MUNDO
El Congreso siempre ha intervenido: El impago de deuda estadounidense…¿una amenaza real?

Economía Global, por Alberto Gómez R. //
El impago de deuda soberana de los Estados Unidos, aunque ha llegado nuevamente a su nivel histórico más alto, con seguridad es un aparente impasse que el Congreso estadounidense sorteará permitiendo elevar el límite de deuda (conocido coloquialmente como “techo de deuda”) como se ha hecho en decenas de ocasiones anteriores.
El límite de deuda es la cantidad total de dinero que el gobierno de los Estados Unidos está autorizado a pedir prestado para cumplir con sus obligaciones legales existentes, incluidos los beneficios de Seguro Social y Medicare, salarios militares, intereses sobre la deuda nacional, reembolsos de impuestos y otros pagos.
El límite de endeudamiento no autoriza nuevos compromisos de gasto. Simplemente permite que el gobierno financie las obligaciones legales existentes que los Congresos y presidentes de ambos partidos hayan asumido en el pasado.
No aumentar el límite de la deuda tendría consecuencias económicas catastróficas. Haría que el gobierno no cumpliera con sus obligaciones legales, un evento sin precedentes en la historia de Estados Unidos. Eso precipitaría otra crisis financiera y amenazaría los empleos y los ahorros de los estadounidenses comunes, poniendo a los Estados Unidos nuevamente en un profundo agujero económico, justo cuando el país se está recuperando de la reciente recesión.
El Congreso siempre ha intervenido para elevar el límite de la deuda. Desde 1960 ha actuado 78 veces por separado para aumentar permanentemente, extender temporalmente o revisar la definición del límite de deuda: 49 veces bajo presidentes republicanos y 29 veces bajo presidentes demócratas. Los líderes del Congreso de ambos partidos han reconocido que esto es necesario. (home.treasury.gov)
Un hecho que pasa normalmente desapercibido es que los secretarios del tesoro en turno son finalmente los encargados de gestionar y administrar esos aumentos de deuda, y que estos funcionarios en su mayoría han trabajado previamente en la Reserva Federal (Fed) –su banco central- o en alguna de las más poderosas instituciones financieras privadas.
Podría no significar mucho lo anterior, pero lo que la mayoría de los estadounidenses desconoce es que la Fed es realmente una entidad privada, no del gobierno.
El 23 de diciembre de 1913, el entonces presidente de Estados Unidos Woodrow Wilson promulgó la Ley de la Reserva Federal, creando el banco central.
Fundado en medio de las zozobras financieras de inicios del siglo XX y con una profunda desconfianza del poder central, el banco es hoy una de las instituciones financieras más poderosas del planeta.
Los inicios del siglo XX estuvieron marcados por una sucesión de pánicos financieros y el peor ocurrió luego del terremoto de San Francisco en 1906.
El desastre llevó a un grupo de políticos y economistas a reunirse en secreto en 1910 bajo el pretexto de una expedición de caza en la isla remota de Jekyll en el estado de Georgia. El objetivo era diseñar un sistema bancario central.
Se trató del tercer intento de crear una institución de ese tipo.
El primer banco centralizado fue establecido por Alexander Hamilton durante la presidencia de George Washington en 1791, a pesar de la dura oposición de Thomas Jefferson. El banco sólo duró 20 años.
El segundo intento fue desmantelado por otro mandatario, Andrew Jackson, en 1836. (bbc.com)
Estos esfuerzos fracasaron debido a la desconfianza a un poder centralizado arraigada profundamente en la cultura estadounidense y la estructura de la actual Fed refleja esa desconfianza.
Tanto Jackson como Jefferson vieron una gran amenaza en el hecho de ceder el control de la política monetaria a entidades privadas, con intereses muy particulares,
Han habido algunos otros presidentes estadounidenses que han intentado disminuir la influencia del capital privado en las decisiones gubernamentales, pero sólo con tímidos asomos, ya que detrás de la Fed está el verdadero poder detrás del gobierno de Washington, el llamado “Estado profundo” (Deep State). Dwight Eisenhower, y John F. Kennedy fueron otros de los mandatarios que advirtieron de ese poder, sin mencionar nombres ni apellidos, pero que manifestaron públicamente en algunos de sus discursos.
En su último discurso, el presidente Eisenhower se refirió justamente a ese Estado profundo llamándolo complejo militar industrial, faltó decir que era mediático también, y de ahí en adelante eso no ha hecho sino fortalecerse y dominar.
Este Estado Profundo, cuyo frente financiero no es otro que la Fed, son quienes se encargan de crear guerras y conflictos bélicos por todo el mundo, para seguir alimentado al complejo militar industrial, y con la Fed como brazo articulador de las finanzas, aumentando a cada segundo el endeudamiento del país con los “banqueros” accionistas de la Fed.
Es por ello que aunque decenas de veces se ha alcanzado el límite de endeudamiento, el Congreso vuelve a aprobar su extensión; es pan y circo para el “demócrata” pueblo estadounidense.
Lo que sí es un hecho es que el sistema financiero anglosajón –no se limita únicamente al estadounidense- es una máquina perfectamente aceitada y afinada para debilitar y derrumbar las economías de los países que no se alinean a sus intereses, por lo que estos vaivenes de amenazas de un default afectan a esas economías dolarizadas cuyos mercados de valores están basados en gran medida en la especulación.
La Fed es uno de los varios bancos centrales que existen en el mundo, y cuyos dueños son los mismos poseedores de deudas soberanas de la mayoría de los países occidentales, incluyendo América Latina. Por lo tanto, la alarma de impago (default) provoca pánico en los mercados financieros mundiales, ya que el principal producto financiero de inversión especulativa de la deuda estadounidense son sus bonos del tesoro, que no son otra cosa que pagarés, o promesas de pago de una deuda que es ahora prácticamente impagable.
En una supuesta situación de impago de deuda por parte del gobierno estadounidense, el dólar se debilitaría inmediatamente, lo que provocaría una inflación global, y una irremediable recesión. Esto debido a que el dólar ha sido desde hace décadas la divisa de reserva por excelencia de la mayoría de los países en el mundo obligadamente, debido a la otrora hegemonía de Estados Unidos como la primera potencia económica y militar del mundo.
En contrapartida, al tiempo que se lleva a cabo todo el melodrama de una situación de impago, el Congreso estadounidense sigue aprobando la ampliación de su presupuesto militar, ahora con el fantasma de las amenazas rusa, china y más recientemente, de inteligencias extraterrestres.
Y mientras lo anterior sucede, algunos de los bancos más importantes en Estados Unidos están a poco de quebrar, como acaba de suceder con el Silicon Valley Bank, lo que muy probablemente provocará un reguero de pólvora en los mercados financieros internacionales.
Todo tiene un porqué.
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China, Japón y México: la batalla global por el internet del futuro con matices locales

– Por José Modesto Barros Romo, Conciencia Pública
El internet de ultra velocidad ya no es un asunto de ciencia ficción, sino un campo estratégico donde las potencias tecnológicas definen su hegemonía. Japón, China y, en menor medida, México, han roto en este año barreras históricas de transmisión de datos, cada uno desde trincheras distintas, pero con un objetivo común: asegurar ventajas en la economía digital del siglo XXI.
Japón sorprendió al mundo al anunciar que sus científicos del Instituto Nacional de Información y Comunicaciones Tecnológicas (NICT) lograron transmitir datos a 1.02 petabits por segundo a través de fibra óptica.
Se trata de un récord mundial que equivale a descargar en un segundo la información de más de 10 millones de videos en alta definición, el equivalente a todo el catálogo de Netflix en un solo segundo.
Más allá de la hazaña técnica, el logro japonés envía un mensaje claro: su apuesta es consolidar infraestructuras terrestres estables y de larga distancia, con la mira puesta en mantener la competitividad industrial frente a China, Estados Unidos y Europa.
El gigante asiático, por su parte, libra otra batalla: el dominio del espacio inalámbrico. China Mobile reveló que en una red experimental de 6G alcanzó velocidades de 280 gigabits por segundo, descargando un archivo de 50 GB (unas 25 películas de mediana calidad) en apenas 1.4 segundos.
A esto se suman proyectos universitarios que exploran transmisiones en frecuencias en terahercios y enlaces satelitales de 100 Gbps, tecnologías que se perfilan como piezas centrales en la construcción de un ecosistema digital global, donde China pretende marcar la pauta a la espera lanzar comercialmente las redes 6G para el año 2030 en todo su territorio.
La estrategia china es evidente: no se conforma con desplegar infraestructura terrestre, busca liderar el futuro de las comunicaciones en el espacio y en el aire, donde se definirá el control de datos y, con ello, el poder geopolítico. De ahí que los experimentos en 6G no solo representen avances científicos, sino una carta de presentación en la carrera tecnológica frente a los estadounidenses, japoneses y los europeos.
México, en contraste, aparece con un logro más modesto pero simbólico. El año pasado la empresa Megacable, en alianza con Nokia, alcanzó 1.1 terabits por segundo en pruebas de fibra óptica de larga distancia.
No es un récord mundial ni una revolución en telecomunicaciones (aunque sí es un hito a nivel Latinoamérica, equivalente a descargar un videojuego como Call of Duty: Modern Warfare III en un segundo). Esta es una señal de que nuestro país busca modernizar su infraestructura digital con miras a los próximos años.
El reto está en si estos avances se traducirán en beneficios reales para los ciudadanos o quedarán como demostraciones técnicas en un país donde millones aún carecen de acceso a internet estable.
La comparación es reveladora: mientras Japón apuesta por la perfección de la fibra, China por la supremacía inalámbrica y espacial, México apenas intenta ponerse al día. El dilema nacional es mayúsculo: ¿apostar por ser solo consumidores de tecnologías extranjeras o trazar un plan estratégico que coloque a la región en la disputa global por la soberanía digital?
Lo cierto es que el internet del futuro no será solo más rápido; también será la nueva frontera de poder. Quien controle las redes de transmisión controlará la información, la seguridad nacional y el desarrollo económico. Japón y China ya están en esa carrera. México, como suele ocurrir, observa desde la periferia.
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TMEC enfrenta nubarrones económicos: riesgo de estanflación en la región

– Por Redacción Conciencia Pública
La economía de los países del TMEC —Estados Unidos, México y Canadá— atraviesa un escenario de creciente incertidumbre marcado por la desaceleración del crecimiento y las presiones inflacionarias.
Aunque ninguno de los tres socios comerciales ha entrado oficialmente en un proceso de estanflación, los riesgos de caer en este fenómeno se han intensificado en los últimos meses debido a las tensiones comerciales, las tarifas arancelarias y el enfriamiento de la actividad productiva.
En el caso de Estados Unidos, analistas y organismos internacionales han señalado la presencia de un entorno conocido como “stagflation-lite”: una versión leve de estanflación caracterizada por inflación persistente y crecimiento económico débil.
Las tarifas impuestas a México, Canadá y otros socios han encarecido bienes y servicios, lo que eleva los precios al tiempo que limita la competitividad. La Reserva Federal ha reconocido la complejidad del momento, pero evita hablar de una estanflación plena como la de los años setenta.
Canadá enfrenta también un panorama complicado. Su crecimiento económico se ha frenado y diversos sectores productivos anticipan pérdidas importantes debido a los aranceles de Washington. Medidas de emergencia como el programa “Buy Canada” buscan proteger empleos y mitigar el impacto en la industria automotriz y energética, aunque las proyecciones apuntan a la posible pérdida de decenas de miles de empleos si las tensiones comerciales se prolongan. La inflación no ha escalado con la misma fuerza que en Estados Unidos, pero el riesgo de estanflación no se descarta.
México, por su parte, lidia con un crecimiento prácticamente nulo, con estimaciones de apenas 0.4 % del PIB en 2025, lo que coloca al país al borde de la recesión. A diferencia de sus socios, la inflación mexicana se ha mantenido moderada, en torno al 3.5 % anual, dentro del rango objetivo del Banco de México.
No obstante, la combinación de bajo dinamismo económico y presiones externas genera preocupación. El banco central ha optado por recortar tasas de interés en un intento de estimular la economía sin perder el control inflacionario.
La Organización para la Cooperación y el Desarrollo Económicos (OCDE) y otros organismos han advertido que la política de tarifas en Estados Unidos está generando un “shock de oferta” que afecta no solo al propio mercado estadounidense, sino también a Canadá y México.
El encarecimiento de insumos y bienes intermedios repercute en las cadenas de suministro de la región, golpeando la inversión y elevando los costos para las empresas y consumidores.
En conjunto, el TMEC enfrenta un escenario de alto riesgo: crecimiento bajo, tensiones comerciales y presiones inflacionarias que ponen en entredicho la estabilidad económica regional.
Aunque la estanflación no se ha instalado de manera formal, la combinación de factores actuales mantiene a los tres países al filo de este fenómeno, lo que obliga a sus gobiernos y bancos centrales a buscar estrategias coordinadas que eviten repetir una crisis como la de los años setenta.
👉 Este cuadro ayuda a visualizar rápido que ninguno de los tres socios está formalmente en estanflación, pero todos enfrentan presiones distintas: EE. UU. por inflación, México por bajo crecimiento y Canadá por el impacto de las tarifas arancelarias impuestas por Donald Trump:
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Cielos de Europa en alerta: la OTAN dispara por primera vez contra drones rusos en territorio aliado

– Por Redacción Conciencia Pública
El 10 de septiembre de 2025 marcó un hito en la historia de la defensa colectiva de la Organización del Tratado del Atlántico Norte (OTAN): por primera vez, aviones del pacto —en apoyo a Polonia— abrieron fuego contra drones rusos que penetraron en el espacio aéreo aliado, convirtiéndose en la primera acción militar directa de la alianza sobre su territorio desde el inicio de la guerra en Ucrania.
Polonia reportó la entrada de hasta 19 drones, algunos procedentes de Bielorrusia, los cuales fueron considerados amenazas directas y, por ello, neutralizados con apoyo de aviones caza F-16 polacos y F-35 neerlandeses.
Las operaciones implicaron el cierre temporal de los aeropuertos de Varsovia y Lublin, y órdenes de resguardo para la población en regiones orientales del país, cercanas a Ucrania.
El primer ministro polaco, Donald Tusk, calificó el incidente como una “provocación a gran escala” de parte de los rusos, y afirmó que la situación era “la más cercana a un conflicto abierto desde la Segunda Guerra Mundial”.
A raíz de lo ocurrido, Polonia invocó el Artículo 4 de la organización, dando inicio a consultas urgentes entre los países aliados, entre los que se encuentra Estados Unidos, el país con más capacidades militares en el tratado.
El secretario general de la OTAN, Mark Rutte, condenó firmemente la acción rusa y reafirmó el compromiso de la alianza de defender cada centímetro de su espacio aéreo. El coronel Martin O’Donnell, portavoz del Mando Supremo Aliado en Europa (SHAPE), enfatizó: «Esta es la primera vez que aviones de la OTAN han enfrentado amenazas potenciales en el espacio aéreo aliado».
La incidencia se produjo durante un amplio ataque de Rusia contra Ucrania la noche de ayer, que involucró cientos de drones y decenas de misiles.
El presidente ucraniano, Volodímir Zelenskiy, advirtió que al menos ocho de esos drones estaban dirigidos hacia Polonia y consideró el episodio como un “precedente extremadamente peligroso para Europa”.
Aunque Polonia activó el Artículo 4, no llegó a invocar el Artículo 5, que establece el mecanismo de defensa colectiva inmediata (en ese artículo se señala que todos los países de la OTAN deben acudir inmediatamente a defender al país atacado). Analistas consideran este movimiento como una señal de diplomacia firme más que un preludio a una escalada militar mayor.
Mientras tanto, la Unión Europea propone reforzar la protección de sus fronteras, con iniciativas como la construcción de una “muralla antidrón” en el este del continente.