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MUNDO

El caso de Suecia, para la reflexión: Great Barrington: alternativa para combatir el COVID-19

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Por Jorge López Portillo Basave //

Más de 56 mil de médicos y científicos del mundo han firmado una declaración llamada “Great Barrington Declaration” que critica la metodología seguida por casi todos los países del mundo para combatir el COVID-19. Se indica que los efectos psicológicos y físicos de los “encierros” serán muy dañinos e incluso irreversibles en algunos casos, abundando que esas medidas tampoco han sido la solución para combatir exitosamente al COVID-19, siendo además insostenibles en la espera de una vacuna.

Esta propuesta recuerda que la gripe es mucho más peligrosa para la niños y jóvenes que el COVID-19, pero que esta población está siendo afectada por otras enfermedades, abusos e incluso adicciones que se han disparado por los “encierros”, mientras que la población vulnerable como ancianos podría ser protegida y atendida por personal que ya haya adquirido inmunidad o con mucho más equipo disponible si este se focaliza en lugar de dispersarse en población abierta.

La población en edad productiva está siendo afectada en su salud física y mental por los efectos económicos y sociales de las medidas lo que tendría como las adicciones, efectos permanentes.

SUECIA “SE VE COMO EL MUNDO QUE PERDIMOS”…

Con un grado de tranquilidad y algo de tristeza se escucha la voz de Bill Neely reportero en jefe de noticias globales de la cadena NBC NEWS, que desde Estocolmo describe cómo el mundo se detuvo a sufrir la pandemia que está degenerando en crisis mental y económica global, mientras que ese país se negó a seguir al resto del mundo.

Restaurantes, tiendas, cines y demás negocios abiertos, con una política de salud que “respeta las responsabilidades individuales y las libertades de tomar riesgos”. Suecia dejó sus escuelas abiertas, pidió sana distancia pero no impuso la mayoría de restricciones que otros países por no decir el mundo. Mientras que en Europa, en EUA y en México corre el miedo por la “segunda ola” y se amenaza con nuevos encierros, Suecia propone seguir el mismo modelo que hasta el momento les costó vidas por el Covid-19, pero no aumento en otras mortalidades como depresión, drogadicción suicidio, cáncer y otras que se agravaron por la falta de actividad social y física durante los encierros. Incluso podríamos decir que en dicho país del norte de Europa, los números de muertes por esta pandemia, son muy parecidas a las que otros países han sufrido con todo y la aplicación de medidas extremas.

En verano los hospitales en Estocolmo estaban saturados, hoy están casi vacíos y las casas de ancianos, reabren poco a poco las visitas a familiares y amigos que sí limitaron durante el inicio de la pandemia. De hecho en Suecia la mitad de todas las muertes por esta enfermedad se dieron en esas instalaciones y en Nueva York son la causa de casi el 70% de las muertes. En un principio, la falta de protección adecuada a los ciudadanos de la tercera edad en Suecia es su único gran error, mismo que comparten con casi todo el mundo, pero en general lo demás fue exitoso. Nos guste o no sus ciudades se ven casi normales.

Suecia básicamente aisló a los vulnerables y pidió que la gente fuese auto responsable de su higiene, sin forzar máscaras y mucho menos encierros generalizados que al parecer en Nueva York causaron los más altos índices de mortalidad a nivel mundial.

Naturalmente no todos están contentos con el enfoque que tiene ese gobierno, algunos ciudadanos dicen que la gente no está tomando esto de manera seria, pero irónicamente esos que se quejan también están por la calle sin máscara y caminando siguiendo con su vida diaria como era en el 2019. Allá ha habido pocas protestas por el manejo de la pandemia, parece que sólo algunos quieren que los encierren pidiendo que les prohíban trabajar, convivir y divertirse, pero esto podría cambiar si una fuerte ola de invierno aumenta el contagio por la convivencia en lugares cerrados. Los turistas y la gente camina por las calles, el transporte público está en uso como siempre y esto parece una ventana al mundo en el que vivimos y que parece perdimos entre enero y marzo del 2020.

En Suecia se permiten eventos, centros de entretenimiento y demás convivios hasta con 500 personas, los restaurantes tienen sus mesas a 1 metro de distancia y se pidió aumentar la higiene personal pero hasta ahí. De hecho estas medidas se impulsaron hasta verano cuando los hospitales estaban muy llenos por el fenómeno de las casas de ancianos en donde se dieron gran parte de los fallecidos.

Lo anterior me lleva a pensar que si el contagio más grande se da en lugares cerrados, ¿por qué estamos encerrando a la gente joven y asintomática con la vulnerable por meses, disminuyendo la ventilación al forzarlos a convivir más horas a todos en un mini departamento?

Suecia sigue con su vida casi normal, España, Italia, Francia, Inglaterra y otros se preparan para nuevos encierros bajo la lógica que esto evitará contagios y muertes masivas en una segunda ola decembrina del COVID-19, mientras que el Gobierno de Florida en los EUA decide romper con la política de encierro y abre al 100% sus negocios incluso los estadios de futbol americano, en comparación con NY que da marcha atrás en su mediana reapertura e incluso amenazó con encarcelar a rabinos de templos judíos que se atrevan a realizar eventos en la calle con motivo del “Sucot” o fiesta de “Las Cabañas” de dicha religión durante el mes de Octubre.

Con 10 millones de habitantes Suecia ha tenido 97,532 infectados y 5,892 fallecimientos relacionados al COVID19, lo que indica una tasa de infección de 9,641 por millar de habitantes y una mortandad de 592 por millón de habitantes. En comparación con Alemania la cantidad de infectados y fallecidos por millón de habitantes es de 3,756 y de 115 respectivamente. Pero hay países y ciudades que cerraron y aun así tienen muchísimos más infectados y muertos que los que hubo en Suecia.

Como vemos, el porcentaje de fallecimientos en Alemania es mucho menor, pero en Italia, España, Francia y México en donde hemos vivido encierros muy severos ese porcentaje es igual o superior al de Suecia.

¿SIRVIÓ EL ENCIERRO?

Veamos Francia tiene una taza de 10,595 enfermos por millón de habitantes con 499 muertos por millón de habitantes casi los mismos que Suecia. Italia tiene una taza de 5,688 enfermos por millón de habitantes con 597 muertos por millón de habitantes. España tiene una taza de 19, 041 enfermos por millón de habitantes con 704 muertos por millón de habitantes. México tiene una taza de 6,222 enfermos por millón de habitantes con 644 muertos por millón de habitantes. Todos estos países y decenas más, decidieron cerrar sus economías y tienen los mismos o más muertos e infectados que Suecia, si uno visita las páginas de información de la OMS sobre estos asuntos francamente se enoja uno. Como podemos ver el número de positivos no es indicativo del de muertos, hay países como Francia que tienen más contagios pero menos muertes por infectados. Esto sólo se puede traducir por mal manejo de la epidemia como en el caso de los asilos de ancianos o por falta de detecciones de los enfermos reales.

EUA tiene una taza de 23,718 enfermos por millón de habitantes con 658 muertos por millón de habitantes. Pero en las localidades de ese país hay grandes diferencias tanto en el porcentaje de enfermos como en el enfoque que se da a la pandemia, ya que cada entidad federativa es casi independiente en la mayoría de sus decisiones en contra de lo que vemos en otros países del mundo incluido el nuestro. Por ejemplo NY tiene un porcentaje de infección de 26,042 con mortandad de 1,715, California 21,405 infectados y 416 fallecimientos por millón de habitantes respectivamente, ambos estados son gobernados por el Partido Demócrata; Florida Estado gobernado por los Republicanos tiene 33,938 infecciones y 707 muertes por millón de habitantes, ese estado ha decidido seguir el modelo de Suecia por lo que ya abrió todo su aspecto social y económico lo que seguro traerá grandes críticas y efectos pero puede generar una tendencia de rompimiento con respecto a la conducta de la mayoría de las entidades de ese país y tal vez de los países del mundo.

EL FRÍO Y EL COVID-19

En comparación con México, Canadá es un país frio todo el año, tiene 4,697 infectados y 253 fallecimientos por cada millón de habitantes respectivamente. Esto lo digo para que no pensemos que en invierno nos irá peor o mejor en verano como se había pensado. Nos irá peor si no usamos el cerebro y nuestras autoridades médicas usan la política en lugar de la ciencia para aplicar medidas de control y prevención. Podemos decir que Canadá no es México, pero Alaska que está en el país con más muertos del mundo y que gobierna el Partido Republicano que es el mismo que Trump, tiene 12,310 infecciones y 82 muertes por cada millón de habitantes. Esto es cientos menos que México e incluso 30% por debajo del alabado Alemania.

En comparación el caluroso Estado de Tabasco tiene 13,625 infectados y 1,210 fallecimientos por cada millón de habitantes, es decir casi el doble de muertes y de infecciones por millón que en Suecia. Jalisco mucho menos caluroso tiene 3,512 infectados y 424 fallecimientos por cada millón de habitantes, ligeramente por debajo de Suecia.

Cada país es responsable de sus políticas, pero durante diciembre y enero EUA estaba muy ocupado enjuiciando a Trump y de marzo en delante muy distraídos y divididos por sus elecciones. Lo anterior sofocó la posibilidad de tener una información más abierta y modelo alternativo al que aplicaban en Europa y en Asia. A pesar de que hay otras medidas parece que los grandes países de occidente están decididos a terminar con su clase media y con su propia capacidad productiva. El cuidado para disminuir el contagio no es sinónimo de que no habrá más COVID-19 y durante los meses de encierro parece que no se preparó una estrategia de apertura que permita a la gente común trabajar salvo vía internet o como afanadores de supermercados.

EL ESTADO COMO DUEÑO Y RESPONSABLE DE TODO

Si los ciudadanos se sienten sin esperanza y acorralados el Estado se convierte en el dueño de sus destinos sustituyendo la iniciativa y la responsabilidad individual, esa es la conclusión y rechazo al que llegaron los que siguen el modelo sueco, en el que se buscó un equilibrio entre las restricciones, las obligaciones y responsabilidades individuales. En Suecia que existe un Estado de protección social muy amplio considerado casi socialista, no se aplicaron las medidas tan drásticas como en las demás democracias que se asemejaron más a las dictaduras.

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El nacionalismo de Donald Trump: ¿Una solución o un riesgo?

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Opinión, por Samantha Contreras Guerrero //

La victoria de Donald Trump, basada en un mensaje de fuerte nacionalismo, marca un cambio que impactará tanto a Estados Unidos como al resto del mundo. Sus promesas de traer empleos de vuelta y proteger la economía estadounidense responden al descontento de muchos de sus votantes.

Su idea de “América Primero” busca hacer que Estados Unidos sea más independiente y fuerte, pero en un mundo tan conectado, esta visión enfrenta muchos retos y posibles problemas.

Para los estadounidenses, en un mercado donde casi todo se produce a través de cadenas internacionales, enfocarse en lo nacional podría hacer que los precios aumenten y haya menos opciones para los consumidores. Este tipo de enfoque proteccionista no solo implica costos altos para las empresas, sino que podría dar una falsa idea de seguridad económica, ya que el crecimiento estaría limitado solo al mercado interno, dejando de lado oportunidades con otros países.

En el ámbito internacional, el enfoque nacionalista de Estados Unidos genera preocupación entre sus aliados. Países como México, que dependen en gran medida del comercio y la inversión estadounidense, ven en riesgo la posibilidad de mantener relaciones estables e igualitarias.

El decremento en sectores como el nearshoring —donde América Latina ha visto una oportunidad de crecimiento— podrían ser afectados con este tipo de políticas. Además, al alejarse de acuerdos internacionales, Estados Unidos podría debilitar el sistema de cooperación global, necesario para enfrentar problemas complejos como el conflicto en Oriente Medio o la crisis climática.

La gran pregunta es si este regreso al proteccionismo es una solución real a los problemas económicos actuales. La inflación y la desigualdad están en aumento en todo el mundo, y Estados Unidos no es la excepción. En lugar de cerrarse, podría beneficiarse de una política que tome en cuenta las necesidades de todos sus sectores, buscando reducir las diferencias internas como la acumulación de riquezas, sin renunciar a los beneficios del comercio global.

El nacionalismo de Trump es una reacción a los problemas de un sistema económico que ha dejado atrás a muchas personas en Estados Unidos. Sin embargo, en un mundo hiperconectado, el aislamiento no puede evitar generar preocupación. Aunque la intención de proteger a los ciudadanos es válida, esta ideología corre el riesgo de afectar a largo plazo a aquellos mismos sectores que busca ayudar, reduciendo la capacidad de Estados Unidos para influir y crecer en la economía global.

E-mail: samcg2002@gmail.com

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MUNDO

Querámoslo o no, Donald Trump ha vuelto

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Desde los campos del poder, por Benjamín Mora Gómez //

Lo recuerdo, era mi cumpleaños 20 y también domingo, y corría el año de 1973, y mi padre me regalaba “El Gran Gatsby”, la muy apasionante novela de F. Scott Fitzgerald, dos de sus ejes contenidos me cautivaron: La alienación y el impulso de Jay Gatsby por sentirse aceptado por una alta sociedad segregante, aun y a pesar de ser inmensamente rico, realidad que quizá se expresa más claramente en una frase de la obra: “La vida es una lucha de apariencias, una lucha de lograr y de tener más de lo que uno merece”.

Donald Trump es un claro ejemplo, muy actual y presente en el mundo, de la fuerza del impulso de tenerlo todo: Poder económico y poder político. Donal Trump está entre los hombres más ricos de Estados Unidos, y fue el 45º y será el 47º presidente de aquella nación.

Donald, quien perdió en 2020 ante Joe Biden al buscar reelegirse como presidente de Estados Unidos, cuatro años después descarriló a Biden en su también anhelada reelección, obligándolo a abandonar la carrera presidencial, y derrotó ampliamente a Kamala Harris, la relevo en el Partido Demócrata.

Donald Trump ha vuelto al poder más fuerte de lo jamás imaginado para cumplir con sus planes de preeminencia y grandeza norteamericana e imponer su visión conservadora de Estados Unidos ante sí mismo y ante el mundo. Trump es un hombre transparente; jamás deja nada a la imaginación y dudas de sus seguidores y detractores. Así, por ejemplo, para él, la Teoría de Género tiene los días contados en EEUU y sus promotores sabrán que tienen ante sí a su peor pesadilla.

El presidente Donald Trump, a partir del 20 de enero próximo, actuará con todo el poder para poner orden en su frontera con México en dos temas fundamentales, las acciones de los cárteles de la droga, declarándolos terroristas, y el tráfico humano, ambos vistos como gravísimas omisiones del expresidente Andrés Manuel López Obrador. Marco Rubio, próximo secretario de Estado norteamericano, lo ha acusado públicamente, y nos lo recordará todos los días. Rubio es de palabra dura y mano aún más dura. Para Trump y Rubio los narcotraficantes son terroristas y los perseguirá con toda la fuerza del Estado norteamericano.

La esperanza nunca debería sustentarse en la venganza. No entiendo a quiénes cifran la satisfacción de su venganza hacia López Obrador en Marco Rubio. Sea cual fuere el resultado de la dureza del nuevo secretario de Estado norteamericano, es mi deseo que México vuelva, de mutuo propio, al orden y la paz, y que el gobierno y el congreso mexicanos no nos convoquen a rasgarnos las vestiduras ante las exigencias norteamericanas. Son justas.

En México, muchos de quienes estaban a favor de Kamala Harris, hoy se muestran muy a favor de Donald Trump. Su nacionalismo se mantiene muy firme; sin embargo, aceptan que ya es tiempo de poner en orden las cosas en México pues el estado mexicano, sin duda, está doblegado y resquebrajado ante los cárteles de la droga. Claudia Sheinbaum no ha demostrado estar dispuesta a cumplir a cabalidad con su mandato presidencial en materia de seguridad a pesar de los buenos oficios de Omar García Harfuch pues, peor, no desea tomar el mando que aun detenta López Obrador.

Sheinbaum deberá entender que solo tiene de dos sopas, o se arma de valor ante los cárteles y los traficantes de gente y los combate con toda la fuerza del Estado mexicano, o los gringos cumplirán con esa su obligación constitucional, interviniendo aun en nuestro territorio. Que de nada le valdrán las bravatas de Marcelo Ebrard en materia económica ante los gobiernos norteamericano y canadiense.

Que esto nos es pleito entre escolapios en donde uno echará al otro a su padre que es bombero y lo mojará con su manguera, y el otro a su padre que es policía y lo llevará a la cárcel. Que en cosas de gobierno se actúa conforme a la ley y se cumple con los tratados internacionales. Que Naciones Unidas tiene un centro en contra del terrorismo que a México obliga.

Un adelanto de la presión internacional que el gobierno de México enfrentará en los años próximos ya lo recibimos en esta semana. La calificadora Moody’s cambió de estable a negativa la perspectiva económica de México por el debilitamiento de nuestro Estado de derecho por la reforma judicial y el deteriorado entorno institucional gubernamental, el esperado aumento en el costo de la deuda internacional de México y la mayor rigidez del gasto público, que podrían socavar nuestros resultados fiscales y económicos.

Tanto Moody’s, como los principales analistas de los futuros económicos en el mundo, coinciden en calificar como de muy alto riesgo la reciente reforma aprobada por Morena, PT y Verde al Poder Judicial. Sheinbaum, obedeciendo a López Obrador, ha decidido alterar los controles y equilibrios del poder político y económico en México, y eso se le, se nos, cobrará muy caro.

Quiero invitarte a pensar en que Trump no está para salvarnos, ni Rubio para vengarnos. Ellos tienen sus tareas más allá del Rio Bravo. De este lado, todo depende de nosotros. Vamos, ni Sheinbaum hará nada para salvarnos; a ella solo le interesa obedecer a López.

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MUNDO

En riesgo la hegemonía estadounidense: El retorno de Donald Trump; retos económicos y sociales

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Actualidad, por Alberto Gómez R. //

En los últimos cuatro años, la economía y la cohesión social de Estados Unidos han enfrentado un deterioro significativo, marcando uno de los periodos más complicados en su historia reciente.

La administración de Joe Biden, aunque intentó implementar políticas para estimular la recuperación tras la pandemia de COVID-19, dejó profundas brechas económicas y sociales que ahora desafían al presidente electo Donald Trump. Con un escenario global en transformación y un entorno interno polarizado, Estados Unidos se encuentra en un momento crítico de redefinición de su papel como potencia mundial.

LA ECONOMÍA BAJO LA ADMINISTRACIÓN DE BIDEN

La inflación se convirtió en uno de los mayores retos durante la administración Biden. La epidemia de Covid-19 dejó tras de sí trastornos económicos; en junio de 2022, la inflación alcanzó un pico histórico del 9.1%, las tasas más altas que los estadounidenses han experimentado en 40 años, según la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS) lo que, por supuesto, en la práctica suponía un recorte salarial. La explosión del gasto militar para apoyar las guerras en Ucrania y Gaza también ha alimentado la inflación.

Como resultado, el nivel de vida de las y los trabajadores estadounidenses ha disminuido bajo la administración Biden, mientras que el auge del mercado de valores ha ayudado a las y los estadounidenses más ricos a hacerlo bastante bien. Este fenómeno, impulsado por interrupciones en las cadenas de suministro globales, estímulos fiscales masivos y el aumento de los precios de la energía, erosionó el poder adquisitivo de las familias estadounidenses. Aunque las medidas de la Reserva Federal lograron reducir la inflación a un 3.7% al cierre de 2024, esta cifra seguía por encima del objetivo del 2%, lo que refleja un entorno económico aún frágil.

El aumento del costo de vida se manifestó en productos esenciales. Según la Administración de Información Energética (EIA), el precio promedio de la gasolina aumentó un 40% entre 2020 y 2024. Asimismo, los alimentos básicos experimentaron un incremento promedio del 25%, afectando especialmente a las familias de ingresos medios y bajos. Esta situación exacerbó la desigualdad, ya que los salarios reales apenas crecieron un 3% durante el mismo periodo, según el Economic Policy Institute.

DÉFICIT FISCAL Y DEUDA PÚBLICA

El déficit fiscal alcanzó los $1.7 billones en 2024, mientras que la deuda pública superó los $36 billones, según la Oficina de Presupuesto del Congreso (CBO), un incremento alarmante respecto a los $27 billones reportados al inicio de la administración Biden. Este nivel de endeudamiento, alimentado por programas de estímulo económico y políticas de infraestructura, limita la capacidad del gobierno para responder a futuras crisis económicas. Además, el creciente costo del servicio de la deuda, derivado del aumento de las tasas de interés, se ha convertido en una carga significativa para el presupuesto federal.

La brecha económica continuó ampliándose durante la administración Biden. El 1% más rico de la población concentró el 38% de la riqueza total en 2023, mientras que los sectores más vulnerables enfrentaron mayores dificultades para acceder a empleos estables, y apenas aumentaron un 4% en términos reales, según un informe de la Oficina del Censo. Según el Departamento de Trabajo, el empleo precario representó el 30% de los nuevos puestos creados entre 2020 y 2024, con un aumento notable en los contratos temporales y trabajos a tiempo parcial. Esto ha exacerbado la pobreza en comunidades vulnerables, con un índice de pobreza que aumentó del 11.4% en 2020 al 14.7% en 2024.

En 2016, Hillary Clinton demostró su desprecio por los partidarios de Trump, entonces abrumadoramente blancos, etiquetándolos como “los deplorables”, en lugar de tratar de reconocer la fuente de su ira: la gran desigualdad en el statu quo económico. Ocho años después, con un apoyo a Trump mayor en prácticamente todos los grupos demográficos, es imposible ignorar la desesperación económica que alejó del Partido Demócrata a las y los electores, cuando Biden seguía presumiendo de que la economía estadounidense durante su mandato es “la más fuerte del mundo”.

FACTORES SOCIALES: POLARIZACIÓN Y RADICALIZACIÓN

La polarización política se ha intensificado, dando lugar a movimientos separatistas que, aunque minoritarios, representan una amenaza para la unidad del país. Uno de los fenómenos más alarmantes es el resurgimiento de movimientos secesionistas en estados como Texas y California.

Líderes locales y organizaciones políticas han planteado referendos para separarse de la unión federal, alegando incompatibilidades políticas y económicas. Aunque estos movimientos no tienen un apoyo mayoritario, su existencia refleja una fragmentación preocupante en la unidad nacional. Grupos como «Texit», que abogan por la independencia de Texas, han ganado tracción en sectores conservadores descontentos con las políticas federales. Estas iniciativas reflejan el creciente desencanto con el sistema político.

La radicalización ideológica también se ha intensificado. Los crímenes de odio aumentaron un 18% entre 2020 y 2024, según el FBI, afectando principalmente a comunidades afroamericanas, asiáticas, judías y musulmanas. Este aumento está vinculado al resurgimiento de grupos extremistas y al uso de las redes sociales como plataformas para propagar discursos de odio.

RETOS ECONÓMICOS Y SOCIALES

Con la reelección de Donald Trump, Estados Unidos se adentra en un periodo de grandes desafíos. Su promesa de «recuperar la grandeza estadounidense» enfrenta múltiples obstáculos, tanto internos como externos.

Trump ha anunciado un ambicioso plan para reindustrializar Estados Unidos y reducir la dependencia de las cadenas de suministro globales. Sin embargo, implementar esta estrategia requerirá superar barreras como la resistencia de aliados comerciales y la necesidad de inversiones masivas en infraestructura. También deberá manejar las tensiones con China, el principal socio comercial de Estados Unidos, en un momento en que las relaciones bilaterales están en su punto más bajo en décadas.

El presidente electo ha prometido recortes de impuestos para estimular el crecimiento económico, pero esta medida podría agravar el déficit fiscal si no se acompaña de reducciones en el gasto público. Además, la capacidad de implementar estas políticas dependerá de su habilidad para negociar con un Congreso dividido, donde los demócratas probablemente resistirán cualquier iniciativa que reduzca programas sociales.

El enfoque de Trump en políticas ultraderechistas, incluida la restricción de la inmigración y la eliminación de regulaciones ambientales, podría generar más divisiones. Aunque estas medidas cuentan con el apoyo de su base electoral, enfrentan la oposición de sectores progresistas y moderados, lo que podría derivar en mayores tensiones sociales.

EL FIN DE LA HEGEMONÍA ESTADOUNIDENSE

El bloque BRICS+ ha emergido como un desafío significativo para la hegemonía estadounidense. Con la inclusión de nuevos miembros como Arabia Saudita, este grupo busca crear un sistema financiero alternativo que reduzca la dependencia del dólar. Según el Banco Mundial, el comercio intrabloque creció un 15% anual durante los últimos cuatro años, fortaleciendo su influencia económica y política.

El dólar, pilar del sistema financiero internacional, está perdiendo su posición dominante. Según el Fondo Monetario Internacional (FMI), la proporción de reservas globales en dólares cayó del 61% en 2020 al 55% en 2024. Este descenso refleja una creciente diversificación hacia monedas como el yuan chino y el euro, impulsada por iniciativas del BRICS+ y otros bloques emergentes.

En el ámbito militar y geopolítico, Estados Unidos enfrenta el ascenso de China como potencia dominante en el Pacífico y la reactivación de Rusia en Europa del Este. Además, la influencia de potencias regionales como Irán y Arabia Saudita en el Medio Oriente limita la capacidad de Estados Unidos para mantener su dominio en esta región estratégica.

El futuro socioeconómico de Estados Unidos dependerá en gran medida de la capacidad de la administración Trump para manejar una economía debilitada, una deuda insostenible y una sociedad fracturada. La reconciliación política y la creación de un camino inclusivo para el desarrollo serán cruciales para evitar una crisis prolongada.

Aunque Trump tiene un historial de promover el crecimiento económico, los riesgos asociados con su estilo confrontacional y sus políticas divisivas no pueden ser ignorados. El equilibrio entre reformar el status quo y evitar una mayor radicalización será la prueba definitiva para su liderazgo.

Estados Unidos enfrenta uno de los periodos más complejos de su historia contemporánea. La administración Biden dejó un legado de desafíos económicos y sociales que el presidente electo Donald Trump deberá abordar en un contexto de polarización interna y competencia internacional.

El éxito o fracaso de las políticas de Trump determinará no solo el rumbo de Estados Unidos, sino también el equilibrio de poder en el mundo. Sin embargo, para superar estos retos, será necesario un liderazgo que trascienda la retórica divisiva y busque soluciones inclusivas y sostenibles. En un mundo cada vez más multipolar, el destino de Estados Unidos dependerá de su capacidad para adaptarse a las nuevas realidades globales sin perder de vista los principios democráticos y la cohesión interna que alguna vez lo definieron como nación.

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