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MUNDO

Cumbre BRICS 2024: Actualidad, desafíos y oportunidades

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

«Necesitamos paz en todas partes. Necesitamos paz en Gaza con un inmediato cese del fuego y una inmediata e incondicional liberación de todos los rehenes», declaró António Guterres, secretario general de la ONU durante la Cumbre BRICS 2024. También consideró necesaria la distribución «efectiva» de ayuda humanitaria y hacer progresos «irreversibles» para «poner fin a la ocupación» israelí e implementar la solución de los dos Estados.

La reunión de los BRICS contó también con la presencia del líder palestino, Mahmud Abás, quien no dudó en acusar a Israel de «una guerra destructiva, el genocidio y la limpieza étnica» en los territorios ocupados. En presencia del secretario general de la ONU, António Guterres, aseguró que el pueblo palestino sufre actualmente la mayor catástrofe humanitaria desde la fundación del Estado de Israel en 1948. (france24.com)

Las naciones de los BRICS han reafirmado su compromiso de fortalecer el multilateralismo y garantizar un desarrollo y seguridad global justos en la Declaración de Kazán, adoptada durante la 16ª Cumbre de los BRICS celebrada del 22 al 24 de octubre de 2024. Reuniéndose en Kazán, Federación Rusa, bajo el tema «Fortalecimiento del multilateralismo para un desarrollo global justo y seguro», los líderes de los BRICS recalcaron la importancia de la cooperación entre los mercados emergentes y los países en desarrollo (MEDCs) para fomentar un crecimiento global inclusivo y sostenible.

La cumbre contó con la presencia de líderes de Brasil, Rusia, India, China y Sudáfrica, así como de nuevos miembros de Etiopía, Egipto, Irán, y los Emiratos Árabes Unidos.

La Declaración de Kazán reiteró la voluntad colectiva de los BRICS para reforzar el multilateralismo, promover la paz y crear un orden internacional más justo. «Reafirmamos nuestro compromiso con el multilateralismo y defendemos el derecho internacional, incluyendo la Carta de la ONU como su piedra angular», declaraba el documento. Los líderes resaltaron que los estados soberanos deben cooperar para mantener la paz internacional, la seguridad y el desarrollo sostenible.

CONFLICTOS GLOBALES Y RESOLUCIONES PACÍFICAS

Uno de los principales asuntos resaltados en la declaración fue el creciente número de conflictos violentos en todo el mundo, que tienen importantes implicaciones regionales e internacionales. Sin dirigirse directamente al conflicto en curso entre Rusia y Ucrania, los líderes pidieron la resolución pacífica de los conflictos a través de la diplomacia, el diálogo y la mediación. «Subrayamos la necesidad de participar en esfuerzos de prevención de conflictos, incluyendo abordar sus causas fundamentales», se señaló en el documento, haciendo hincapié en la importancia de un diálogo inclusivo para lograr una estabilidad a largo plazo.

La Declaración de Kazán también expresó su «grave preocupación» por la escalada de violencia en los Territorios Palestinos Ocupados, particularmente en Gaza y el Líbano Meridional. Los líderes de los BRICS pidieron un cese al fuego inmediato en Gaza, la liberación incondicional de los rehenes y la entrega ininterrumpida de ayuda humanitaria a la región.

CRÍTICA A MEDIDAS UNILATERALES Y SANCIONES

Uno de los ejes principales de la Declaración de Kazán fue la condena a las medidas coercitivas unilaterales ilegales, incluyendo sanciones económicas. Estas medidas, que a menudo se imponen fuera del marco de las Naciones Unidas, fueron descritas como disruptivas para la economía global y el comercio internacional. «Estas medidas socavan la Carta de la ONU, el sistema multilateral de comercio, y obstaculizan el logro de los objetivos de desarrollo sostenible», aseveraba la declaración.

Los líderes de los BRICS subrayaron la necesidad de un sistema económico global justo e inclusivo y pidieron reformas en las instituciones de Bretton Woods, como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Los líderes abogaron por un aumento en la representación de los mercados emergentes y los países en desarrollo en los procesos de toma de decisiones globales. (indianewsnetwork.com)

A pesar de los esfuerzas de las naciones occidentales en aislar a Rusia con sanciones económicas y el rompimiento de relaciones diplomáticas por el conflicto bélico con Ucrania, sus esfuerzos han sido en vano. El poder de convocatoria del presidente ruso Vladimir Putin logró reunir a representantes de 36 países a la Cumbre BRICS 2024.

Desfilando frente a las cámaras, un radiante Putin abrazó al primer ministro indio Narendra Modi, conversó con el presidente chino Xi Jinping, discutió sobre Medio Oriente con el presidente iraní Masoud Pezeshkian y dio la bienvenida a nadie menos que al secretario general de la ONU, António Guterres.

Se trata de la reunión más importante que ha celebrado el BRICS desde su creación en 2009. Inicialmente integrado por Brasil, Rusia, India, China y, más tarde, Sudáfrica, el bloque dio la bienvenida este año a cuatro nuevos miembros: Egipto, Etiopía, Irán y los Emiratos Árabes Unidos. En la actualidad, unos 30 países más están considerando sumarse, entre ellos Turquía, miembro de la OTAN.

A medida que el BRICS ha ido creciendo en tamaño, los analistas occidentales han expresado una creciente preocupación por su alcance. Algunos sostienen que el bloque está avivando el sentimiento antioccidental en el sur global y que China y Rusia lo han apuntalado como una alternativa o rival del orden de posguerra arraigado en las Naciones Unidas y otras instituciones clave, incluido el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial. Sin embargo, estos temores son exagerados. En cambio, los BRICS deberían ser vistos como lo que realmente son: un esfuerzo por reequilibrar el poder dentro del orden existente alejándolo de la hegemonía occidental, en lugar de derrocarlo. (foreignpolicy.com)

El grupo BRICS ha consolidado su posición como un bloque estratégico en la economía y geopolítica global desde su fundación. Sin embargo, en un movimiento que busca consolidar y ampliar su influencia, BRICS ha dado recientemente un paso significativo al aceptar la adhesión de nuevos países, creando el denominado BRICS+. Este grupo ampliado refleja un cambio en el equilibrio de poder mundial, en el que países emergentes y de gran potencial económico y político buscan una mayor autonomía y protagonismo frente al sistema liderado por Estados Unidos y sus aliados.

La incorporación de estos nuevos miembros tiene un trasfondo estratégico que responde a cambios profundos en la política y economía globales. Desde la caída de la Unión Soviética y el fin de la Guerra Fría, Estados Unidos ha consolidado un sistema internacional centrado en el dólar y en instituciones como el Fondo Monetario Internacional (FMI) y el Banco Mundial, diseñadas para promover un modelo económico y político acorde con sus intereses. No obstante, el crecimiento de economías emergentes y la creciente insatisfacción de muchos países con el sistema actual han generado el contexto ideal para que BRICS se expanda y ofrezca una alternativa viable.

El concepto de BRICS nació con el objetivo de fortalecer la cooperación entre grandes economías emergentes, y con el tiempo ha evolucionado hacia un bloque que desafía las normas impuestas por Occidente en temas económicos y geopolíticos. Con BRICS+, el grupo se fortalece al incluir a economías claves en términos de recursos naturales, energía y demografía. La entrada de los Emiratos Árabes Unidos, y Arabia Saudita dentro de muy poco, asegura un suministro importante de petróleo y gas, mientras que Irán, Egipto y Etiopía añaden relevancia estratégica en regiones como el Medio Oriente y África, donde la influencia de Occidente ha sido históricamente dominante.

El bloque ampliado busca reformar el sistema financiero internacional, proponiendo una mayor participación de monedas nacionales en transacciones comerciales y reduciendo la dependencia del dólar estadounidense. A través de iniciativas como el Nuevo Banco de Desarrollo (NBD) y acuerdos de intercambio directo de monedas, BRICS+ aspira a construir un sistema financiero más equitativo para los países en desarrollo y emergentes, muchos de los cuales han sufrido los efectos de políticas de austeridad y condiciones estrictas impuestas por el FMI y el Banco Mundial.

ACTUALIDAD DE BRICS+ Y SU ROL EN LA GEOPOLÍTICA

En su forma actual, BRICS+ representa a más del 45% de la población mundial y controla una parte considerable de los recursos naturales y energéticos. Los países del grupo abarcan una amplia variedad de economías y sistemas políticos, desde democracias hasta gobiernos autoritarios, lo que resalta tanto su diversidad como el desafío de mantener la unidad en sus decisiones y estrategias. Sin embargo, la convergencia de intereses económicos y la necesidad de independencia respecto de Occidente han permitido que estos países encuentren un terreno común.

Además, la expansión del grupo con la incorporación de naciones del Medio Oriente y África posiciona a BRICS+ como un bloque con una gran influencia sobre las principales rutas de comercio y energía del mundo. Por ejemplo, Arabia Saudita y Emiratos Árabes Unidos, dos de los mayores exportadores de petróleo, podrían utilizar el bloque para promover una política energética conjunta que no esté alineada con los intereses de Estados Unidos. Esto podría tener repercusiones significativas en el mercado energético y aumentar la capacidad de BRICS+ para negociar en condiciones ventajosas.

Uno de los mayores potenciales de BRICS+ radica en su capacidad para actuar como un contrapeso a los bloques liderados por Estados Unidos y la Unión Europea. Al agrupar a países clave en regiones como Asia, África, y el Medio Oriente, BRICS+ crea un entorno más multipolar donde las decisiones ya no están dominadas por una sola superpotencia. Esto tiene implicaciones profundas, no solo en la economía, sino en la política internacional y en la forma en que se abordan problemas globales como el cambio climático, la seguridad alimentaria y la paz regional.

La expansión de BRICS+ también presenta ventajas estratégicas para sus miembros en cuanto a comercio y diplomacia. Al permitir la entrada de nuevos países, el grupo gana mayor influencia en instituciones internacionales como la ONU, el G20 y la Organización Mundial del Comercio (OMC), donde puede promover reformas que favorezcan a las economías emergentes. Además, al fortalecer su cohesión interna, BRICS+ podría evitar la imposición de sanciones económicas unilaterales por parte de Estados Unidos, ya que el bloque tendrá una red de comercio y financiamiento independiente dentro de muy poco tiempo.

ESCENARIOS FUTUROS Y EL SISTEMA INTERNACIONAL

A medida que BRICS+ continúa expandiéndose, se vislumbran diversos escenarios que podrían redefinir el orden mundial. Un posible escenario es la adhesión de más países emergentes de África, Asia y América Latina, lo cual aumentaría su representatividad y lo consolidaría como un bloque de naciones en desarrollo. Países como Indonesia, Nigeria y Argentina han mostrado interés en unirse al grupo, lo que podría convertir a BRICS+ en un referente global para las economías emergentes.

Este crecimiento también plantea la posibilidad de que BRICS+ establezca su propia moneda de intercambio, o al menos adopte un sistema financiero alternativo al SWIFT, el sistema de pagos global controlado por Occidente. La creación de una moneda o sistema propio podría erosionar la supremacía del dólar y disminuir la capacidad de Estados Unidos para imponer sanciones económicas, una herramienta clave en su política exterior.

Entre las ventajas más evidentes de la expansión de BRICS+ se encuentra el fortalecimiento de su influencia global, lo que permitiría a sus miembros negociar con mayor autonomía y sin depender de Occidente. Asimismo, el grupo podría aprovechar los recursos y capacidades de cada miembro para crear una red comercial y energética robusta, permitiendo a países en desarrollo acceder a financiamiento sin las condiciones impuestas por el FMI y otros organismos.

Sin embargo, la expansión de BRICS+ no está exenta de desafíos. Uno de los mayores riesgos es la falta de cohesión debido a la diversidad de sistemas políticos, económicos y culturales entre sus miembros. Las tensiones geopolíticas internas, como las que existen entre India y China, pueden poner en riesgo la estabilidad y efectividad del bloque. Además, la expansión puede dificultar la toma de decisiones, ya que cada nuevo miembro trae consigo intereses y prioridades que podrían no alinearse fácilmente con los del grupo original.

Otro posible inconveniente es la percepción de algunos países sobre el liderazgo de China dentro de BRICS+. Como la economía más grande del bloque, China tiene una influencia considerable, y algunos miembros podrían preocuparse por una posible hegemonía china en el grupo. Esto podría generar fricciones y limitar la cohesión de BRICS+ en asuntos clave.

RECONFIGURACIÓN DEL ORDEN GEOPOLÍTICO GLOBAL

La creación de BRICS+ y su potencial para seguir expandiéndose indican que el orden geopolítico global se está reconfigurando hacia una estructura más multipolar. Este nuevo sistema podría equilibrar la influencia de Estados Unidos y sus aliados, abriendo la puerta a una mayor cooperación entre países emergentes y promoviendo una economía global más equitativa.

El surgimiento de BRICS+ marca un cambio en la balanza de poder y envía un mensaje claro sobre el deseo de muchos países de alejarse del sistema de alianzas tradicionales. A medida que el bloque se fortalece, aumentan las iniciativas para fomentar el comercio sin el dólar y desarrollar mecanismos financieros alternativos. Esta transformación podría tener un impacto a largo plazo en la economía global y en la capacidad de las naciones para mantener su soberanía económica frente a las presiones externas.

El origen y evolución de BRICS+, así como su reciente expansión, evidencian un cambio estructural en el panorama global. Aunque el bloque enfrenta desafíos de cohesión y posibles conflictos de interés, su crecimiento representa una oportunidad para que las economías emergentes ejerzan mayor influencia y desarrollen un sistema internacional más equilibrado. La reconfiguración del orden mundial está en marcha, y BRICS+ se presenta como un actor clave en el establecimiento de una nueva era de cooperación y competencia global.

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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