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OPINIÓN

El arte de la comunicación: Crónica de un fracaso, un cierre sin voz ni voto

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A título personal, por Armando Morquecho Camacho //

Alguna vez leí que uno de los principios básicos de la comunicación es hablar y escuchar, de lo contrario no puede haber comunicación y sin la comunicación, se rompe uno de los principales pilares de desarrollo del ser humano y de la vida en sociedad, ya que antes de que hubiese gobiernos, estados, leyes, normas constituciones y congresos, el ser humano o bien, el hombre antiguo solamente contaba con la capacidad de comunicarse con otros para advertir peligros próximos, o bien, para construir alianzas que les permitiera sobrellevar de mejor manera esos peligros o los tiempos más difíciles.

La comunicación ha construido demasiado principalmente porque ésta se basa en el intercambio de información que consideramos valiosa para lograr un fin determinado.

Un caso en concreto es la pandemia del COVID-19, si bien es cierto es que la vacuna se desarrolló gracias a inversiones millonarias por parte de gobiernos y de personajes como Bill Gates que sumaron esfuerzas para dar herramientas a distintos científicos, la realidad es que la comunicación jugó un papel casi tan relevante como el del dinero, ya que gracias a ella científicos de muchas partes del mundo, y distintos gobiernos tuvieron la capacidad de hablar y el privilegio de ser escuchados cuando se trataba de compartir información acerca del comportamiento del virus.

Muy probablemente, sin la capacidad de comunicar, los esfuerzos por encontrar una vacuna hubiesen sido nulos ya que todas las posibles soluciones hubiesen sido construidas desde un monólogo incapaz de tomar en cuenta otras opiniones, otros estudios u otras realidades.

Pero así como lo es en la ciencia, la comunicación es fundamental para cualquier profesión, en general, un médico no podría realizar su trabajo mejor si no pudiera interactuar con sus pacientes, lo mismo que con los abogados que serían incapaces de llevar a buen puerto sus asuntos si no pudieran hablar con los afectados.

Pero donde la comunicación adquiere una relevancia aún más grande es en la política, ya que es a través de ella que nosotros como seres humanos, sin importar nuestra ideología o nuestras creencias, nos unimos con la única aspiración de lograr el bien común para nuestra sociedad o bien, para los grupos que cada expresión representa desde sus espacios públicos.

En ese orden de ideas, sin la capacidad de comunicarnos entre iguales y desiguales, el actuar gubernamental, las acciones legislativas e incluso las actividades políticas que se realizan desde los partidos políticos carecerían tanto de sentido, como de rumbo, ya que estas se construirían a partir de las necesidades, ambiciones o necesidades ya sea de una sola persona, o bien, de un grupo predominante.

Por esta razón, no podemos perder de vista que la política es una herramienta que debe usarse para construir desde la colectividad y no desde el individualismo, ya que es justamente esta visión individualista la que ha gestado la lista interminable de problemas que hoy nos aquejan colectivamente.

Ahora bien, evidentemente no busco restar importancia de ningún tipo, la comunicación es importante en cualquier ámbito de la vida, pero existen algunos espacios en donde comunicarnos es fundamental, pongo dos ejemplos.

El primero de ellos es cuando iniciamos una relación sentimental con otra persona, en esta etapa es importante dejar de lado las emociones y ponderar la comunicación, ya que solamente así, ambos individuos podrán llegar a un punto de acuerdo respecto a su relación en el corto, mediano y largo plazo, es decir, la única manera de saber si somos o no compatibles con otra persona, es a través de la comunicación, y en este caso en concreto la comunicación adquiere una relevancia significativa ya que por naturaleza, las relaciones sentimentales suelen ser el preámbulo de la vida en familia, la cual, para prosperar en todos los sentidos, requiere de cimientos sólidos que solamente se logran construir conociendo a la perfección a una pareja.

El segundo ejemplo atañe a la vida interna de los partidos políticos. Ahí la comunicación es fundamental ya que en ellos recae una gran responsabilidad: formar a quienes serán los líderes y/o representantes del mañana, por ello, lo que un partido político inculca a su militancia, no solo pedagógicamente, sino también personalmente es un tema de interés público, ya que quien llegue a ocupar un cargo público, no será nada más que todo aquello que le inculcaron las personas que formaron parte de su educación.

Por esta razón, la formación política que se imparte desde partidos cuyos líderes y militantes obedecen ciegamente la voluntad de un individuo en particular puede llegar a ser muy dañina para la vida pública ya que entonces ésta estará integrada por individuos cuya voluntad y libre albedrío están a una cúpula que se encarga de velar por sus intereses.

Pero no me malentienda, no se trata de que todos los políticos sean subversivos, revolucionarios e irreverentes, ya que en la política, como en cualquier otra actividad, se requiere de disciplina, pero especialmente en la política, se requiere tener la capacidad de respetar liderazgos, sin embargo, esta disciplina no puede someter nuestra voluntad, mucho menos, cuando un grupo de individuos socava los derechos de compañeros que son silenciados solo por el hecho de no compartir la visión de un grupo de ‘’liderazgos’’ que han usado los espacios de representación pública como los espacios de poder dentro del partido mismo para encantar o domar la voluntad de sus militantes de la misma manera en que el flautista de Hamelín utilizó la melodía de su flauta para domar a los roedores que invadieron la ciudad alemana del mismo nombre.

Este 2023 es una gran oportunidad para replantearnos el curso de muchas cosas, pero también es una oportunidad perfecta para entender en donde estamos parados y hacia donde nos llevan nuestras decisiones, por esta razón, debemos comenzar este nuevo año siendo congruentes y aprendiendo a escuchar los «caprichos» de aquellos que son considerados como disidentes por no compartir una idea.

Sin la comunicación no podremos llegar a ningún lado, y aunque parezca exagerado, basta con voltear al pasado y ver los estragos que el silencio y la autocomplacencia han provocado en las decisiones políticas de nuestro estado.

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