing político ha dejado de ser eficiente y eficaz. Las campañas políticas futuras deberán pensarse a la carta. Los ciudadanos, al tomar control de poder, quieren guiar y no ser guiados, y quieren creer, pero desde la verdad comprobable y la honorabilidad incuestionable.
El ciudadano se dice: “El político que ayer me mintió, hoy puede ser sincero y honesto, pero aún así no merecer mi confianza y menos mi voto”. Hoy, ni los gobernantes y menos los partidos políticos controlan la información que llega a los ciudadanos; pueden, sí, intentar construir una nueva narrativa, pero ésta debe sustentarse en lo creíble, deseable y animar socialmente.
Quienes aspiren a abanderar la lucha por la presidencia de la República deben ser capaces de construir contenidos atractivos y relevantes a su narrativa política y social, económica y ambiental, y de bienestar humano, que respondan a lo que cada ciudadano espera y cree merecer. Las narrativas del 2024 deben ser visiones que, siendo generales y amplias, se escuchen casi personalizadas. El discurso debe llevarse al espacio en dónde el ciudadano escucha y se entera, y en dónde el lenguaje político y de gobierno se traduce al lenguaje ciudadano de los de a pie.
Lo que necesitan los políticos, sus partidos y alianzas, es llegar al espacio en dónde los ciudadanos aprenden, conversan y se forman en comunidad. Sin llegar al detalle, deben intuir los alcances de una Optimización de los Motores de Comunicacón Política (OMCP), centrada en el ciudadano, antes, durante y después del proceso electoral; que inicia en el carisma auténtico del candidato -hombre o mujer-; es dinámico y evolutivo; se basa en una relación de credibilidad y confianza, y mantiene una comunicación bidireccional en un mismo plano; jamás de subordinación del ciudadano, y es, ante todo, de resultados evolutivos que ciudadanizan el futuro de México.
En la OMCP propuest, se atrae y convierte al ciudadano en un ser politizado, se gana su voto y se les refrenda la certeza de haber hecho la mejor elección por los resultados óptimos y certeros del gobierno. El político debe ser un individuo evolucionado, culto, informado, centrado, y con los pies aun en la realidad más lacerante y dolida.
El derroche ha sido el modo de hacerse de lo público. No tengo la menor duda, la perspectiva de ser aceptado es la principal fuente de la competencia electoral, de la motivación intrínseca del político y su partido, de las alianzas; pero cómo lograrla hoy en día. Ahí está El Secreto del triunfo merecido en 2024. Las palabras, opiniones y acciones de los candidatos son el reto más destacado que definirá el triunfo electoral, lo que importa es que las palabras, opiniones y acciones sean las adecuadas para cada posible elector y éste se sienta atraído a salir a votar.
Si el poder embriaga, el poder excesivo nos vuelve adictos a él. Por ello, en política, la sobriedad es el camino correcto para ocuparse de lo público; sin las proporciones justas, la obra de gobierno se vuelve irracional y el despilfarro hace que las aguas se agiten. Sostengo que un político embriagado por el poder y el acceso ilimitado al dinero público, sin reglas de operación, ha dejado de ser apto para atender al pueblo pues le es imposible actuar con congruencia.
Como dijera David Colomarde (El País, septiembre de 2006): “La sobriedad atañe siempre a la templanza del talante; al equilibrio de las pasiones y a la posesión de un espíritu tolerante y libre”. El político que México requiere hacia 2024 no necesita del exceso del poder ni de nada de lo que de él proviene. La exaltación de la imprudencia y la inútil temeridad deben abandonar el espacio público y a los gobernantes.
Escribamos la nueva historia de México con letra legible, en papel limpio reciclado, sin faltas de ortografía que confundan el sentido de las palabras y con orden en las ideas. Dejemos de creer que lo correcto ya no se requiere. Ética y moral también merecen describirse desde el orden mental de un alma engrandecida y un pueblo esperanzado.
ENTREVISTAS
Francisco Reséndiz Neri, candidato a juez de distrito: Juzgar con pasión, servir con independencia

Por Francisco Junco //
“Quiero seguir siendo juez porque es mi vocación y mi pasión. No busco poder, sino servir”, afirma con convicción Francisco Reséndiz Neri, Juez Séptimo de Distrito en Jalisco, mientras enfrenta un proceso inédito en México: la elección popular de jueces el 1 de junio de 2025.
Con más de 20 años en el Poder Judicial y nueve como titular en materia penal, Reséndiz, identificado con el número 25, defiende su trayectoria y su amor por los derechos humanos como su principal carta de presentación.
Un camino desde abajo
Reséndiz comenzó en los escalones más bajos del sistema judicial, como meritorio, haciendo copias y aprendiendo desde la base. Su carrera incluye roles como actuario penal, secretario del Supremo Tribunal de Justicia de Jalisco, y juez federal en materia de cateos y arraigos en la Ciudad de México, hasta llegar a la titularidad del Juzgado Séptimo de Distrito.
“Me mueve, el hecho de que creo que esto tiene que mejorar en la selección y que se requerirán personas de experiencia, personas independientes, que contribuyan a que subsista lo que es propiamente la división de poderes, la democracia como la conocemos actualmente, porque la defensa más cercana que tiene el ciudadano y todas las personas contra cualquier acto arbitrario, es precisamente el juicio de amparo, único en el mundo que permite anular cualquier acto”, señala, destacando su compromiso con la división de poderes y la democracia.
Retos de una elección sin precedentes
En entrevista con Conciencia Pública, Reséndiz aborda con franqueza los desafíos de esta elección. “Será difícil que la gente vote con cientos de nombres en una boleta, sin partidos ni propuestas tangibles”, admite. Reconoce riesgos, como la posible influencia de poderes fácticos, incluido el crimen organizado, pero insiste en que la solución es simple: “Apegarse a la ley, al caso concreto y a la Constitución”. Su experiencia, dice, es su escudo contra presiones externas.
Dilemas judiciales
Francisco Reséndiz Neri reconoce que uno de los grandes dilemas actuales en la labor jurisdiccional es la falta de una postura clara de la Suprema Corte respecto a la jerarquía entre los tratados internacionales y la Constitución.
“Muchos jueces, actuando de manera fundada, han establecido que debe prevalecer el tratado sobre la Constitución en ciertos casos, especialmente cuando se trata de derechos humanos”, explica. Sin embargo, esa práctica ha generado reacciones del poder legislativo, que habla de afectaciones a la soberanía nacional. “El problema es que cuando un juez aplica el tratado por encima de la Constitución, aunque sea para proteger derechos humanos, puede ser señalado o etiquetado, y eso no debería pasar”, señala.
Una justicia humana y equitativa
Cuenta cómo, en un caso de abuso sexual contra un menor, “coincidía la edad con la de mi hija. Estás tentado a echarle más cosas, pero no puedes. Tienes que ser objetivo. No puedes decidir por lo que sientes” y reafirmó que la objetividad no lo aleja de la empatía, “hay que ponerse en los zapatos de los otros. Todos tienen un proyecto de vida, todos merecen respeto”.
Propuestas claras
¿Por qué votar por él? Reséndiz enumera tres razones:
“Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona capacitada. Quiero que votes por mí porque tienes derecho a una persona que ha administrado justicia y que tiene noción de lo que es o son los actos injustos. Y, tres, quiero que votes por mí porque siempre dialogaré por la protección de los derechos de las personas. Esa es mi directriz”, subraya.
Deuda histórica con las víctimas
Para Reséndiz Neri, el sistema penal mexicano tiene una deuda histórica con las víctimas, “el sistema ha privilegiado la forma sobre el fondo”, lamenta. Y pone un ejemplo elocuente, “no es lo mismo liberar a alguien porque no se leyó un derecho a tiempo, que porque no se comprobó su responsabilidad. Hay que cuidar las formas, sí, pero sin perder de vista la justicia de fondo”, apunta. Desde esa visión, Francisco Reséndiz cree necesario revisar la legislación para que no se convierta en un laberinto que sirva como impunidad.
El juez habla con firmeza sobre temas que no todos tocan con tanta claridad, por ejemplo, aseguró que la diversidad llegó para quedarse. “No puede haber discriminación por preferencia sexual, por origen étnico o por discapacidad. Es una deuda histórica que tenemos con los grupos vulnerables”. Defiende los protocolos para juzgar con perspectiva de género, y asegura que su compromiso es procurar una justicia que no sólo sea formalmente igual, sino sustantivamente justa.
En un México donde la desconfianza hacia las instituciones prevalece, Reséndiz ofrece su trayectoria: nueve años como titular del Juzgado Séptimo de Distrito y una carrera forjada en la experiencia.
En la inédita elección de jueces del 1 de junio de 2025, lamenta no poder prometer resultados tangibles como un político que ofrece obras públicas. “Solo prometo proteger los derechos de quienes lleguen a mi juzgado, porque así lo manda la Constitución”, asegura con convicción. “No lo hago por poder, sino por deber”.
CARTÓN POLÍTICO
Herida abierta
NACIONALES
Daniel Cosío Villegas y el dominio presidencial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Muy certero el dicho aquel de “quien no conoce la historia está condenado a repetirla”.
Daniel Cosío Villegas, historiador, economista, catedrático, intelectual reconocido por tirios y troyanos, escribió varios libros que dieron luz para comprender cómo se hizo y cómo funcionó el Sistema Político Mexicano, confeccionado por revolucionarios, entre los que sobresalen, Álvaro Obregón, Venustiano Carranza, Plutarco Elías Calles, Lázaro Cárdenas y otros.
Don Daniel Cosío Villegas, quien tuvo que aclarar la mentirijilla que propagó de haber nacido en Colima, en 1900, cuando en verdad nació en la Ciudad de México en 1898, estableció en varios de sus libros, ensayos y textos, que México vivió alrededor de 70 años un sistema autoritario, presidencial y con un partido dominante.
Habrá que estar muy atentos a lo escrito por este sociólogo y diplomático que desnudó y encabritó a no pocos miembros de la élite que gobernó nuestro país desde que la Revolución se bajó del caballo hasta que llegó Fox con sus botas piteadas.
Don Daniel consideró que los poderes metaconstitucionales, de por sí concesionados en la Magna Carta de 1917, motivaron la Centralización del Poder en los rubros de política, economía y geografía. Esta concentración fue perversa, centralista y castrante para el resto de las entidades de la República. Tiempos hubo que en política “no se movía una hoja del árbol” sin la aprobación del Presidente de la República (así con mayúsculas) porque su poder era inmenso, total y arbitrario.
La subordinación de las autoridades municipales, estatales, así como de los poderes Legislativo y Judicial, al omnímodo poder presidencial se tornó, incluso, patético, absurdo y kafkiano.
El presidente priista en turno era un dios sexenal, que hacía y deshacía según su voluntad, su ánimo y sus intereses personales y de grupo. ¡Ay de aquél o aquellos que osaran ir en contra de la voluntad del todopoderoso presidente! Le esperaba cárcel, muerte política o… de veras.
Con esas condicionantes se canceló así la actividad política como factor de movilidad social; brilló la ausencia de un programa político claro y se apoderó del poder el oportunismo descarado y descarnado de las huestes “hienas” que pululan siempre buscando la carroña que dejan los “leones” de la grilla.
Un factor más fue el partido único, mediante el cual se legitimaron los cambios sexenales para aparentar la democracia hacia afuera, hacia los observadores mundiales. Mientras se mostraba esa falsa careta democrática al interior del partidazo y de otros partidos paleros, se practicaba la sumisión total al detentador del poder político.
Don Daniel Cosío Villegas publicó en 1972, bajo el auspicio de la Universidad de Texas, su ensayo “El sistema político mexicano, las posibilidades de cambio”.
Estableció que la creación del Partido Nacional Revolucionario, ideado en 1920, pero nacido hasta 1929, fue creado para eliminar el caudillismo de los neopolíticos postrevolucionarios, la mayoría hombres de armas, y así disminuir la violencia. Esto generó la “pax post revolución”, con el beneficio de sentar bases sólidas de la economía y algunos programas con objetivos sociales.
Octavio Paz, premio Nóbel de Literatura, solía decir que Cosío Villegas, “nos hizo conscientes de la dignidad humana”. Cosío Villegas fue director de la Escuela de Economía de la UNAM en 1933. Fue el primer director del Fondo de Cultura Económica, de 1934 a 1948 y presidente del Colegio de México de 1957 a 1963. Justamente don Daniel, siendo diplomático en Portugal, sugirió al entonces presidente Lázaro Cárdenas del Río, traer a México a los intelectuales españoles perseguidos por Francisco Franco por su afán republicano.
Ellos, los refugiados españoles fundaron la Casa de España, a la postre convertida en el Colegio de México. En 1943 el presidente Manuel Ávila Camacho aprueba y se crea el Colegio Nacional. Entre sus iniciadores está don Daniel Cosío Villegas y los jaliscienses, José Clemente Orozco, Enrique González Martínez, Mariano Azuela, acompañados por Manuel Sandoval Vallarta, Carlos Chávez, Alfonso Reyes, Alfonso y Antonio Caso, Ignacio Ochoterena, Diego Rivera, José Vasconcelos e Ignacio Chávez.
Cosío Villegas estableció que “el dominio presidencial mata todo espíritu cívico y convierte la vida política del país en una farsa profundamente aburrida”.
A este gran pensador mexicano se le consideró un liberal constitucionalista. Sus palabras parecieran resonar en estos tiempos de regresión al tiempo en que el sistema político mexicano se regía por el autoritarismo, la descalificación de los adversarios, la sumisión de los poderes, la compra de voluntades, el absolutismo y totalitarismo encarnado en un partido único al servicio del presidente en turno.
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