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OPINIÓN

Cuando se cruzan política y religión

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Luchas Sociales, por Mónica Ortiz //

En política, religión y amor, la pasión normalmente se desborda de manera inevitablemente, quizás porque son situaciones o hechos que la mente humana mantiene y defiende como conceptos de fe y esperanza, sin embargo en una sociedad en la que la expectativa de cambio y transformación es la premisa más resaltada, una realidad que involucre a la política en una relación de asuntos religiosos, no gozará de una coartada lógica, sobre todo en un estado aparentemente laico.

La comunidad religiosa de la Luz del Mundo, denominada por expertos como un movimiento religioso con basta presencia en diversos países y de nacimiento expansivo en Guadalajara, Jalisco, sufre el peor de sus embates, la detención de su líder Nassón Joaquín García en California Estados Unidos, hablar de las acusaciones, de su probable culpabilidad o en su caso su inocencia, son asuntos propios de impartición de justicia mediante mecanismos que siempre serán imperantes, para el sano desarrollo de cualquier sociedad.

En este sentido, lo que resulta preocupante es la forma en la que un movimiento religioso iniciaba desde hace décadas, una especie de filtración en el empresariado y la clase política mexicana, es verdad que las creencias personales son asuntos individuales y son derechos de terceros ,en los que la sociedad no debe ni puede opinar, por resultar de un derecho humano profesar o adorar cualquier culto, siempre y cuando sus actividades sean licitas, por lo que debe prevalecer el respeto a la decisión personal de pertenecer a cualquier movimiento o religión.

Resultará grave que este líder religioso, sea condenado por la justicia estadounidense, porque nacerá la duda de que fue impune durante décadas por estos lazos políticos y empresariales que hoy se destapan en la élite política de México, mismas que no deberían haber pasado por razones constitucionales de laicidad, pero pudieron ser por la capacidad de convocatoria que se ejerció para generar votos y estructuras electorales, es comprometedor que un sector dé respaldo electoral a cambio de poder, ya que puede terminar convirtiéndose en una relación de impunidad y corrupción, los asuntos religiosos no debe ser parte de la agenda política, ni gubernamental.

Que este tipo de líderes se engrandezcan a cambio de los votos que ofrecen a los partidos políticos, personajes y grupos de poder, les permiten convertirse en fuertes protagonistas de nuestra sociedad, mismos que se vuelven indispensables para alimentar y allanar el camino de políticos y gobernantes, reconocer el poder que poseía Nassón Joaquín García en la política jalisciense y nacional, deberá hacernos evaluar todo lo que aportó a la llegada de los que hoy están en el poder y de los que estuvieron, logrando que en poco tiempo su nombre sonara en eventos encaminados al agradecimiento y reconocimiento del líder de la Luz del Mundo, sin justificación.

La política y religión son asuntos que juntos por el mismo sendero, han causado un sinfín de situaciones históricas y sociales sin beneficio, en realidad generan solo poder para algunos y sometimiento para otros; es importante seguir de cerca el juicio en el que este líder producto de la fe de millones de personas y personaje poderoso en nuestro país, crea expectativa y nos deja atentos a un procedimiento judicial, porque de resultar culpable deberá considerarse un antecedente bastante negativo y punto de referencia histórica de que la política y la religión al mezclarse crean poder y el poder no es para todos.

Es necesario que estas prácticas en las que se coluden personajes políticos y religiosos tejiéndose redes de apoyo, dejen de ser fructíferas y se conviertan en cuestionables, se debe de transparentar y explicar los últimos eventos de reconocimiento a modo de homenaje en Bellas Artes y el reconocimiento que estaba por otorgarse en Jalisco al Nassón Joaquín García, aunque cause molestia son sucesos que hoy se vuelven inverosímiles.

Habrá que entender como sociedad que estos son acontecimientos, nos proporcionarán amplio aprendizaje, para hacer nuestras propias conjeturas y razón colectiva, si la justicia norteamericana emite un fallo en contra de este apóstol y logra prob -.t4eoar acreditando que los delitos por los que se le detienen y enjuician son ciertos, resultando culpable, tendremos que preguntarnos sobre los lazos y redes que creó en la clase política, social y empresarial, será un asunto interesante que una vez más comprobemos que el poder seduce y así analizar las distintas formas que se tiene para llegar a círculos de poder y desertemos de profesar la ingenuidad social del partidismo.

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CARTÓN POLÍTICO

Edición 807: Magistrada Fanny Jiménez revoca rechazo de pruebas y defiende Bosque de Los Colomos

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NACIONALES

Buscan cubrir a AMLO en actos de corrupción

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– De Primera Mano, por Francisco Javier Ruiz Quirrín

UNA DE LAS evidencias de que el sistema político del México de nuestros días es parecido al PRI hegemónico de hace 50 años es el combate a la corrupción de acuerdo a intereses políticos del grupo en el poder, con una gran diferencia ahora: Los funcionarios de primer nivel son intocables.

No hubo un solo presidente de la república de aquel viejo PRI, que no impusiera su voluntad y enviara un mensaje a la clase política de que había un nuevo líder en Los Pinos. Las demostraciones incluían cárcel para figuras de alto nivel. Así, estuvieron tras las rejas el senador Jorge Díaz Serrano, director de PEMEX, con el presidente José López Portillo, varios gobernadores y hasta un hermano del presidente Carlos Salinas, Raúl.

A partir del año 2018, el hombre que tuvo como lema de campaña presidencial el ataque a la corrupción, Andrés Manuel López Obrador, en los hechos cubrió a los corruptos de primerísimo nivel.

Solo dos botones de muestra: Ignacio Ovalle Fernández, director de SEGALMEX, y Manuel Bartlett Díaz, director de la Comisión Federal de Electricidad. Aplicó la máxima de Benito Juárez: “A los amigos, perdón y gracia; a los enemigos, la ley a secas”.

Entre los enemigos actuó contra Emilio Lozoya, director de PEMEX con el presidente Peña Nieto, acusado de haber recibido sobornos de una empresa petrolera del Brasil, pero al final del día su gobierno acordó y el acusado está en casa.

El cinismo de AMLO incluyó su admisión de la existencia de corrupción en Segalmex, cuyo desfalco rebasó los 15 mil millones de pesos, pero justificó a Ovalle diciendo que este último “había sido engañado por sus subalternos”.

Increíble lo anterior, sobre todo para quien, durante una “mañanera” del año 2019, aseguraba que no hay persona mejor informada que el presidente de la república y que si había corrupción entre los funcionarios, “era porque el jefe, el presidente, estaba enterado”.

En los días que vivimos, el caso del “huachicol fiscal” operado por altos mandos de la Marina Armada de México nos pone sobre la mesa la enorme probabilidad de que no solo el general secretario del ramo con López Obrador, sino también este último, pudieran haber sido enterados y haber permitido el enorme peculado.

Imposible no reparar en las declaraciones del titular de la Fiscalía General de la República, Alejandro Gertz Manero, quien el pasado domingo declaró que Rafael Ojeda Durán, titular de la Marina en el sexenio obradorista, había denunciado “problemas” y que por ese motivo la Fiscalía General de la República se había adentrado en la investigación que hoy tiene por resultado la persecución de cuando menos 200 personas, entre militares, servidores públicos y empresarios.

Los hechos sobre tal ilícito empezaron a trascender a los altos mandos militares cuando Rubén Guerrero Alcántar, vicealmirante y exdirectivo de una aduana en Tamaulipas, redactó una carta que llegó a manos del general secretario Ojeda Durán, en la que señalaba directamente a Manuel Roberto y Fernando Farías Laguna, de encabezar una red de “huachicoleo fiscal”.

Los hermanos Farías, originarios de Guaymas, Sonora, son sobrinos de Ojeda Durán. Guerrero Alcántar fue asesinado el 8 de noviembre del 2024 en Manzanillo, Colima. El volcán de corrupción denunciado hizo erupción al descubrirse un buque con diez millones de litros de combustible introducido sin pagar impuestos en Tampico, Tamaulipas, el pasado mes de mayo, seguido de otros descubrimientos similares en Ensenada, Baja California, y el trascendido de que ese combustible había tocado la bahía de Guaymas en Sonora.

En sus declaraciones sobre el tema, Gertz Manero subrayó que cuando el general secretario Ojeda denunció “problemas en la Marina”, lo hizo en términos generales sin hacer referencia a sus sobrinos. A su lado, en esa conferencia de prensa del pasado domingo, el titular de seguridad pública, Omar García Harfuch, dijo que no se podía condenar a toda una institución por los errores cometidos por algunos de sus integrantes.

Horas después, en su “mañanera”, la presidenta Claudia Sheinbaum refrendó la defensa. Para el general exsecretario, recordando que lo importante era la investigación y, sobre todo, las pruebas para demostrar los dichos.

La lógica indica una posibilidad de involucrar a Rafael Ojeda Durán en el escándalo mayúsculo de los hermanos Farías Laguna y otros implicados; golpearía directamente la humanidad de López Obrador.

Es mucho más conveniente enviar el mensaje de ataque a la corrupción, aprehendiendo y enjuiciando a “peces menores”. Ahí se registra una diferencia con el pasado reciente.

Durante el sexenio 2018-2024 se cubrió la corrupción en vez de combatirla. En este sexenio de la presidenta Sheinbaum sí se está combatiendo la corrupción pero cuidando la imagen de quien ahora vive en Palenque.

Lo anterior significa la imposibilidad de señalar y encarcelar a un exsecretario en cualquiera de sus ramos.

Para el lado oficial, resultan muy lejanas y “casi en el olvido” aquellas palabras de AMLO en una de sus “mañaneras” del año 2019: “El presidente de México está enterado de todo lo que sucede y de las tranzas grandes que se llevan a cabo”.

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JALISCO

¿Legalidad? pero sin integridad

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– Opinión, por Gabriel Torres Espinoza

¿Por qué se critica tanto al Tribunal de Justicia Administrativa (TJA)? Porque se ha transformado en fábrica de sentencias “ajustadas a derecho”, ¡pero profundamente injustas! Asisten al ‘indebido proceso’ y ceden al “daño patrimonial” causado por los ‘desarrolladores’.

Los derechos colectivos —aire limpio, agua, movilidad, biodiversidad— se reducen a bienes menores, sacrificables en nombre de una supuesta certeza jurídica para el ‘inversionista’.

Lo que la Corte Interamericana de Derechos Humanos recordó es que tienen la obligación jurídica de prevenir, mitigar y remediar daños ambientales por su impacto directo en los derechos humanos.

Bajo esa luz, cada fallo del TJA que antepone la rentabilidad de un fraccionamiento sobre la preservación de un bosque o de un área natural protegida, no es solo un despropósito local, sino una violación a compromisos internacionales y a los derechos fundamentales de la ciudadanía.

La prensa ha documentado el incremento de litigios contra la planeación urbana, hasta el punto de que este Tribunal se tornó en el espacio donde los corruptores desfilan a desmontar planes de desarrollo, debilitando la ordenación del territorio con fachada de legalidad. Se trata de un tribunal que privilegia la letra procesal, sobre el sentido integral de la planeación. Lo que se produce es una ciudad fragmentada, desigual, en la que cada vez es más difícil trasladarse y vivir.

La responsabilidad social de este Tribunal es mayor, pues el TJA es la última instancia. Las decisiones que dicta son definitivas y obligatorias. Sus resoluciones no pueden recurrirse, y sus magistrados no rinden cuentas a nadie. Allí donde se concentra el poder de decidir el futuro urbano, se concentra también la tentación de la corrupción.

Por eso el TJA no solo refleja, sino que encarna hoy el mayor riesgo estructural para el derecho a la ciudad y al medio ambiente, porque cada vez que dicta una sentencia que habilita lo prohibido, que desprotege los recursos naturales, destruye algo más que territorio; destruye la confianza en la idea misma de justicia. Su propia legitimidad social.

Los jueces no deben limitarse a aplicar reglas, sino decidir con base en principios que aseguren el bien superior a la ciudad. La legalidad, sin integridad, degrada la justicia. Básicamente, porque transforma el tribunal en una coraza de impunidad.

En este órgano jurisdiccional, hemos visto cómo se ha vuelto norma la confusión entre legalidad procedimental y justicia, con resoluciones fundadas y motivadas en lo formal, pero que producen resultados injustos y muy lesivos para la sociedad.

Sentencias “apegadas a derecho” que, sin embargo, devastan áreas naturales, desmantelan planes urbanos, causan más colapso vial y profundizan la desigualdad. No perdamos de vista que esa sociedad, la que sufre las consecuencias, es justamente la que dotó a estos magistrados de su investidura, y a la que debieran rendir cuentas, a través de los poderes constituidos de Jalisco.

La diferencia entre un tribunal de justicia y uno de derecho se vuelve aquí fundamental. El primero busca armonizar la norma con el desarrollo sustentable de la ciudad; el segundo la aplica sin importar que destruya bosques, colapse vialidades o afecte a comunidades enteras.

El primero protege a la ciudad; el segundo protege contratos y escrituras privadas. El primero es garante de ciudadanía; el segundo, como en Jalisco, es agente de plusvalía y el principal agente corruptor contra el ordenamiento territorial.

A la luz de las actuaciones del TJA, surge hoy una pregunta colectiva, inevitable y perturbadora: ¿Cuál es la utilidad social de un tribunal del que debemos defendernos todos para poder preservar la ciudad? Si el órgano llamado a garantizar justicia es el principal mecanismo de despojo legalizado; si en lugar de proteger a la colectividad protege a los desarrolladores; si en vez de equilibrar el interés privado con el bien común se ha dedicado a corroerlo, entonces su existencia no responde al poder público, sino a los negocios que lo corrompen.

Un tribunal así no es garante de derechos, ni de justicia administrativa; sino una auténtica amenaza permanente contra ellos, misma que estaríamos obligados a enfrentar como sociedad, y desde el gobierno.

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