MUNDO
Boicot a los Juegos Olímpicos de Invierno: La moneda está en el aire; hegemonía económica y política de Estados Unidos
Economía Global, por Alberto Gómez-R. //
La reunión del viernes 04 de febrero entre los líderes de China y Rusia -las dos superpotencias emergentes- reafirma la cooperación y alianza entre las dos naciones que suponen el gran contrapeso de las potencias occidentales.
En el marco de la inauguración de los Juegos Olímpicos de Invierno Beijing 2022, los representantes diplomáticos y gobernantes de países participantes en el magno evento deportivo se dieron cita en China para apoyar a sus delegaciones deportivas. Es costumbre que a estos eventos asistan líderes mundiales, que además con su presencia envían mensajes políticos de importancia.
En esta edición de los Juegos Olímpicos, Estados Unidos no envío representación diplomática. El boicot diplomático iniciado por Estados Unidos tuvo eco en otros países occidentales, que se abstuvieron de enviar a sus representantes para la inauguración.
Reino Unido, Australia, Canadá, Estados Unidos e India formaron parte del boicot diplomático. Sin embargo, la reunión entre los líderes Xi Jinping (China) y Vladimir Putin (Rusia) opacó la ausencia de los líderes occidentales que decidieron no asistir con el argumento de supuestos abusos a los Derechos humanos en la provincia de Xinjiang.
Como antecedente, en una acción coordinada, la Unión Europea, Estados Unidos, Reino Unido y Canadá establecieron sanciones contra altos funcionarios chinos por los presuntos abusos cometidos en contra de la minoría uigur, en la provincia china de Xinjiang. Beijing contestó de inmediato con sanciones para diputados y académicos europeos.
Las acusaciones de los actos de discriminación sistemática de Beijing hacia esta minoría musulmana tomaron fuerza en los últimos meses y desde 2021, gracias a varios informes de organizaciones de los derechos humanos, así como por la publicación de reportajes sobre este tema en diversos medios occidentales.
Otros aliados occidentales de Estados Unidos y Reino Unido, como Francia, también se unieron a las protestas y la imposición de sanciones diplomáticas y económicas a China.
Lo que más llama la atención de estas protestas contra los supuestos maltratos y abusos contra los uigures por parte del gobierno chino, es que los gobiernos de esas naciones occidentales que acusan al de Pekín por crímenes de lesa humanidad, son los que han provocado el mayor número de crímenes de guerra, desplazamientos forzados, guerras de baja intensidad, genocidios, y una larga lista de atropellos y calamidades en contra de terceras naciones en Latinoamérica y el Caribe, Europa del Este, Asia Central y Lejana, África y Oceanía.
Las acciones más recientes que estas naciones occidentales buscan, es generar un conflicto bélico de grandes dimensiones cerrando el cerco contra Rusia con su brazo armado, la OTAN (Organización del Tratado del Atlántico Norte), presionando a Ucrania para formar parte de esta organización, y acusando al gobierno de Putin de estar preparando una invasión a esta nación exintegrante de la Unión Soviética.
Es por ello que la reunión llevada a cabo entre Putin y Jinping antes de la ceremonia de inauguración de los Juegos Olímpicos de Beijing resulta de una gran importancia en el plano geopolítico.
A los ojos del presidente ruso y su homólogo chino, la relación de Rusia con China nunca ha sido más estrecha.
Hace algunos años, el presidente Xi llamó a Putin su mejor amigo, y el líder de Rusia actualmente ve a China con mucho más afecto que el mundo de habla inglesa. (bbc.com)
El presidente chino, Xi Jinping, dijo que China y Rusia se apoyarían mutuamente “y con resolución” en la defensa de sus intereses fundamentales y profundizarían la coordinación estratégica, reportaron medios estatales el viernes después de que el mandatario se reunió con su par ruso, Vladimir Putin.
Xi también dijo que la cooperación estratégica chino-rusa es “inquebrantable, pasada, presente y futura”.
El presidente de Rusia, Vladímir Putin, viajó a China para cerrar una quincena de acuerdos con su homólogo chino, Xi Jinping, y también para asistir a la inauguración de los XXIV Juegos Olímpicos de Invierno, que arrancaron este viernes 04 de febrero en Pekín.
Entre los acuerdos que han firmado ambos países se encuentra un plan para que el gigante ruso del gas Gazprom aumente las exportaciones a China de 38.000 millones a 48.000 millones de metros cúbicos al año.
«Los que toman las decisiones en Moscú entienden que sin la ayuda china, sin el respaldo de China, Rusia no podría resistir la confrontación con Occidente».
«Se apoyan mutuamente», dice Annette Bohr, investigadora asociada del programa Rusia y Eurasia en Chatham House en Londres.
En otras palabras, la experta cree que pueden evitar cualquier confrontación arriesgada entre ellos y trabajar juntos contra Estados Unidos y sus aliados.
«No tienen que preocuparse por posibles críticas sobre violaciones de derechos humanos. Y, finalmente, son socios económicos muy importantes».
Según el presidente Putin, el volumen del comercio mutuo ha aumentado en más de un tercio, alcanzando los US$146.000 millones en 2021. (BBC.com)
La injerencia estadounidense –OTAN- en Ucrania se debe a la urgente necesidad de reactivar su economía, obteniendo recursos a través de su industria bélica, e intentando reposicionarse como la potencia líder occidental. Sin embargo, los esfuerzos que la administración Biden en Washington han hecho hasta ahora han sido en vano, con su economía en recesión real –no lo que los medios informan- y una inflación general rampante, la gobernabilidad continúa resquebrajándose lenta, pero incesantemente, atizada por el deterioro económico que comienza a manifestarse incluso en su principal indicador, la Bolsa de Valores.
Una de las empresas con mayor capitalización de mercado a nivel mundial que es reflejo del descrédito hacia el poderío hegemónico estadounidense es Meta (Facebook).
La empresa matriz Meta Networks (anteriormente conocida como Facebook) reconoció que el número de usuarios activos diarios cayó a 1.929 millones en el último trimestre de 2021, en comparación con los 1.930 millones del trimestre anterior.
Si bien puede parecer poco si se compara con la cifra total, es la primera caída que sufre la red social fundada en 2004 por Mark Zuckerberg.
El valor de las acciones de Meta se desplomó casi un 27,5% en la bolsa de Nueva York el pasado jueves. Se trata de la mayor caída en un solo día que haya experimentado una compañía en EE.UU. (bbc.com)
Esta caída representa una pérdida de alrededor de $237.000 millones de dólares para Meta.
Los esfuerzos de la empresa por tratar de cambiar la percepción negativa que se tiene de su principal plataforma, Facebook, luego de las denuncias públicas de exejecutivos de la firma, hirieron gravemente la credibilidad y simpatía de sus usuarios, muchos de ellos decantándose ahora por el uso de otras plataformas como Tiktok y YouTube.
En septiembre de 2021 TikTok informó que tenía 1.000 millones de usuarios globales activos. La red social, caracterizado por videos cortos, es propiedad de la empresa china ByteDance.
En enero de 2018 TikTok tenía 55 millones de usuarios globales y el número creció a 271 millones en diciembre del mismo año; y alcanzó los 507 millones de usuarios un año después.
La estrategia implementada por el CEO de Meta, Mark Zuckerberg, de cambiar el nombre de la compañía, y anunciar anticipadamente la incursión de ésta en el llamado Metaverso, ha sido una riesgosa apuesta.
Zuckerberg está inyectando miles de millones de dólares para la creación del primer metaverso comercial, a la par de su intento de diversificarse con otras ramas tecnológicas, como las Finanzas Descentralizadas (DeFi) con la mal lograda emisión de su criptomoneda, Libra –que en su versión más reciente llevaría el nombre de Diem.
Lo que sí logró Meta al anunciar su incursión en el desarrollo del metaverso, es haber iniciado la carrera por la conquista del mundo virtual, a la que se han sumado otros gigantes de la tecnología como Apple, Amazon, Google, Tencent, Alibaba, Baidu, y Microsoft, que destinó 68,700 millones de dólares para adquirir a la empresa de videojuegos Activision Blizzard, a través de la cual planean sumarse al metaverso.
Para las compañías tecnológicas estadounidenses, emblemáticas del poderío de esa gran nación y su hegemonía económica y político-militar, la moneda está en el aire.
MUNDO
El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?
Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //
La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.
Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.
Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.
En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.
El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.
La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.
El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.
E-mail: samcg2002@gmail.com
MUNDO
Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto
Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //
Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.
Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.
Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.
Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.
El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.
La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.
En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.
Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.
Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.
Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.
Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.
Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.
MUNDO
En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales
Actualidad, por Alberto Gómez R. //
En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.
La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.
LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN
La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.
Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.
El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.
DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA
El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.
La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.
En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.
FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN
La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.
Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.
La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.
RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES
Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.
Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.
El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.
El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.
EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE
El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.
El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.
En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.
El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.
Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.
Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.
El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.
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