JALISCO
Agua potable con color tamarindo y sabor chocolate
Opinión, por Ramiro Escoto Ratkovich //
Nadie dice lo que sucede en el SIAPA, lo que ocurre más allá de la iniciativa de otorgar “descuentos” a quien han sido afectados por la mala calidad del agua que reciben y que, por cierto, en nada satisface a quienes desde hace años están esperando que se resuelva el asunto.
La Universidad de Guadalajara ha presentado estudios del agua que se consume en la ciudad a través de la red del sistema y habla incluso de metales pesados y sustancias peligrosas en ella. Hay que hablar también en este espacio de la falta de mantenimiento en la red, las constantes fugas y socavones, los costos fuera de presupuesto para “reparar” superficialmente el descuido de años donde no se realizaron cambios en la infraestructura y que eran necesarios por el tiempo y materiales con que habían sido fabricados.
El SIAPA ha sido una institución opaca, de hecho, muy lejos de ser la autoridad que determinaba en el pasado si era viable la construcción de una casa, un fraccionamiento o una torre de departamentos, en esta administración sólo ha sido receptora de pagos y de quejas que se derivan a terceros para su reparación que, por cierto, deja mucho que desear en materia de calidad.
No hay regidores que levanten la mano respecto a cuestionar al titular de este sistema intermunicipal de agua potable y alcantarillado, apenas una comisión en el congreso llama al titular para comparecer, pero seguro será una explicación donde entre una excusa de presupuesto que, sólo al tiempo podría resolverse con un aumento en el costo anual de su operación, más lo que se tarde en reparase, pero seguramente con otro funcionario al frente.
El servicio de pipas que ofrece SIAPATEL, en el caso del que referimos, también es un asunto para revisar; algunos ciudadanos se quejan de que en el teléfono no les contestan y cuando lo hacen el envío de estos transportes llega sólo a surtir cubetas de los vecinos, proporcionando el “agua” a cuentagotas y no solucionando el verdadero servicio que se requiere, y más, advierten que piden gratificación por el servicio, lo que hace que, entonces paguen dos veces por un servicio que no tiene continuidad e higiene.
Son meses en el que el silencio está en esta institución, nadie está autorizado a hablar de lo que ocurre, en redes sociales son atentos en contestar, pero no atienden o solucionan el reporte con la velocidad y prioridad que se requiere; sabemos del presupuesto que se ejerce cada año, pero estamos seguros que abrir la llave y llenar un vaso no vale lo que cuesta.
El tema va más allá de eso, es un tema de salud, de higiene, lavar los vasos y platos, la ropa, la higiene personal, preparar alimentos, es un verdadero coraje que exige respuesta y solución y no está zonificado, el problema se percibe en más de 30 colonias y contando, por lo que también podemos visualizar que la solución no venga pronto.
Exhibir en un vitrolero la calidad del agua que circula en la ciudad es similar a un capítulo del Chavo del 8, en el que Chespirito pretendía vender agua fresca natural color tamarindo, pero con sabor a chocolate; de entrada atractiva pero con un sentimiento de impotencia de ser timado pro algo que no es y que además se cobra o de lo contrario se sanciona, se reduce y se corta, el SIAPA se convierte entonces en una caja que, con tarifa, mide pero no se hace responsable de su capacidad de servicio. Por eso creo que: o regresamos a lo que es, o mejor le cambiamos el nombre.
