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OPINIÓN

¿Democracia sin sociedad?

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Comuna México, por Benjamín Mora Gómez //

Hace unos días pude ver un video en que un hombre de más de 90 años debió comparecer ante un juez en Estados Unidos, acusado de exceder la velocidad permitida al conducir su auto. Explicó que él no maneja a altas velocidades y que usa su auto sólo cuando es necesario, y que el día de los hechos había llevado a su hijo, con discapacidad y con más de 60 años de edad, a que le practicaran un examen de sangre.

El juez, conmovido le reconoció seguir siendo un padre al cuidado hijo ya grande y sobreseyó el caso por ser un hombre ejemplar. Ésta ha sido la más bella experiencia que he conocido de justicia con sentido humano. En la vida necesitamos más casos así.

He tenido la oportunidad de vivir de muy cerca la entrega con que miles de mujeres y hombres transforman –verdaderamente transforman- las vidas de niños con algún síndrome o con parálisis cerebral, de mujeres violentadas por quien ellas esperaban ser amadas, de mujeres extraordinarias en sus trabajos pero que reciben salarios muy menores por ser mujeres, de migrantes comprometidos consigo mismos y sus familias para darles un mejor futuro, de voluntarios que donan horas de vida en causas que nos humanizan, de jóvenes limpiando playas y bosques, de hombres y mujeres que levantan la voz por quienes nadie escucha, de hombres y mujeres que nos han dado certeza en las elecciones y limpieza en el ejercicio de gobierno… y así hasta donde, hace tiempo y aun hoy, se veía y ve como normal el ser injusto, indolente, abusivo, delictivo. Sin embargo, me duele reconocer que toda esa gran labor queda reducida a un “fifí” o a un descrédito infundado y arrebatado desde la inconciencia y las ocurrencias nacidas del miedo.

Hoy nos enoja que el presidente Andrés Manuel López Obrador haya ordenado no apoyar a las organizaciones de la sociedad civil desde el gobierno y que el presupuesto del Instituto Nacional de Desarrollo Social (Indesol) esté sin ejercerse; sin embargo, no es el primer presidente ni su gobierno el primero en actuar de manera tan soez y temerosa; pero sí es el primero en declarar enemigas de su gobierno y de él mismo a las organizaciones de la sociedad.

Si bien, con Enrique Peña Nieto, los presupuestos del Indesol se redujeron año con año desde el propio Congreso de la Unión; hoy, simplemente no se ejercerá lo autorizado.

Allan Kardec decía que, para comprender ciertas cosas es menester poseer facultades que, lamentable y obviamente, no tienen la mayoría de nuestros políticos, entre ellas la de la humildad y la seguridad personal. Muchos de nuestros políticos poco saben y entienden menos.

Andrés Manuel López Obrador debería reinventar su manera de concluir sus formas de pensar. Juega a dirimir sus conflictos de gobierno en los medios, aunque solo en ellos se quede y pierda.

Hoy, en que el presidente López Obrador se atreve a pedir al gobierno norteamericano cambiar su constitución en materia de acceso a armas, bien le valdría comprender y aceptar que ello nunca sucederá por petición suya, como tampoco logrará que extraditen a Patrick Crusius, el asesino de El Paso, Texas, pues también mató a ciudadanos norteamericanos y es deseable que ellos primero lo juzguen además de que sus leyes son más severas, sus cárceles más seguras y sus jueces más firmes. Sería suicida para el gobierno de Trump caer en tan pueriles peticiones.

En cambio, el presidente de México sí podría acercarse a organizaciones ciudadanas norteamericanas pro migrantes, que luchan en contra de la Segunda Enmienda y defensoras de los derechos humanos, para conocer sus causas, estrategias y logros, y sumarse a ellas. Si algo podrá cambiar en Estados Unidos será desde la sociedad de los Estados Unidos, y quizá, desde el Partido Demócrata, y jamás de los jamases, desde AMLO y sus noches de fiebre y delirio.

No he escuchado a nadie del gobierno federal explicar los hechos de El Paso desde su trasfondo psicosocial, es decir, desde las causas y consecuencias de las acciones y percepciones que tienen los individuos sobre sí mismos y los otros en tanto miembros de diferentes grupos sociales, y se han quedado en la superficialidad del análisis del discurso de odio que identifica a Donald Trump. No, desde ahí nada cambiará porque ni siquiera imaginan la posibilidad de llegar a comprender y alterar la representación cognitiva de cada persona y grupo, así como de los otros en tanto miembros de una misma sociedad.

Los análisis del discurso de Trump se limitan a creer que todo es igual sin deshojarlo de los estereotipos sobre los grupos exógenos y las minorías, la estereotipia como proceso cognoscitivo de atribuir ciertas características a las personas sobre la base de su pertenencia a tales categorías, los prejuicios como las actitudes derogatorias hacia una persona debido a su pertenencia a determinada categoría social y la discriminación o exclusión, en términos macro sociales, como aquel complejo sistema de relaciones entre los grupos sociales que produce y reproduce desigualdades en el acceso a recursos como salud, ingreso económico, educación, propiedad, etc.

Si todo esto no se entiende ni imagina entonces jamás se podrán cambiar las condiciones de nuestros hermanos migrados ni el discurso de odio podrá terminar.

Vendría bien al presidente, al canciller Ebrard y a la secretaria Sánchez Cordero, hacerse responsables del fondo de sus palabras y superar las formas, que son, obvio es, muy superficiales e ignorantes de lo real. Solo entonces sabrán darle cause a su política persecutoria de los migrantes centroamericanos que, en la sumisión del gobierno mexicano a los antojos de Trump, subyace a la personalidad autoritaria del presidente norteamericano, quien impone patrones migratorios punitivos, controladores y opresivos alimentando impulsos socialmente inaceptables en nuestra tradición internacionalista.

Pero para que todo ello cambie para bien, antes Andrés Manuel tendría que dejar de ser Andrés Manuel, el presidente terco del que él se enorgullece y abrirse a las otredades lejanas de su 4T, sobre todo a la sociedad civil organizada, sin la cual, la democracia se antoja imposible.

E-mail: benja_mora@yahoo.com

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JALISCO

El juego de la incertidumbre de Donald Trump

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-Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac

La reciente llamada de 40 minutos entre la presidenta Claudia Sheinbaum y el presidente Donald Trump trajo un respiro temporal: la postergación por tres meses de aranceles a las exportaciones mexicanas.

Sin embargo, ¿disipa esto la incertidumbre que envuelve a México? ¿Beneficia a la economía? ¿Cómo lo reciben inversionistas y empresarios? ¿Persiste la incertidumbre?

Aunque la presidenta Sheinbaum mostró optimismo, la prórroga de 90 días es un alivio táctico, no una solución definitiva. Trump ha convertido los aranceles en una herramienta de presión volátil, usando temas como migración, narcotráfico y el déficit comercial para negociar.

Desde febrero de 2025, México vive bajo la sombra de aranceles del 25% o 30%, inicialmente pospuestos tras compromisos como el envío de 10 mil elementos de la Guardia Nacional a la frontera.

Sin un acuerdo claro o una renegociación sólida del TMEC, que inicia su revisión en 2026, la inestabilidad seguirá pesando sobre la economía mexicana, incluida la de Jalisco, un pilar exportador. ¿Ayuda a la economía mexicana?

La postergación protege, por ahora, a una economía que depende en un 80% de las exportaciones a EE.UU., especialmente en sectores clave para Jalisco como la cadena de suministro automotriz, la industria electrónica y la manufacturera.

En 2024, el comercio bilateral superó los 700 mil millones de dólares, y un arancel del 30% —aplicable al 28.6% de exportaciones que no cumplen las reglas de origen del TMEC, según Banamex— habría disparado costos para consumidores estadounidenses y desestabilizado cadenas de suministro integradas. No obstante, el beneficio es limitado.

La amenaza arancelaria frena la planeación a largo plazo.

Las proyecciones económicas son sombrías: Goldman Sachs estima un crecimiento del PIB de 0% para 2025; Gabriela Siller advierte una contracción de hasta 4% en un escenario extremo con aranceles del 25%; y la OCDE prevé una caída del 1.3%, agravada por la desaceleración de la inversión.

La prórroga evita un choque inmediato, pero no resuelve la dependencia del mercado estadounidense ni la incertidumbre estructural.

¿Cómo reaccionan inversionistas y empresarios?

El sector privado recibe la noticia con cautela. El Consejo Coordinador Empresarial (CCE) ve esperanza en la prórroga, pero lamenta la parálisis de más de 60 mil millones de dólares en inversiones, reflejada en la caída del 39% en nueva inversión extranjera en 2024.

En Jalisco, los empresarios enfrentan un dilema: diversificar mercados o aguardar claridad en la relación con EE.UU. La prórroga da tiempo para fortalecer estrategias como el Plan México, que busca aumentar la producción nacional, pero la falta de certidumbre limita su entusiasmo.

Conclusión

La postergación de aranceles es un respiro, pero no elimina el juego de incertidumbre de Trump. México gana tiempo para negociar, pero sin un acuerdo permanente, la economía, los inversionistas y los empresarios seguirán en vilo.

En Jalisco, el optimismo es moderado: hay espacio para avanzar en proyectos estratégicos, pero la sombra de la volatilidad comercial persiste. Sheinbaum debe aprovechar estos meses para construir una estrategia sólida que blinde al país ante las tácticas impredecibles de su vecino del norte.

 

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JALISCO

Lemus ante el desafío histórico del SIAPA

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-Los Juegos del Poder, por Gabriel Ibarra Bourjac

La política, en su versión más superficial, se ha convertido en un escenario de promesas vacías durante las campañas, donde los candidatos abordan los grandes problemas de la ciudad con discursos grandilocuentes que, una vez en el poder, se diluyen en selfies y mensajes huecos en redes sociales.

Este “empobrecimiento de la política” se refleja en la gestión del Sistema Intermunicipal de los Servicios de Agua Potable y Alcantarillado (SIAPA), organismo responsable de abastecer de agua a cerca de seis millones de habitantes en la Zona Metropolitana de Guadalajara (ZMG).

Sin embargo, lo que alguna vez fue un modelo eficiente de gestión intermunicipal ha sido desvirtuado por prácticas políticas irresponsables que lo han llevado al borde del colapso, dejando a la ciudad en una crisis hídrica que exige soluciones urgentes.

El declive del SIAPA comenzó hace años, cuando políticos voraces lo convirtieron en un botín político. Durante el gobierno de Emilio González Márquez, el organismo se transformó en una “agencia de colocaciones” para aliados del PAN. Junto con el entonces dirigente estatal del partido, González Márquez repartió gerencias y direcciones entre alcaldes y líderes políticos, priorizando lealtades sobre la competencia técnica.

Este modelo de “cuotas y cuates” se consolidó con los gobiernos posteriores, que continuaron usando al SIAPA como un espacio para colocar a allegados, sin importar su preparación. Un caso emblemático es el de la famosa publirrelacionista, quien, tras manejar relaciones públicas en el Instituto Jalisciense de Reinserción Social (INJANRESO) y firmar convenios para la venta de productos de reclusos, fue nombrada en una plaza directiva del SIAPA por decisión arbitraria de un aliado político.

Este tipo de prácticas refleja la frivolidad que ha caracterizado la gestión del organismo en las últimas décadas.

Como resultado, el SIAPA enfrenta una crisis multidimensional: administrativa, financiera y técnica. Está prácticamente en bancarrota, con un déficit estructural que lo ha dejado al borde de la quiebra.

Mientras tanto, la infraestructura hidráulica de la ZMG, con tuberías y colectores obsoletos, es incapaz de satisfacer las necesidades de una población en crecimiento. Esta situación se agrava en temporadas de lluvias, cuando las inundaciones exponen el colapso de los sistemas de drenaje, poniendo en riesgo vidas y propiedades.

La irresponsabilidad de los políticos que han manejado al SIAPA con fines clientelares ha llevado al organismo a un punto crítico, donde la inacción ya no es una opción. Este escenario ha estallado en el mandato del gobernador Pablo Lemus, quien enfrenta una bomba de tiempo heredada por décadas de negligencia.

Inicialmente, la reestructuración del SIAPA no parecía estar en su agenda prioritaria. La reciente aprobación de un aumento tarifario, impulsada con el peso político del gobierno estatal y los votos de los alcaldes metropolitanos, se llevó a cabo sin un diagnóstico claro ni un plan concreto de reingeniería. Sin embargo, el caso de la publirrelacionista, que destapó las “miserias” del organismo, junto con las crecientes quejas de la ciudadanía y actores políticos por el deficiente servicio de agua, ha obligado a Lemus a actuar.

“Estamos trabajando en una reingeniería absoluta del SIAPA, que abarca desde recursos humanos, áreas administrativas, atención al cliente, hasta la mejora en el suministro de agua potable”, afirmó el gobernador el 27 de julio de 2025.

Subrayó que, tras el incremento de tarifas, el SIAPA está obligado a mejorar: “Lo dije desde el día que se aprobaron las tarifas: el SIAPA debe dar un mejor servicio”.

Lemus ha anunciado una inversión inicial de 9,000 millones de pesos para modernizar la red hidráulica de la ZMG, un esfuerzo crucial para reemplazar tuberías y colectores obsoletos. Este proyecto requiere la colaboración de los alcaldes metropolitanos, quienes forman parte del consejo de administración del SIAPA.

El gobernador ha prometido convocar a sectores clave —técnicos, académicos, empresarios, organizaciones civiles y medios de comunicación— para presentar un plan integral que aborde no solo la gestión del organismo, sino también la infraestructura subterránea de la ciudad.

Entre las soluciones propuestas está el drenaje profundo, una medida necesaria para mitigar el caos que las lluvias provocan en una metrópoli colapsada, donde las inundaciones representan un peligro constante.

La decisión de Lemus es una de las más trascendentes en Jalisco en las últimas cuatro décadas. Rescatar al SIAPA implica no solo sanear un organismo en crisis, sino también realizar una “cirugía mayor” a las entrañas de la ciudad.

Este desafío pone a prueba la capacidad del gobernador para superar las inercias de la frivolidad política que han marcado a la entidad. Si logra ejecutar un plan transparente y efectivo, demostrará el valor de una “buena política” que priorice el bienestar colectivo sobre los intereses de grupo.

Sin embargo, el éxito dependerá de la coordinación con los municipios, la participación de la sociedad y la rendición de cuentas. La ciudadanía, cansada de promesas vacías y selfies, exige resultados concretos: un SIAPA eficiente y una ciudad que funcione, incluso en los días de temporal.

Este momento histórico puede ser un punto de inflexión para Jalisco, donde la gestión responsable del agua marque la diferencia entre el empobrecimiento de la política y un gobierno que cumpla con su mandato.

 

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NACIONALES

El crimen de vivir con dignidad

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-Opinión, por Miguel Anaya

La historia de Irma Hernández es una tragedia mexicana con todas las letras: una maestra jubilada, convertida en taxista para sobrevivir, asesinada por no pagar “cuota de plaza” a un grupo criminal. No es una historia de ficción ni un capítulo más del realismo trágico nacional: es la vida —y la muerte— de miles que hoy, en este país, caminan la delgada línea entre sobrevivir y caer en la estadística.

Irma educó a generaciones enteras. Fue pilar de una comunidad, sembradora de futuro. Pero cuando llegó su retiro, el sistema la premió con una pensión que no alcanzaba para comer, menos aún para sobrellevar una enfermedad o vivir con dignidad. Y es así como la maestra, que durante décadas trabajó para el Estado, terminó su vida buscando ingresos en un volante ajeno, en una ciudad tomada por intereses que no son los de la ley, ni del pueblo, ni de la justicia.

Detrás de esta historia hay una cadena de fracasos: primero, la precarización del trabajo y la miseria disfrazada de pensión. Jubilados que deben seguir trabajando no por gusto, sino por necesidad, son un símbolo de un país que castiga a quienes entregaron su vida al servicio público, a ser productivos. El jubilado no pide riqueza sino dignidad.

Segundo, la inseguridad que se ha vuelto paisaje. No la inseguridad abstracta de cifras y reportes vacíos, sino la concreta: la que se siente en cada esquina, la que decide quién vive y quién muere, la que cobra derecho de piso como si se tratara de una tarifa institucional.

Tercero, el monstruo de la extorsión, esa epidemia silenciosa que arruina comercios, desaparece oficios, y también se cobra vidas. Hoy es más común de pago la cuota de plaza que la del impuesto predial. Se paga por miedo, se paga por costumbre, se paga porque ya no hay autoridad que proteja a nadie que no tenga escoltas, y a veces ni con ellos ajusta.

Y finalmente, el más devastador de todos: la normalización. Hemos dejado de conmovernos. A veces, ni siquiera nos indignamos. Solo registramos el hecho, lo compartimos un par de veces, y seguimos. Como si no se tratara de una tragedia nacional, sino de una rutina ineludible.

Pero en el fondo, lo más alarmante es esto: el crimen organizado ha ocupado las funciones del Estado. Cobran impuestos —llámese derecho de piso—, brindan “seguridad” —a cambio de sumisión—, y regulan el trabajo —con amenazas y violencia. Son, de facto, autoridades paralelas. No solo porque actúan con impunidad, sino porque llenan el vacío que los gobiernos, en todos los niveles, han dejado crecer por cobardía, complicidad o simple ineptitud.

El Estado ya no manda en vastas regiones del país. No gobierna, no protege, no impone justicia. Delegó su deber en el crimen, y este lo ha asumido con eficacia perversa. Las calles ya no responden a las leyes escritas en papel, sino a las que dictan los cárteles con plomo, miedo y silencio.

Irma no fue víctima del azar. Fue víctima de un sistema fallido, de un país que castiga al que trabaja y premia al que amenaza. Su asesinato no es un hecho aislado. Es una muestra de que, en México, hay zonas donde ser honesto y valiente puede costarte la vida.

Hoy Irma es nombre propio, pero mañana puede ser cualquier otro. Porque mientras no se recupere el control del territorio, mientras el Estado no asuma su deber de proteger, mientras no haya justicia ni condiciones de vida dignas para los más vulnerables, este país seguirá siendo eso: un territorio compartido entre los que mandan sin ley… y los que mueren sin voz.

 

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