OPINIÓN
Andrés Manuel seguirá con Morena
De Frente al Poder, por Óscar Ábrego de León //
Del Presidente podemos afirmar que es un hombre necio, arrogante e impredecible, pero jamás podremos acusarlo de ingenuo, mucho menos cuando se trata de prever escenarios que afectarían su anhelo de trascendencia, por ello no podemos suponer que López Obrador abandonará a Morena antes del proceso electoral del 2021.
Si bien es cierto que ha mostrado su malestar por el rumbo que tomó el partido que fundó y que lo llevó a conquistar su sueño presidencial, también es verdad que es muy poco probable que en su ecuación política exista una variable que nos haga pensar que pondrá en riesgo su proyecto de gobierno.
Lo anterior tiene que ver con tres elementos clave. Uno, es que para el mandatario lo más importante es él y nadie más. Por tanto, nunca se pondrá en jaque como consecuencia de un mal movimiento.
Otro elemento es el que se refiere al pragmatismo de Andrés Manuel. Su ruta de vida nos indica que a pesar de la pugna que en especial protagonizan Yeidckol Polenvsky y Bertha Luján, a estas alturas del partido -valga el término- no sumará una polémica más a su primer año de gestión. Y es que renunciar a su militancia tendría serias implicaciones. Para empezar, eso mermaría la fuerza de sus bancadas en las cámaras federales, cosa que pondría en peligro todo lo relativo a los temas económicos y su interés por promulgar una nueva Constitución.
El tercero es el relativo al desastre en que se han convertido algunas áreas de su gabinete. Y aunque no lo admita, tenemos a la mano dos ejemplos. Mientras que el Coordinador General de Programas Integrales de Desarrollo, Gabriel García Hernández, optó por enfocar su función en favor de sus intereses partidistas y no sociales, Francisco Alfonso Durazo Montaño, Secretario de Seguridad y Protección Ciudadana -luego de los acontecimientos de Culiacán-, se encuentra hundido en la sospecha y el descrédito, de tal modo que sería una impertinencia por parte de López Obrador, abonar a la incertidumbre y el desconcierto con su deserción.
Sólo así entendemos por qué se tomó el tiempo para lanzar un par de advertencias. Al partido (29 de agosto) y a los súper delegados estatales (22 de octubre). Con la primera parece decir que si continúan afectando la imagen de su administración con la bajeza de su comportamiento, “me voy”; y con la segunda, el mensaje es más obvio: la estructura de las delegaciones se construyó para servir a la patria, “no al partido”.
Ahora bien, por supuesto que es muy posible que AMLO esté evaluando la situación desde una perspectiva integral; sin embargo, eso no sugiere que tenga un pie fuera de su propia creación. Al menos, no por ahora.
López Obrador sabe que si abandona Morena éste se derrumba; pero también intuye que con un paso en falso, fortalecería a los partidos de oposición y daría al traste con sus metas y objetivos personales, que para él, son más importantes que los institucionales.
Por lo anterior, creo que Andrés Manuel no piensa en abandonar a Morena, lo que intenta es detener un conflicto interno que escaló debido a la voracidad e ineptitud de algunas de sus más íntimas amistades y cercanos colaboradores.
