OPINIÓN
¿Cuál es el sentido de vivir? Vivir en armonía el Día de la Mujer

Campos de Poder, por Benjamín Mora Gómez //
“Había aprendido a dejar que el destino siguiera su curso”.
El Hombre en Busca de Sentido ,VIKTOR FRANKL.
Nadie debería irse a acostar sin antes echar una mirada al día vivido e identificar lo alcanzado para nuestro mundo interior, en el mundo de los demás y en nuestra familia y comunidad; sin embargo, una inmensa mayoría no lo hace pues tiene miedo a verse vencido por la realidad y entre ellos crece el número de jóvenes con futuro-fobia. Es una realidad dolorosa, una verdad dolida; esa mayoría mira al futuro peor de lo que creyeron sería su vida.
Amar la vida posibilita la esperanza y le da significado a todo lo que en ella hacemos; para ello, es fundamental que jamás dejemos nada a lo fortuito y menos al infortunio. Viktor Frankl nos lo planteó de manera extraordinaria en su obra El Hombre en Busca de Sentido. Lo recuerdo como si fuera hoy cuando se me dijo: Para vivir nunca estamos lo suficientemente preparados y por ello no hay que esperar para empezar a transformarnos, tomando la vida de a cómo nos va llegando: agradeciéndola, amándola, respetándola, cuidándola, compartiéndola, aun en esos días en que nos sentimos derrotados.
Friedrich Nietzsche nos dijo: “quién tiene un por qué para vivir, encontrará el cómo”. La vida tiene un secreto: Su sentido lo debemos descubrir. Cuando ello sucede, la vida cobra sentido, nos ilumina, y la certeza empieza a animar nuestras almas y nosotros a iluminar las almas de otros seres. En la vida, lo importante es tener la esperanza de que lo bueno sí es posible.
Cualquiera, al visitar internet, podrá encontrar esas preguntas que nos dicen son clave de la vida, según uno u otro sabio actual y aquellas podrían ser: ¿Quién soy? ¿De dónde vengo?, ¿Cuál es mi origen? ¿Para qué existo? ¿Cómo seré feliz? ¿Cuál es mi destino? Viktor Frankl, al salir de los campos de concentración nazis dio conferencias a las que tituló “A pesar de todo, decir SÍ a la vida, decir Sí a la esperanza, construir un sentido” y en ellas dijo que la gran preguntaba es: ¿Qué espera la vida de mi? Que yo agregaría dos más: ¿Qué estoy dispuesto a legar al mundo tras mi vida? ¿de qué se hablará de mi cuando me vaya?
Hoy, yo pareciera ser de esa minoría que se declara defensor de la vida como el derecho primigenio que posibilita el ser, el existir, el trascender de todos y cada uno de nosotros. No coincido con quienes anteponen la solución de sus descuidos y arrebatos amorosos en la muerte de otro ser porque eso no es lo que la vida espera de nosotros. La irresponsabilidad jamás da resultados positivos. El uso y disfrute del cuerpo, sin responsabilidad, no debería devenir en una exigencia de un derecho de matar y menos de exigencia a ser ayudada a matar, a abortar.
El sentido de la vida se ha perdido y hemos permitido que sea suplido por el placer del momento al crecer el temor y rechazo a vivir la vida con responsabilidad. Como sociedad y gobiernos, hemos caído en la degradación humana ante el temor del reclamo violento. Nos hemos permitido perder el sentido de esperanza, el ansia de vida y la apertura al futuro. La vida necesita de esperanza, de su sentido, y éste solo es posible en el mañana amplio que desde hoy puedo visualizar, disfrutar, pero que desde hoy debo construir desde la voluntad consciente, recuperando la capacidad de vivir con ilusión.
Hace tiempo, comprendimos que NO somos los dueños del universo, ni siquiera de la Tierra y la vida que en nuestra comunidad existe; sin embargo, aceptamos como un derecho de la mujer el tomar la vida de un ser que vive en ella para que ella deje de tomar las calles de las ciudades y violente todo cuanto encuentra a su paso. Hemos aceptado que es derecho de esas mujeres pro aborto violentar todo cuanto encuentran a su paso y, por tanto, hemos declinado, como Estado, a cuidar el derecho de los demás, incluidas otras mujeres.
El más hondo de los misterios es la existencia de un ser creador de todo, incluso instigador del Big Bang que aun hoy sigue maravillándonos al no haber concluido… el Universo no termina de construirse y por ello se expande a cada instante en un espacio que espera ser llenado. Asumo como propias las palabras de Pascal, el misterio de Dios nos choca muy rudamente pues es absurdo creer en alguien que no comprendo ni podré explicar jamás; sin embargo, sin ese misterio, el más incompresible de todos cuantos existen, nosotros -seres humanos- también resultamos incomprensibles. San Agustín, en su agudeza filosófica y teológica decía: “Ni yo mismo comprendo todo lo que soy”. Somos seres necesitados de develar misterios buscando la verdad sobre nosotros mismos y nuestra existencia. Lo fortuito no cabe en la posibilidad de ser sobre los millones de probabilidades de NO ser. Un día mi padre me dijo: El ser humano es el único capaz de preguntar y contestar, indagando la realidad; por ello, debe evitar actuar sin un sentido. Cuentan que, inscrito en el pronaos del templo de Apolo en Delfos, se leía: “Conócete a ti mismo”. También se nos dice que Sócrates enseñaba que éste era principal mandamiento filosófico.
En el Génesis se narra que Dios mandó al hombre dar nombre a los animales, plantas y demás cosas que encontraría en la Tierra; y pregunto, qué nos enseña esta breve fantasía judía: Que estuvimos llamados a comprender, es decir, a investigar, indagar y conocer todo cuanto estaba ante nosotros, y a transmitir a otros eso descubierto; a convertirnos en seres que saben y heredan ese conocimiento: Homo Sapiens Sapiens. Así, tuvimos que comprender que un león y un tigre, aunque semejantes eran distintos; que un fruto podría saciar mi sed y hambre y otro podría matarme, y que una nube, un rio o el mar, y la nieve son lo mismo, pero en estados distintos, formando un ciclo y que en la vida todo se mueve en círculos de dependencia que hacen posible nuestra independencia.
En lo personal, no creo que Dios nos haya mandado poner nombres a nada, sino que nos dotó de una inteligencia distinta a la de los demás seres que nos hizo deseosos de conocer y explicarnos la realidad y, desde ese conocimiento, ayudarnos a vivir mejor. Aprendimos a cazar en grupo y a compartir el alimento, y así, desde esos momentos de encuentro, a crear palabras que nos ayudaran a transmitirnos de manera más compleja.
Estamos llamados de vivir en plenitud, a ser felices como resultado de una vida bien llevada, bien cumplida; la felicidad nunca será posible si la vivimos en la vacuidad de valores, principios y sentimientos positivos. Cuidemos la vida. Aprendamos a decir NO a quien roba vidas y asesina para sentirse libre de cualquier responsabilidad. Aprendamos a no temer a la verdad.
CARTÓN POLÍTICO
Edición 805: Entrevista a Mirza Flores: «La silla del poder es prestada; no olvidemos de dónde venimos»
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LAS CINCO PRINCIPALES:
Arranca el Sistema Estatal de Participación Ciudadana en Jalisco
La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III
JALISCO
La corrupción urbanística: Valle de los Molinos y Colomos III

– Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac
La autorización del Tribunal de Justicia Administrativa (TJA) para construir 17,000 viviendas en Valle de los Molinos y la presión de desarrolladores para levantar una torre de 15 pisos en Colomos III amenaza la sostenibilidad de Jalisco, evidenciando un sistema donde los intereses privados prevalecen sobre el bien público.
El gobernador Pablo Lemus, el alcalde de Zapopan, Juan José Frangie, al igual que la presidenta municipal de Guadalajara enfrentan una batalla jurídica contra desarrolladoras, mientras la sociedad exige proteger el patrimonio natural.
¿Es irreversible esta situación? ¿Qué revela sobre el desarrollo urbano en Jalisco?
COLOMOS III: UN PULMÓN EN PELIGRO
El Bosque Los Colomos, un Área Natural Protegida vital para el agua en Guadalajara, enfrenta una seria amenaza si el TJA accede a la demanda de la empresa Paseo Pabellón S.A. de C.V. para que construya 140 departamentos en Colomos III. Lemus ha jurado impedir esta obra, calificándola de atentado ecológico.
El TJA suele justificar sus fallos por omisiones de los gobiernos municipales, como no entregar información a tiempo, un ejemplo de lo que el especialista Jesús Ibarra llama la “mafia del ladrillo”. Este patrón, donde ayuntamientos fallan y tribunales favorecen a constructoras, pone en riesgo el derecho a un medio ambiente sano.
Lemus insiste en que Colomos III es una zona de protección hidrológica, pero el fallo del Sexto Tribunal Colegiado en Materia Administrativa del Tercer Circuito, que ordenó devolver 5.7 hectáreas de Colomos III a particulares, representa un revés para el gobierno de Jalisco.
Jurídicamente, la decisión no es irreversible: el gobierno y el Ayuntamiento pueden recurrir a amparos federales o revisiones extraordinarias, argumentando el impacto ambiental y la violación de planes parciales que prohíben urbanizar esta área. Sin embargo, la lentitud burocrática y omisiones pasadas han permitido avances de desarrolladores, complicando la defensa del bosque.
VALLE DE LOS MOLINOS: UN DESASTRE INMINENTE
En Zapopan, el TJA autorizó 17,000 viviendas en Valle de los Molinos, una zona frágil en infraestructura y recursos hídricos. Frangie advierte que este megaproyecto, que duplicaría la población con 65,000 habitantes, colapsaría servicios y agravaría inundaciones y cambio climático al reducir la filtración de agua.
Lemus respalda esta postura, prometiendo frenar el desarrollo. El Plan Parcial de Desarrollo Urbano de Zapopan limita la urbanización en esta área, y un amparo colectivo, coordinado con la Consejería Jurídica, busca revertir la autorización del TJA, priorizando el interés público y la sostenibilidad.
UN SISTEMA CORRUPTO Y LEYES LAXAS
Ambos casos reflejan un “triángulo de corrupción urbanística” entre el TJA, ayuntamientos y el Congreso de Jalisco. Omisiones municipales, como no proporcionar información completa, permiten fallos favorables a desarrolladoras, mientras el Congreso no ha fortalecido leyes ambientales ni revisado la designación de magistrados del TJA.
El ambientalista Miguel Magaña Virgen alerta que esta urbanización descontrolada convierte a Jalisco en una “isla de calor”, afectando el equilibrio ecológico y la calidad de vida.
El Plan Estatal de Desarrollo y Gobernanza 2024-2030 prioriza la agenda ambiental, pero casos como Colomos III y Valle de los Molinos prueban la capacidad del gobierno de Lemus para pasar de palabras a hechos.
Paula Bauche, titular de Semadet, subraya que el medio ambiente es una prioridad, especialmente para los jóvenes, y promete trabajar por un Jalisco sustentable. Sin embargo, el desafío es equilibrar el desarrollo económico con la preservación del patrimonio natural.
LA LUCHA POR EL BIEN COMÚN
Lemus, Frangie y Vero Delgadillo enfrentan un desafío monumental. La vía jurídica, con amparos respaldados por estudios técnicos, es la herramienta inmediata para frenar estos proyectos. La Consejería Jurídica, liderada por Tatiana Anaya, coordina estrategias con Zapopan y Guadalajara, involucrando a la sociedad civil para fortalecer la defensa.
Colectivos ciudadanos y propuestas como la del PRI Jalisco, que exige información pública y movilizaciones, refuerzan la presión social para proteger estas áreas.
Más allá de los tribunales, Jalisco necesita transformar su modelo de desarrollo urbano. Fortalecer planes parciales, regular la designación de magistrados y fomentar la participación ciudadana son clave para evitar que intereses privados prevalezcan.
La sociedad jalisciense, como actor crucial, debe mantener el activismo para defender el agua, los bosques y el derecho a la ciudad. Como ciudadanos, debemos preguntarnos: ¿permitiremos que el lucro de unos pocos destruya el patrimonio de todos?
No hay que bajar la guardia. Luchas como las que encabeza Laura Haro, activista defensora del medio ambiente, son muy loables, esa ha sido su bandera desde que se inició en el activismo social y que ha cambiado convertida en lideresa política.
Los casos de Valle de los Molinos y Colomos III exponen un sistema que favorece a desarrolladoras sobre el bien público. Lemus y Frangie, con el apoyo de la Consejería Jurídica, luchan por revertir estas decisiones mediante amparos y presión ciudadana, alineados con el Plan Estatal 2024-2030. La sociedad debe permanecer vigilante para garantizar un Jalisco sustentable, donde el medio ambiente y el interés público no sean negociables.
JALISCO
Gobierno desaparecido: La marcha que desnuda la impunidad

– Crónicas de Pacheco, por Daniel Emilio Pacheco
Un niño preguntó en la marcha por qué su padre estaba en la lona y no en casa. La madre, con la voz rota por el cansancio de tres años, respondió lo que la Fiscalía de Jalisco calla desde el primer día: “porque aquí no buscan a nadie”.
Esa escena, tan breve como brutal, explica lo que ocurrió el 30 de agosto en Guadalajara: cientos de familias arrastrando fotografías en lugar de abrazos, nombres en carteles en lugar de voces en la mesa, retratos colgados en pancartas en lugar de vivos.
El escenario fue la avenida Chapultepec, convertida en galería macabra: paredes humanas de cartón y lona con rostros que se repiten como si fueran estampas de un álbum interminable. Colectivos de nombres luminosos —Luz de Esperanza, Madres Buscadoras de Jalisco, Corazones Unidos en Búsqueda, Entre el Cielo y Tierra— marcharon con la resignación activa de quienes saben que no habrá Estado que los acompañe. Más brigadas de madres con palas que ministerios públicos con oficio. Más plegarias y consignas que sentencias.
El archivo 15,838 es el verdadero expediente del estado. Así debería llamarse: “Caso Jalisco”. Son más de quince mil ochocientas treinta y ocho personas desaparecidas. No es un número: es la nómina macabra de un gobierno que tolera el secuestro permanente. Es el catálogo del fracaso institucional. Marta Leticia García, de Entre el Cielo y Tierra, lo resumió con precisión quirúrgica: “Cada 30 de agosto que pasa, las cifras siguen aumentando sin que haya medidas reales de prevención ni sanciones”.
El dato no miente: Jalisco concentra casi una tercera parte de los desaparecidos del país. Supera a Tamaulipas, a Veracruz, a Guanajuato. Si esto fuera un campeonato, Jalisco sería líder absoluto en la tabla del horror. Y las autoridades, en lugar de pedir disculpas, presumen avances que no existen, sentencias que se cuentan con los dedos de la mano, búsquedas que se hacen más en comunicados que en terrenos.
En medio de la marcha, familiares de desaparecidos sostenían las fotografías de sus hijos, padres, esposos y amigos. Algunos con años de búsqueda que no han dado frutos. Años de puertas cerradas en la Fiscalía.
El comentario es generalizado: “Voy a pedir informes de la investigación y siempre es lo mismo, casi yo tengo que hacer la investigación para llevarles pruebas a ellos”, denuncian los familiares de los desaparecidos. La frase es un dardo en el corazón del sistema: el Estado obliga a las víctimas a convertirse en detectives improvisadas.
No es exageración. Madres que pagan investigadores privados, familias que rastrean llamadas, colectivos que cavan con picos comprados en ferreterías de barrio. Mientras tanto, la Fiscalía, con presupuesto millonario, produce carpetas de papel mojado.
Entre 2018 y 2024, Jalisco apenas consiguió 35 condenas por desaparición cometida por particulares y ocho por desaparición forzada. En 2025, suman nueve sentencias. Haga cuentas: con más de quince mil casos, la impunidad roza el 99.9%. Dicho en lenguaje llano: desaparecer en Jalisco es un delito de bajo riesgo, casi un negocio seguro.
Los nombres ya forman un rosario: rancho Izaguirre, La Vega, Las Agujas. Cada sitio descubierto añade más cuerpos a la lista, más bolsas negras al conteo. Espacios donde la tierra se convierte en archivo, donde la pala sustituye al expediente. Cada hallazgo, lejos de ser un triunfo de la Fiscalía, es la confirmación de su fracaso. No encuentran vivos; encuentran muertos. Y casi nunca por ellos mismos, sino por las familias que insisten en buscar.
Héctor Flores, de Luz de Esperanza, lo dijo sin rodeos: “Encontramos a nuestros hijos despedazados, torturados o esclavizados en vida”. La palabra “esclavitud” no es metáfora: es literal. En los testimonios se documenta el reclutamiento forzado para sicariato, para la producción de drogas, pero también para la pizca de aguacate, de limón, de caña. Mano de obra gratuita para el crimen. El desaparecido convertido en jornalero, en recurso explotable, en herramienta descartable.
El contraste es grotesco. Mientras miles de familias buscan a sus seres queridos, la Fiscalía apenas acumula expedientes como si fueran objetos perdidos. Más que ministerio público, parece la Oficina Nacional de Extraviados. “Se le perdió un hijo, vuelva en seis meses”, parece ser la consigna tácita. La ironía duele: la institución creada para proteger a las personas funciona como bodegón de papeles sin salida.
Y cuando detienen a algún sospechoso, el resultado es igual de indignante: pruebas débiles, carpetas mal integradas, jueces que liberan. El caso de Teuchitlán fue emblemático: policías municipales que operaban como escoltas de criminales. ¿Qué puede esperar el ciudadano cuando la patrulla es taxi de secuestro?
La justicia se vuelve simulacro: se detienen “sospechosos” para la foto, se filtran comunicados que hablan de avances, pero la realidad es que la impunidad se recicla una y cuando la marcha llegó a Palacio de Gobierno, las paredes de cantera fueron cubiertas con lonas de desaparecidos. La sede del poder convertida en muro de acusaciones. Cada rostro colgado era una denuncia silenciosa: usted, señor gobernador, no busca. Usted, señor fiscal, no previene. Usted, señor Estado, no sanciona.
La imagen fue brutal: el poder custodiado por policías, rodeado de fotografías de sus propios fracasos. Un espejo incómodo que no puede maquillarse con ruedas de prensa.
El clamor no fue solo un acto de memoria, fue un interrogatorio político: ¿Dónde están? ¿Quién los desapareció? ¿Quién se beneficia de su ausencia? Preguntas que la Fiscalía archiva en la gaveta equivocada. Preguntas que ningún funcionario se atreve a responder.
Mientras tanto, la sociedad mira de lejos, como si el dolor ajeno no fuera una advertencia propia. Pero la desaparición no es un problema de colectivos: es un crimen de lesa humanidad que erosiona la estructura del Estado. Hoy son las madres las que cavan, mañana serán comunidades enteras las que entierren su confianza en las instituciones.
Jalisco arde en la paradoja: tierra del tequila y de la innovación tecnológica en los discursos oficiales, pero territorio de fosas clandestinas en la realidad. Valle del Silicio en los folletos de inversión, pero valle del silencio en las fiscalías. Estado de modernidad en el eslogan, pero estado de madres con palas en el campo.
Con 15 mil desaparecidos, lo que se tambalea no es solo la seguridad pública, sino la idea misma de Estado. Porque un gobierno que no busca a sus ausentes es, él mismo, un gobierno desaparecido.
En X: @DEPACHECOS