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MUNDO

El barril de petróleo rebasa 100 dólares: El conflicto ruso-ucraniano y la crisis económica que se perfila

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Economía Global, por Alberto Gómez-R. //

Al tiempo que avanza la ofensiva tanto de Rusia en Ucrania contra el gobierno fascista y neonazi de Volodimir Zelenski, y se recrudece la guerra de desinformación en Occidente tratando de ocultar el verdadero origen y situación actual del conflicto entre el gobernante ucraniano y Rusia, los precios de los commodities aumentan rápidamente en una espiral ascendente que amenaza con una nueva depresión –incluso estanflación- a la economías globalizadas.

Para comprender un poco más del contexto en que ahora el mundo se encuentra, habría que saber algunos datos de importancia para no caer víctima del juego de información/desinformación orquestado por las potencias occidentales de la OTAN lideradas por Estados Unidos con el fin de manipular a la opinión pública mundial, cuya mayoría basa sus opiniones y criterios en la “comentocracia”, redes sociales y medios informativos con mayor poder económico y de penetración en el mundo occidental.

Algunos datos importantes de conocer:

Volodimir Zelenski, el actual presidente ucraniano, tiene 44 años de edad, y su vida profesional, antes de su incursión en la política, fue como actor, comediante y productor del show business; incluso llegó a interpretar el personaje de presidente de Ucrania. Sabe muy bien caracterizar sus papeles y del manejo de las emociones y timing del público. Fue hasta 2019, el año que se postuló y ganó las elecciones presidenciales en la segunda vuelta electoral que incursionó en la política.

Zelenski saltó a la fama con una serie de televisión en la que interpretaba el papel de un maestro de escuela malhablado que se convertía en presidente del país después de que se difundiera video donde soltaba una diatriba contra la corrupción en Ucrania.

Esta emisión supo captar perfectamente el estado de ánimo del país después de la revolución favorable a la Unión Europea de 2014, que derrocó a un presidente prorruso, alejado de los intereses occidentales, y democráticamente electo (Viktor Yanukovich), y el ascenso al poder de Petró Poroshenko (2014-2019) apoyado por los sectores más conservadores y reaccionarios, quienes conmemoran oficialmente el nacionalismo ucraniano el día del cumpleaños de Stepán Bandera, líder nacionalista que batalló contra la URSS y colaboró con los nazis a mediados del siglo pasado.

Las simbologías no están de más, y lo mencionado sobre Stepán Bandera no es lo único. El escudo del Batallón Azov -una unidad paramilitar de extrema derecha​ de voluntarios neonazis​ de Ucrania, y varios países- consta de una runa wolfsangel estilizada, y detrás de ella, un sol negro, ambos símbolos profusamente utilizados en la Alemania nazi, entre otros, por divisiones enteras de las SS o Waffen SS, el cuerpo de élite del Ejército de Hitler. Es por eso que a nadie le debiera extrañar que en las sucesivas votaciones que ha habido en la Asamblea General de la ONU de una resolución contra la glorificación del nazismo y otras formas de discursos de odio racial, los votos en contra han sido de Estados Unidos y de Ucrania, con la abstención de los gobiernos de la Unión Europea y el voto a favor de una amplia mayoría de países. (jornada.com.mx)

Volodimir Zelenski ha llegado a la presidencia con un objetivo claro: continuar la labor iniciada por su predecesor (Poroshenko): facilitar la integración de Ucrania a la Unión Europea y a la OTAN, para así poner a disposición de los imperialistas occidentales los vastos recursos de ese país, y facilitar la instalación de bases militares de la Alianza Atlántica en territorio ucraniano, con misiles apuntando a Moscú. Prueba de ello son las exigencias de Zelenski a los países miembros de la OTAN de dotarlos de armamento y “ayuda humanitaria”, haciendo uso de sus dotes histriónicas aparentando ser un héroe de guerra luchando en el frente de batalla, tal como hizo en la serie que protagonizó como actor.

Desde el 2014 han muerto más de 14 mil ucranianos en una guerra interna entre los nacionalistas y la región de Dombás (en el Este de Ucrania), en la cual se concentra la mayor cantidad de prorrusos, donde se habla el ruso, se practica la religión de la Iglesia Ortodoxa Rusa, así como sus hábitos y costumbres. Es importante recordar que Ucrania, al igual que otros países ahora independientes, formaron parte de la URSS (Unión de Repúblicas Socialistas Soviéticas) durante 69 años.

Estados Unidos no cumplió la promesa de que la OTAN no se expandiría a Europa del Este, un acuerdo hecho durante las negociaciones de 1990 entre Occidente y la Unión Soviética sobre la unificación alemana. Desde este punto de vista, Rusia se ve obligada a impedir la marcha hacia el este de la OTAN como una cuestión de autodefensa. Occidente ha protestado enérgicamente que nunca se llegó a tal acuerdo. Sin embargo, cientos de memorandos, actas de reuniones y transcripciones de archivos estadounidenses indican lo contrario.

A principios de febrero de 1990, los líderes estadounidenses hicieron una oferta a los soviéticos. Según las transcripciones de las reuniones en Moscú el 9 de febrero, el entonces secretario de Estado, James Baker, sugirió que, a cambio de la cooperación con Alemania, Estados Unidos podría ofrecer «garantías férreas» de que la OTAN no se expandiría «ni una pulgada hacia el este». Menos de una semana después, el presidente soviético Mikhail Gorbachev accedió a iniciar conversaciones de reunificación. No se llegó a ningún acuerdo formal, pero según toda la evidencia, el quid pro quo estaba claro: Gorbachov se adhirió al alineamiento occidental de Alemania y Estados Unidos limitaría la expansión de la OTAN. (latimes.com)

EE.UU. y sus aliados han bloqueado los medios noticiosos y de información que presentan un panorama distinto al que Occidente quiere imponer. La manipulación de fotografías, videos, incluso entrevistas, han logrado convencer a millones de occidentales sobre la versión invasora de Rusia sobre Ucrania, y la valentía y heroísmo del presidente ucraniano Zelenski. Los medios de información y periodismo independiente han sufrido ataques cibernéticos continuos, hackeando sus servidores y borrando toda la información y bases de datos, hasta bloqueando su acceso a internet. No se debe olvidar que internet tiene dueños y que no es un espacio cien por ciento libre, sino todo lo contrario.

Es larga la lista de sucesos y eventos que llevaron la situación al punto en el que ahora se encuentra, y de la cual no se avizora una salida rápida o fácil. Por lo pronto los efectos en la economía se manifiestan crudamente.

Como consecuencia del conflicto bélico en Eurasia, el precio de los commodities sigue en aumento y, considerando otros elementos inflacionarios y la alta demanda mundial, la proyección para los próximos meses de las materias primas y productos manufacturados manifiesta un alza continua que continuará impactando en el poder adquisitivo.

La cotización del oro está llegando a sus máximos históricos, situándose en $1,966 usd la onza, a poco de llegar al precio alcanzado en 2020, cuando alcanzó los $2,067 en julio del 2020, como respuesta a la incertidumbre económica por la pandemia del coronavirus.

El precio del petróleo sigue en aumento día tras día, y ha rebasado ya los $118 usd por barril (Brent), rebasando por mucho la barrera psicológica de los cien dólares; asimismo el precio del gas ha aumentado en más de 60% para los europeos, como resultado del conflicto ruso-ucraniano, encareciendo duramente la vida para los habitantes de Europa. En Alemania, por ejemplo, el precio de la gasolina ha aumentado de 1.10 a casi 2 euros por litro.

Entre los pronósticos más alcistas, JP Morgan espera que el crudo alcance los 185 dólares a fines de 2022 si la interrupción de las exportaciones rusas se extiende hasta finales del año, aunque su promedio para el año es de 98 dólares.

El Brent superó los 100 dólares la semana pasada por primera vez desde 2014 y tocó los 119.84 dólares el jueves. El viernes, cotizaba por encima de los 112 dólares, apuntalado por las sanciones a Rusia, que exporta más de 7 millones de barriles por día (bpd).

Los precios podrían subir a 150 dólares por barril e incluso más si Estados Unidos y sus aliados toman medidas aún más agresivas para reducir las exportaciones de crudo ruso, ya que no hay suficiente capacidad disponible para compensar una reducción significativa en los embarques rusos”, dijo John Paisie, presidente de Stratas Advisors. (forbes.com.mx)

Las consecuencias económicas para el mundo derivadas de las sanciones «sin precedentes» impuestas contra Rusia por su operación militar en Ucrania «ya son muy graves» y podrían empeorar, comunicó este sábado el Fondo Monetario Internacional (FMI).

«Si bien la situación sigue siendo muy inestable y las perspectivas están sujetas a una incertidumbre extraordinaria, las consecuencias económicas ya son muy graves. Los precios de la energía y de las materias primas, incluido el trigo y otros granos, han aumentado, lo que se suma a las presiones inflacionarias por las interrupciones en las cadenas de suministro y la recuperación de la pandemia del covid-19», reza el comunicado. (actualidad.rt.com)

Será prácticamente inevitable que esta nueva crisis –aunada a la provocada por la pandemia- genere un impacto adverso en la inflación y en la actividad económica mundial. El resultado a corto plazo será un aumento del costo de vida, con todas las consecuencias a mediano y largo plazo que conllevan, y esto sin considerar una posible escalada en el conflicto bélico que podría extenderse territorialmente si no se encuentra una salida diplomática lo antes posible.

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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