JALISCO
El 2024 ya llegó
Opinión, por Miguel Ángel Anaya Martínez //
Si todo sale según lo anunciado, el día de hoy, Marcelo Ebrard ha dejado de ser el secretario de relaciones exteriores de nuestro país, esto, con miras a buscar la candidatura de Morena a la presidencia de México, iniciando así el proceso de sucesión presidencial.
En diferentes medios ha trascendido la noticia de que hace apenas unos días, el presidente López Obrador fijó las reglas para aquellos pertenecientes a la 4T que quisieran contender por la candidatura presidencial, así, las cosas comenzaron a moverse aceleradamente.
Por Morena compiten los que ya sabemos: Claudia Sheinbaum, la jefa de gobierno que parece tener la preferencia del residente de palacio; Marcelo Ebrard, con una mayor experiencia y que ya una vez fue elegido para sustituir a López; otro López, pero de nombre Adán Augusto… tal vez, el más parecido al presidente; finalmente, Ricardo Monreal, quien coordina el Senado y que ha mostrado algunas diferencias al interior de su partido.
Por si cuatro fueran pocos, se han agregado otros dos posibles candidatos de los aliados de la 4T. Por el ala más radical del movimiento, ha levantado la mano Fernández Noroña, quien ha participado por muchos años en corrientes de izquierda y que ha mostrado su molestia por no ser tomado en cuenta. Por otro lado, su antítesis, Manuel Velasco del Partido Verde, exgobernador de Chiapas quien ya ha solicitado licencia a su cargo en el Senado.
La baraja para el presidente es amplia, pero, seguramente solo una tercia de los anteriores tiene posibilidades reales de ser él o la elegida. De manera obvia, la pelea por la candidatura se ha intensificado, es por esto y por no sentirse favorito que el excanciller tomó una decisión que de inicio podría sonar acelerada.
La renuncia trae consigo consecuencias en todos los ámbitos, a la dirigencia de Morena la obliga a acelerar un proceso que venía posponiéndose con la excusa de las elecciones en el Estado de México y Coahuila; compromete a los aliados a hacer coaliciones internas y a los contrincantes a apretar el paso. Ebrard pegó primero ¿Pegará dos veces?
Para la oposición, el panorama se complica aún más, si quiere conseguir una fórmula competitiva está forzada a cerrar los acuerdos de manera pronta y a definir urgentemente los procesos para elegir a su candidato. La oposición que no lidera las encuestas y que cada vez gobierna menos estados, no se puede dar el lujo de que, además, Morena tenga candidato con tanta antelación sobre el suyo.
Los dirigentes de la oposición aun no definen ni siquiera el método para elegir a su posible candidato o candidata, es más, a estas alturas parecería que aún hay muchos escépticos de la alianza. La desconfianza y la incertidumbre por el método de selección podría causar rupturas o mostrar la necesidad de ver un candidato más rentable en algún ex funcionario federal.
A nivel local las cosas ya están al rojo vivo. Emulando a Ebrard, hay quienes han urgido a sus dirigencias partidistas a definir las candidaturas lo más pronto posible; con una visión distinta están quienes han pedido no comer ansias para la elección interna. Todo parece indicar que será más pronto que tarde cuando el crucigrama electoral sea resuelto.
Es así entonces que el 2024 -al menos a nivel político- ya se presentó a pesar de que estemos a mitad del 2023; de hoy en adelante cada semana habrá anuncios, notas, señalamientos y más, todo con mira a la elección de junio del próximo año. Seguramente los pocos que participan en la mesa de las decisiones electorales tienen un escenario más o menos definido sobre lo que quieren y lo que no, además, deben contar con un norte que les ha permitido trazar la ruta que desean seguir, las circunstancias irán marcando el ritmo sobre cómo van destapando sus cartas.
A final de cuentas en la política no hay sorpresas, hay sorprendidos.
