OPINIÓN
¿Cómo convertirse en empresas bioéticamente responsables? Aquí el camino a seguir

Bioética, por Omar Becerra Partida (*) //
Nos dimos a la tarea de buscar la certificación de empresas a través de la bioética y autoridades competentes en México.
Para la doctorante en bioética y derechos humanos Alejandra Vaca González del Colegio de Bioética y Terapia de Jalisco, una empresa bioéticamente responsable es una empresa legalmente constituida que busca actuar con excelencia humana y profesional que promueve la mejora continua de todo su personal y de sus familias, que vive esquemas que contribuyen al bien común y está sensibilizada con el recto actuar y los valores éticos.
Asimismo, cumple con la normatividad legal y sigue un Código Ético, promueve y protege la salud de sus empleados, respeta la vida y la dignidad de la persona humana y se abstiene de promover la destrucción, producción, experimentación de seres humanos y de hacer del cuerpo humano y de sus partes objetos de lucro. Es responsable con el medio ambiente e involucra y promueve entre su personal y sus socios programas de mejora continua, capacitación y concientización de la Ética y la Bioética en su diario actuar.
EN EUROPA EXISTE LA SGE 21
La SGE 21 es la primera norma europea que permite de manera voluntaria implantar, auditar y certificar un sistema de gestión ética y socialmente responsable.
La SGE está diseñada para amoldarse a todo tipo de organizaciones y empresas independientemente del tipo y del tamaño que tengan. Además, es totalmente compatible con modelos de gestión consolidados, tales como los de calidad ISO 9001, medio ambiente ISO 14001 y prevención de riesgos ISO 45001.
Esta norma está desarrollada por Forética, una organización referente de sostenibilidad y responsabilidad social empresarial. Su misión consiste en integrar los aspectos sociales, ambientales y de buen gobierno en la estrategia de empresas y organizaciones.
Fácil integración con otros sistemas de gestión.
Fomenta una cultura responsable en la empresa.
Permite una mejor administración de los riesgos.
Contribuye a demostrar su compromiso con la gestión de la Responsabilidad Social Empresarial.
Genera confianza y credibilidad en las personas interesadas.
Encontramos varios puntos muy importantes para tener una empresa bióticamente responsable:
ALTA DIRECCIÓN
Es una pieza clave en la aplicación de la norma SGE 21, ya que se encargará del seguimiento y control de los cambios necesarios para una implementación real de una política de empresa ética y responsable socialmente. Esto incluirá la elaboración de un Comité de Ética que definirá las medidas a adoptar, velará por su cumplimiento, determinará las sanciones en caso de no hacerlo o determinará cuál es su política anticorrupción.
En este caso particular si fuera el Hospital “Sor Estela” debería contar con un comité de ética de médicos dentro del grupo así como asesoría de personal externo.
CLIENTES
El punto de partida es ofrecer productos y/o servicios que sean responsables y competitivos para cuya elaboración se hayan seguido criterios éticos desde el ámbito laboral, social y medioambiental. Fundamental ofrecer siempre una información honesta y clara de nuestra propuesta comercial.
Promover los procedimientos que ofrece el hospital sin caer en falsa publicidad y avalado por el comité de bioética.
PROVEEDORES
Los criterios éticos se deben extrapolar a nuestros proveedores para que la cadena sea completa. Lo recomendable es clasificarlos según su nivel de riesgo, para lo que se establecerá un sistema de evaluación en el que primarán las compras responsables.
Se solicitará a los proveedores el material necesario conforma a los consumos, capacidad y vencimiento de los mismos, así como su adecuada conservación de los mismos y área especial para cada uno de ellos.
PERSONAS DE LA ORGANIZACIÓN
Se garantizarán los derechos humanos de toda la plantilla, además de fomentar la igualdad de oportunidades, la conciliación de la vida personal, familiar y laboral y la seguridad en el trabajo. Se implementarán programas de formación en base a las necesidades de la organización que vayan surgiendo.
ENTORNO SOCIAL
Análisis del impacto social (pueden ser positivos, pero también negativos) sobre la comunidad más próxima. Desde las empresas se pueden llevar a cabo acciones sociales y solidarias que redunden positivamente en su entorno social.
ENTORNO AMBIENTAL
El cuidado del medio ambiente y la reducción del impacto contaminante debe ser una máxima. La organización elaborará un plan de riesgos ambientales en el que se contemplen los efectos sobre el medio de su actividad, cómo actuar en caso de accidente, cómo reducir el impacto…
INVERSORES
Su relación con la organización se regirá por los principios de lealtad, transparencia y sostenibilidad que quedarán recogidos en un Código de Buen Gobierno. Además, las cuentas se publicarán anualmente y se podrá acceder a ellas.
Tendrá que existir transparencia entre los inversionistas y juntas mensuales para la evaluación del sistema constante.
COMPETENCIA
El objetivo de la norma SGE 21 es que la organización fomente la competencia leal respetando los derechos de propiedad de las otras empresas. Por eso, no difundirá información falsa sobre los competidores ni utilizará métodos inapropiados para obtener información sobre ellos.
La propaganda en medios como internet o folletos o carteles deberán adecuarse a la capacidad y lo que se puede ofrecer a los pacientes.
ADMINISTRACIONES PÚBLICAS
Además de cumplir con la legislación vigente, se fomentará el diálogo, la comunicación y la transparencia con la administración. ¿El fin último? Que la cultura de una gestión ética y responsable socialmente se extrapole a toda la comunidad donde se asienta la empresa.
SOLICITUD
Lo primero que debemos hacer es cumplimentar el formulario de solicitud de la certificación y entregarlo a Forética mediante un representante autorizado de la empresa.
Decidir la entidad certificadora
Una vez presentada la solicitud, la propia empresa decide cuál es la entidad certificadora de Forética con la que quiere realizar el proceso.
Planificación de la auditoría
Cuando la oferta se apruebe, se lleva a cabo la auditoría siguiendo el formato establecido por Forética. El plan de auditoría se entrega tanto al cliente como a Forética.
La realización de la auditoría
En dos fases diferenciadas: por un lado, la revisión documental y por otro, la auditoría in situ, a través de reuniones y entrevistas con los responsables, visita a las instalaciones… para verificar el cumplimiento de los requisitos de certificación.
Expediente de certificación
Cuando se realiza la auditoría, se elaboran los documentos del expediente de certificación, que incluye un informe de auditoría y las solicitudes de acciones correctivas.
Comité de certificación
Será el que decida si se emite o no el certificado correspondiente después de recibir el informe de auditoría y la resolución de las no conformidades. El proceso tiene una duración total de 10 días naturales.
Emisión y registro del certificado
En el caso de que se apruebe la certificación SGE 21, esta tendrá una validez de 3 años desde la fecha de emisión. Pasado este período, deberá renovarse mediante la verificación del cumplimiento de los requisitos de certificación.
En conclusión, implantando el sistema de RSE según la norma SGE 21 conseguimos mejorar el posicionamiento frente a la competencia, incrementamos el negocio colaborando con el logro de los objetivos de forma sostenible y controlamos los riesgos laborales en la empresa.
¿Qué pasaría si en nuestro estado empezaran a certificar empresas en este rubro?
Seríamos visionarios en Bioética Corporativa.
(*) Dr. Omar Fernando Becerra Partida
Es presidente del Colegio de Bioética y Terapia de Jalisco AC
JALISCO
Los retos de Verónica Delgadillo y el futuro de Guadalajara

Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac //
El pasado viernes, en un encuentro sin precedentes con directivos de medios y líderes de opinión, la alcaldesa de Guadalajara, Verónica Delgadillo, ofreció un vistazo crudo a los desafíos que enfrenta su administración, particularmente la crisis hídrica y la precariedad financiera municipal.
Este tercer diálogo abierto en ocho meses de gestión—un ejercicio de transparencia ausente en otros alcaldes tapatíos—permitió abordar temas clave con franqueza. En mi intervención le recordé su compromiso de campaña, destacado en el primer debate de Quiero TV en mayo del 2024, de renovar el 20% de los 2,500 kilómetros de tuberías de Guadalajara de manera gradual, minimizando afectaciones, ante la grave escasez de agua en la Zona Metropolitana. Su respuesta, aunque esperanzadora, revela las limitaciones estructurales que obstaculizan su cumplimiento.
Delgadillo reconoció la urgencia de reemplazar redes de agua de 80 a 100 años, algunas con asbesto y otras reducidas a canaletas obsoletas, un desafío que exige 76,000 millones de pesos para una renovación integral o 13,000 millones para un mantenimiento básico.
Con un presupuesto de 12,500 millones, la alcaldesa recurrió a la metáfora de Oye Bartola de Chava Flores—“ahí te dejo esos dos pesos para la renta, el teléfono y la luz”—para ilustrar cómo los recursos apenas cubren servicios básicos, salarios de 12,000 empleados y emergencias, dejando poco para infraestructura crítica. “No hay lana para todo”, admitió, apostando por una colaboración multidecenal con el Gobierno del Estado, que prometió 8,000 millones, y citando los 12,500 millones invertidos por la administración anterior, cuya efectividad se cuestiona al no percibir resultados visibles.
Esta dependencia externa pone en duda la viabilidad de su plan. La promesa de renovación hídrica, aunque ambiciosa, choca con la realidad fiscal heredada y la falta de autonomía municipal. Delgadillo denunció una injusticia redistributiva: Guadalajara atiende a tres millones de personas—1.385 millones registrados y una población flotante—con solo 48,000 hogares pagando impuestos, logrando un 95% de recaudación, superior a Zapopan (78%) y Tlaquepaque (45%).
Sin embargo, la eliminación del Ramo 33 y Fortaseg por el gobierno federal de López Obrador ha agravado la situación, forzándola a buscar apoyo vía la Asociación de Ciudades Capitales. Su llamado a “lana extra” para recibir visitantes nacionales e internacionales (Como los que generará el Mundial de Futbol) resalta la necesidad de un cambio sistémico, pero su estrategia depende excesivamente de voluntades externas.
El símil de Bartola no es solo humor; es una crítica implícita a un modelo donde Guadalajara, motor económico de occidente, queda desprotegida. La alcaldesa puede impulsar alianzas público-privadas con incentivos fiscales y cabildeo con el Estado y la Federación, pero sin una reforma fiscal local que amplíe la base tributaria o modernice el catastro, estas medidas podrían quedar en promesas. La inversión previa en redes hidráulicas de 12,500 millones de pesos, parece haber “pasado de noche”, sugiriendo ineficiencias o mala planeación que Delgadillo debe aclarar.
Su enfoque en transparencia ofrece esperanza. Anunció un plan anticorrupción para meses próximos, con digitalización de licencias, controles y la destitución de un funcionario por irregularidades, además de multas de 2,200 pesos desde agosto para la basura, con opción a servicio comunitario. “No es recaudatorio, queremos una ciudad limpia”, enfatizó, alineando sanciones con educación cívica.
Sin embargo, estas iniciativas, aunque valiosas, palidecen ante la magnitud del reto financiero. Sin recursos frescos, el riesgo es que proyectos como la red hídrica sigan “durmiendo el sueño de los justos”.
Comparativamente, la gestión de Delgadillo enfrenta un dilema clásico: gobernar requiere más que promesas de campaña. Mientras candidatos como ella pintan escenarios optimistas, la realidad administrativa revela un rompecabezas de prioridades y limitaciones. La canción de Bartola refleja esta tensión: con “dos pesos” simbólicos, ¿cómo equilibrar nómina, servicios y obra pública?
Su apuesta por el Estado y la Federación es lógica, pero insuficiente sin presión sostenida. La Asociación de Ciudades Capitales podría ser un aliado clave, exigiendo un esquema redistributivo justo, mientras la atracción de inversión privada—por ejemplo, para redes hidráulicas—podría aliviar la carga, aunque requiere incentivos claros.
El diagnóstico de Delgadillo es acertado: Guadalajara merece más recursos por su rol nodal. Sin embargo, su justificación depende demasiado de apoyos externos, dejando en segundo plano la necesidad de autonomía fiscal. Una modernización tributaria, combinada con auditorías rigurosas y proyectos autofinanciables como el “webping Guadalajara” para recargos, podría empoderar al municipio. De lo contrario, la ciudad quedará atrapada en un ciclo de insuficiencia, donde la visión de Delgadillo—honesta pero limitada—se diluirá ante la falta de “lana”. Este análisis invita a reflexionar: ¿es suficiente culpar al sistema, o debe la alcaldesa liderar una transformación interna para desbloquear el potencial de Guadalajara?
En conclusión, la alcaldesa enfrenta un desafío monumental que trasciende su gestión. Su compromiso con la transparencia y la colaboración estatal es un paso adelante, pero la solución exige un replanteamiento nacional. Sin autonomía financiera y recursos adecuados, los rezagos hídricos y urbanos persistirán, y la metáfora de Bartola seguirá resonando como un eco de promesas incumplidas. La pelota está en su cancha y en la de los gobiernos superiores: o se actúa con estrategia, o Guadalajara seguirá siendo un gigante económico con pies de barro.
JALISCO
Pereza cívica y hartazgo político: Jalisco, el silencio como voto

Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco //
Por más que se adornen los discursos, la Reforma Judicial en Jalisco no fue derrotada por la oposición, ni por la lucidez crítica del electorado. Fue derrotada por el silencio, por la pereza cívica y el hartazgo político. Lo que hubo este 2 de junio fue un mensaje con letras grandes y mayúsculas: el pueblo no se molestó ni en votar.
Siete de cada cien jaliscienses acudieron a las urnas. El resto decidió que valía más la pena el pozole del domingo -el de “Las Titas” en Santa Anita es espectacular- que participar en una elección que desde el inicio olía a simulacro. Así, Jalisco no solo quedó debajo de la media nacional, sino que se coronó como campeón del abstencionismo, un récord que ningún partido quiere presumir. En otros tiempos, al menos se fingía entusiasmo. Hoy ni eso.
Y que nadie se engañe: esto no es una victoria para nadie. Ni para los promotores de la Reforma, ni para sus opositores. Pero, si hay un perdedor claro, ese es Morena. La Cuarta Transformación ha sido, desde el inicio, recibida en Jalisco con frialdad glacial. Y ahora ni con toda la artillería institucional lograron calentar el ánimo. De poco sirvió la promoción desde Palacio o las arengas de los diputados. La gente, simplemente, no les creyó.
Hubo distritos —el 9 y el 11 en Guadalajara— donde la votación fue “menos vergonzosa”. Se movieron operadores, sí. La diputada Merilyn Gómez Pozos, el ex emecista Salvador Caro y el omnipresente grupo de La Luz del Mundo intentaron mostrar el poderío de sus huestes. Pero la realidad fue otra: los líderes jalaban cada uno por su lado y los votos no jalaban con nadie. Los resultados fueron tan escasos que ni siquiera alcanzaron para presumir estructura.
¿Y los que debieron jalar y no lo hicieron? Ahí están los nombres: Claudia Delgadillo, Eduardo Almaguer y dicen que, en este combo también entró el cada vez más desdibujado Alberto Lamas. Todos ausentes, ineficaces o ambas cosas. Políticos con credenciales de operadores del sexenio de Aristóteles Sandoval, autoproclamados liderazgos morenistas que a la hora buena ni operan ni aparecen. A algunos ya no los buscan ni los suyos.
Baste como ejemplo un claro intento fallido: Fernando Delgadillo González, hermano de la excandidata morenista Claudia Delgadillo. Con todo y que su nombre fue agregado en los acordeones de operadores, quedó fuera de las magistraturas laborales. Ni el apellido ni la hermana le alcanzaron. Y con ello, se confirma: en Jalisco, Morena ni gana en los tribunales ni en las urnas. Pierde con apellido, con estructura o sin ella. La derrota ya no es noticia, es costumbre.
Paradójicamente, uno que no vive en Jalisco sí logró su cometido: Ricardo Monreal, quien ya va perfilando a su incondicional Sergio Arturo Guerrero Olvera como próximo magistrado de la Sala Regional Guadalajara del Tribunal Electoral federal. La maniobra es discreta, pero contundente. No es poca cosa: en esa sala se deciden elecciones de medio país, incluyendo esta tierra brava.
Si alguna figura quedó retratada en esta elección judicial, fue Verónica Ucaranza. La jalisciense terminó en el último lugar de 32 candidatas para ministra de la Corte. La anécdota sería chusca si no hablara tan claro del tipo de política judicial que se intenta construir.
Dicen que dejó su campaña en manos de su esposo, que la UdeG le dio la espalda por decir lo menos, pues por parte de los Leones Negros no hubo músculo, ni red, ni estrategia, ni responsable que diera la cara por el fracaso universitario… Solo el nombre puesto en la lista, esperando que el milagro llegara solo. Y los milagros, en estos tiempos, no los hacen ni los obispos caídos.
Entre los que celebraron discretamente están los miembros de La Luz del Mundo, cuyo respaldo a ciertos candidatos rindió frutos: Madián Sinaí Menchaca Sierra será jueza administrativa y Eluzai Rafael Aguilar, juez penal. Pero la celebración vino acompañada del escándalo. Madián es hija del obispo Nicolás Menchaca, heredero del trono tras la caída de Naasón Joaquín. Tiene en su expediente un accidente vial en 2024 y sobre su familia pesan denuncias por corrupción y encubrimiento… Que hoy ocupe un asiento en el Poder Judicial es una señal inequívoca del país que se está construyendo.
Y mientras sus detractores impugnan su nombramiento en redes y ante el INE, el resto del país parece resignado. O peor: ni siquiera se entera. En la política judicial mexicana, lo que no se ve, no indigna. Y así, el aparato avanza.
La elección judicial en Jalisco no mostró músculo político, ni estrategia institucional, ni siquiera simulación efectiva. Mostró lo que ya sabíamos: el voto no siempre decide el poder. A veces lo decide la inercia, otras la abstención.
Y en ocasiones, como esta, lo deciden los cabildeos de alcoba, las órdenes desde el centro y los pactos inconfesables. Jalisco votó en silencio, pero los jueces ya tienen nombre. Los grupos ya cobraron su cuota. Y el sistema se sigue reformando, pero para los mismos de siempre.
En X @DEPACHECOS
NACIONALES
La integración del nuevo Poder Juidcial

Conciencia con Texto, por José Carlos Legaspi Íñiguez //
Desde siempre la Suprema Corte de Justicia de la Nación (en México es el único país con esa denominación; en el resto del mundo es la Corte Suprema) ha sido un blanco político, aunado a su innegable vocación jurídica. Los ires y venires jurídico-políticos del Poder Judicial en México van desde antes de declarar la independencia del país hasta nuestros días.
Antaño, debates entre «conservadores» y «liberales» definieron poderes y alcances de legislativos, ejecutivos y jurídicos, marcando responsabilidades y límites.
Actualmente, se ha revelado al abogado mixteco Hugo Aguilar Ortiz como presunto presidente del Supremo Tribunal de Justicia al obtener la mayor cantidad de votos para su designación como magistrado en la elección del 1º de junio de este año.
Antaño, cuando el entonces presidente de la república, Juan Álvarez nombró a Benito Pablo Juárez García como ministro de justicia (1855) se llevó al cabo dicha designación como lo ordenaba la Constitución: el presidente de la república tenía esa facultad.
Es hasta el 15 de junio de 1861 que don Benito asume la presidencia del Supremo Tribunal de Justicia que, entonces, significaba ser vicepresidente de la república.
Comonfort, presidente que fue destituido y que había encarcelado a Juárez por no “comulgar” con sus ideas conservadoras, dio paso a la primera presidencia de Benito Pablo Juárez García, pues ocupaba la presidencia del STJN. Surgen entonces las Leyes de Reforma y la guerra intestina que trajo a Maximiliano de Habsburgo como emperador.
A los 12, Juárez dejó Guelatao por Oaxaca, sin hablar español, pero su inteligencia brilló en el seminario de Santa Cruz, aprendiendo filosofía y latín. Estudió abogacía, se casó con Margarita Maza, tuvieron 12 hijos, la mayoría fallecidos.
Juárez fue regidor, diputado local, diputado federal y gobernador de Oaxaca. Santa Anna lo desterró a New Orleans; al caer Santa Anna, regresó para ocupar una magistratura en la SCJN.
La biografía de Juárez da para escribir una enciclopedia, pero esta parte sirve para entender que don Benito no era un ingenuo juez o magistrado. Aprendió a nadar entre tiburones de la política decimonónica que era feroz e implacable hacia los cambios, sobre todo los relativos a los fueros, posesiones e injerencias sociales de la Iglesia.
Como jurista fue parte de la creación de las Leyes de Reforma (independencia del Estado respecto a la Iglesia, ley sobre matrimonio civil, del Registro Civil, de Panteones y Cementerios y el paso de los bienes eclesiásticos a la nación); también promulgó la llamada Ley Juárez, que atendía a situaciones administrativas.
Las presidencias de Juárez son otros capítulos de su historia personal y de México.
¿Cómo entonces comparar la trayectoria de Benito Pablo Juárez García con la del flamante electo presidente del nuevo Supremo Tribunal de Justicia de la Nación, el mixteco Hugo Aguilar Ortiz?
Por cierto, “polvos de aquellos lodos”, Juárez no “masticaba” a Porfirio Díaz no sólo por ser enemigos políticos, sino por pertenecer a etnias oaxaqueñas diferentes: la zapoteca y la mixteca, respectivamente. Igual correspondía Porfirio Díaz Mori a su rival, al que intentó destituir mediante un golpe militar.
Según se ha dicho, la mayoría de los votos (cuatro millones 883 mil 3897) se dieron para Aguilar Ortiz por lo que será presidente de la SCJN dos años y será ministro 12 años. La presidencia será rotativa y, según los votos obtenidos la irán ocupando. los nuevos magistrados durarán en el cargo entre ocho y 12 años.
Los otros ministros serán: Lenia Batres; Yasmin Esquivel; Loretta Ortiz; Sara Irene Herrerías; María Estela Ríos González; Giovanni Figueroa Mejía; Arístides Guerrero e Irving Espinoza Betanza.
Como es lógico, los dimes y diretes en torno a la integración de la nueva Suprema Corte de Justicia de la Nación, han circulado profusamente. Se ha acusado a Aguilar Ortiz de ser un incondicional del expresidente Andrés Manuel López Obrador y, por consecuencia de la 4T.
Sobre la mayoría de los magistrados y magistradas pesa también la sombra de estar bajo la batuta del partido Morena, o lo que es lo mismo, del gobierno que encabeza la presidente Sheinbaum y que se extiende a las cámaras legislativas.
Los mexicanos (que votaron o no lo hicieron) estaremos a la expectativa para observar si en verdad se cumplen las expectativas en las que basaron la integración del nuevo Poder Judicial. Por lo pronto, será determinante la posición personal de cada uno de los ministros, en especial de quien habrá de presidir a la Suprema Corte de Justicia de la Nación, respecto a la muy importante tarea que tendrán a su cargo desde sus magistraturas.
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